Accidentes de motocicletas: en ruta hacia la seguridad


Por Ricardo Ortega Palacios, Juan Roman Sotelo Vargas y Bernardo Canalizo Barrón. 
CDMX. Ahí estaba Ricardo: tirado en el suelo, rodeado de personas desconocidas y luchando por mantenerse despierto después del fatal impacto, que según personas que observaron el incidente, requería el llamado de una ambulancia para ser 'movido' y revisado, pues no había sido nada a la ligera ese golpe contra un árbol. 

La tarde se tiñó de tensión y angustia mientras el joven de 25 años yacía inmóvil en medio del caos. Con los brazos extendidos, como buscando el apoyo que le devolviera a la realidad, luchaba por mantenerse consciente. 

La multitud que se había congregado a su alrededor intentaba encontrar cualquier recurso para mantenerlo despierto. Los minutos parecían eternos, hasta que finalmente llegaron sus familiares, arribaron en un Jetta blanco. Entre lágrimas y desesperación, su madre, Rosalba, se acercó de inmediato para revisarlo, mientras su padre, Armando, entablaba una conversación con el policía presente. En ese momento, su hermano y su tía llegaron corriendo al lugar, conscientes de la gravedad de la situación, y sin perder tiempo, marcaron frenéticamente el número de emergencia 911. 

La escena se iluminaba con destellos rojos y el inconfundible sonido de las sirenas cuando la ambulancia de la alcaldía Álvaro Obregón llegó al lugar. Los paramédicos, expertos en situaciones de emergencia, descendieron con destreza y diligencia para atender al joven herido. Con una revisión rápida pero sumamente útil, evaluaron las lesiones identificadas y brindaron la atención necesaria para estabilizarlo. Con profesionalismo y empatía, se aseguraron de que estuviera en las mejores manos antes de entregarlo a sus padres, quienes aguardaban ansiosos en medio de la preocupación. Al final decidieron llevarlo a un hospital particular para asegurarse de que todo estuviera en orden. 

Tras algunas radiografías y análisis médicos, Ricardo presentó una ruptura de clavícula, lo que requeriría cirugía. Por tal motivo, tuvo que ir a la clínica del IMSS que le correspondía, la 161. Después de horas tratando este asunto, le dieron pase al hospital ubicado en la Calzada del Hueso. Después de dos días le realizaron su cirugía para, posteriormente, ser dado de alta. 

Las carreteras, en su constante flujo de vehículos y emociones, son testigos silenciosos de una realidad preocupante: los accidentes de motos. En un mundo donde la velocidad y la libertad se entrelazan en el rugir de los motores, es crucial detenernos y reflexionar sobre las consecuencias devastadoras que acompañan a esta forma de transporte.
Desde las estadísticas hasta los impactantes testimonios, este trabajo pretende explicar qué pasa detrás de cada colisión, cada herida y, en el peor de los casos, cada vida perdida en el asfalto. Las cifras alarmantes revelan que los accidentes de motos representan una proporción significativa de las tragedias viales en México y en todo el mundo. Sin embargo, más allá de los fríos números, pueden encontrarse historias humanas de dolor, sufrimiento y familias destrozadas.

El desafío es claro: educar, concientizar y transformar la manera en que comprendemos y abordamos los accidentes de motos. Solo mediante un esfuerzo colectivo y una mirada crítica hacia nuestras propias acciones al volante, podremos construir un futuro en el que la seguridad en las motocicletas sea una prioridad indiscutible.

Estadísticas y consecuencias

Con el creciente uso de motocicletas, también hubo un aumento en la producción de dichos transportes, lo cual a su vez ha generado que se dispararan las problemáticas a las que se enfrentan diariamente los motociclistas. 

Por mencionar algunos, se encuentran los accidentes ocasionados por distintos factores: de tránsito, lluvia, pintura de los señalamientos sobre el asfalto, o bien, las imperfecciones del pavimento. Asimismo, otra dificultad es la inseguridad, es decir, ‘a los robos por parte de la delincuencia y de las autoridades’, según Bikers. Con información de SEMOVI, en 2022 y con relación a 2021, el uso de motocicletas aumentó en más de un 800%. Por tal motivo, el valor de producción de motos superó los 12 mil 110 millones de pesos, con una fabricación de cerca de 600,000 unidades al año. De esta manera, los estados con más motocicletas registradas fueron el Estado de México, CDMX y Jalisco. 

