15 de marzo de 2017

LUIS NISHIZAWA: EL SENSÉI

Por Enrique Guerrero Flores
Ciudad de México (Aunam). Sensei es una palabra de origen japonés. Es el término utilizado para referirse a un maestro o a un sabio. Así puede ser denominado Luis Nishizawa, quien impartió clases en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ahora Facultad de Artes y Diseño), desde 1955 hasta su muerte en 2014.


Su amigo Miguel Ángel Suarez, actual profesor de la misma facultad donde Nishizawa enseñó, relata que se conocieron en 1981, cuando Miguel Ángel, en calidad de alumno, entró a la clase del profesor Nishizawa por medio de una recomendación.

“Era muy buen maestro, muy exigente, claro y de pocas palabras, pero precisas” comenta el catedrático Suarez. Tiempo después, en 1988, Nishizawa invitó al joven Miguel de 26 años a ser su profesor adjunto. “Vente para acá, vamos a trabajar” recuerda que le dijo.

“Lo consideré mi amigo, porque ya nos llevábamos mucho más e íbamos a todos lados; fui ocho veces a Guanajuato y a otras partes a dar cursos con él” cuenta su exalumno.

“Soy primero su maestro y después termino siendo su amigo, que es lo que uno aspira siempre”. Estas palabras reflejan parte de la filosofía del artista de ascendencia japonesa sobre la relación maestro-alumno. La cita se encuentra en el libro Nishizawa: el poeta de la plástica, publicado en 2003 para conmemorar el décimo aniversario del museo-taller que lleva su nombre en la ciudad de Toluca.

En vida, Nishizawa expuso su trabajo tanto en nuestro país como en el extranjero. Sus obras le valieron ser galardonado con diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Ciencias y Artes por su trabajo en el campo de las Bellas Artes o el nombramiento como Tesoro Sagrado del Dragón por parte de Japón.

El interés del profesor Nishizawa por el arte mexicano se hizo presente en el acercamiento a los grandes muralistas nacionales del siglo XX, como David Alfaro Siqueiros. Como resultado, Nishizawa también incursionó en esa técnica durante su carrera artística.

Su primer mural, titulado El aire es vida y la salud es lo más importante de la vida, se encuentra en el Centro Médico Siglo XXI en la Ciudad de México. Para la crítica de arte Raquel Tibol la importancia de ese mural se equipara con los que se encuentran en los edificios de Ciudad Universitaria, esto según lo escrito en una nota publicada por el periódico Excélsior en 1959.

Nishizawa: el profesor


“Era un maestro que no te imponía un estilo, sacaba de ti lo bueno y eso hacías. Muchas veces cuando te gusta alguien, tú sigues pintando como ese profesor por algún tiempo, pero el maestro Nishizawa no te influía”, explica el profesor Suárez.

El también Maestro Emérito de la UNAM fungió como profesor docente de la Facultad de Artes y Diseño durante 67 años, desde 1955 hasta 2014, donde dio la clase de Técnicas y Procedimientos de los Materiales.

“A todos les hablaba de usted. Siempre ponía una barrera y por eso los alumnos le tenían mucho respeto”, afirma Suárez. En el libro Nishizawa: el poeta de la plástica se cita a un alumno, quien prefirió declara bajo anonimato, que comentó: “Nishi no te enseña a dibujar o a pintar; te da el uso formal y académico de las herramientas de la pintura”.

Para llegar a impartir sus dos clases semanales, el maestro Nishizawa venía acompañado por un chofer o uno de sus hijos desde su casa en Coyoacán a la escuela ubicada en Xochimilco.

Nishizawa, el mexiquense


Luis Nishizawa nació en Cuatitlán, Estado de México, de padre japonés y madre mexicana. Por su origen mexiquense, el artista convivía con muchas personas de dicho estado, entre ellos algunos políticos.

“No le interesaba la política, pero por su misma situación era amigo de muchos políticos” remarca el maestro Suárez cuando se le cuestiona sobre las posturas políticas de Luis Nishizawa. El pintor se relacionó con algunos políticos, en particular con los gobernadores del Estado de México, a grado tal que el presidente de la República Enrique Peña Nieto y el ahora gobernador Eruviel Ávila, asistieron a su funeral y montaron una guardia de honor.

La identificación del profesor mexiquense con su estado natal fue una parte importante de su carrera artística. Por ello, en diciembre de 1992 y durante el gobierno de Ignacio Pichardo en el Estado de México se construyó el Museo-Taller Luis Nishizawa en el centro histórico de Toluca.

En el libro Nishizawa: el poeta de la plástica se plasma una cita del pintor sobre anteriores gobernadores de su estado: “Emilio Chuayffet me regaló un piano y algunos muebles; César Camacho me dio el terreno de atrás en el cual ahora hay talleres y Arturo Montiel ha hecho una buena promoción y nos ha brindado su reconocimiento por medio del Instituto Mexiquense de Cultura”.

En el prólogo de dicho ejemplar, y como muestra de la relación entre Nishizawa y la clase política mexiquense, el entonces gobernador Arturo Montiel escribió: “El Estado de México es una tierra pródiga de creadores y artistas plásticos. Entre los más destacados se encuentra el maestro Luis Nishizawa”.

La actual administración del gobernador Eruviel Ávila, en el marco del 20° aniversario del espacio dedicado al artista en el centro histórico de Toluca, editó otro libro titulado Nishizawa. Luz y explosión de color con un prólogo escrito por Ávila donde expresó: “casi un siglo de vida, con un proyecto propio y original que se revela en dibujos y pinturas, grabados, esculturas y cerámicas, expresiones culturales que acompañan a Luis Nishizawa de tiempo completo y que comparte en el aula y en el taller con sus alumnos, quienes, por serlo, son hipótesis de éxito”.

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PULQUE QUERIDO, BENDITO TORMENTO. ¿QUÉ HACES AFUERA? ¡VAMOS PA' DENTRO!

