Charricos, de Centla para el mundo


Redacción Aunam 
México. Centla es una ciudad, y su cabecera, Frontera, es un puerto en el que conviven el mar, las palmeras y los platanares. Ahí nació don Eliazar Cabrera Paredes en 1957, en una familia tabasqueña trabajadora, unida y solidaria.  
 
Cuando don Eliazar era niño no había carreteras por las que pudieran transportarse mercancías, así que su padre, Israel Cabrera era un comerciante de cabotaje, tenía un barco y salía de Frontera hasta Salto de Agua, Chiapas ofreciendo sus productos a lo largo de la ribera.  
 
Un buen día don Israel tuvo la idea de comprar una máquina para hacer frituras y ofrecerlas a sus clientes, así comenzó una primera etapa de lo que hoy es una empresa tabasqueña reconocida en la región y más allá de las fronteras mexicanas: Charricos.  
 
Durante su adolescencia, don Eliazar afrontó la precoz muerte de su padre y doña Aurelia Paredes, su madre, quedó viuda y a cargo de sus cuatro hijos: Leticia, Eliazar, Gregoria y Héctor.  
 
El negocio del barco se vino abajo, tanto por la amplia cartera vencida de la cual la familia no pudo recuperar ni el 10% y por el huracán Brenda de 1973 que estuvo presente durante tres días en Frontera y dejó a cerca de dos mil personas sin vivienda.  
 
El barco de don Israel también se perdió y para poder mantener a su familia, la señora Aurelia puso a trabajar la máquina de frituras que su esposo había comprado un año antes. En palabras de don Eliazar esta fue la segunda etapa de Charricos.  
 
Después de ir a la escuela, don Eliazar y sus hermanos ayudaban a su madre a producir platanitos fritos y don Eliazar era el encargado de salir a venderlos en un triciclo en las calles y plazas de Centla. El negocio les permitió salir adelante y su hermana Leticia se graduó como maestra y don Eliazar se incorporó a la Marina como radiotelegrafista donde trabajó varios años. 
 
En 1978, después de su trabajo en la Marina, don Eliazar regresó a Frontera con la intención de emprender algún negocio y por recomendación de un amigo desempolvó la máquina de frituras que había comprado su padre y estaba en el olvido, porque al crecer sus dos hijos mayores, doña Aurelia dejó de hacer platanitos fritos, regresó a casa de sus padres y con el apoyo de sus hijos mayores y su empleo en la tienda familiar continuó manteniendo a su familia. 
 
La tercera es la vencida 

Cuando fundó Charricos, Don Eliazar tenía una idea muy clara: esta empresa no debía ser de un solo hombre. La experiencia del negocio de su padre y cómo se vino abajo cuando murió le dejó una impronta profunda. Con este antecedente, Charricos fue fundada en 1978 y pronto el antiguo triciclo y la maquinita de frituras dieron paso a la primera fábrica de la empresa en 1983. 
 
Desde el primer día Don Eliazar instauró su filosofía “la empresa no solo es para generar dinero, quienes colaboren también tienen que crecer”. Los ejemplos de esta relación simbiótica son varios, como su actual gerente de ventas que se incorporó a Charricos cuando solo tenía 17 años y ha ido escalando posiciones, ha crecido junto con la empresa.  
 
Los productos de Charricos están elaborados a base de plátano, maíz, trigo y malanga y la innovación ha sido fundamental en su historia. Con la mejor calidad como meta y con el talento de sus colaboradores como aliado han lanzado al mercado distintos productos y desde 1995 lograron conquistar, no solo Villahermosa, sino todo el sureste del país: Campeche Veracruz y Chiapas. 
 
El 2008 fue un año de crecimiento pues exportó por primera vez a Canadá y en el 2012, de acuerdo con su plan de exportación, logró entrar a Holanda y Alemania con el propósito de abarcar el mercado europeo.  
 
Un poco después de este arribo a Europa, Charricos enfrentó una fuerte crisis. Así como el huracán Brenda afectó para siempre el barco de su padre, las inundaciones pusieron a Charricos en jaque. Ese año tuvieron que cambiar la ubicación de la fábrica y al mismo tiempo cerraron una nave industrial que tenían en Cunduacán a causa de la inseguridad.  
 
“Nadie se dio cuenta porque nunca dejamos de comprar plátano de buena calidad, nunca dejamos de comprar la mejor harina o el mejor maíz que nixtamalizamos nosotros y procuramos que sea de cosecha”, recuerda don Eliazar. 
 
Don Eliazar pudo sortear esos tiempos aciagos y apenas en febrero de este año Charricos envió de nuevo un primer embarque de productos gourmet a Países Bajos (Holanda), para satisfacer la demanda en el continente europeo. 
 
Actualmente Charricos no solo tiene presencia en el sureste del país, sus productos también se pueden encontrar en Monterrey y la ciudad de México y, por supuesto Norteamérica y Europa.  
 
Piensa global, hazlo local 

Hace 20 años, Charricos tuvo un hito en su historia que le permitió sortear los tiempos difíciles que se presentaron después: hizo una alianza estratégica con FEMSA a través OXXO, la cadena de tiendas de conveniencia más grande del país.  
 
Esto lo lograron a través de una solicitud de alta de proveedor que se hizo al área de compras de aquel entonces. Como resultado de esta alianza su posicionamiento y reputación se fortalecieron pues sus clientes constataban que los productos Charricos eran de gran calidad.   
 
—No cualquiera puede ser proveedor de OXXO —enfatiza don Eliazar— nosotros lo logramos porque ofrecemos calidad y nuestra alianza estratégica nos ha enseñado, a través del ejemplo, que el crecimiento se debe dar conservando los valores y la ética. 
 