“Cuatro weyes iban en estado de ebriedad y nos aventaron”, dijo Miguel Ángel, un motociclista de 19 años, quien un domingo salió de su casa a las 9:30 PM para llevar a su novia a su casa; sobre la marcha se les antojó un elote, siguieron de largo hasta un puesto, al llegar no encontraron nada y al regresar,  en una curva que, según mencionó este motociclista, “no se ve quién va, ni quién viene”, un automóvil con cuatro personas en estado de ebriedad, los aventó.
 
Al comprobar que su novia no tenía nada de gravedad, siguió el consejo de un testigo, quien le informó dónde vivían esas personas. Al llegar, Ángel fue intimidado, no mostraron preocuparon por la integridad física de él, ni de su novia, al contrario, intentaron golpearlo. Optó por retirarse de la zona. 

Esta pareja se sumó al 43.3% de personas lesionadas en 2022 por conducir motocicleta. El número total de lesionados por usar este medio de transporte es de 4,010, según el informe trimestral del gobierno de la Ciudad de México.
 
De 2018 a 2021 se registró un incremento del 107 por ciento respecto al número de muertes de motociclistas por accidentes de tránsito en la Ciudad de México, así lo informó la Secretaría de Movilidad capitalina en una conferencia de prensa llevada a  cabo el martes 5 de abril del 2022

Daira

Foto: Daira en la carretera | Jorge Sirek

Transcurría la tarde de un domingo cuando Daira y su novio decidieron salir a comer con sus amigos, debido a la cantidad de personas decidieron irse en tres motos. Daira subió a la moto con su amiga de copiloto, al poco tiempo se vieron en la necesidad de transitar por la conocida “curva del diablo”. “Para las motos es un poco complicado pasar por ahí, ya sea subir o bajar porque tiene muchos desniveles”, describió Daira.

Al bajar por dicha curva, se percataron que en el asfalto se encontraba una sustancia aceitosa, la cual provocó que la moto sufriera un desbalance y se cayeran. Afortunadamente ambas chicas solo sufrieron heridas superficiales. Sin embargo, cabe destacar la pésima conducta de la gente que solo se limitó a tocar el claxon y exigir que se quitaran de la avenida. A los pocos minutos, sus amigos llegaron y las ayudaron a incorporarse.

Al poco tiempo, Daira se encontraría con otro percance, casi como si la vida quisiera recordarle su accidente anterior, Daira iba conduciendo una motoneta mientras se dirigía a la alcaldía de Coyoacán para comprar pan y una señora, encargada de una tiendita, coincidió en tiempo y espacio con el trayecto de Daira. La señora aventó una cubeta con agua y jabón en la calle para que, segundos después, Daira pasara por ahí, lo que provocó un derrapón y subsecuentemente una caída. “Cabe mencionar que las motonetas, al ser más pequeñas y solo contar con un freno, son menos estables que las motos convencionales”, afirmó Daira.

La última anécdota de Daira se suscitó en una actividad conocida como “rodada” en donde se juntan varias motos para transitar juntos. Daira y su novio se encontraron con una camioneta que se quería pasar el alto, y al intentarlo, empujó la moto, lo cual provocó la caída de Daira y su novio. 

El individuo que provocó el accidente se bajó para comprobar que estuvieran bien, pero en esta ocasión, el traumatismo fue más fuerte, por lo que requería estudios. El hombre se ofreció a pagar e intercambiaron celulares para estar en contacto. Sin embargo, bloqueó a Daira y a su novio.  No pagó nada.

Un amargo recuerdo

El sol brillaba radiante en el cielo, las calles de la bulliciosa ciudad estaban llenas de actividad. No obstante, aquel día se tejió un relato que dejaría una huella imborrable en la memoria de quienes lo presenciaron.

