Mexicanas al grito de supervivencia


Por Fernanda Rodríguez Zamora 
México. Es tan solo el medio día, la glorieta del Ángel de la Independencia está rodeado de vallas azules con el propósito de defender aquel monumento, pero colores resplandecientes que brincan de ellas es el principal atractivo de las mismas; más allá, la calzada sin autos bajo el morado arco de jacarandas a las orillas de la banqueta, y el cielo azul celeste denotan una vibra de tranquilidad en la zona, es impresionante la rapidez con la que eso cambió. 

Tan solo una hora después, de las calles aledañas a Paseo de la Reforma se comenzaron a avistar grupos de mujeres con distintivos morados o verdes; lo portaban en sus maquillajes, en su vestimenta, en pintura en su cuerpo, y en las pancartas que llevaban listas para manifestar. Periodistas, camarógrafos y locutores se hicieron presentes en aquel lugar de encuentro, capturando a los primeros colectivos, sus entrevistas dieron pie a la transmisión del 8M de Ciudad de México en el 2023. 

Miles de mujeres que comenzarían la ruta de la marcha en conmemoración al Día Internacional de la Mujer daría inicio en el Ángel de la Independencia, mientras que solo un par de cientos terminaría el recorrido frente a Palacio Nacional. Sus consignas y gritos comenzaban a resonar entre las paredes de los diferentes edificios del lugar; como un tambor que poco a poco se acerca, en las plantas de los pies la sensación del piso moviéndose al ritmo de las manifestantes crea un ambiente bastante emotivo. 



Bajo un abrasador sol, una corriente de mujeres se mueve a paso lento hacia la Glorieta de las Mujeres que Luchan, un antimonumento instalado en honor a las madres y familiares que exigen justicia por sus víctimas de feminicidios. Carteles con frases como: “Hasta que nuestras vidas importen más que sus paredes”, “Harta de avisar que llegué viva” o “Nos prefieren musas, nos temen artistas”, había quienes desafortunadamente han vivido alguna vez un tipo de abuso, hasta aquellas que alzan la voz para intentar prevenir una situación de este tipo. 

Poco a poco se acerca la hora en la que fue dada la cita a los diferentes colectivos de CDMX, mujeres, mujeres trans, adultas mayores, familiares de víctimas, infancias y perros se concentra alrededor de la Glorieta de las Mujeres que Luchan. Un río morado, verde, rosa y blanco se desliza sonoramente del lado derecho de Reforma; bastaba caminar un par de metros para escuchar el cambio de consigna o música: primero Canción sin miedo, luego “No estás sola”, y de vez en cuando “La que no brinque es macho”, se repiten estos cantos en un aleatorio patrón entre todos los grupos. 

Al principio la conmemoración pareció feliz, todas sentían libertad y seguridad al estar rodeadas de compañeras; poder usar la ropa que se quisiera, decir lo que se pensaba y cantar lo que a su corazón llegara hizo que mujeres de todas las edades, con ayuda de tambores, panderos, guitarras y bocinas, bailaran al son de las mismas. Algunas en jeans, otras en largas faldas de baile regional, y unas pocas más en top less se movían de un lado a otro, brincando y gritando por el orgullo que sienten al ser mujeres. 

Todo parecía perfecto en aquel momento, la alegría se sentía en el aire, pero no todas las asistentes se sentían de la misma forma. Las personas contando sus testimonios comenzaron a surgir con una voz baja, casi inaudible, pero para cuando terminaban de contar lo sucedido, el coraje, enojo e impotencia se abría paso entre sus cuerdas vocales, alzando sus gritos a manera de desahogo.   

 

Nancy fue la primera, quien, al haber salido de una relación emocionalmente abusiva, argumentó que su razón para unirse a la marcha del 8M fue sentir acompañamiento, sabiendo que probablemente no es la primera chica en pasar por estas situaciones. Unos metros más atrás se encontraba Darién, con lágrimas en sus ojos expresó su enojo ante aquellos familiares que deciden encubrir a agresores y violadores solo por un lazo de sangre. Un sororo grito de “No estás sola” y “Te creemos” retumbó en el emotivo discurso de Darién, logrando que las que eran solo un par de gotas derramándose sobre su mejilla, se convirtiera en un llanto poderoso, pero necesario para la chica. 

Camila tomada de la mano de sus amigas, habla sobre la falta de perspectiva de género que hay en su familia, así que sintiéndose la mayor parte del tiempo excluida en el circulo donde más tiempo pasa, la marcha del 8M la hace sentir segura de sus ideales. Julia, a pesar de ser su primera marcha, ha seguido este movimiento desde hace ya unos años, el asistir este 2023 le permitió estar más presente en el movimiento.

De igual forma, desde lo lejos se podía divisar a pequeños contingentes donde llevaban a infantes, niños y niñas cargaban pancartas uniéndose al movimiento, algunos pedían pensiones alimenticias y otros declaraban que serán el cambio en el sistema; aunque sus madres fueron quienes tomaron la iniciativa de llevarlos al 8M, los pequeños y pequeñas se veían entusiasmados de lo que estaban viviendo. 

Poco a poco el sol recorría su trayecto tras el horizonte para esconderse, y las miles de personas se iban reduciendo cada vez más; algunas en metro, otras en Metrobús, y algunos camiones se hicieron cargo de ser el medio de transporte de las asistentes a la marcha. Volviendo a la realidad de ser mujer, de cuidarse en las calles, no estar fuera de noche, y dudar de la confianza de todos, nos volvemos a esconder hasta que podamos resurgir de nuevo el próximo 8M.




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