RITA: Viajar sin invadir


  • El turismo conecta con las raíces
Por Elisa Domínguez Álvarez Icaza y María Isabel García Vázquez
México. RITA es el apodo afectuoso que recibe la Red Indígena de Turismo de México. Es el nombre elegido por más de 100 empresas organizadas para designar al proyecto. Fundada en el 2002, RITA nació bajo el propósito de promover otro tipo de esquema turístico, con una visión que contemplara la preservación del patrimonio natural y cultural de las comunidades indígenas. 

Es una propuesta alternativa a los resorts, tiempos compartidos y todo incluido. Son estructuras comunitarias que mantienen la identidad de los pueblos y lo comparten con los turistas. La red se extiende en 19 estados de la República Mexicana, dividida en cuatro subdivisiones con sus propios mecanismos de participación y representación. 

“El turismo en comunidades indígenas apoya el crecimiento y las mantiene en desarrollo”. Fueron las palabras del director general de RITA, Ricardo Campos Quezada, en la Décimo tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad. La frase resume el objetivo de la red, llena de aristas y retos a futuro.

Claudia, la voz de la biodiversidad en RITA

Claudia Valeria Sánchez Flores

“Mi nombre es Claudia Valeria Sánchez Flores, yo soy nahua, orgullosamente tepozteca”, también es la coordinadora de biodiversidad de RITA. Durante toda su vida, la naturaleza ha ocupado un papel importante. Formó parte de un grupo llamado “Los Ecologitos”, dedicados a limpiar las barrancas y reforestar.  A los 15 años, se instruyó como guía, en unos de los primeros institutos con enfoque ecológico.

Claudia ve el ambientalismo como una forma de vida. “Todas las demás especies de nuestro planeta tienen un control, se autorregulan. A diferencia de la especie humana que es el gran depredador y no le pide permiso a nadie”. Considera importante cuestionar el papel que hemos jugado dentro de la naturaleza, del territorio y el mundo.

Claudia es habitante y coordinadora de los proyectos de Morelos, en la red TAZIMOR (Turismo Alternativo en Zonas Indígenas de Morelos). A través de la organización “Tlayecanque”, se brindan recorridos y visitas cuyo objetivo es conservar el territorio. “Hacemos mucho hincapié en la relación con la cultura y la población, nosotros somos de origen nahua y xochimilca. Hay toda una historia milenaria de conocimiento tradicional asociado a nuestros recursos naturales”, explica Claudia. Detrás de ella, se erigen las montañas del Tepozteco, las mismas que la vieron crecer. 

A partir de “Tlayecanque”, se incorporaron a RITA, como socios fundadores, en una primera asamblea con otras 31 microempresas. Los movimientos indígenas que lo antecedieron fueron de vital importancia en las luchas por el ejercicio de derechos, la conservación, la autonomía y libre determinación.

La importancia y labor de RITA

“RITA comenzó como un sueño en el que muy pocos creían, pero poco a poco fue agarrando fuerza”, son las palabras que inauguran su historia, publicada por la misma asociación. “Veíamos a los recursos naturales, la biodiversidad, nuestros territorios, usos y costumbres; como elementos importantes de nuestra cultura, de la parte de identidad indígena, pero también como una oportunidad de desarrollo” señala Claudia. La organización se configuró como un instrumento que permitiera, a través de acuerdos comunitarios, crecer de forma sustentable. 

Todos los integrantes de RITA tienen alguna vinculación directa con la parte turística. Hay una serie de capacitaciones relacionadas con la prestación de servicios turísticos sin olvidar la conservación de la biodiversidad. En el caso particular de Morelos, hay seis empresas y seis centros ecoturísticos en pueblos nahuas, donde se ofrecen servicios y productos. 

En el 2015, durante la asamblea de socios, se reestructuró RITA y se crearon diferentes direcciones: Mujeres y Jóvenes: Cultura: Turismo Indígena, Fortalecimiento Institucional… entre ellas, la Dirección de Biodiversidad, de la cual, Claudia es directora.