Por Gloria Chavely Toraya Pita
Ciudad de México (Aunam). Tras recorrer un par de estaciones llegamos por fin a la estación del metro Patriotismo. Ahora nos faltaba caminar sólo unas cuadras más para descubrir una nueva pulquería. Diego, mi acompañante, se había encargado de buscar y registrar en su celular la dirección; gracias a esto nos resultó más fácil llegar al número 88 de la calle 13 de septiembre.


Sólo nos bastó caminar 20 minutos para que encontráramos el mural de vivos colores que representa a Mayáhuel (la diosa azteca del pulque) entregando a los mortales el néctar del maguey. De inmediato percibimos el aroma a aguamiel fermentado y nuestro éxtasis aumentó por completo. Era necesario conocer un nuevo rincón de la ciudad.

Al ingresar a la pulquería nos percatamos que numerosas mesas estaban ocupadas. ¿Y qué más podíamos esperar? Era fin de semana y por supuesto que una de las pulquerías más emblemáticas de la zona tendría casa llena. Así pues, escogimos dos bancos y nos acomodamos en una mesa donde conversaban muy entretenidos dos hombres de unos 50 años.

Su plática giraba en torno a sus hijos. Tras sentarnos en su mesa guardaron silencio durante un momento, dieron un trago a su néctar sagrado y tras dirigirnos una mirada de aprobación, saludaron y siguieron conversando. Oficialmente podíamos sentirnos aceptados en aquel espacio.

La Pirata fue una de las primeras pulquerías de la colonia Escandón. En su interior hay elementos que permiten apreciar sus más de 70 años de su existencia, acentuados con elementos que sólo se pueden encontrar en un expendio de pulques tradicional: dos entradas –en principio, una era sólo para hombres y otra para mujeres-, un pizarrón con el nombre de los curados del día, aserrín esparcido por el suelo, tortillas y salsa como botana, una rocola con canciones de antaño y un conjunto de adultos reunidos para platicar sobre los aconteceres de su vida.

Ya sentada y después de ver el pizarrón decidí pedir un litro de curado de nuez. En menos de un minuto el encargado tenía sobre nuestra mesa la jarrita pulquera con su delicioso elixir. Su aroma, entre dulzón y fermentado, era propio de un buen curado. Diego sirvió la bebida sagrada de los aztecas en nuestros vasos de vidrio, que en otros tiempos fueran vasos de mole Doña María.

“Está muy bueno ¿no? ¡Creo que es de los mejores curados que he tomado!”, dije mientras le daba un buen trago. La consistencia era propia de un buen curado tradicional: ni espeso ni diluido. Mientras conversábamos sobre diversos temas, comenzó a sonar una canción proveniente de la rocola. Pedro Infante había sido el elegido para animar nuestra estancia en tan emblemático lugar.

La mesa ubicada bajo el altar dedicado a la Virgen de Guadalupe reía con gusto. Nuestra curiosidad hizo que volteáramos a verlos sólo para darnos cuenta que estaban muy “empulcados”, con sus mejillas ya sonrojadas y sus miradas un poco perdidas. Las mujeres sonreían al darle un buen trago a su pulque blanco mientras que sus acompañantes intentaban imitar la voz de la extinta estrella del cine mexicano.

Busqué en mi cartera una moneda de 10 pesos. También quería escuchar alguna canción para completar mi estancia. La rocola no era muy contemporánea pues sus álbumes eran más propios de 2007, año donde predominaba el duranguense y la música banda. Ahí mismo también se podían encontrar recopilaciones de grandes iconos de la música mexicana: Juan Gabriel, Vicente Fernández, los Tigres del Norte, Chayito Valdez, Chabela Vargas, entre otros.

Tras revisar el repertorio y el anuncio pegado con diúrex de “3 canciones por 10 pesos”, opté por hacer uso de mi moneda en la rocola. Con mucho cuidado elegimos No vale la pena de Juan Gabriel, El rey de Vicente Fernández y La puerta negra de los Tigres del Norte. Satisfechos con nuestras elecciones volvimos a nuestra mesa.

“¿Como que pedimos otro no?” le dije a Diego con una sensación de embriaguez. El pulque comenzaba a tener efecto en mí y me gustaba la sensación. Llamé al señor y le pregunté animada qué pulque nos recomendaba. “Todos son muy buenos. ¿Le traigo prueba de alguno? Están recién curaditos” me contestó. Ante su respuesta me convencí que todos estaban buenos; si el de nuez tenía buen sabor, era obvio que el de avena también cumpliría mis expectativas. “Entonces uno de avena, con su canelita por favor”, pedí.

El curado de avena fue un verdadero deleite. No pudimos haber elegido una mejor opción. A esas alturas comprendíamos porque Quetzalcóatl había sido expulsado del cielo de los dioses. ¿Quién puede resistirse a un delicioso pulquito?

Tras sentirnos un tanto afectados por los efectos de la bebida, decidimos que nuestra estancia debía terminar. Pedimos la cuenta y pagamos 80 pesos, mismos que valieron cada centavo. Tomamos nuestras chamarras y nos retiramos satisfechos y con una gran sonrisa.

Estos espacios que tiene la Ciudad de México albergan en su interior tradición e historia y guardan un pedacito de nuestro país al alcance de cualquiera. Más allá de beber una bebida centenaria, en sitios así se tiene una experiencia ancestral que vincula a quien prueba el pulque con un México que existe y resiste. Ni la cerveza, ni el vino tienen en su historia tanto color y sabor como el que se encuentra dentro de una pulquería.

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SAINT-EX, EL TELESCOPIO QUE BUSCARÁ EXOPLANETAS

Por Mónica Santos Vargas
Ciudad de México (Aunam). La investigadora Yilen Gómez Maqueo, del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), anunció la construcción del telescopio SAINT-EX (Search and chAracterisatIoN of Transiting EXoplanets) en el Observatorio Astronómico Nacional en Baja California.


“El proyecto ha sido nombrado así en honor al poeta y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, porque él defendió una sociedad basada en el respeto por la humanidad, la diversidad cultural, la cooperación, compromiso y responsabilidad individual”, comentó la doctora.

