Ginevra Vulterini: De Aquí y de Allá

  Ginevra como periodista  en un  programa español,  cumpliendo sus sueños. Salamanca, España.

Por Enzo Tarantino
Roma, Italia. “En la vida, cada uno tiene su misión, la mía es luchar contra la injusticia”. Cuando se encontró entre la espalda y la pared; Ginevra Vulterini se fue de su natal Roma. Tratando de hacer del mundo un mejor lugar, la periodista prometedora se abrió un camino reflexivo, afirmándose mientras buscando respuestas. Este perfil es un recorrido por la biografía entre la paradoja de una trayectoria de vida sin límites pero llena de dudas.

Algunos la calificarían de irresponsable, soñadora o aún de impulsiva. “Gracias”, contestaría Ginevra. Nacida el 07 de diciembre de 2002, en la parte Oeste de la ciudad de Roma (Italia), Ginevra desde entonces sorprendió por ser tan despierta. Le reprocharon varias veces su “inconformidad”; y nunca cambió su manera de ser.

Al pie del Vaticano, Ginevra creció con sus dos papás. Andrea, a quien revela como el “hombre de su vida”, tiene no obstante un carácter opuesto al de Gigi (Ginevra). Es su luz, su modelo. También es una fuente de admiración para ella, por su presencia y su habilidad a dejar huella. Su mamá, Raffaella, transmitió su capacidad a dar, a cuidar, a compartir. Más reservada, la dualidad de personalidad de las dos personas más cercanas a Gigi constituyeron un personaje paradoxal.

Su interés por la francofonía y su gusto por el periodismo, que luego se convirtió en una ambición, lo tiene de Raffaella, periodista ella-misma. Y obviamente hay Brenno, su abuelo. Ocupa un lugar especial en su corazón. Se siente conectada con él y pueden hablar por horas con “una gran profundidad”, me confía Ginevra. Ex empleado en la OTAN, la vida de su abuelo oscila entre misterio y fascinación en la mente de Gigi.

Agobiado por el calor asfixiante, quizás con 40°, llego a casa de Ginevra. Su mamá me abre la puerta; la calidez de su recibimiento me emocionó. Rápidamente, estamos sentados en la sala, quejándonos del calor y riéndonos, de todo y de nada. Por la noche, cenamos Gigi, Andrea, Raffaella y yo. No tuve que esperar mucho para que los padres de Ginevra me empiezan a contar unas anécdotas de una niña que describen como rebelde. Se encontraron en varias situaciones “incómodas” por la franqueza de su hija única, me dicen con humor. La cena se persiguió así; yo escuchando con ligereza las historias de la familia, y Ginevra tomándose la cabeza en sus manos como para decir “cambiamos de tema si gusten”, mientras esbozando una risa.

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A lo largo de su vida escolar, nunca ha sido una alumna tímida. Al contrario, se sintió legítima a discutir, debatir o cuestionar los derechos adquiridos transmitidos por la educación italiana. Su franqueza interpeló sus profesores y compañeros, lo que ha sido una revelación para ella: “hacer avanzar las cosas, disturbar el orden establecido de las cosas usando palabras fuertes dirigidas a una audiencia inadaptada, siempre me gustó y me sigue gustando”. 

A los 13 años, en el transcurso de un evento llamado “Château-talk” (en referencia a su escuela Chateaubriand a la influencia francesa en cual efectuó su escolaridad), Ginevra no dejó de distinguirse del resto de estudiantes. Cuando hicieron exposiciones sobre temas como la amistad, o entorno a centros de intereses de adolescentes, el tema de Ginevra era “God is a Woman”.

“Siempre nos enseñaron el dominio del hombre, mientras a mí me inspiraron tantas mujeres. Realmente no me importaba que la mayoridad de la gente que me escuchaba era de derecha conservadora. Un año después, di una conferencia sobre la homosexualidad en una escuela reputada por ser homofóbica”.

La confianza con cual Ginevra cuenta sus experiencias de vida es desconcertante. Tiene una misión, y la entendió desde niña: “la mía es luchar contra la injusticia”. Explica de dónde saca esa convicción de hacer del mundo un mejor lugar. Con una manera casi didáctica, me introduce el concepto del hebreo עולם תיקון (tikkun olam), literalmente “reparación del mundo”, ese concepto nació de la filosofía y de la literatura judía. Ginevra persigue, de tal manera que su pensamiento seduce: “es mi visión de la justicia social. Puedo actuar a mi escala, y si la gente se recuerda de mí por cambiar nuestro mundo por lo mejor, mi misión será cumplida”.

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Su perspectiva se resume en ver más allá: de los hechos, de los dichos, de las personas o de sus propias ambiciones. Tiene esa creencia humana de poder crecer a través de los relatos e historias de los demás. En  una  conversación  con  la  tía  de  su ex-novio  neoyorquino,  Ginevra  entendió  la importancia del lugar de la escritura en su vida. Deportada en un campo de concentración en Japón por oponerse activamente al régimen fascista de la Italia bajo “il Duce” Benito Mussolini, la mujer cuyo nombre guardaremos silencio encontró en la escritura una manera de sobrevivir.

En la misma lógica, Gigi declara: “escribir me permitió mantener la esperanza, y se volvió una actividad vital para mí”. De hecho, coleccionó desde niña varias libretas. Contaba su vida “con un PATHOS alucinante”, afirma con una risa asumida. Quiere seguir contando algo sin poder, interrumpida por las risas. Sentí un “efecto espejo”, y de paso me empecé a reír también. 