En la organización participan personas de ámbitos variados. Uno de los miembros fundadores es Cecilio Solís, nahua de la Sierra Norte de Puebla, dedicado a proyectos de desarrollo indígena. También fundó Cielo, una empresa dedicada a la proliferación de negocios rurales. O Lía López Martínez, nacida en Capulálpam de Méndez, Oaxaca. Ella es la encargada del área de Mujeres de RITA y ha alzado su voz en la defensa del acceso y participación de los beneficios por la utilización de conocimientos tradicionales y recursos genéticos. 

Todas comparten el compromiso de conservar el territorio junto a una cosmovisión asociada a los espíritus, los elementos naturales, y los dioses prehispánicos. Esta dinámica implica la coexistencia entre sus costumbres y las sociedades actuales.  


Crecer a contracorriente

El crecimiento que ha experimentado esta red se ha dado a contracorriente. “Ha habido muchísimo racismo y discriminación. Estamos en desventaja histórica”, señala Claudia. 

Beatriz Moreno, Gabriela Garret y Ulises Fierro, en el libro Otomíes del Valle del Mezquital, pueblos indígenas del México contemporáneo, explican que la explotación y marginación hacia los pueblos indígenas en México los llevó a abandonar muchas regiones. Tuvieron que asentarse en lugares de difícil acceso. 

Simultáneamente señalan que, a pesar de tratarse de un territorio de condiciones adversas, son los pueblos quienes logran conservarlos, en contraste con otras regiones del país. Esto debido a su forma de organización comunitaria, sus tradiciones y sus normas para el uso y aprovechamiento de recursos. En RITA se promueve el ejercicio de derechos a través del turismo y las actividades comunitarias.

La expansión se da de boca en boca, se replican proyectos en comunidades con condiciones similares. Organizaciones como la de Nuevo San Juan Parangaricutiro o Capulálpam de Méndez sirven de inspiración para otros. 

Las decisiones y la organización de fiestas se hacen a partir de asambleas. Uno de los propósitos de la red es involucrar a toda la comunidad; todas las redes se ven permeadas por el intercambio intergeneracional. “Cuando inició RITA ya había líderes comunitarios mayores, ahora están los hijos, nietos y sobrinos, hay jóvenes de la comunidad que están participando”. Los adultos mayores cuentan historias, en un intento de valorar su papel y resaltar la oralidad. También hay grandes cocineras tradicionales, que presentan un menú con consonancia con la temporada y el espacio. Los niños se forman como guías: aprenden sobre plantas, aves y rastros. 

La relación con el otro: marcar límites y rebasar fronteras

En RITA es importante llegar a acuerdos sobre la manera de compartir. Hay aspectos íntimos de cada comunidad, relacionados con la cosmovisión, los sitios ceremoniales, los espacios de convivencia y las fiestas tradicionales, cuyo alcance está limitado a los miembros del grupo.  “Llegan los visitantes e interrumpen; toman fotos, videos, muchas veces participan sin el consentimiento de las comunidades. En lugar de tener beneficios, a veces hasta hay conflictos”, añade Claudia. 

La relación entre los visitantes y los locales tiene aristas controvertidas, precisamente porque implica una intromisión en la cultura y desarrollo en la vida cotidiana. Por ello, se establecen límites acordados por el grupo. 

Al cuestionar la relación con las autoridades estatales, Claudia explica: “Tenemos ciertos procesos de autonomía, lo cual es bastante interesante y valioso al interior de las redes. Nos permiten continuar con nuestro trabajo; y, además, colaborar en los temas de incidencia que nos interesan, en lo local, en lo regional, en lo nacional e incluso, en lo internacional”.

RITA participa en diálogos importantes como el Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad, en las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o el Marco Mundial de Biodiversidad Post 2020.

La apuesta por un turismo consciente

Quien visita México espera encontrar paisajes espléndidos. Playas cálidas y cristalinas, cerros firmes poblados, frutas frescas y abundantes. Sin embargo, las políticas ambientales no están orientadas hacia la preservación de la naturaleza.