El principito es la novela más famosa de Saint-Exupéry, que tiene como protagonista a un joven que viaja a otros mundos para conocer distintas culturas.

Para la instalación del SAINT-EX, en la sierra de San Pedro Mártir, se utilizará un espejo de telescopio de un metro de diámetro y se invertirá un millón de euros. En su construcción participan de manera conjunta la Universidad de Berna, la de Ginebra y el grupo de trabajo PlanetS (Suiza), la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la UNAM, que tendrá a Gómez Maqueo y a la investigadora Laurence Sabin como representantes de la Máxima Casa de Estudios.

Los objetivos principales de este proyecto serán explorar otros sistemas como el de TRAPPIST-1 –una estrella enana localizada a 40 años luz de nuestro sistema y que está rodeada por siete planetas de características similares a la Tierra–, optimizar las observaciones del satélite europeo CHEOPS (CHaracterising ExOPlanets Satellite), cuyo lanzamiento está previsto para 2018, y destacar la importancia de explorar nuevos sistemas que brinden información sobre cómo se formó el universo.

“La única forma de entender cómo llegamos aquí es a través de otros sistemas”, finalizó Gómez Maqueo.

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14 de marzo de 2017

RAÚL RODRÍGUEZ CORTÉS: EL PERIODISTA QUE REDACTA LA HISTORIA

Por José Carlos Amezquita León
Ciudad de México (Aunam). Aparece Raúl Rodríguez Cortés, el periodista, el columnista, el conductor de noticieros. Uno lo imaginaría como se ve normalmente en todos los medios: de traje y con seriedad en el rostro. Sin embargo, se presenta con una sonrisa debajo de los lentes y ropa casual, un suéter rojo y pantalón de mezclilla.


Una cafetería en Paseo Acoxpa es el lugar acordado para la entrevista. Llega, saluda y con confianza deja sus dos celulares en la mesa en la que me encuentro.

Después de una amena plática, Raúl (como me pide que lo llame) comienza a hablar sobre un viaje que realizó a la frontera sur del país, acompañado de su hermano Alejandro, para hacer un reportaje sobre la crisis de los migrantes guatemaltecos durante la dictadura de Efraín Ríos Montt. “Una experiencia padrísima, fue la primera vez que conviví con mi hermano de esa forma, como hermanos, pero también como reporteros”, recuerda.

El periodista explica para qué medio realizaba el reportaje (la revista Respuesta) cuando voltea a ver el cuestionario sobre la mesa. “Ya me perdí y mira nada más hasta dónde me adelanté”, señala la mitad de la hoja y mientras ríe fuertemente entrecerrando los ojos. “Bueno, vamos por partes”.

Entre espejos y huesos, su inicio en el periodismo

El interés de Rodríguez Cortés por el periodismo no siempre estuvo definido pues sentía una fuerte pasión por otros dos campos de estudio.

“Todo partió de una indefinición: yo siempre he tenido un gran gusto por la historia y por la antropología. Estaba entre mis pensamientos dedicarme a eso, era lo que me satisfacía. Sin embargo, siempre estuvieron presentes la influencia y los comentarios chocantes de mis familiares. Eso han de decir ahora mis hijos”, menciona con una carcajada.

Al hablar de su familia Raúl recuerda a su padre, quien sacó adelante a sus tres hijos, y como éste encontró su vocación al ser académico en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como la marca que dejó en él.

“Mi padre influyó mucho con su gusto por la lectura, era obsesivo en cuanto a eso. Finalmente nos inculcó ese hábito y logró armar una colección de libros muy padre”, platica.

El entrevistado tuvo su primer acercamiento al ámbito periodístico mientras estudiaba en la preparatoria Centro Universitario México, cuando empezó a participar en la pequeña gaceta publicada en el plantel.

“Al director Godínez, que era un priista recalcitrante, se le ocurrió inventarse una hoja periódica para la escuela y, por el buen tino de sus relaciones y vínculos ideológicos, invitó a Vicente Leñero para organizar ese taller. El Espejo era el nombre del periódico. Así que me metí a ese proyecto y ahí empecé a agarrarle el gusto”, relata.

Tiempo después Rodríguez Cortés empezaría a trabajar, durante el verano, en el periódico El Sol de México.

“En las vacaciones de cuarto a quinto de prepa mi papá me metió a trabajar al Banco de México en un programa que era para hijos de los empleados y que detesté. Para las de quinto a sexto le dije a mi papá que me aburría trabajar ahí, que se me hacía absurdo. Entonces me preguntó que qué quería hacer. Como andaba metido en el periódico éste, le dije que quería trabajar en algo parecido. Así tuve la fortuna de entrar a la edición matutina de El Sol de México como hueso”, comenta.

En las redacciones de aquella época, la tarea del hueso –una forma discriminatoria de denominar a un office boy– era llevar las notas de los redactores a los jefes de redacción y luego a la parte de formación. Este vaivén en las oficinas aumentó el gusto del entrevistado por el periodismo.

“Así empecé y me enamoré de la redacción porque me parecía divertidísima. Después el jefe de esa área, José Carlos Robles, me dijo un día que si me gustaría salir a reportear y me mandó con el que cubría la fuente policíaca. Íbamos a ver desalojos, desahucios, crímenes. Yo nada más lo acompañaba, pero cuando regresaba me pedía que hiciera los pies de fotografía”, describe.

Si bien, en un principio, estar metido en ese tipo de situaciones lo “sacaba de onda”, Raúl explica que esas experiencias representan una buena manera de desarrollar en el reportero las capacidades investigativas necesarias en el medio.

El Heraldo de México, su primera casa periodística

Su trabajo en El Sol de México influyó para que el entrevistado decidiera dedicarse al periodismo. Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM. Al mismo tiempo que estudiaba, comenzó a trabajar en El Heraldo de México. Sin embargo, mezclar ambas actividades hizo que, durante algún tiempo, dejara los estudios por cumplir con su trabajo.

