20 de octubre de 2023

¡Aquí estoy! concierto-homenaje a Marcial Alejandro

  • Será el regreso de la cantante Margie Bermejo al escenario
Por Alma López, Carlos Lechuga, Citlalli Ortiz
CDMX. Margie Bermejo, la primera en grabar las canciones de Marcial Alejandro, presentará un homenaje a su música. Colaborará con el maestro Dmitri Dudin, en el piano y William Harvey, en la viola con quien ha trabajado como dúo durante 26 años.

El regreso de la cantante Margie Bermejo estará titulado ¡Aquí estoy! Homenaje a la música de Marcial Alejandro y tendrá lugar en el auditorio Blas Galindo ubicado en el Centro Nacional de las Artes (CENART) el día sábado 21 de octubre a las 19:00 horas, los boletos se podrán adquirir en la taquilla del auditorio con un costo de $150.


Los temas que presentarán serán Aquí estoy, Las cosas sencillas, Cuando, Mi equipaje, Buenos Aires, Escrito en la memoria, Tierra Firme, Lo profundo de tu boca entre otros temas de gran calidad armónica y musical del compositor Marcial Alejandro.

Para más información sobre el concierto ¡Aquí estoy! Homenaje a la música de Marcial Alejandro puede consultar la página cenart.gob.mx.


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ONU-DH seguirá trabajando con México en favor de los Derechos Humanos


Por Camila Godoy Ramírez, Nyssa García Jiménez, regina Rivera Reyes
CDMX. Félix Arturo Medina fue designado como nuevo titular de la subsecretaría de los Derechos Humanos, tomando el puesto que anteriormente correspondía a Alejandro Encinas, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) mostró su disposición para seguir apoyando los proyectos y actividades a realizar por parte del nuevo subsecretario.

Durante su cargo, Alejandro Encinas contribuyó para que existiera una defensa de los Derechos Humanos, mediante el fortalecimiento de las actividades civiles, protección de las personas en situación de vulnerabilidad y la resolución de problemas en la búsqueda de personas desaparecidas en el país, aseguró el organismo.

Medina asumió como subsecretario de los Derechos Humanos por la incorporación de manera formal de Alejandro Encinas a la campaña política de la actual candidata a la presidencia Claudia Sheinbaum.

La renuncia a su cargo ha despertado intriga por los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, ya que Alejandro Encinas también estaba a cargo de la Comisión de la Verdad (COVAJ), que recientemente publicó un informe de algunos documentos de inteligencia sobre grupos del ejército que estuvieron involucrados.


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Gordofobia y jóvenes: El disfraz de la exclusión

Consigna pintada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Fuente: Fernanda González 

Por: María Fernanda Flores López, María Fernanda González Hernández y Cinthya Estephany Rojas Morales 
CDMX. De un tiempo para acá, los comentarios, críticas, espacios públicos y el sistema mismo se han posicionado en contra de la diversidad corporal, desencadenando efectos adversos en una parte de la población –compuesta en su mayoría por jóvenes– que no tiene un cuerpo acorde con los estándares establecidos. Un claro ejemplo de esto es la ausencia de leyes que regulen cualquier práctica que atente contra la integridad o salud de una persona gorda, pues a pesar de los conversatorios y la difusión en torno al tema, la situación en el país es tal que requiere medidas drásticas. 

Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, más de la mitad de la población mayor de 18 años ha sido discriminada por su apariencia, lo que incluye el peso. Asimismo, en  la Ciudad de México, la Encuesta sobre Discriminación (EDIS), del mismo año, refiere que la primera causa de discriminación es el sobrepeso, con un 10.7%. 

Por otra parte, están las consecuencias que afectan a dicho sector debido a una discriminación constante, que van desde los trastornos alimenticios, la ansiedad y depresión, hasta el suicidio que, según un estudio de la Universidad Estatal de Georgia (Atlanta, Estados Unidos) publicado en el Journal of Adolescent Health, incrementa hasta un 45% en aquellos que consideran su peso excesivo. Así, la Secretaría de Salud estima que el 25% de los jóvenes en México padecen un trastorno de conducta alimentaria. 

¿Qué es la gordofobia?

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo de Argentina define  a la gordofobia como un “fenómeno complejo basado en una serie de ideas, valoraciones, prejuicios y estereotipos estigmatizantes que recaen sobre las personas gordas, y se reproducen de forma individual, interpersonal o comunitaria en las distintas instituciones y esferas de la sociedad”. 

La socióloga Liliana Martínez Lomelí explica que el término gordofobia se hizo presente para señalar el estigma social que representaba la obesidad desde los años 60, cuando se realizaron algunos de los primeros movimientos de personas que eran discriminadas por su peso en el espacio público y privado.

Agrega que se trata de una discriminación sistemática, que se refleja en la práctica en el mundo laboral, en el ámbito público, en las relaciones humanas y en la vida afectiva de la persona, y va desde poder tener un buen asiento de avión o encontrar ropa de su agrado hasta ser considerada una persona “exitosa”.

Consecuencias 

Alguien que ha sufrido de burlas por su peso puede llegar a desarrollar problemas que afectan su calidad de vida. Esta opresión que sufren las personas gordas –menciona la periodista especializada en ciencia, bienestar y salud, Sira Robles–, supone graves limitaciones en su desarrollo, pues las responsabiliza por el cuerpo que tienen como si fueran culpables de todo, lo que genera sentimientos de vergüenza que pueden desencadenar en problemas de salud. 