RITA sí lo considera como uno de sus ejes centrales. “Nosotros tenemos grandes repercusiones y nosotros mismos podemos hacer cambios, para bien o para mal. El gran reto es hacer que nuestras acciones impactan de la menor manera y contribuir a la conservación de la cultura. Además de ser un país megadiverso, somos multiculturales y multilingüísticos”, enuncia la vocera de la organización.

En tiempos del apogeo de las redes sociales, que permiten anuncios personalizados que rebasan los límites de la privacidad, RITA decide no hacer promoción. Se limitan a las recomendaciones de los visitantes que ya los conocen. “Nosotros no le apostamos al turismo masivo, sería contraproducente. Nuestra capacidad se vería superada. Entonces, lo que hacemos es dar un servicio de calidad y calidez a quienes nos visitan y a partir de su experiencia nos van recomendando”, comenta Caludia.

Su propósito es encontrar un turista consciente; que le gusta compartir y disfrutar de la naturaleza, de tener una experiencia comunitaria, de relajación, que le gusta la gastronomía mexicana y de temporada. “No nos interesa invitar a gente que busca experiencias distintas”. Asimismo, durante la pandemia, se convirtieron en una de las opciones más viables para quienes deseaban salir, al ser lugares tranquilos y aislados.

Piedra Rajada

La retroalimentación por parte de la mayoría de los visitantes es positiva:

Cynthia recomienda ampliamente el servicio, después de su estancia en Piedra Rajada: “La comida es muy rica y todas las personas que trabajan ahí son muy atentas. Regresaré pronto”. Iris coincide en el aspecto gastronómico y añade que le permitieron llevar a sus mascotas. 

En el caso del parque ecoturístico Totlán, en Coajomulco, Jeronn lo considera excelente para acampar: “El costo para acampar es accesible, además en la noche hay seguridad y te proporcionan un radio por cualquier cosa”. La desventaja que señalan algunos visitantes es la falta de venta de alimentos. 

La experiencia en Nepopualco se caracteriza por la apreciación cercana que se puede hacer de los venados, Ramses comenta que es un lugar ideal para descansar: “Es hermoso, tiene acceso a cabañas y áreas de camping, sanitarios, zona infantil, tirolesa y temazcal. Toda un área verde y la belleza de los venados”, destaca la limpieza, el buen cuidado de los animales y la amabilidad. 

A escasos minutos de Tepoztlán se encuentra el centro Temachtiani Quetzalcoatl, Agatlí lo describe como maravilloso: “Está en plena naturaleza, el personal es muy lindo y siempre está dispuesto a ayudar, aconsejar y compartir sobre la historia de la región”. 

La “Casa de la Mujer Campesina” en San José de los Laureles para María Elena significa un ejemplo de tenacidad: “Estas mujeres sortearon muchos obstáculos, valientes, decididas y, sobre todo, nunca perdieron la fe en ellas mismas. Estás en contacto con la naturaleza, se come delicioso y te atienden muy bien”. 

Cuentepec Extremo cuenta con las tirolesas más altas y largas de Morelos, por lo que atrae a quienes son intrépidos.  Miguel asegura que es una experiencia que cualquiera debería vivir: “La gente es muy amable, nos trataron de lujo. Una experiencia muy divertida y la comida increíble”. 


Amenazas y respuestas insuficientes 

RITA enfrenta la invasión de los megaproyectos. “En el caso de Morelos, está el Proyecto Integral Morelos que nunca se nos consultó, nunca se nos avisó y sin embargo, tiene grandes impactos en el territorio así como en el sector turístico”, explica Claudia. O en la península de Yucatán, con el Tren Maya y la zona boscosa de Michoacán. 

Los ambientalistas, quienes defienden la integridad de los ecosistemas, en nuestro país viven una situación de constante peligro: “Lamentablemente, hemos tenido decesos en Sonora, hemos tenido decesos en Chiapas y tiene que ver con este activismo en la parte de la conservación”.  