“Mi jornada en la moto comenzó como cualquier otra, -contó Jorge-, con la emoción de la velocidad y la libertad fluyendo a través de mis venas. Avanzaba con destreza entre los vehículos, disfrutando del viento en mi rostro y la adrenalina que recorría mi cuerpo. Pero en un abrir y cerrar de ojos, la vida dio un giro inesperado.

De la nada, un automóvil emergió de una calle lateral sin advertencia, cruzando por mi camino. Mi mente entró en pánico mientras intentaba reaccionar, pero era demasiado tarde. El impacto fue violento, y mi moto fue lanzada por los aires como un juguete desechable. Yo, despojado de mi máquina de acero, caí al suelo con un golpe ensordecedor.

El dolor me envolvió instantáneamente, pero no estuve solo por mucho tiempo. Testigos asombrados se congregaron en torno a mí, con la preocupación impresa en sus rostros. Sus voces se entrelazaron en un coro de inquietud y asombro, pero también de solidaridad y apoyo.

Un hombre, llamado Luis, valiente y decidido, asumió el liderazgo en medio de la conmoción. Con una calma asombrosa, marcó el número de emergencia y proporcionó detalles precisos sobre nuestra ubicación y la gravedad de la situación. Otros se apresuraron a consolarme, instándome a permanecer quieto y prometiendo que todo estaría bien.

El sonido de la sirena resonó en el aire, anunciando la llegada de los paramédicos. Su presencia infundió un sentimiento de alivio en medio del caos. Con profesionalismo y destreza, evaluaron mi estado y tomaron las precauciones necesarias para inmovilizar mi cuello con un collarín, ante la posibilidad de una lesión en la columna vertebral.

Fui levantado con delicadeza en una camilla y colocado en la ambulancia, mientras observaba mi motocicleta destrozada y el automóvil responsable del accidente. Las emociones se entremezclaban en mi interior: el temor ante las posibles lesiones, la frustración por las circunstancias que me habían llevado a ese punto y, sin embargo, la gratitud abrumadora hacia los extraños que se habían convertido en mis ángeles guardianes en ese momento de angustia.

Aquella experiencia me dejó una profunda impresión. Más allá de las cicatrices físicas que llevaría en mi cuerpo, comprendí la importancia de la solidaridad humana en los momentos críticos. Los lazos de empatía tejidos entre desconocidos, la prontitud en la respuesta y el cuidado desinteresado de quienes se ofrecieron a ayudar, me recordaron la esencia más noble de la humanidad”, finalizó Jorge su relato.

Verdades difíciles de aceptar

Foto: Ricardo en la carretera | Jorge Sirek

En este texto hemos explorado parte de la realidad de los accidentes de motos y la necesidad de concientizar a la sociedad sobre este tema. Los datos y testimonios presentados nos han recordado que la seguridad en las carreteras depende de la responsabilidad individual y colectiva.

Es evidente que el costo humano y emocional de los accidentes de motos es inmenso. Cada vida perdida o afectada por un siniestro en moto nos hace reflexionar sobre la importancia de adoptar medidas preventivas y cambiar nuestra actitud hacia la conducción.

Los accidentes de motos tienen repercusiones significativas tanto a nivel físico como emocional para las personas involucradas. Las consecuencias de estos incidentes pueden ser devastadoras y alterar la vida de las víctimas y sus familias de manera profunda.

En cuanto a las consecuencias físicas, los accidentes de motos a menudo resultan en lesiones graves. La exposición directa al impacto y la falta de protección adecuada pueden dar lugar a fracturas óseas, lesiones en la médula espinal, lesiones cerebrales traumáticas, quemaduras y daños en los órganos internos. Estas lesiones pueden requerir cirugías extensas, rehabilitación prolongada y dejar secuelas permanentes en la salud y la funcionalidad física de las personas afectadas.

Además de las lesiones físicas, los accidentes de motos también tienen un impacto emocional significativo. Tanto las víctimas directas como sus seres queridos pueden experimentar una variedad de emociones intensas, como miedo, ansiedad, angustia, tristeza y frustración. El trauma emocional puede persistir mucho tiempo después del accidente, generando trastornos de estrés postraumático y depresión.