Por su parte, la “Guía básica sobre gordofobia”, elaborada por la activista Magdalena Piñeyro y editada por el Instituto Canario de Igualdad, señala que la discriminación gordófoba, al igual que otras discriminaciones, supone limitaciones a quienes la padecen. “Las personas gordas se encuentran con restricciones y barreras a la hora de encontrar un trabajo, establecer amistades y relaciones sexoafectivas, así como en el acceso a una atención médica de calidad”, expone el documento.

De acuerdo con datos de la COPRED (Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México) y la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, las personas que han sufrido de discriminación por su peso tienden a desarrollar:
  • Una limitación en el acceso a derechos, producto de la discriminación que viven.
  • Un impacto contra su salud mental, pues al no cumplir con el "cuerpo perfecto", marcado por una notoria delgadez, sufren discriminación en todos los espacios que ocupan.
  • Baja autoestima, ocasionada por la repulsión y el rechazo social que se genera contra ellas.
  • Desórdenes alimenticios como la anorexia, la bulimia y el "trastorno por atracón", consecuencias alarmantes de la gordofobia.
  • Asimismo, las instituciones apuntan que de cada 10 casos de personas con anorexia y bulimia, nueve fueron de mujeres, lo que demuestra que los alcances de la gordofobia no son iguales para ambos géneros.
Violencia temprana

Las consecuencias ya mencionadas se presentan en la vida de cuatro universitarios de la UNAM: Fernanda Trinidad, Mariana Cantero, Sofía Moreno y Brian García, quienes sufrieron burlas e insultos desde niños por su peso, ya fuera por parte de su familia o de sus compañeros de escuela. 

Brian García, egresado de la Facultad de Contaduría y Administración, no recuerda un sólo día en el que se haya sentido bien consigo mismo, pues las críticas y comentarios hacia su cuerpo lo han perseguido desde que tenía ocho años, causándole una serie de inseguridades y problemas de salud. 

"Mi mamá me dijo que cuando nací pesé 3.800 kg, mucho más de lo que se esperaría de un recién nacido, pero con el tiempo entendí que la complexión robusta era parte de mi genética, porque sin importar la dieta o el ejercicio mi cuerpo nunca se ajustó a mis ideales o a los de las personas que me criticaban. Incluso, mi nutrióloga actual me regañó la primera vez que fui con ella, porque comía mucho menos de lo que debía y, encima, me mataba haciendo ejercicio".

Brian recuerda que las críticas y los malos comentarios se fueron intensificando con el tiempo, pues al principio tenían un tono pasivo-agresivo, pero después se convirtieron en sugerencias insanas, regaños y comentarios maliciosos. Así, él llegó a pensar que todo sería diferente con el simple hecho de ajustar su cuerpo a los estándares sociales, e incluso se convenció a sí mismo de que la felicidad se encontraba en ese ideal.

"La primera vez que mi mamá me dijo algo sobre mi apariencia fue cuando cumplí ocho años.  Estábamos celebrando en mi casa y de repente ella me dijo: 'Hijo ¿no quieres que te meta a algún deporte?, porque estás muy gordito y eso no me gusta'. Además, mi papá se la pasaba diciendo que 'si seguía subiendo de peso me iban a mandar a correr' y, lo quieran o no, esas palabras son dolorosas y peligrosas en la mente de un niño. Llegué a sentirme prisionero cuando lloraba por las noches después de no haber comido lo suficiente durante el día, cuando hacía ejercicio hasta que el dolor era insoportable, cuando solo pensaba en agradarle al resto y, aun así –suspira–, los veía echarme la culpa de mi complexión e infelicidad".

Por su parte, la primera vez que Mariana Cantero, estudiante de 21 años del sexto semestre de la carrera de Diseño Gráfico, creyó que su peso corporal era un problema fue cuando tenía nueve años, edad en la que comenzó a recibir cuestionamientos sobre su apariencia por parte de su entorno familiar.

Para Sofia Moreno, alumna de 20 años de la Facultad de Psicología, las cosas no fueron tan distintas porque la violencia se manifestó a sus 10 años. “Mi familia comenzó a decirme que tenía que bajar de peso y hacían comentarios sobre cómo comía mucho y, en la escuela, los niños hacían burlas entre ellos diciendo que yo era su novia para molestarse”.

En el caso de Fernanda Trinidad, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, las mofas comenzaron en el ambiente escolar, cuando ella apenas tenía seis años y acababa de ingresar a la primaria. “Mis compañeros de clase se burlaban de mí, hacían chistes sobre mi cuerpo”.

Cultura de las dietas 

La nutrióloga Raquel Lobatón detalla que vivimos en una cultura obsesionada por la delgadez, donde “el deseo de perder peso nos puede llevar a hacer y gastar lo inimaginable con tal de lograrlo”.

Prueba de ello es que, durante el confinamiento a causa de la pandemia por Covid-19, Fernanda Trinidad se dedicó a realizar ejercicio excesivo y comer de forma restrictiva, comportamientos que la llevaron a padecer desnutrición de tercer grado y anorexia nerviosa. El propósito: bajar de peso y alcanzar el “cuerpo ideal”. 

De la misma forma, Mariana Cantero se sometió a su primera dieta a los 12 años. “No fue una experiencia positiva, no podía consumir ningún tipo de grasas o azúcares, incluyendo frutas”, comparte.

La nutricionista Victoria Lozada afirma que estas conductas son consecuencia de creer que la delgadez es un sinónimo de ser saludable. “Pensamos que estar obsesionados con las etiquetas, con lo que hay en nuestro plato, con contar calorías, con adelgazar y con no tomar grasas es salud”.