Esta mancuerna le ha permitido a Charricos crecer y OXXO es uno de sus tres socios comerciales más importantes, sin ellos su fortalecimiento en el mercado local, particularmente en el sureste del país, y su expansión más allá de México no hubiera sido posible.  
 
Si bien la relación entre Charricos y OXXO ha sido un ganar-ganar, ésta ha trascendido lo meramente financiero y don Eliazar y su equipo han podido aprender de su socio la relevancia de los procesos y la organización, así como impacto positivo de los valores al interior de la empresa, entre los que se incluyen el respeto por las personas y el medio ambiente.  
 
Esta relación ha sido pieza clave para la expansión de Charricos que actualmente genera 300 empleos directos y el doble de empleos indirectos, según cálculos de su subdirector Gerardo Cabera, subdirector general de la empresa e hijo de don Eliazar, por lo que es la tercera generación al frente de un negocio que surgió en la mente del abuelo para poder ofrecer botanas a sus clientes cuando no había carreteras.  
 

Plátanos, maíz y malanga, las materias primas 

Pocas personas lo saben, pero los plátanos no son de origen mexicano. Por increíble que parezca, provienen del sudeste asiático y llegaron a América con los españoles y los esclavos africanos. La evidencia arqueológica más antigua de plátanos domesticados data de hace 7,000 años.  
 
Actualmente es la fruta tropical más cultivada en nuestro país, y su producción anual supera 2 millones de toneladas y los principales productores son Chiapas, Veracruz y Tabasco pues concentran 60% de la producción nacional de las ocho variedades que hay en México. 
 
De estas ocho variedades, destaca el plátano macho (Mussa paradisiaca) que, a diferencia de sus primos, es el único que no se come crudo y que con la técnica de fritura, heredada de la cocina afromexicana, nos permite disfrutar de los plátanos fritos o como los llaman en Charricos: hojuelas de plátano.  
 
Para que una bolsa de hojuelas de plátano de Charricos llegue a nuestras manos pasan muchos procesos. En primer lugar, la cosecha de plátanos de productores locales, una vez que las pencas llegan a la planta, se lavan, pelan, se vuelven a lavar, se rebanan, se fríen y se empacan, todo bajo estrictas normas de higiene y en grandes máquinas automatizadas que son operadas por colaboradores, en su mayoría, tabasqueños.  
 
Posteriormente son empacadas y trasladadas, ya sea por tierra o avión a sus destinos, es decir los puntos de venta donde los puede encontrar el consumidor. Muy lejos quedaron los tiempos en los que don Eliazar ofrecía a sus clientes los platanitos que sus hermanos y su mamá habían hecho en una maquinita en la cocina de su casa, ahora sus líneas de producción están automatizadas desde hace más de 20 años. 
 
El maíz es otro de los principales insumos para Charricos. Tenemos una alianza con productores locales —enfatiza don Eliazar— y eso permite que nuestros productos tengan un sabor único, porque es un maíz nativo de Tabasco, entonces no sólo ofrecemos en nuestros productos un sabor inigualable a nuestros clientes, también contribuimos a conservar la biodiversidad y las técnicas ancestrales porque el maíz que usamos está nixtamalizado.  
 
La “malanga” no es otra cosa que el ahora afamado “taro”, como se le conoce en el centro del país. De hecho es un tubérculo, específicamente la raíz de una planta llamada científicamente Colocasia esculenta, sí la misma planta de ornato que conocemos como 
“oreja de elefante” u “hoja elegante” y que podemos encontrar en jardines y parques.  
 
Si bien los tallos y las hojas, que pueden medir hasta metro y medio, son tóxicas para humanos y animales domésticos, la raíz cocida es comestible y muy apreciada por su contenido nutricional y sabor dulce.  
 
Estos tres productos, junto con la harina de trigo, son los principales insumos para los productos de Charricos. Sin embargo, la innovación que ha sido impulsada por don Eliazar, ha permitido conquistar a sus clientes y socios, como OXXO, pues siempre están pensando en el siguiente lanzamiento como las tostadas horneadas, los totopos de maíz o los platanitos, ya sean dulces, con sal, con limón y sal, habanero que se pueden encontrar en la tradicional bolsa de celofán, pero también un elegante empaque gourmet que permite conservar la frescura por más tiempo. 
 
Compromiso sustentable y visión de futuro 

Don Eliazar tiene muy claro que las empresas como Charricos tienen un compromiso con las personas, pero también con el medio ambiente. Su espíritu emprendedor ha sido permeado por esta convicción y ha fundado una empresa de biogas que se dedica a recolectar los desperdicios orgánicos de 4 mil viviendas en Villahermosa y transforma esa basura en energía limpia.  
 
Su compromiso no queda ahí, este año la empresa firmó un convenio de colaboración con la Universidad Tecnológica de Tabasco (UTTAB) y a partir de ellos la comunidad académica y estudiantil de esta relevante institución podrá participar en Charricos para la formación de habilidades y experiencias mediante prácticas profesionales, estadías y visitas. 
 
Don Eliazar tiene muy claro su visión de futuro: mejorar la calidad de vida de los integrantes de la familia Charricos, que la constituyen los agricultores, proveedores, colaboradores y clientes, así como seguir creciendo a doble dígito, contribuir a la sociedad a través de sus empresas y que el éxito alcanzado por Charricos y las empresas que ha fundado también llegue a las comunidades donde tienen presencia porque tiene muy claro su objetivo de vida: servir a las demás personas.  

Imágenes: Facebook.


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