Los macroproyectos implican disminución de agua, deforestación y defaunación. Son una ruptura del tejido social, pueden llevar a la polarización y a los conflictos al interior de las mismas comunidades. Los proyectos dividen, a favor o en contra, sin que haya estudios técnicos que especifiquen las implicaciones. “Las comunidades no tenemos acceso siempre a esta información; vulnera nuestras actividades, vulnera nuestros territorios, vulnera nuestros derechos y el ejercicio de nuestros propios derechos”. 

Han interpuesto varios mecanismos desde el ámbito jurídico a diferentes políticas que los afectan directamente. Desgraciadamente, no reciben seguimiento. Al representar una oposición a los poderosos, se colocan en una posición vulnerable. Consideran que las mejores armas de defensa son la comunicación y el respaldo comunitario, como ejercicio de derecho colectivo.

Los protocolos comunitarios han surgido como instrumentos para ejercer sus derechos y abrir espacios de diálogo. Ricardo Campos los define como “instrumentos que establecen términos y condiciones claros para los gobiernos, el sector privado, investigación y sectores sin fines de lucro para relacionarse con pueblos indígenas”. Por lo tanto, se desarrollan en procesos participativos. 

Claudia también profundiza en otro aspecto de la vulnerabilidad de la organización: “Nos afecta la contaminación, la deforestación, los incendios. Son problemas que vulneran nuestro territorio, nuestros recursos naturales y biológicos, y a las propias comunidades”. Al respecto, el director de RITA añade: “El cambio climático ha afectado el modo de vida, pero los pueblos indígenas no están estáticos, han adoptado estrategias de adaptación y mitigación”. 

Detrás de RITA

Claudia, al ser cuestionada sobre su motivación detrás de su trabajo, contesta: “Creo que la motivación tiene que ver con mi cultura; mi cosmovisión, cómo fui educada, con mis ancestras y ancestros de lo que me heredaron, con lo que me dijeron que tenían que cuidar y conservar.” Cree en transmitir la vida como la razón principal para conservar la riqueza biológica y cultural a las siguientes generaciones. 

Como prestadores de servicios turísticos, persiste el deseo de reducir su impacto ambiental. Por ejemplo, utilizan productos naturales de tradición centenaria para amortiguar el impacto de los químicos. 

La Casa de la mujer campesina en San José de los Laureles

El turismo convencional sigue permeando lo desechable, lo exageradamente limpio, pero también inmensamente contaminante y masivo. RITA representa un espacio de presencia, fuera de lo folclórico, donde las identidades se expresan bajo sus términos, desde el activismo y la reivindicación. Cambiar el esquema de viaje es un reto complicado, sobre todo, cuando la difusión es limitada, los prejuicios persisten y los esfuerzos no dan abasto. 

Hace falta todo un trabajo, en primer lugar, educativo. Los lugares por visitar que comprende RITA requieren un turismo responsable, sensible y respetuoso. Mientras tanto, la asociación debe enfrentar otros retos: amenazas climáticas y humanas. Sin duda, es una labor ardua, que, para la fortuna de las nuevas generaciones, no deja de crecer.  


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1 comentario:

  1. El texto sobre RITA, la Red Indígena de Turismo de México, resalta un modelo turístico alternativo y profundamente respetuoso con las comunidades indígenas y sus entornos. Esta red, que ha crecido a contracorriente en un país donde el turismo masivo y la explotación de recursos son la norma, demuestra que es posible preservar la identidad cultural y el patrimonio natural mientras se genera desarrollo económico sostenible. RITA no solo promueve un turismo consciente y de calidad, sino que también enfrenta desafíos significativos, desde la discriminación hasta las amenazas de megaproyectos. Su enfoque en la educación, la sostenibilidad y el respeto mutuo establece un ejemplo inspirador para otros modelos turísticos y una esperanza para el futuro de las comunidades indígenas en México.

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