“Los prejuicios vienen de un sistema económico. Lo que hay detrás de la estigmatización de los cuerpos gordos es un negocio increíble, que es la cultura de la dieta. La cultura de la dieta está sostenida por el índice de masa corporal, que clasifica los cuerpos en infrapeso, normopeso, sobrepeso, etcétera. Y desde ahí se dan pautas de lo que se considera salud que están basadas en el peso. Esto no es válido, porque prejuzgar que un cuerpo solamente por no estar dentro de unos parámetros, no es saludable, la ciencia dice muy claramente que no es correcto”, señala Mireia Hurtado, especialista en la psicología de la alimentación.

A su vez, Lozada refiere que el 95% de las personas que hacen dieta (restrictiva), no la pueden mantener y terminan dejándola. Esto, porque cuando estamos a dieta nuestro cuerpo lo interpreta como una agresión, cree que hay pocos alimentos y entra en modo supervivencia.

Esto hace que perdamos peso al principio, pero después nos hace acumular grasa, disminuye el metabolismo, aumenta el cortisol (hormona del estrés) y otras hormonas que controlan el apetito y la saciedad. “Ahí vienen los problemas, porque no sabemos cuánto ni cuándo queremos comer ni si queremos repetir, e incluso dejamos de disfrutar”.

“Hacer dieta no sirve. Ni para perder peso, ni para tener una relación sana con nuestra alimentación; para absolutamente nada, la verdad. Mi mayor recomendación es trabajar la aceptación, aprender a comer de forma sostenible y saber escuchar lo que nuestro cuerpo nos está pidiendo”, comenta la experta.

No en vano, un dato a tener en cuenta es que el 80% de los casos de Trastornos de la Conducta Alimentaria comienza con una dieta, según informes de la Cruz Roja e INSALUM y especialistas en salud mental.

“La sociedad que vive con una cultura de la dieta no promueve un estilo de vida saludable, sino que promueve la salud como algo reduccionista, inmediato y pasajero”, indica la nutricionista Yamile Zureyma Barrera Carranza.

Efectos que perduran 

Una de las enfermedades que afectó a Brian García fue la anorexia, consecuencia de las críticas constantes y el bullying por parte de uno de "sus amigos" en la primaria. 

"Después de que toda mi familia, incluyendo tíos y primos, empezaran a recalcar que estaba muy subido de peso, comencé a pensar que, quizás sí tenía que bajar de peso y mejorar mi imagen, pero la decisión final la tomé cuando uno de 'mis mejores amigos' empezó a llamarme 'cerdo', y a decir que 'no porque fuera uno tenía que comportarme y lucir como tal', todo mientras se reía de mí. Cuando cumplí 18 dejé de comer y bajé muchísimo de peso, al punto de que todos me felicitaban y me preguntaban cómo le había hecho, pero todo el tiempo tenía frío, sueño, me veía demacrado, me aterraba comer porque sólo pensaba en las calorías y me desmayaba seguido".

En sus palabras, la inminente anemia y mala relación con la comida obligaron a Brian a abandonar el estilo de vida que llevaba y a pedir ayuda para mejorarse; sin embargo, algo se atravesó en su camino, una condición que él no esperaba y hasta el día de hoy lo sigue atormentando: el trastorno por atracón Este padecimiento, se caracteriza por la aparición de episodios de ingesta compulsiva (atracones) que se definen por la ingesta en poco tiempo de una cantidad de comida excesiva y la pérdida de control sobre esa ingesta.

"Sabes que llegaste al límite cuando sólo quieres parar y pedir ayuda pero no sabes cómo, y eso fue lo que me pasó. Mi hermana me ayudó a buscar a una psicóloga y a una nutrióloga para empezar mi recuperación, pero ninguno de nosotros se esperaba que después de tres años malcomiendo mi hambre se desbordara incontrolablemente. Empecé a comer de forma compulsiva todos los días, el único momento en que no comía era mientras dormía y, apenas me levantaba, ya estaba frente al refrigerador buscando algo".

Así, Brian empezó a recuperar el peso que había perdido de forma poco saludable e igual de dañina, pero en esta ocasión no estuvo solo durante el proceso. Esto marcó la diferencia notoriamente aunque sigue batallando con el trastorno por atracón, pues el trabajo en conjunto de dos profesionales de la salud le ha permitido disminuir el periodo en el que se presentan sus deseos desmedidos de comida.

"La última vez que tuve uno de mis episodios sólo duró tres horas, empecé a comer descontroladamente a las seis de la tarde y me detuve a las nueve, y sé que no parece mucho, pero para mí significa eso, porque al menos ya no estoy donde estaba hace tres años debido a la anorexia y, tampoco, donde estaba hace unos meses cuando desarrollé esta otra enfermedad".

Impacto emocional

La psicóloga Laura Ruiz señala que, durante la infancia y la adolescencia, la personalidad se va forjando y es importante que las personas aprendan a saberse valiosos sin importar cuáles sean sus cualidades físicas, lo que resulta complicado al vivir en una sociedad que “nos vende la idea de la delgadez como lo que se espera de todos, llegando incluso a mostrarlo como sinónimo de éxito, belleza y felicidad”, comenta.

De este modo, a estos jóvenes, los comentarios gordofóbicos a lo largo de su vida les han ocasionado baja autoestima y problemas para relacionarse con los demás. Por ejemplo: Mariana Cantero considera que su peso le ha dificultado crear relaciones. “No sé si sea una forma de discriminación, pero sí creo que las personas se animan menos a hablarme por esa razón”. 

