La princesa que decidió ser periodista: 90 años de Elena Poniatowska


Por: Adrian Maya y Ulises Soriano
México. Elena Paula Dolores Poniatowska Amor, “indudablemente, es la escritora más famosa y querida de México; pero lo que la convierte en una figura entrañable es que se ha desembarazado de la altivez que la distinción de clase impone para acercarse desbordante de afecto y respeto a todas las personas sin distinciones de ningún tipo”, afirmó la antropóloga Marta Lamas en su participación durante el homenaje a Elena Poniatowska por sus 90 años de vida, en el Palacio de Bellas Artes.

El evento organizado por la Secretaría de Cultura y el Gobierno de la Ciudad de México (CDMX) abrió la oportunidad para que políticos, diplomáticos, escritores y lectores, además de admiradores de Poniatowska se dieran cita para celebrar en vida a la autora de La noche de Tlatelolco, quien lució contenta y arropada por los cientos de asistentes que al unísono coreaban “¡Viva Elena!”.

Sería impensable olvidar a Elena Poniatowska, pues se convirtió, desde muy joven, en una referente de la literatura y el periodismo mexicano, al utilizar la palabra como una extensión de la memoria, dando voz a las causas más nobles, como la historia de Rosario Ibarra de Piedra, las costureras afectadas por la negligencia patronal en el sismo de 1985 y a los movimientos estudiantiles como el de 1968.

Alejandra Frausto, secretaria de Cultura del Gobierno de México, abrió el homenaje y destacó la capacidad de la escritora para hacer preguntas como niña a pesar de su edad, al dejar de lado los filtros, las dobles agendas y sobre todo, manteniendo su aguda sabiduría. “Gracias, Elena querida, princesa que decidió caminar la tierra y ser periodista”, concluyó su participación, no sin antes destacar los luminosos trazos y letras de Poniatowska que han retratado a todo México.

La orquesta Carlos Chávez amenizó el acto al hacer vibrar las cuerdas mientras que los vientos resonaron en los corazones como un grito de alegría para los presentes. Así mismo, el senador Héctor Vasconcelos, desde la distancia, se incorporó a la celebración de las “90 juventudes” de la homenajeada con una interpretación del Impromptu número 2 de Schubert.

Posteriormente, el vals compuesto por Francis Poulenc y dedicado a la niña Elenita, revivió en manos del joven pianista Ángel Gabriel López López, quien reveló a través de las delicadas notas, la inocencia que caracteriza a la escritora que optó por el periodismo sobre su estirpe proveniente de la realeza polaca. 

La música iba y venía de un lado para otro, así como los aplausos de la audiencia; mientras tanto, Elena atendía con una sonrisa cada una de las actuaciones, felicitaba  a los intérpretes cada vez que podía voltear a verlos y sonreía con, como la llaman sus conocidos, “sus dientitos de conejo”. 

La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, destacó que la escritora de más de 50 libros ha traspasado lo políticamente correcto y se ha preocupado, por medio de sus crónicas y su lucha permanente, por darle a la mujer el lugar que le corresponde en la sociedad mexicana. De la misma manera, reconoció que la escritora de Hasta no verte Jesús mío es y seguirá siendo una de las personas más entrañables que han habitado la CDMX.

La maestra Poniatowska, en su libro Fuerte es el silencio, se encargó de apoyar y reproducir las voces que muchas veces no logran salir de su círculo por sus propios medios, por ejemplo, la historia de Rosario Ibarra de Piedra. 

Para representar estas narraciones, a través del drama, dos actrices se incorporaron al homenaje. Una de ellas encarnó la voz y gestos de Rosario Ibarra, una madre que busca desesperadamente a su hijo por todo el país. La segunda actriz encarnó a la joven Poniatowska,  sus emociones y su inicio en el periodismo. La representación terminó con el grito colectivo de “¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

Durante su intervención, la festejada agradeció profundamente a todos y cada uno de los asistentes. Con una sonrisa infinita y sus ojos como el mar, recordó a sus amigos presentes con quienes, a lo largo de su vida, ha entablado una relación profunda e intelectual, además rememoró a sus amorosos difuntos, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, de quienes dijo “yo soy mayor que ellos, ellos debieron irse después”.  Conmovida, remató con la mano en el corazón y un gesto sencillo “estoy muy emocionada. Gracias. ‘Gracias’ es una palabra muy bella y se las digo desde el fondo de mi corazón”.

Las mañanitas fueron entonadas entre porras y una ovación de pie de los asistentes y la orquesta Carlos Chávez. Elena Poniatowska, haciendo gestos con las manos para taparse el rostro, dejó ver una sutil e inocente vergüenza y demostró la fortaleza de sus 90 años al bailar al ritmo de la melodía, además de dirigir a la orquesta por unos instantes. También, cortó el tradicional pastel que ostentaba el número de primaveras que ha vivido.

Al finalizar el acto conmemorativo, el secretario de gobernación, Adán Augusto López, en entrevista exclusiva con Aunam, afirmó con gesto adusto que Elena Poniatowska, más que una escritora, “es todo, es la vida del país. Su obra y sus palabras condensan el sentir de toda una nación en la que había marginación e injusticias”. 


En este mismo tenor, la secretaria del Trabajo y Previsión Social, María Luisa Alcalde, dijo que Poniatowska ha sido un faro para develar las problemáticas del país y “por eso estamos felices de acompañarla y, hablando desde el terreno de lo laboral, Elena se ha enfocado a darle voz a la lucha de las trabajadoras y trabajadores de diferentes campos; sobre todo, reconocer que ha sido partícipe de toda esa defensa de derechos laborales”.


El periodista Jenaro Villamil dijo que el aporte de la homenajeada al periodismo mexicano es “su capacidad de escuchar y en cuestiones técnicas, perfeccionar la realización de crónicas polifónicas lo cual la ha llevado a una maestría sin igual. Lo hace parecer sencillo, sin embargo, no lo es”. 

La seguridad del recinto cerró las puertas que daban hacia el auditorio principal después de casi una hora y media de homenaje. La indicación fue que la maestra Elenita estaría en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes a la espera de los apapachos de los asistentes, firmar libros y conversar un poco con ellos, además de tomarse algunas fotos. La fiesta finalizó con la maestra Poniatowska retirándose entre las puertas del costado del vestíbulo.





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