“Alargué mi estancia en la facultad muchos años. Mi papá decía que se la debía, no sólo a él, sino también a mí, y a este país que gastó en mí. Finalmente lo hice muchos años después. ¡Fíjate nomás qué barbaridad! Yo le dije que se la iba a pagar y se la pagué, me recibí y mi papá murió al año siguiente”, recuerda.

La combinación entre escuela y trabajo afectó bastante a Raúl, especialmente en la parte académica. No obstante, el entrevistado opina que es recomendable empezar a foguearse en algún medio antes de terminar la carrera, pues ayuda a poner en práctica lo teórico de la academia.

Respecto a su paso por El Heraldo de México, Rodríguez Cortés recuerda con mucho gusto que comenzó como reportero de la guardia nocturna, asignación que le dio muchas anécdotas que aún guarda.

“Hubo una persecución nocturna que empezó a las 12 de la noche y terminó a las 3 de la madrugada. Yo regresé con la nota y no me pude comunicar con el jefe de redacción, así que tomé una decisión oportuna en términos periodísticos, pero costosa en términos económicos: pedí que detuvieran el tiraje y me hicieron caso. El Heraldo fue el único periódico que tuvo esa nota ese día, que sería la principal hasta el día siguiente para los otros periódicos”, cuenta.

Raúl también relata la ocasión en la que, al cubrir la fuente del aereopuerto, preguntó a Díaz Ordaz sobre los hechos de Tlatelolco antes de que éste fuera enviado a España como embajador de México: “¡Mmta, que se encabrona! Ahí dijo que ‘si no hubiera hecho lo que hice en Tlatelolco, usted no estaría aquí preguntando muchachito’. Estaba orgulloso de su brutalidad”.

El rol del periodista de ayer y hoy

Al hablar sobre sus inicios periodísticos en la década de los setenta, el entrevistado hace una síntesis de cómo era la imagen que el periodista proyectaba en ese entonces.

“Se veía como un personaje reconocido, pero muy subordinado a la relación con el poder. Tuve la fortuna de que me tocara una etapa en la que se buscó por fin hacer un periodismo más libre, más crítico del poder, pero tenía sus riesgos porque las empresas periodísticas dependían de la publicidad del gobierno. Entonces si te cerraban la llave, te ahorcaban”, aclara.

Uno de los instrumentos que el gobierno utilizaba para presionar y controlar a los periódicos de esa época era la empresa Productora e Importadora de Papel S.A. (PIPSA), principal proveedora de papel para los diarios en ese entonces. Sin embargo, esta situación colmó la paciencia de algunos periodistas y diarios que iniciaron acciones específicas.

“Empezaron a haber movimientos interesantes como el de Julio Scherer García en Excélsior, el nacimiento de Proceso, la fundación de Uno más uno y de La Jornada. Todos estos hechos formaron parte de una corriente en la que los grupos periodísticos buscan abrirse, expandirse, deslindarse del poder, de ser más libres”, explica.

El esfuerzo de la prensa escrita por ganar mayor independencia del gobierno hizo que al entrevistado le llegara una invitación para trabajar en el nuevo periódico Uno más uno. No obstante, Rodríguez Cortés ya tenía pensado su siguiente paso en los medios de comunicación.

“Yo había visualizado que mi interés estaba en la televisión, en el periodismo televisivo. Entonces me voy a Canal 13 aprovechando una coyuntura: Joaquín López Dóriga había aceptado la encomienda que le hace López Portillo de hacer una estructura fuerte de noticias en el canal del Estado. Así es como nace 7 Días y es ahí a donde voy a pedir trabajo, para dedicarme a lo que me interesaba”, comenta.

“El gobierno necesitaba mostrar una apertura informativa que no podía mostrarse del todo aquí en México. Entonces la política y los acontecimientos internacionales se convirtieron en el gran escaparate de apertura. Canal 13 invirtió mucho dinero en hacer cobertura de conflictos internacionales”, subraya.

La guerrilla en El Salvador, Afganistán y el Premio Nacional de Periodismo


Este marcado enfoque en las noticias internacionales hizo que Canal 13 mandara a Rodríguez Cortés a Centroamérica, donde vivió por primera vez la experiencia de ser un corresponsal de guerra.

“Vi muy de fuera la Revolución Sandinista. Sólo hice una cobertura breve y un viaje a Nicaragua cuando recién había triunfado el movimiento, pero justamente en ese momento El Salvador estaba en su propia revolución y me mandan de lleno a hacer la cobertura allá. Pasé meses en El Salvador, mi primera experiencia en hechos de guerra”, puntualiza.

Raúl aclara que la parte más espinosa de su cobertura en ese país centroamericano fue cuando se vio expulsado de ahí mientras realizaba su trabajo.

“Lo más difícil fue cuando el gobierno me expulsa por comunista, o eso es lo que ellos dijeron. Me expulsaron porque mucha de la información que generaba tenía que ver con los contactos que fui desarrollando con el movimiento emergente”, remarca.

El entrevistado empezó a conseguir sus enlaces cuando visitó las universidades en El Salvador.

“Por principio elemental, normalmente los movimientos reivindicatorios están en la universidad. Entonces me fui a meter ahí y empecé a conocer y a contactar personas. Con eso, más lo que hacía acá la gente encargada de la sección internacional comenzabas a obtener información”, describe.

Esta experiencia sería clave para, tiempo después, hacer una de los trabajos más importantes de su carrera.

“Estaba al frente de una sección un uruguayo llamado Diego Bashar, que después formó parte del gobierno de José Mujica. Él tenía muchos contactos con los movimientos guerrilleros latinoamericanos de manera que un día me llama por teléfono a El Salvador y me dice: ‘Oye tenemos que hablar. Te van a van buscar para que hagas una entrevista’. En efecto me buscaron, me treparon a una camioneta con los camarógrafos y con Carmen Lira, ahora directora de La Jornada, y estuvimos dando vueltas. Antes de que llegáramos a nuestro destino, nos vendaron los ojos y nos bajaron en una zapatería”, recuerda.