Finalmente, casi me hace arrepentirme de no haberla conocido antes. Como una cita anual, invitaba a sus amistades a asistir a una sesión lectura de “la vida de Ginevra contada a través de mis libretas”. Lo sé, a ustedes también les hubieran gustado recibir la invitación…

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Calle de la casa de infancia de Ginevra. Roma, Italia. Fotografía : Enzo Tarantino 


Decide irse de Italia para estudiar en Francia…

“Italia es un país viejo. Cierto, es un gran y hermoso país, pero la mentalidad de manera general sigue siendo provincial. Sé lo que quiero hacer desde hace varios años, y no iba a perder mi tiempo. Para lograr mis objetivos, es necesario que salga de mi área de descanso”. Como la mayoría de sus respuestas, Ginevra se revela orgullosa, segura. Sin embargo, se siente fragilidad en su voz. 

Sigue: Estoy actualmente viendo un luto migratorio. No tengo un hogar. Cada vez que me mudo a otra ciudad, en realidad estoy reiniciando desde cero. Ya que no me puedo relacionar con un hogar preciso, son los recuerdos que me traen un sentimiento de pertenencia a un lugar.

¿Qué sientes en esos momentos de vacío emocional?

Estoy confrontada a mi mayor miedo: el abandono. Seguramente, es una herida emocional profunda que nunca me quité. Me cuesta estar conmigo misma, apreciar mi tiempo sola. De una manera, salir de mi zona de descanso me obliga a confrontarme a esas situaciones, y quizás mi miedo se irá borrando poco a poco.

¿Entonces, por qué adoptaste ese modo de vida? ¿Te arrepientes de la decisión de irte de tu casa a los 17 años?

Para nada. Yo elegí irme de Roma y no soy el tipo de persona que mira hacia atrás. Quedarme en el mismo país hubiera sido una angustia aún más fuerte. Tengo esa necesidad de desplegar mis alas, de descubrir el mundo, de experimentar y sentir mis emociones sin limitarme. Sabes, tengo la sensación que cada año estoy haciendo una revolución, resuelvo mis problemas y me mudo de lugar. No diría que se volvió una costumbre, es una herida con cuál aprendo a vivir porque Worth the Journey (vale la pena). Es un tatuaje que llevo conmigo, y me acuerda la razón por la cual estoy haciendo esto. Poco a poco, me permite encontrar un sentido a mi existencia.

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Ya que una de las misiones de Ginevra es cumplir con sus expectativas profesionales, me permití preguntar cuál ha sido su cumplimiento profesional que la hace orgullosa, lo que conllevó un silencio. 

En realidad, con apenas veinte años, Ginevra hizo prácticas en medios franceses nacionales, en el periódico de moda más seguido del mundo (Vogue), y en una empresa mediática italiana. Las personas que la conocen en un contexto de trabajo concuerdan decir de ella que es prometedora, ambiciosa, madura y profesional. Pero Ginevra no supo contestarme. Me di cuenta de la casi “necesidad” de Gigi a inspirar los demás a través de su historia como consecuencia de su cumplimiento personal. 

Sobre su relación con la amistad y el amor que forjó su relación al mundo exterior y cómo ella ha sido impactada por ello, a Ginevra le da alegría compartir. Describe su relación a la amistad como visceral. Siempre se confronta al otro, al desconocido cualquiera del café en el rincón de la calle, en la fiesta o en la Universidad. Estar sola la hace pensar demasiado, lo que puede llegar a darle ansiedad. La manera de Ginevra a acercarse al otro sin filtro, mostrando su verdadera naturaleza; tiene consecuencias. 

En efecto, ha sufrido más de una vez un revés de la fortuna. Sentimentalmente, es interesante como el discurso de Gigi cambia. Es desconfiada, y al contrario le cuesta liberarse del filtro social. Solo deja ver una superficie de su personalidad, y se tarda en confiar. “Tengo esa necesidad de analizar mi entorno, y es igual con los hombres. La mayor parte del tiempo, lo único que llego a ver son las límites. Quizás es un resultado de las decepciones pasadas”.

A medida que profundiza el complejo personaje de Ginevra Vulterini, estoy ensamblando el rompecabezas. No se construyó a través de sus relaciones, sino a través de las decepciones de estas. Por ello, tiene como filosofía inspirar confianza a la juventud, ya que ha sido una fuente de dolor psicológico para ella. Por cierto, el consejo que daría a la Gigi adolescente es “Nada es permanente. No te adaptes a las personas que no te entienden como tal. 



“No puedes pasar tu vida traduciendo tu existencia a unas personas que  nunca hablarán tu lenguaje”.

"Estoy agradecida. Tengo la suerte de contar entre algunas personas queridas en mi corazón. También creo que mi trabajo personal puede ser el camino a la felicidad, pero es un sentimiento tal que no puedo decir que estoy feliz hoy en día. Estoy esperando el día en que sentiré una sensación de plenitud, pero será complicado mientras el futuro me preocupe tanto y sigo proyectando mis miedos, negándome a vivir el momento presente”.

Aparentemente una mujer consumada, Ginevra ha confiado un aspecto de su ser que por lo general revela pocas veces. Su mensaje es claro: detrás de cada persona se esconde una historia, y no es materia para ser juzgada. Ginevra Vulterini concluye esta entrevista, con un momento de verdadero intercambio que me recuerda la razón por la cual quiero ser periodista.

Ese perfil es para quienes quieren perseguir sus sueños. A través de un alma, un lugar, una experiencia, hay una historia. Ginevra decidió hacer sus maletas e irse al descubrimiento de un mundo complejo, a la realización de ella misma. Ese recorrido es un recordatorio de la importancia de la autovaloración para poder enfrentarse a las pruebas cotidianas.


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