Asimismo, Cantero explica que dichas ideas han impactado en su salud mental y en otros aspectos de su vida. “Me han hecho insegura, creyendo que estoy mal por pesar lo que peso sin importar mi situación y mis posibilidades; y mi autoestima se ha visto afectada notablemente para mal. Siento que me ha hecho querer salir menos y vestirme de maneras holgadas”.

Sin embargo, a pesar de las afectaciones mantiene una actitud positiva. “Creo que al final uno debe saber que la estética no nos define. Somos más que eso que critican a primera vista”.

Por su parte, a pesar de no haber recibido atención psicológica, Fernanda Trinidad sigue trabajando en aceptar su cuerpo. "Hay momentos en que me empiezo a criticar, pero soy más consciente de la diversidad de cuerpos y entendí que eso está bien, que realmente yo no tenía nada de malo".

La psicóloga Ana Paula Molina señala que para empezar a erradicar este tipo de discriminación, es vital  no juzgar el cuerpo de otras personas. “No conocemos su historial médico, no conocemos cómo funcione su metabolismo, no deberíamos opinar sobre algo que no conocemos sólo porque no entre en el canon de belleza”.

El papel de los medios de comunicación ante la gordofobia 

Ventaneando ha servido de espacio para constantes burlas hacia personas del mundo del espectáculo. Imagen: El Sol de México

En un artículo publicado por el medio The Conversation, la periodista Idoia Camacho Markina describe que los medios de comunicación ocupan una posición privilegiada para acceder a la mayoría de la población, teniendo la capacidad de influir y condicionar la percepción que tiene el público sobre la gravedad de las enfermedades. De esta manera, considera necesario que estos tengan un compromiso para ofrecer una imagen justa, precisa y no estigmatizante de las personas con cuerpos no hegemónicos. 

“Se ha demostrado que informar de manera más objetiva, respetuosa y pedagógica sobre las dolencias, contribuye a que se comprenda mejor cómo tratarlas. Por el contrario, si la información proporcionada es deficiente, puede confundir, inquietar y propiciar que la población tome decisiones equivocadas. La forma en que los medios representan la obesidad es sustancial para aumentar o reducir el estigma hacia las personas con sobrepeso”, expone. 

Por esa razón, la especialista considera importante pensar en la imagen que ofrecen los medios de comunicación de la obesidad, en la que comúnmente se transmiten prejuicios que perpetúan el estigma. “La mayoría de las representaciones son de personas que suelen ser divertidas y hacen bromas sobre comer mucho”, comenta Sofía Moreno. 

No obstante, Idoia Camacho explica que esta situación no sólo ocurre en los medios de comunicación, sino que se replica en campañas de salud pública, en el discurso político, e incluso en la literatura científica. “Lo hacen a través del uso de encuadres, imágenes y lenguaje que tratan el sobrepeso como un problema de responsabilidad personal más que como un problema multifactorial”.

Debido a lo anterior, la periodista puntualiza que es necesario un esfuerzo colaborativo de todas las partes interesadas, incluidos profesionales sanitarios, investigadores, responsables políticos, pacientes y medios de comunicación, para así establecer una nueva narrativa que elimine el estigma y la discriminación por el peso. 

De esta manera, un tratamiento correcto de la información a través de los medios de comunicación puede contribuir a la eliminación de la gordofobia. Para ello, son útiles las guías que han elaborado diversas organizaciones y colectivos. Entre las recomendaciones recogidas en esas guías, Camacho destaca la de no reproducir estereotipos que asocian la gordura con la falta de ejercicio, malnutrición y ausencia de voluntad, ni los que asocian la gordura con la enfermedad o la delgadez con la buena salud.

Asimismo, piensa que es necesario evitar toda ridiculización de las personas a causa de sus características físicas y evitar describir el peso corporal con términos y lenguaje que puedan resultar ofensivos, porque en sí, la apariencia física no debería de ser tema de conversación. "Se trata de situar a las personas antes que a la enfermedad y no etiquetarlas".

Del mismo modo, las activistas Laura Contrera y María Luz Moreno, explican que la gordofobia es un fenómeno no transversal porque se da en todas las clases sociales, sobre todo, por los estereotipos de belleza hegemónica (flaca/o, alta/o, blanca/o, rica/o, occidental, heterosexual, no transgénero, joven) que circulan culturalmente y que son reforzados por todos los medios de comunicación.

“Por eso, necesitamos repertorios culturales que muestren la diversidad corporal. Tanto la televisión como las redes sociales deberían mostrar productos culturales donde las personas gordas sean tratadas de forma positiva, ya que este cambio cultural impactaría positivamente en el reconocimiento de la diferencia”, comentan. 

Por su parte, Fernanda Trinidad cree que la adecuada difusión del tema podría ayudar a implementar la inclusión corporal a nivel social, pues actualmente ha visto mayor cantidad de contenidos que buscan visibilizar la diversidad de cuerpos. "Esto ha generado que la población hable al respecto, y considero que despertar la opinión pública ya es un avance". 

Uno de los casos de gordofobia más famosos en los últimos años a través de los medios de comunicación, fue el ataque que recibió la cantante mexicana Yuridia por parte de Paty Chapoy, conductora del programa de espectáculos ‘Ventaneando’. Ataque que no era reciente, ya que Yuridia fue víctima de comentarios ofensivos desde que saltó a la fama en 2005, como participante de la cuarta generación del reality show mexicano 'La Academia'. 

Sin embargo, estos comentarios fueron retomados a principios del 2023 después de que Paty Chapoy se presentara con el comunicador Alex Montiel, en donde la conductora comentó: "no somos amigas, pero yo la admiro mucho, el asunto es que cuando salió en ‘La Academia’ estaba muy pasada de peso y entonces siempre comentamos en el programa que era una tremenda cantante, que nadie como ella, pero que estaba gorda". La confesión de la conductora hizo tanto eco que incluso la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) condenó las declaraciones.

