Agenda ambiental, clave para viabilidad del planeta a largo plazo: JC Fernández


  • El ambientalismo necesita multidisciplinriedad
Por Elisa Domínguez Álvarez Icaza y María Isabel García Vázquez
CDMX. José Carlos Fernández es un economista que se escapa de los bancos, las bolsas de valores y las empresas privadas. Originalmente quería estudiar física; desde pequeño estuvo en contacto directo con la naturaleza, su abuelo era campesino en Guanajuato y lo visitaba seguido. Actualmente, trabaja en favor de la conservación medioambiental, labor sobre la cual es entrevistado. 

Durante la conversación, se muestra abierto a responder preguntas sobre su experiencia tanto profesional como personal. Es un personaje ameno y con sentido del humor que, a través de una videoconferencia, comparte un poco de lo que ha vivido en su viaje a través del ambientalismo. 

Desde que empezó su carrera, el interés por defender los recursos naturales fue palpable, según comenta. Ha desempeñado cargos en instituciones como la Secretaría de Bienestar (Sedesol) y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR); en centros de investigación como el Colegio de la Frontera Sur; y en organizaciones no gubernamentales como Pronatura. Hoy en día, es asesor en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El frente institucional

En la FAO, Fernández se encarga de brindar acompañamiento en el diseño y aplicación de políticas relacionadas con la conservación de bosques en la esfera internacional. Principalmente, son las iniciativas llamadas ONU-REDD (Programa Colaborativo de las Naciones Unidas para la Reducción de Emisiones de la Deforestación y Degradación de Bosques en Países en desarrollo). “Es un mecanismo mediante el cual los países que demuestren de manera creíble que toman medidas para conservar sus bosques, van a recibir apoyo financiero”. Su labor como asesor técnico se sustenta en experiencia. Él explica que no se puede nada más ver la meta ambiental sin entender que de manera simultánea otras problemáticas, como la pobreza. 

En ese sentido, el diseño de políticas ambientales se complica: “Trabajar en temas ambientales para mí es asegurar que el planeta siga siendo viable en el largo plazo”. Sin embargo, el presente trae consigo sus propias urgencias. “En países como México con comunidades con muchas carencias y condiciones de pobreza, pensar en el futuro es muy difícil. Se ve como una apuesta caprichosa, como un deseo que viene desde la arrogancia de quienes sí tienen recursos”. La intervención institucional se ve como algo externo muy difícil de posicionar.

Pero ahora, la problemática ambiental ha cobrado la misma gravedad que otras condiciones sociales. Por un lado, hay gente que muere estadísticamente en México por contaminación; gente que sufre enfermedades, que muere más tempranamente por todo tipo de afectaciones originadas en la degradación al medio ambiente, explica Fernández. Por otra parte, hay un desequilibrio que se manifiesta en la economía. “los recursos naturales no están adecuadamente valorados ni en términos de la valorización individual ni en términos de los precios en los mercados”. 

Acomoda sus lentes y a través de la computadora, explica por qué hay tantos caminos a seguir, a través de un ejemplo: “si quieres conservar bosques lo puedes hacer de dos maneras básicas: crear áreas naturales protegidas, sacando a la gente y dejando propiedades que sean para la naturaleza; o empoderando a la gente organizada, siendo ellos los administradores directos de sus recursos naturales”. El asesor señala que hay evidencia de que ambos modelos funcionan. Hay comunidades locales organizadas que manejan sus bosques y otros recursos de tal manera que reducen la deforestación a nivel global y son tan efectivas como los parques nacionales.

No obstante, en muchos países eso se ha convertido en una agenda difícil de aceptar porque se traduce en dar derechos. “Estás finalmente peleando derechos de acceso al agua, derechos de acceso a los bosques, derecho a decidir sobre patrones de desarrollo, autonomía económica, autonomía política”, menciona con ímpetu.

Por ello, considera que el trabajo colaborativo es inherente al abordaje de este tipo de problemáticas. Durante su trayectoria ha aprendido que el ambientalismo necesita multidisciplinariedad. “Siempre trabajo en equipo, siempre hay alguien que sepa de temas legales; un especialista forestal; un ingeniero en geomática; a menudo un especialista social; especialistas en género, tema importante en la agenda actual”. Asimismo, sus contrapartes también forman parte de la planeación, quienes son fundamentalmente gobiernos, académicos, especialistas en diferentes países y comunidades.

Resistencias actuales

Décadas de experiencia le permiten valorar el ambientalismo hoy en día: “no es un dominio exclusivo ni de derecha ni de izquierda”, menciona con soltura.  El movimiento, en sus palabras, tiene adeptos en diferentes organizaciones, todos ellos tienen su propia visión que traza por lo personal. No toman su trabajo como algo más, sino como su misión de vida. 

En un contexto cotidiano de violencia contra los ambientalistas, como el que vivimos en México, se le preguntó si alguna vez se había sentido en riesgo por su labor. Se toma unos instantes para pensar y responde con seriedad: “Yo trato de incidir en el cambio, pero desde un punto de vista más institucional. Soy un consultor que asesora técnicamente, que ayuda al diseño de políticas, que trae conocimiento científico a la mesa para las discusiones”. El economista reconoce que hay otros actores que van a contracorriente con otros intereses económicos públicos o privados; actores de cambio que están en el día a día, enfrentan la lucha por tener el control de sus recursos, quienes son los que están más vulnerables.

Eso no significa que no haya cierto desdeño por su trabajo. “Yo creo que, en la administración actual, se creó un desprecio por el conocimiento científico, una negación de la evidencia que ha resultado al mismo deber en simplemente políticas improvisadas”. Habla con recelo de proyectos como el del Tren Maya o el de las refinerías eléctricas. También discute el poco respeto del Ejecutivo a los planteamientos ambientalistas: “De pronto ves al presidente decir “pseudo ambientalistas”; y la verdad es que está atacando y negando a muchos amigos, conocidos y colegas que han invertido en esto”.

El diálogo termina con una pregunta, el investigador es interrogado sobre el porqué los ambientalistas continúan con su labor pese a todos los retos y el poco reconocimiento que implica. Él responde seriamente: “estamos de verdad al borde de procesos irreversibles, en un montón de frentes. Parecemos locos porque como son cambios que ocurren de manera tan gradual que nadie te presta atención”.

 Después de un momento, el economista sonríe y a modo de reconfortarse, comenta que encuentra ánimo en las iniciativas que surgen en la cotidianidad y en jóvenes interesados en la sustentabilidad desde distintas aristas, como la del periodismo. 


Bookmark and Share

No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.