Varios líderes guerrilleros se citaron en ese sitio para anunciar la unificación del movimiento. Su presencia en el lugar le permitió entrevistar a personajes importantes en la revolución de El Salvador.

“Ahí estaba el líder máximo del movimiento, Salvador Cayetano Carpio. Lo entrevistamos a él y también a Joaquín Villalobos, un chavito en ese entonces, y que sin ser militar tenía una mente estratégica increíble; estaba otro líder de las fuerzas armadas de la resistencia, Germán Cienfuegos, y la comandanta Yolanda”, relata.

Gracias a las entrevistas con los cabecillas guerrilleros en El Salvador y un programa especial llamado Entre dos fuegos, Rodríguez Cortés ganó el Premio Nacional de Periodismo en 1981. Si bien se muestra orgulloso por el galardón y reconoce que su trabajo merecía ser destacado, señala también una contradicción en dicho reconocimiento.

“Este premio lo daba en aquel entonces el gobierno de la República, lo que te habla de esta perversa relación entre medios y poder. ¿Cómo el poder va a premiar a alguien que, en el mejor de los casos, debe confrontarlo? Pero no confrontarlo nada más porque sí; como periodista estás ahí para señalar los abusos que trae consigo todo poder ejercido. Parte de la chamba de un periodista es hacer notar, frenar, denunciar esos abusos”, menciona.

Raúl también recibió otro premio, pero éste por parte del Club de Periodistas, específicamente por la entrevista con Cayetano Carpio y los demás generales.

La experiencia ganada en El Salvador le llevaría a cubrir otro conflicto bélico, pero en un continente distinto: la guerra en Afganistán.

“Joaquín López Dóriga andaba en este rollo de entrevistar a grandes líderes del momento, como Yasser Arafat y otros. Una de esas entrevistas fue con Babrak Karmal, el presidente de Afganistán impuesto por la Unión Soviética cuando ésta invadió el país. En esos días, López Portillo iba a hacer una gira a la India y Egipto y Joaquín me mandó con él De hecho, participo en la entrevista con Karmal y me dice ‘quédate a reportear cómo está la cosa’. Eso implicó meterse con los grupos que se oponían a la invasión soviética, los famosos muyahidines que fueron el origen de los talibanes, Al Qaeda y, finalmente, del Estado Islámico”.

Desde la perspectiva del entrevistado, entre ambos conflictos la guerra civil en El Salvador fue el trabajo más difícil de cubrir.

“Fue más complicado lo de El Salvador por la duración, porque me acerqué demasiado a la contraparte y porque me expulsaron. Además, le estaba generando un problema directo a mi país por lo que fue más complejo, aunque Afganistán era más suelto, más salvaje, menos controlado y por lo tanto más peligroso”, matiza.

Dado su amplio bagaje en este tipo de coberturas, Raúl resalta lo importante que es la preparación hecha antes de realizar estos viajes y comparte, desde su punto de vista, cuál es la mejor forma de estar listo.

“Uno, leer obsesivamente, leer de todo, informarte, aprovechar esto –señala los celulares sobre la mesa–, ampliar tus referentes informativos. También no perder jamás la capacidad de asombro y mantener un afán investigativo, ir al fondo del asunto, porque al final del día ahí está el futuro del periodismo”, puntualiza.

IMEVISIÓN, la radio y un viejo colaborador

Cuando López Dóriga sale de Canal 13 debido a una confrontación con los intereses políticos de los candidatos a la presidencia en 1982, Raúl y un grupo de reporteros que trabajaban en ese medio se fueron con él y fundaron la revista Respuesta. Sin embargo, pronto retornó a la televisión.

“Tiempo después trabajé en el sector público. Se crea el canal 7, que era un permisionario, y se integra a IMEVISIÓN. Para operar los noticieros de IMEVISIÓN vuelven a llamar a López Dóriga. Cuando regresa, me busca y me dice que si quiero volver a trabajar con él y acepto. Joaquín se ocupó del noticiero de canal 7 y yo me ocupé de 7 Días, el noticiero de Canal 13”,

Los conflictos políticos provocaron una nueva salida de López Dóriga, aunque en ese momento Rodríguez Cortés decidió permanecer en IMEVISIÓN. Luego de la privatización de la empresa, Raúl se convirtió en el primer director de noticieros de Televisión Azteca. Sin embargo, su relación laboral con Ricardo Salinas Pliego, el nuevo dueño del canal, fue imposible por lo que el periodista renunció a Canal 13 y volvió a El Heraldo de México.

Durante su regreso a dicho periódico, el entrevistado tendría la oportunidad de aparecer en la radio, medio con el que aún no había tenido mucha relación, con el noticiero matutino de Grupo IMER que condujo durante dos años. A este programa seguirían 7 sobre 7 (transmitido sólo los sábados) y La Hora Nacional, emisión en la que laboró otro par de años.

Después de su paso por la radio, la vida lo llevaría a trabajar de nueva cuenta con Joaquín López Dóriga.

“Joaquín seguía en El Heraldo de México y MVS le propone hacer un programa de entrevistas, llamado La Entrevista. Él me pidió que lo apoyara con la investigación. Y una vez que vuelve a la televisión con La Entrevista también aparece en Televisa con la primera edición de Chapultepec 18 y me pide que lo produzca”, cuenta.

Raúl relata desde cuándo empezó su larga relación de trabajo con Joaquín López Dóriga, un periodista con el que ha colaborado mucho.

“Lo conozco desde que él era reportero de Televisa en 24 horas y coincidíamos en giras presidenciales. Después trabajamos juntos en Canal 13, el año y medio que duró Respuesta, hasta su cierre, y después cada quien retomó su camino, hasta que nos encontramos otra vez en El Heraldo. Estos últimos dieciséis años estuvimos trabajando juntos, pero ahora ya no. Somos cercanos, pero con severas diferencias de carácter ideológico y periodístico”, explica.

Al café llega un grupo de gente que habla muy alto. El entrevistado se acerca al teléfono que está grabando; sabe lo complicado que puede ser escuchar una grabación con ruido y dirige sus palabras al micrófono. De fondo, en la cafetería, suena la Quinta de Beethoven.