La lucha desde el arte

Erika Bülle es considerada una de las pioneras en el activismo gordo.  Fuente: Agendamx.

Como respuesta a esta problemática nació el activismo gordo, que se encarga de describir, visibilizar y denunciar el sistema gordofóbico. A pesar de que en el entorno hispanohablante todavía no hay muchos estudios sobre las diferentes violencias que recibe este sector de la población, este tipo de activismo comienza a tomar fuerza de la mano de personas que luchan por la divulgación en contra de la discriminación y por la visibilidad de los cuerpos gordos. 

Un ejemplo del avance de esta lucha es que el 04 de marzo, designado como el Día Mundial contra la Obesidad, de 2022 fue resignificado por activistas y colectivos como como el Día Mundial contra la Gordofobia, fecha en la que buscan promover la diversidad de cuerpos y reivindicar los derechos de las personas con cuerpos no hegemónicos. 

Alguien que ha trabajado contra la discriminación y en favor de los cuerpos gordos es Erika Bülle Hernández, doctora en Artes y Diseño por la UNAM, quien por sus performances y docencia se ha convertido en una representante de México y Latinoamérica en la escena Queer y el activismo gordo.

“Yo considero que más que activista soy una artivista (…). Estoy con certeza que soy la más grande, en edad, de estos activismos gordos en México. Eso, a su vez, hace que me tenga que manifestar de otra forma y entonces, el lenguaje para mí, el lenguaje que yo conozco en esta vida pues es las artes y es la performance”.

No obstante, este movimiento también ha tenido presencia en las redes digitales de la mano de personajes como Alexandra Verdugo; una diseñadora gráfica que en el 2020 comenzó a compartir ilustraciones activistas en su cuenta de Instagram, debido a que se percató de que casi no existían referencias de bocetos de cuerpos gordos.

“Siento que muchas veces, en el arte y la ilustración, caemos en lo mismo de querer dibujar algo estético, y creemos que lo estético es sinónimo de delgado. Yo fui una de esas personas, pero cuando descubrí lo que era la gordofobia me dije: ‘No, tengo que empezar a cambiar esto, y tengo que empezar a dibujar cuerpos gordos, porque si no se muestra, no existe’”.

A través de sus dibujos comparte poemas, sus consignas y su experiencia personal como mujer gorda; historias con las que sus más de 35 mil seguidores se sienten identificados. 

“Una vez me llegó un mensaje que decía que gracias a mis posts esa persona había podido volver a verse en el espejo. Y siento muy bonito que mi trabajo sea parte de un cambio, a lo mejor no radical pero sí una chispita que haga decirle a algunos: ‘No estás mal’. Se siente muy bien”. 

El poder del activismo

Mariana Cantero ha descubierto el activismo gordo a través de cuentas de Instagram, canales en YouTube e incluso podcasts. “Me encanta que surjan diferentes opiniones desde otras perspectivas más empáticas y no solo científicas”, opina. Para ella, ha sido algo positivo descubrir a personalidades que hablan sobre estos temas como la nutrióloga antidieta Raquel Lobatón o la actriz Esmeralda Soto. “Me han ayudado bastante a mejorar la visión que tengo de mí misma y entenderme un poco más para mejorar mi salud física y mental”.

A su vez, a Brian García le parece muy valiente que las personas empiecen a alzar la voz y a tratar la discriminacion hacia las personas gordas como lo que es, una injusticia. Incluso, confiesa que esto le ha ayudado a sentirse menos solo en su lucha y, en cierta forma, le da la esperanza de que nadie vuelva a pasar por lo mismo que él.

“Por suerte, ahora se habla de ello, los padres empiezan a recibir alertas e instrucciones para reaccionar a tiempo y evitar tragedias, y las nuevas generaciones tienen a otra que las respalda en ese sentido. Los niños que hoy sufren bullying por su peso ahora tienen a alguien que luche por ellos a diferencia de mí, y es ahí donde se ve el cambio, lo que hará la diferencia en el futuro", concluye.

Antes de empezar a ilustrar cuerpos gordos, Alexandra tomó fotos de sí misma, de todos ángulos posibles, para saber cómo representar estos cuerpos. Fuente: @alexaandrave





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17 de octubre de 2023

Las drogas en la CTM X

Por Carlos Isaac Canto Guerrero, Yael González García y Ximena Miranda Herrera 
CDMX. Era 2019, un hombre de aproximadamente 1.80 de altura, delgado, de cabello lacio y negro, vestido con un pantalón de mezclilla desgastado y playera verde oscuro deslavada sale de uno de los estacionamientos de la sección X (diez) de la CTM Culhuacán. Consigo lleva una cubeta de agua y la lleva a una vulcanizadora que está cruzando la calle de su unidad. Así pasa aproximadamente cinco veces: cinco cubetas de agua al día llegan a la vulcanizadora. 

Dentro del establecimiento con fachada comercial aproximadamente cinco hombres de apariencia común, señores de entre 45 y 55 años, con ropa gastada ajada, se dedican a cocinar crack. Como recompensa del esfuerzo de llevar las cubetas con agua, ingrediente esencial de la droga, el hombre recibe algunas piedras, como se le conoce en el barrio, para su consumo personal. 