La recuperación física y emocional de un accidente de moto a menudo requiere un proceso prolongado. Las personas afectadas pueden enfrentar desafíos para adaptarse a nuevas limitaciones físicas, necesitar terapia física y ocupacional, y buscar apoyo psicológico para abordar el impacto emocional del accidente. Estos procesos pueden requerir tiempo, recursos y un fuerte sistema de apoyo para ayudar a las personas a superar las consecuencias físicas y emocionales.

¿Qué se puede hacer al respecto?

La educación vial y la promoción de conductas seguras son fundamentales para reducir la incidencia de estos accidentes. Es imperativo que los gobiernos, las autoridades de tránsito, las organizaciones de seguridad vial y la sociedad en su conjunto trabajen en conjunto para implementar programas de concienciación y mejorar las infraestructuras viales.

Asimismo, debemos fomentar la empatía y el respeto mutuo en el espacio vial, recordando que cada usuario de la carretera tiene derecho a llegar sano y salvo a su destino. La velocidad y la emoción no deben prevalecer sobre la seguridad y la vida.

La educación y la concienciación desempeñan un papel crucial en la prevención de accidentes de motos y en la promoción de conductas seguras en las vías. Es fundamental informar y educar a los conductores de motocicletas, así como a otros usuarios de la vía, sobre los riesgos asociados con la conducción de motos y las medidas de seguridad necesarias.

En primer lugar, es esencial impartir una formación exhaustiva y adecuada a los conductores de motocicletas. Esto incluye cursos de capacitación que cubran no solo los aspectos técnicos de la conducción, sino también la concienciación sobre las normas de tráfico, la importancia del uso del equipo de protección, y la práctica de una conducción defensiva. Estos programas deben ser accesibles y obligatorios, asegurándose de que los conductores estén preparados adecuadamente antes de obtener su licencia de conducción.

Además de la formación para los motociclistas, es vital educar a otros usuarios de la vía, como automovilistas, ciclistas y peatones, sobre cómo interactuar de manera segura con las motos en el tráfico. Esto puede incluir campañas de sensibilización pública que promuevan el respeto mutuo, la importancia de mantener la distancia adecuada y la atención constante al entorno vial.
La concienciación también debe abordar la importancia del uso adecuado del equipo de protección. Es esencial promover el uso obligatorio y correcto de cascos certificados, chaquetas con protecciones, guantes, botas y otros elementos de seguridad. Además, se deben destacar los beneficios de utilizar prendas reflectantes para aumentar la visibilidad y reducir el riesgo de colisiones.

En última instancia, recordemos que el objetivo es cambiar la narrativa de los accidentes de motos, pasando de ser una tragedia común a una realidad superada. Con esfuerzo y compromiso, podemos construir un futuro en el que las motocicletas sean sinónimo de libertad y diversión, pero también de responsabilidad y seguridad. Recordemos siempre que, al tomar las medidas adecuadas, podemos marcar la diferencia y salvar vidas en el camino.

Es fácil caer en la tentación de culpar a los demás, de señalar a los conductores distraídos, a la falta de infraestructuras adecuadas o a la irresponsabilidad ajena. Pero la verdadera reflexión debe comenzar en nosotros mismos. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la seguridad vial. Debemos tomar conciencia de nuestras acciones, ser responsables y respetuosos en la vía, y promover una cultura de seguridad que valore la vida por encima de la prisa y la imprudencia.

Pero la reflexión no debe detenerse allí. También debemos exigir a las autoridades un compromiso firme en la mejora de la infraestructura vial, con la creación de carriles exclusivos para motos, señalizaciones claras y medidas de seguridad efectivas. Además, debemos fomentar una cultura de denuncia de conductas peligrosas, para que aquellos que ponen en riesgo la vida de otros sean responsabilizados por sus actos.

En última instancia, debemos recordar que la vida es un regalo frágil y precioso. Cada vez que nos subimos a una moto, asumimos una responsabilidad que trasciende nuestras propias vidas. Debemos conducir con cautela y respeto, protegernos con el equipo adecuado y estar conscientes de que nuestras acciones tienen el poder de cambiar vidas para siempre.


Bookmark and Share

No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.