“¿A quién le importa mi opinión?”

Rodríguez Cortés ha trabajado gran parte de su vida escribiendo para periódicos y los medios digitales. Durante este tiempo, ha desarrollado un gusto especial por la columna de opinión. En su paso por El Heraldo empezó con un espacio llamado Cronística que más tarde se convertiría en Balcón. En Ovaciones, el periodista creó otra columna llamada Gran Angular, que pasó de ese diario a El Gráfico y después a El Universal, donde lleva 43 ediciones.

A pesar de su gusto por este género, Raúl tiene ciertas críticas sobre el modo en que las columnas son escritas en nuestro país.

“Las columnas periodísticas en México están muy llenas de opinión, por lo que mi pretensión es hacer textos que aporten información. ¿A quién le importa mi opinión? Datos, ahí hay datos para que ustedes interpreten lo que quieran. ¿Yo para qué opino? ¿Quién soy yo para opinar?”, dice con una sonrisa discreta.

A pesar de los años que avalan su experiencia periodística, el entrevistado entiende la necesidad y la obligación de familiarizarse con los medios digitales. Prueba de ello es su sitio de noticias en internet, un proyecto que considera le servirá en el futuro. Sobre el porvenir del periodismo en la era digital, él tiene una clara posición al respecto.

“Yo creo que los medios digitales están arrasando, pero recientemente he visto lo que es la fuerza del periodismo impreso en la campaña presidencial de los Estados Unidos. Ha sido el periodismo impreso el que ha sacado a relucir todas las taras de los candidatos con pulcritud y claridad, aunque utilizando también estos recursos –descansa la mano sobre el celular–. El rejuego de esta campaña está en las ediciones impresas y esto me hace ver que el periodismo impreso, en su estado natural, no está muerto ni va a morir”, remarca.

“El contenido digital se diluye y el de la televisión también, porque lo que se dice al aire se va. El fondo queda en el periodismo escrito porque, como diría José Revueltas, ahí está lo molido del asunto, lo que permanece al quedar registrado en el papel”, subraya.

Los recuerdos de un periodista

Durante una larga trayectoria con más de cuatro décadas a cuestas, Raúl Rodríguez Cortés cuenta que, a sus 59 años, ha vivido experiencias de alto riesgo durante su trabajo como periodista.

“Sí varias veces, sobre todo en las coberturas de guerra. En Afganistán hubo episodios complicados, como pasar la noche en medio de un bombardeo, y en El Salvador me secuestraron. Entonces sí ha habido momentos en que me he sentido en peligro”, recuerda.

Si bien en nuestro país el entrevistado no ha sentido que su vida esté en peligro reconoce que la situación, en general, para los periodistas aquí es bastante preocupante.

“Mira, en México nunca he sido objeto de amenazas ni censura. Ahora, esto no quiere decir que así sea el caso del periodismo en México. Lo que está pasando con los periodistas al interior de la República es algo brutal, los están matando. En la ciudad se diluye más, pero en las zonas gobernadas por el narcotráfico el periodismo es muy peligroso”, explica.

A lo largo de sus 40 años en los medios, el periodista guarda en su memoria algunos episodios de su carrera que lo llenan de alegría y que comparte en esta entrevista.

“Mi mejor experiencia, profesionalmente hablando, fue cuando renuncié a la dirección de noticieros de Canal 13. Cuando salí de mi oficina, ya con mis chivas, todos los compañeros estuvieron ahí para despedirse y aplaudir. Yo creo que el medio me quiere; es muy zonzo, pero muy satisfactorio”, comenta entre carcajadas.

Sobre sus entrevistas más recordadas, Raúl cuenta cómo mientras trabajaba en Respuesta, consiguió entrevistar a Gabriel García Márquez y también a Carlos Fuentes y Jorge Luis Borges.

Sin más que decir, el entrevistado pregunta si el material recabado es útil. Después de escuchar una respuesta positiva, da un golpe en la mesa, sonríe y dice “Vámonos pues”. De esta forma, Raúl Rodríguez Cortés, el periodista, el columnista, el conductor de noticieros se levanta y da la mano.

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13 de marzo de 2017

LA REINSERCIÓN SOCIAL EN MÉXICO, META DIFÍCIL PARA LOS EXCONVICTOS

Por Miriam Xochiquetzal Torres Moreno
Ciudad de México (Aunam). Siempre hay historias tontas, divertidas o injustas del porqué las personas terminan en la cárcel, pero al salir en libertad están marcadas de por vida, la sociedad las margina constantemente e inclusive pierden contacto con sus familias por falta de credibilidad. Es difícil que los exconvictos reciban una oportunidad para demostrar que cambiaron y pagaron por lo que hicieron.


De acuerdo con la Segunda Encuesta Nacional sobre Cultura Constitucional, elaborada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 57.8% de los más de dos mil encuestados consideró como injusta la liberación de las personas de la cárcel incluso cuando éstas ya han cumplido su pena.

"El estigma que tenemos los ex convictos es que somos malos, violadores y que buscamos hacerles daño. Hasta la fecha voy caminando por la acera y se cruzan al otro lado, me subo al microbús y guardan su celular. Eso me hace sentir mal porque ignoran mi historia, siento tristeza porque no me conocen, no saben lo que he sufrido, el daño que me han hecho y eso duele" dice Damián entre lágrimas.

Él piensa que quizá su cuerpo robusto asusta a las personas o tal vez sea su mirada la que no genera confianza, su aspecto siempre atemoriza a las personas, quienes creen que va robarles.

Damián, sin un hogar

Damián Ramón Palerde nació en los Estados Unidos de América. Su madre era una mexicana ilegal, quien huyó del hospital a días de haber dado a luz por miedo a que el gobierno estadounidense le quitara a su hijo. Así que ella regresó a México, dejó al niño a cargo de su abuela y volvió al vecino del norte.