Pasadas las horas, en la noche oscura y poca iluminación del alumbrado público, recargado en un muro blanco, el hombre, con un gotero en mano voltea a todos lados buscando evitar alguna mirada testigo de sus acciones, efecto de la sensación de persecución causada por la piedra. Después de algunos jalones, se le observa paralizado, con el cuerpo tenso, por la sensación energética y placentera, pero rápidamente paranoica del crack. 

Un par de días después, la gente de la unidad comienza a viborear la noticia: las autoridades dieron con el negocio ilícito dentro de la vulcanizadora, el vecino que llevaba las cubetas de agua no sufrió ningún daño, más que perder uno de los puntos donde se surtía.


Esta y algunas historias más alberga la sección X de la CTM Culhuacán 

Los nombres de las personas entrevistadas que brindaron información han sido cambiados de forma aleatoria, para proteger sus identidades y salvaguardar su integridad. 

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas en 1936 entre los múltiples Sindicatos y Organizaciones que fueron creadas por la población para exigir jornadas laborales de 8 horas, el acceso a contratos colectivos, servicios de salud y vivienda, surgió la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la cual, tenía como objetivo - entre otros - que los trabajadores pudieran gozar de una vivienda digna que su salario alcanzara a pagar. Fue hasta 1970 con el presidente en turno, Luis Echeverría Álvarez, que la CTM consiguió que se aprobara el proyecto inmobiliario para la construcción de la primera sección de lo que hoy se conoce como “CTM Culhuacán”.  

Para 1982 a través del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INVI) se terminó con la construcción y entrega de departamentos de la décima y última sección, ubicada en las calles aledañas por las que hoy pasa la línea 5 del metrobús y el eje 3 a altura de Cafetales, en la alcaldía de Coyoacán.

Josefa de 64 años, quien lleva viviendo desde 1982 en este colonia de Culhuacán, con gran disposición y conocimiento se adentra a comentar su experiencia como habitante de esta zona de la ciudad:

“Yo llegué aquí desde que empezaron a entregar los primeros departamentos. Soy de las primeras habitantes de la X. Todo ha cambiado, pero en esencia se mantiene siempre como un barrio, a lo largo de los años ha habido cierta delincuencia, pero realmente la X es un barrio seguro, nada que ver con las otras secciones”. 

La estación Vista Hermosa se encuentra después de la Calzada del Hueso y antes que Las Bombas. Ahí empieza y termina el recorrido de cientos de personas de las 5,790, con datos de MarketData México, basados en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que viven en los edificios recientemente pintados de azul y blanco de la CTM X, al puro mero estilo del color panista que desde hace años gobierna en la alcaldía. Al bajar del metrobús, no importa si se cruza la calle a la izquierda o a la derecha, ambos lados de las aceras son parte de la CTM X; que abarca desde Vista Hermosa hasta Villa Quietud.

Desde la esquina de la Av. Hacienda Vista Hermosa hasta la Calzada de las Bombas, el entorno lo pintan las fachadas de locales de tacos, vulcanizadoras, estéticas, tiendas, panaderías, farmacias y papelerías que cubren el complejo de edificios que hay detrás.

Después de una farmacia y una barbería se encuentra la primera entrada de rejas blancas que dirige a las Unidades Habitacionales que conforman la CTM X. Así, cada dos o tres locales hay una nueva entrada, todas parecidas entre sí, las calles son cerradas y al interior cuentan con un gran estacionamiento. Las personas que ahí viven tienen un sentir similar respecto a lo que significa vivir ahí.

Josefa: “Te digo que yo he vivido aquí siempre, y la verdad es que siempre me ha parecido un barrio seguro, pero si lo quieres ver de una forma, puedes ver a la X dividida en dos: primero de este lado (paralelo a Miramontes), que es de donde yo vivo, y está del otro lado, que es cruzando la calle, del lado donde está la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco) para que te ubiques. Ese lado, es el que en sí es más peligroso. Cuando llegué a vivir, yo quería vivir de ese lado, y ahora agradezco a Dios que no me haya tocado así. En ese lado se sabe que hay más delincuencia, banda callejera, y también ventas de drogas y demás”. 


A dos semáforos en la siguiente estación del metrobús con dirección a Río de los Remedios, Tepetlapa, se ubica la colonia Zapata de la sección VIII de la CTM. Ahí, entre mercados, escuelas, iglesias y parques, la gente sabe que el negocio de las drogas y la delincuencia se presenta en mayor medida. 

“Si hablamos de precio, del lado de la Zapata tiende a ser más barato todo, principalmente los alimentos. Esto quizá se deba al alto precio de delincuencia que de ese lado se paga, pues bajan los precios en cierta medida por el barrio que es, está ubicada más como una zona de riesgo, y sí, esa parte ya no pertenece a la sección X”, dice la señora Josefa. 

Desde hace años la CTM ha ganado fama de que en sus distintas secciones a lo largo del oriente de la Ciudad, la delincuencia, escasez económica, la falta de agua y otros problemas se presentan para la población que ahí habita provocando una descomposición social. La sección X no se escapa de esas situaciones que los vecinos reportan a través de grupos de redes sociales como Facebook, Twitter o WhatsApp. Sin embargo, de acuerdo con la comunidad de las distintas secciones, la principal situación que se presenta es el consumo de diversas drogas que van desde alcohol hasta sustancias psicodélicas. 

Daniel, de 22 años quien ha vivido toda su vida en dicha sección, habla de cómo se vive la situación en la colonia: “Al chile, pues es un barrio como en todos lados, nada más que aquí sí está más tranquilo que en todos los alrededores, allá sí se arman desmadres, pero de los malos”.

