El día de Reyes es una rosca…



Por Mariana Paz Alvarez  
Estado de México. En la tranquila calle Don Quijote, ubicada en la colonia Mancha I de Naucalpan de Juárez, la familia Paz anticipa la llegada del Día de Reyes con una serie de tradiciones entrañables y costumbres arraigadas. Desde días previos, la atmósfera en la calle se impregna de expectación y la familia se prepara para una celebración que va más allá de la mera festividad. 

La odisea comienza con la elección de la panadería local, cuyo nombre parece ser un secreto celosamente guardado. De hecho, quien no sea vecino de la colonia o no frecuente el lugar no podría saber que es una panadería, al menos que note el olor a pan recién horneado o si pasa lo suficientemente cerca para notar el pan en las bandejas. 

A pesar de su modesto tamaño y tenue iluminación, la familia Paz aprecia el equilibrio entre calidad y precio que esta panadería les ofrece.  

La señora Ivonne y su hija Mariana asumen el papel de embajadoras familiares al dirigirse a la panadería en busca de la tradicional rosca de Reyes. Dos roscas de un kilo, doscientos pesos cada una, cabe decir. Son encargadas, una para ese mismo día, cinco de enero, y otra para el Día de Reyes. La dueña, una hábil panadera cuyo nombre se mantiene en las sombras, promete tener las roscas listas para su recolección a partir de las cuatro de la tarde. 

Y así se hizo, la señora Ivonne y Mariana, subieron nuevamente a las cinco de la tarde la empinada subida para ir a recoger su pedido y dejaron ya pagada la del día siguiente. 

Ya en la noche, la familia se congrega en la casa de la abuela Guillermina, una residencia de dos pisos con un portón negro y un amplio garaje. La sala, decorada con fotos familiares que albergan un chiste interno sobre el favoritismo de la abuela, se convierte en el escenario para partir la tan esperada rosca. 
 
  

Se les llama a todos para que bajen a partir la rosca, se sirve en vasos desechables el chocolate en agua, típica bebida caliente para esta familia, para después pasar a cortar uno por uno su pedazo, Mariana es la primera el cortarla, le cuesta un poco ya que al final está algo dura, ese es el comentario recurrente respecto a la rosca, “La rosca esta algo dorada/quemada” “No sabe mal, pero si esta algo dorada” “Algo dura” son algunos de los comentarios. A pesar de estas observaciones, el foco principal se centra en descubrir quién obtendrá "el muñequito". 

Este honor recae en Juan, Ivonne y el preadolescente Santiago, quienes elaboraran los tamales el próximo 2 de febrero, porque en esta familia los tamales se hacen no se compran.  

La crónica revela un día de reyes atípico, con una sensación de quietud en la calle, donde la ausencia de niños jugando y el cambio en las preferencias de regalos reflejan una transformación en la sociedad. 

-¡No mamá! Los niños ya no piden juguetes, ya solo quieren teléfonos- comenta Juan a la señora Guillermina.  
-Pues sí, eso cierto- respondió ella- antes los veías salir con su bicicleta a la calle, ahora no hay nadie.     

Los regalos ya no fueron puestos bajo el árbol en casa de la abuela, los regalos ahora son dinero para el preadolescente de doce años, Santiago, y las dos jóvenes adultas, Samantha de diecinueve años y Mariana de veinticuatro. En cambio, para Regina, la pequeña de siete años, los regalos si la esperaban bajo el árbol tanto de su casa como en casa de sus tíos Ivonne y Juan, un kit de papelería de Harry Potter, una muñeca de Hermione Granger y una bolsa de dulces. En casa de la abuela le esperaban dulces e igualmente dinero.  

La jornada culmina con la degustación de una segunda rosca, esta vez más suave y deleitable, realzada con adiciones como nutella, mermelada y nata. Esta vez “el muñequito” le toco a Regina y a su mamá, Yuridia.   

Con la llegada de la noche, la familia se dispersa hacia sus hogares, pero la resonancia de la celebración perdura, marcando el final de un día que, a pesar de sentirse diferente, logra reunir a la familia en una experiencia compartida. En la calle Don Quijote, la tranquilidad retorna, pero los recuerdos de este Día de Reyes perdurarán en la familia Paz como un capítulo más de su historia. 


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