Damián pasó los tres primeros años de su vida en Tlatelolco, hasta que el terremoto del 85 destruyó su hogar. Junto con su abuela fueron a uno de los albergues instalados por la Cruz Roja, pero en un día, después de que Damián regresara de la fila de la comida, no encontró a su abuela.

Junto con un grupo de niños huérfanos fueron trasladados a Puebla a una casa hogar a cargo del padre Alejandro García Durán de Lara, apodado “Chinchachoma”, donde se quedó hasta los diez años. A esa edad empezó a fumar tabaco, mariguana y consumir “chochos”. Decidió fugarse de la casa hogar y regresó a la Ciudad de México, donde fue encontrado en las calles y llevado a Villa Margarita, un centro de asistencia del gobierno mexicano.

“Ahí nos seleccionaban por edades, luego cubrían nuestros cuerpos con cal para matar las bacterias y después venía el baño con la manguera”.

Durante su estancia en Villa Margarita (antes para jóvenes y actualmente para mujeres mayores indígenas), Damián conoció a Martha, una niña de once años con la que decidió fugarse y vivir como pareja en la calle para no seguir soportando las condiciones deplorables de ese lugar. Sin embargo, su escape tuvo consecuencias peores.

Según lo estipulado en el artículo 10° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, donde se establece que "toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano", Damián fue víctima de la violación de sus derechos cuando fue encontrado en la calle con Martha.

“Cuando nos encontraron, a ella la subieron en una camioneta, más de ocho hombres la violaron mientras a mí me golpeaban ¡Una niña de once años! Ella murió por el desgarre vaginal que le provocaron. Eso me hizo ser más cruel, ser frío, no creer en la sociedad y mucho menos en la policía”.

El camino a la cárcel

Después de esa experiencia, aquel niño luchó por sobrevivir y optó por el medio que se lo permitiera: robar. A los 13 años lo detuvieron por asesinar a un judicial en el barrio de Tepito; no obstante las autoridades negociaron un trato con Damián, en el que le ofrecían ir o al Consejo Tutelar de Menores o al Colegio Militar. Escogió la segunda opción donde estuvo encerrado durante tres años.

Al salir del colegio acudió a la fundación Renacimiento, que se encarga de apoyar el desarrollo integral de jóvenes abandonados. Después empezó con un trabajo en Cinemex y a estudiar la carrera de técnico en Ingeniería Mecánica, en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), pero conoció a María, una chica cuya familia se dedicaba a robar tráileres.

Para ofrecerle más regalos a su enamorada, Damián entró al negocio de robar transportes. Sin embargo, fue detenido en Puebla cuando tenía 22 años, después de que un atraco a un camión de Sony Ericcson saliera mal.

Estuvo recluido en una casa de seguridad durante 15 días y después ingresó al reclusorio de San Miguel, en Puebla, a donde llegó en estado de coma. En dicho centro penitenciario le asignaron la clave 100 (alta peligrosidad) y lo trasladaron al reclusorio de Puente Grande. De ahí estuvo en Santa Marta Acatitla y finalmente terminó en el Reclusorio de Oriente, con una condena de 98 años y 9 meses.

Para Damián, la cárcel no es un centro de rehabilitación, sino una universidad para aprender a delinquir: hay cursos, impartidos por los mismos internos, sobre cómo robar, lo que confirma la ausencia de oportunidades de crecimiento para los reos.

Sobre este ambiente, el Reporte sobre la discriminación en México 2012 subraya que en las cárceles mexicanas “no hay programas educativos serios (los mismos reclusos son los que imparten las clases). La falta de acceso al trabajo redunda en la imposibilidad de que los reclusos puedan mantener a sus familias, perpetuando así el círculo vicioso de la pobreza y la marginación”.

Este resultado coincide también con el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2014 , que da una calificación de 6.8 para los Centros Federales de Readaptación Social (CEFERESO) en cuanto a su desempeño en el tema de la reinserción social de los reos.

Así mismo, la Auditoría Superior de la Nación (ASN) concluyó, en 2016, que las políticas de reinserción social del Sistema Nacional Penitenciario no funcionaron, pues aunque el 88.3% de los 24 mil 776 internos registrados participó en actividades de reinserción social, un 45% de ellos volvió a delinquir al salir de la cárcel.

¿Libertad y reinserción?

Damián salió antes de cumplir su condena gracias a que una hermana, quien ignoraba su existencia, se enteró de la noticia del asalto al camión de Sony Ericsson por un periódico de Estados Unidos. Al ver la nota ella vino a México y logró sacarlo de la cárcel.

Después de eso, Damián decidió pedir asilo en la fundación Renacimiento porque "salí, pero en realidad no hay oportunidades. Uno comete errores de chavo, pero cuando quieres empezar de nuevo te cierran las puertas. Pedí trabajo de limpieza en el metro, en Wal-Mart y no me lo dieron por los antecedentes penales; inclusive la credencial de elector no te la dan en seguida porque debes pasar un tiempo afuera de la prisión para que vuelvas a tener los derechos de un ciudadano".

José Vallejo, director del albergue Renacimiento y ex director de la correccional de Tlalpan menciona que “el preso no sufre tanto en la cárcel como cuando es liberado porque entonces viene el rechazo de la mayoría de la sociedad. Un gran número de reos sale con la motivación de querer cambiar, pero la sociedad se encarga de ir apagando ese interés por las pocas oportunidades que les dan”.

Ya en libertad, Damián conoció a una chica con la que sostuvo una relación amorosa durante varios meses. Al enterarse de que estaba embarazada, el decidió sincerarse y contarle su pasado por lo que su pareja lo abandonó y dejó atrás a su hijo, ya que ella no quería estar relacionada con un criminal.

“He pasado hambre por mi hijo. Había veces que me pedía de comer y no tenía dinero. Incluso pensé en salir a robar, pero no lo hice; conseguía aunque fuera para un taquito y veía con orgullo cómo se saboreaba su comida. Si su pancita estaba llena, yo me sentía realizado”, cuenta Damián.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió el año pasado un pronunciamiento sobre antecedentes penales, en el cual subraya la urgencia de garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales de aquellas personas que han dejado la prisión, con el fin de alcanzar una reinserción social efectiva y combatir la estigmatización que afecta a los exconvictos y a sus familiares.