-¿Crees que haya una situación de crisis por consumo de drogas en la X?, se le pregunta.
-Pues la verdad, aquí está relax ‘mijo. Te digo, crúzate de ese lado o vete a la Carmen o a la Zapa (colonias aledañas) y ahí verás como sí la pesan. Allá sí ves así de que banda moneando y durmiendo en las calles, pedos más grandes que hasta hacen redadas la trulla para torcer a banda de los puntos o así. Aquí hay un consumo de drogas, y también hay unos puntos chidos en donde puedes conectar, pero la mamá de todos esos está en la Zapata. 
-¿El punto principal de venta de drogas está en la Zapata entonces? 
-Si hermano, ahí mero. Te digo, acá tú llegas a la calle de Zapata en la Zapata, y ahí luego luego frente al parque conectas lo relax, que es la mota. Ya si te quieres armar algo más pesado pues te vas para la Santa Muerte ahí en la Zapa y ahí sí, ya cuantos chochos, rockys, polvos lo que quieras ahí lo armas. Ese barrio está más canijo, por eso te digo, aquí estamos bien hasta eso. 
-¿Y aquí cómo se percibe la situación? 
- Pues no te voy a decir que acá no puedes conectar. Tienes el punto de un carnal que “topo” que se pone todas las noches a vender “dulces y cigarros”, pero pues ahí mueven sin broncas la piedra. Por el otro lado, sobre la calle de Santo Tomás, está la iglesia de la Candelaria, también puedes armar en el parque de ahí, mota y perico, principalmente.  
Había otro punto que yo conocía, justo frente a la estación Vista Hermosa, pero pues mataron a uno de los hijos de ese carnal, que de hecho era mi compa, y pues estuvo recia la situación, pero ya ves, eso pasó por ir a mover material a otro barrio que no es el suyo. Por eso si no le conoces al barrio no le juegues, porque andas de suerte si sólo sales encuerado, a otros los matan. 

De igual manera, parte de la percepción que se tiene en la colonia del mismo consumo de drogas es principalmente por las compras en las tiendas. El señor Miguel, dueño de una de las tantas tiendas de las unidades, dice que tanto el negocio de las bebidas alcohólicas como el de las drogas es muy popular dentro de la colonia, pero en general todos los barrios son “bien pedotes”, aún cuando la X se ganó más esta fama. 

Recalca que, aunque hay todo tipo de consumidores, asisten compradores de una sola vez y quienes se han vuelto clientes frecuentes, aquellos que no sólo se limitan a comprar un six de cervezas y deciden consumir, además, crack. Droga que consiguen en los alrededores de la localidad. “El alcohol se vende muy cañón aquí”, dice, “es un negocio muy chido en esta parte, muchos de los que vienen a comprar seguido son los mismos que consiguen piedra en el barrio. 

- Ahora si que ya tengo mi clientela, pero la diferencia con las tiendas de alrededor  es que yo le meto alcohol de todo. Los demás se surten más de “chela” y unas bebidas mezcladas como Skyy, New Mix, de esas. Yo sí vendo de todo: pomos, chelas, cañas, lo que quieras, y pues yo aquí veo de todo, aquí vienen de todo tipo de personas, y pues sí, ubico a la banda que más pistea, la que se mete de todo. Aquí me toca experimentar con todo tipo de clientes. 


“El pelos”, entrevistado en uno de los estacionamientos de la X, asegura que, de acuerdo con su experiencia, hay vecinos que consumen seguido en el lugar (estacionamientos) que van desde jóvenes de 17 a 30 años, hasta señores de más de 40, aunque estos últimos son menos notorios. Revela que a la X se le identifica como un “barrio bebedor” pues, a pesar de que algunos consumen piedra y una mayor cantidad se “mete” mota, prácticamente todos los que se juntan en esos espacios beben. 

- Yo no tengo pedos con que la banda se ponga a pistear, siempre y cuando no hagan desmadre o quieran hacer pendejadas en la unidad, dice. - Eso sí, cada que hay algo importante no dudan en armar la fiesta y festejar. A veces se animan a poner el sonido y se pone chido, como cuando celebran el cumpleaños de la virgencita, cada 12 de diciembre.
- ¿Asaltan mucho por aquí o le ha tocado ver un intento de robo?, se le cuestiona.
- La verdad es que en este lado está medio tranquilo, la última vez se quisieron meter a robar a uno de los departamentos de la unidad y por esa razón se le empezó a meter vigilancia. No es que estas cosas pasen con frecuencia, más bien quisieron evitar que esto se volviera constante. 

Paseando por las calles sobre el lado con dirección a Río de los Remedios, se encuentra una primaria llamada “Carlos Pellicer”, pintada de azul al unísono con el color de los edificios que le rodean. Es en esta primaria donde, junto con una tienda del otro lado, hacen la entrada principal de lo que es la calle de Hacienda de Santo Tomás que atraviesa buena parte de la X. Ahí, se puede ver la zona habitacional de explanadas que alguna vez fueron sembradíos de cafetales.

En Hacienda Santo Tomás, justo a la mitad de la calle del lado derecho de la acera, se encuentra el ya mencionado parque del “punto” frente a la iglesia. Espacio donde muchos van y consiguen las sustancias, que, por otro medio legal, serían imposibles de conseguir. Resbaladillas, estructuras y columpios adornan el centro del parque, de día los niños juegan y se divierten, muestran la imagen de un parque común y corriente, colorido por los juegos, un pasto verde cuidado y podado, rodeado de los edificios azules que ahora caracterizan a estas secciones.