“Me duele que a mi hijo también lo marginen porque hay personas que me conocían por ratero y ahora lo tachan a él de serlo; le dicen que su padre es un delincuente, un asesino y eso te hace sentir odio porque él no tiene la culpa de mis errores”.

De acuerdo con estadísticas del 2012 del INEGI, 10,583 jóvenes fueron juzgados con una sentencia condenatoria, de los cuales 4,959 (46.9% del total) fueron internados en una comunidad para adolescentes en conflicto con la ley, la mayoría de ellos fueron procesados por el delito de robo en sus distintas modalidades, lo que se relaciona con su perfil de personas de bajos recursos

"Cuando robas lo haces por necesidad y hambre, porque este pueblo no te da para más. Robar no es la única salida, pero sí la más fácil porque los salarios que te ofrecen son muy bajos y no te alcanza" dice Damián.

Conforme al Quinto Informe de Gobierno del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa , sólo 21 personas liberadas en 2011 ocuparon un trabajo a través del programa que maneja la Dirección de Prevención y Readaptación Social.

Después de buscar inútilmente un empleo estable, Damián decidió viajar a Estados Unidos y pedir la nacionalidad por haber nacido ahí. El juez falló a su favor y actualmente vive en Oregón trabajando como gerente de calidad de Nike.

James, el chico de las pizzas


James es un chico de 19 años, tez blanca y ojos color marrón. Cuando salió de la prisión, su mamá no fue a recogerlo. Para ella era difícil superar el dolor que le causaba saber que su hijo estuvo en la cárcel. Él no sintió rencor por esto, entendió que había cometido un error y debía asumir las consecuencias.

"No tengo nada en contra de mi mamá. Muchos allá dentro tienen rencor porque su mamá no los ve, pero quienes cometimos el error fuimos nosotros. Yo asumí esa responsabilidad" dice mientras frunce el ceño.

"Me gusta contar mi historia porque funciona como una advertencia. Al principio tuve miedo de decir que estoy tachado por la ley, que las personas me miraran y dijeran ‘mira, ahí va un ratero’ al pasar". Pasan unos pocos segundos antes de que James empiece a relatar cómo fue encarcelado.

“Salí de fiesta el 9 de febrero de 2015 y me llevé la pistola que siempre traía, por si se presentaba alguna emergencia. Intoxicado por las drogas seguí a mis amigos hasta un camión; no sabía bien lo que hacía. De pronto, me encontraba asaltando un microbús y mis amigos gritaban ‘¡esto ya va a valer!’. Sentí que no me quedaba otra opción más que seguir con ellos, pero llegó la policía y nos arrestó”.

Durante su estancia en el Reclusorio Sur sufrió la experiencia aterradora de disfrutar su libertad un momento y al siguiente verse privado de ella, una sensación que nunca olvidará.

En la cárcel, pelear por un pan puede costar la vida. No obstante, James nunca dejó que los demás reclusos abusaran de él. Algunas veces querían robarle sus pertenencias o se las escondían; otras querían que probara sustancias que él no consumía e incluso en una riña le rompieron el tabique nasal.

La ruta del cambio


Cuando salió del reclusorio, James no tenía a donde ir. Así fue como llegó a la fundación Renacimiento, sitio que le brindó una oportunidad de salir adelante. El director del lugar, José Vallejo, lo puso en contacto con Alejandro, quien es el fundador del proyecto PIXZA que tiene como objetivo capacitar a personas en situación de calle o similar a la de James para incorporarse al mundo laboral.

James entró al programa y tuvo 15 días para demostrar si en verdad quería el empleo. Después de ese periodo de prueba se enfrentó a su siguiente reto: inventar una pizza en un mes.

"Inventé la pizza James que tiene milanesa, chorizo y salchicha. En PIXZA te dan un mes para posicionar tu versión y venderla. Todas las ganancias que se recauden de esa pizza son para quien la inventa. Gracias a esto pude conseguir un lugar donde vivir y tener más bienes, pero lo más importante es que me reintegré con mi familia".

"Yo sentía miedo y rencor por lo que había pasado porque cuando tú vas a un empleo, siempre te piden los antecedentes penales. Cuando pasé los 15 días de prueba en PIXZA igual me los pidieron y pensé ‘tengo la capacidad, pero con esto no lo voy armar’. Sin embargo, Alejandro me dio una oportunidad para que demostrara que no todas las personas que han estado presas quieren seguir con sus mañas; al contrario, quieren mejorar".

La Sala Superior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) menciona que "si una persona comete un ilícito, no puede quedar marcado con el estigma de ser infractor el resto de su vida porque ello obstaculizaría su reinserción social".

James está consciente que hay jóvenes quienes no aprovechan la segunda oportunidad que se les brinda, pero también sabe que hay otros como él que buscan superarse y no se les permite porque están marcados ante la sociedad.

Reglamentos como la Ley Nacional de Ejecución Penal, en su artículo 4º declara que "las personas sujetas a esta ley deben recibir el mismo trato y oportunidades para acceder a los derechos reconocidos por la Constitución, tratados internacionales y la legislación aplicable...". Este apartado contempla la no discriminación a personas con antecedentes penales.

No obstante, existe una contradicción en el modelo de readaptación social que propone el Estado: por una parte hay leyes que protegen el derecho de la reinserción de los ex reclusos, pero estas regulaciones los detienen al existir cláusulas en las normas de derecho laboral como lo es la de "no ser condenado por delito alguno".

A pesar del distanciamiento con su familia, la discriminación que sufrió cuando salió de la cárcel y las críticas recibidas, James se convirtió en un ejemplo a seguir para sus amigos, quienes lo admiran por salir adelante. Con una gran sonrisa en los gruesos labios, estira su playera color verde para enseñar la leyenda impresa que dice "soy un agente de cambio".

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