La iglesia, una construcción sencilla con un aforo como para 100 personas, ofrece misas todos los días, hace ver al barrio como un lugar tranquilo porque al final de todo, ahí se escriben las historias de cientos de familias que día con día cohabitan el mismo barrio, y por lo mismo, una buena convivencia es importante, o al menos, una que permita avanzar mutuamente en la vida. 

Cada una de estas familias, aunque detrás de cada puerta y muros se escriben historias diferentes, están atados de una u otra forma, al mismo espacio, a la misma suerte, condiciones similares, aún cuando las situaciones económicas varíen mucho en cada departamento, cada quien tiene una historia distinta que contar, y al final, las y los vecinos procuran su espacio y buscan siempre su bienestar en tanto se pueda. 

Cuando ya es noche, en este mismo parque, en una camioneta se ponen los “conectes” a suministrar las sustancias que ya con rutina, muchos acuden a adquirir. Algunos inhalando el thinner a sus alrededores, no se meten con nadie. Sólo están ahí, observando e inhalando, según “Marcelino” de 20 años, un habitante de esta zona, expresa: “En todos lados hay adictos y siempre vas a ver banda consumiendo algo. Pero aquí en la X no hay una crisis de adicción como si lo hay en las otras secciones, en donde sí ves a gente durmiendo en la calle, “moneando”, posiblemente con piedra por ahí, aunque es más cara esa (la sección X) y por eso hay de todo tipo de clientes y de adictos, con varo y sin él.”

- ¿Conoces cómo funciona el negocio aquí?
- Pues es que aquí anda siempre la banda, no diario, pero en su mayoría ahí se ponen a vender en su camioneta. Aquí llega la banda y les surte sus grapas o sus piedras, a veces también mota, pero pues esa es como los dulces: de cualquier punto, aunque si venden chido, pero es más la Zapa para eso. Yo igual antes vendía pero no con ellos, me movía por mi lado con otros carnales, pero sí topo aquí a la banda que vende y todo.
- ¿Cuál es el precio en el que venden todo?
- La mota pues ya sabes que anda de a tosti (de 3-5 gramos por 50 pesos), pero por todos lados, es como la regular, el precio normal de la mota. Ya las rockys y las grapas andan entre 150 y 200. Ya dependiendo de quien la compra es como paga. A veces la banda si trae cadenitas de oro y así, pues ya sabes, hay quien malbarata sus cosas por unas piedras, pero pues así es esto, ‘ñero. Sólo que también bajó el precio por pandemia, en prácticamente todos los puntos le bajaron el precio a las rockys, le bajaron un tostón (50 pesos) a todo, menos la mota, esa siempre está igual, sólo que siento que antes surtían más chido de esa, ahora le echan unas galletas (gramos) menos a la bolsa de 50. 

Muchos de los consumidores de los alrededores, como si siempre estuvieran alerta de todo (un efecto de la piedra), consumen la cantidad que les alcanza, deseos de más. Ojos exaltados, músculos ansiosos, un “bajón” (disminución del efecto) que les mantiene con fuertes ansiedades y en busca de más piedra. 

“A veces les pasa que aplican la del “pollito”, que es básicamente andar con la cabeza abajo tanteando el suelo para ver si no se les cayó un cacho de piedra. A veces literal recogen piedras y las meten en su gotero o su lata (que es la forma en como se suele fumar la piedra), pensando que es piedra, de la ansiedad que les da, acaban quemando basura, por eso a esa madre no le hago, pura motita chida, carnal”. 


A la fecha, no se cuenta con un registro relevante por parte de los medios tradicionales de noticias que sugieran violencia en las calles o conflictos derivados de la venta-consumo de drogas en la sección X. Aunque las y los mismos vecinos entrevistados reconocen que hay gente que delinque y roba, pero que eso es parte de todo barrio, no se puede decir que está todo limpio, pero tampoco que está contaminado en la sección X de Culhuacán. 

Fuego, calambres, humos, ansias, volver a buscar “material”, y así sucesivamente sin cesar para algunos es la vida en cualquier parte de Culhuacán. Pero los más jóvenes no parecen tener mucho interés por estas sensaciones. En lugar de eso, su consumo se fundamenta en el cannabis que día con día esperan emocionados por quemar. Sólo algunos, después de 8 o 10 años sin parar han decidido darle un relax a su consumo; eso es lo que comentan algunos de esos jóvenes que en uno de los ranchos de la 10, recargados sobre un vocho pintado de taxi, desvalijado, desde hace ya varios años que, se reúnen casi diario a fumar marihuana y cotorrear entre ellos. 

Sin más ni más. En la noche principalmente, cuando ya han terminado sus actividades. Todos trabajan. Ninguno se dedica a delinquir, sin embargo, no podemos decir lo mismo de todas y todos los habitantes de la colonia que en su vida se ha reflejado muchas veces el martirio de las drogas y conjugado con las malas decisiones, se conoce de la fama de unos cuantos que sí han estado en cana (la cárcel) precisamente por robo, pero que los casos son realmente pocos y aún con eso, las y los vecinos concuerdan en que “la 10 es un barrio seguro, a comparación de sus alrededores”.

Así, la 10 demuestra ser un barrio que también mantiene su tensión en constancia. “No está del todo bien, pero tampoco está mal”, comentan algunos más. La interesante y cruda realidad de la sociedad mexicana, que no se exenta ni está ausente en ninguna de las vidas de la ciudad de México, y, esta parte de la ciudad es un reflejo constante de una verdad de la vida que como pasa en la 10, pasa en el centro, y en las Lomas, y en Polanco también hay drogas, sólo hay que saber en dónde buscar y a quién preguntar para acceder a este mundo que, bien o mal, es el día a día de muchas de las almas citadinas. 




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