La batalla de un troyano


Por María Fernanda Trinidad López 
CDMX. Son las 18:30 horas del miércoles 10 de noviembre y la multitud comienza a agruparse en un árbol de navidad que en realidad parce un rascacielos. Mide 15 metros aquel pino verde decorado con osos de peluche Fredo, el cual está acompañado de cuatro pinos secundarios. Enfrente de uno de ellos hay un señor de playera negra y cuerpo robusto hincado que está dando indicaciones de qué hacer en caso de que una de las series de luces se fundiera. 

Levanta su cuerpo y sonríe a uno de sus compañeros. Mientras la sonrisa queda fijada en el rostro cansado del señor Juan Trinidad Mondragón, voltea a ver hacia todos los ejes para contemplar un año más de una navidad en el primer centro comercial de México: Plaza Universidad.  

Juanito, llamado de esta manera por sus compañeros, trabajó durante cinco años en el área de mantenimiento en general y ayudaba en todos los montajes que realizaba la empresa Archer Troy Publicidad, una agencia independiente de México cuyas “armas de conquista son las ideas, y entre más grande, más poderosas”, según el perfil de su página web. 

Ahora, es el productor junior de la empresa y responsable de conducir los proyectos hacia el plano de la verdad, con la ayuda de los arqueros que conforman al equipo. De las propuestas del área creativa, laboratorio que planifica las pócimas de las próximas invenciones, revisa si el capital de la empresa cubre el presupuesto contemplado y si es posible llevar lo abstracto a lo material. 

Para el señor que dedica sus días y noches en innovar productos que otorguen momentos de encanto a los clientes y al público, los proyectos, ya sean chicos o grandes, deben recibir la misma importancia. No obstante, la que más le ha gustado es la premiere de la película Había una vez en Hollywood de Quentin Tarantino, efectuado el día 12 de agosto de 2019 en Toreo Parque Central, donde los invitados esperaron durante horas la aparición del actor estadounidense Brad Pitt, quien interpretó el papel del personaje Cliff Booth a lado de Leonardo DiCaprio. 

De las alturas a la cima 

Juanito, originario del pueblo San Diego de Suchitepec, localizado en el municipio Villa Victoria, Estado de México, abandonó su hogar a los 14 años en busca de un trabajo que le permitiera ayudar en los gastos de su familia. Consiguió ser carpintero de obra negra, es decir, en el campo rústico de las obras, en el Distrito Federal (ahora Ciudad de México). 

En la ciudad, a sus 17 años, conoció a la persona con quien comparte cada minuto de su vida, Claudia López Francisco (mejor conocida como Clau), nativa de San Diego del Cerrito, Edomex. Su noviazgo era un ir y venir hasta que la llegada de una bebé dio pauta a cambiar a la siguiente página de la historia, un apartado que refleja el tema de planificación familiar. 

“Tuve una niña con él porque la gente del pueblo hablaba de un fin del mundo. Fueron nueve meses de lágrimas y de dolor, y cuando nació, ya no lloraba nada más yo, sino con mi bebé. Yo le decía ‘no te preocupes, mi amor, yo voy a estar siempre contigo, aunque tu papá no esté aquí’”, rememoró la mujer con una mirada que reflejaba desilusión sobre esa etapa de su vida. 

Clau buscó a toda costa un trabajo que le permitiera sustentar la vida de Sandra Trinidad López, la futura arquitecta que no estuvo con su padre en los primeros tres meses de su nacimiento. La niña fue dejada en la casa de sus abuelos maternos porque su madre no podía ser contratada como empleada doméstica si se presentaba con ella. 

En octubre, Juanito vio las condiciones precarias y antihigiénicas en la que vivía la niña y decidió formar una familia con las dos. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la Encuesta Demográfica Retrospectiva (EDER) 2017, la proporción de personas, generación 19781987, que en sus primeros 20 años de vida tuvieron una unión conyugal es de 58.7% en la zona rural y 42.2% en la zona urbana. 

“Cuando éramos novios, nos veíamos cada fin de semana, pero cuando le conté sobre mi embarazo, nos distanciamos. Fue hasta que recibí una llamada de él para decirme que iba a traerse a nuestra hija porque no le gustaba la vida que llevaba. Me propuso juntarnos y reiniciar nuestra vida. Acepté y, a pesar del sufrimiento, ahora me siento feliz con él y mis dos hijas”, expresó Clau. 

Antes de abrir un nuevo capítulo, Juan iba a cursos, tres veces a la semana, en una preparatoria abierta del Centro de Estudios Internacionales y al mismo tiempo estaba realizando una carrera técnica de programación en el Centro de Computación Profesional de México (CCPM), actualmente llamado Instituto Tecnológico CCPM. Sin embargo, por los gastos que debía cubrir en su familia, continuó en el navío sólo con el área de cómputo y lanzó a la corriente sus estudios de la media superior. 

Dos años después, en enero del 2002, otra nena fue bienvenida a la familia, Fernanda Trinidad López. En abril Juanito concluyó la carrera técnica, mas no la ejerció porque recibía un mejor salario en las construcciones. En ese año, el salario mínimo de un carpintero de obra negra en las áreas geográficas A, B y C era de 57.25, 54.55 y 51.95 pesos respectivamente, de acuerdo a la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).

La incertidumbre de quedar sin trabajo durante días, meses o años por haber concluido una edificación duró hasta el 2008. “Yo estaba trabajando por Santa Fe y me llegó una oferta en los Cabos San Lucas. 
Por requisitos que no llegó a cumplir la constructora, no nos fuimos y al final me quedé sin nada”, relató Juan mientras conducía en retorno a su departamento. 

De esta manera, algún contacto le ofreció elaborar unas estructuras de madera en el taller anónimo de Sergio Acosta. Archer Troy Publicidad era cliente, en aquel entonces, de dicho lugar y pedía personal que ayudara en los montajes. Por supuesto, el hombre de Suchitepec aceptaba cada propuesta, pero no esperaba que su aventura terminara en dos años e iniciara una nueva. 

Los dos socios que fundaron la legión troyana, Arturo Díaz y Mike Arciniega, junto con Sergio Acosta, propusieron nombrar a la pequeña empresa Kbica Studio, ahora llamada La fábrica (proyecto del actual vicepresidente creativo de la agencia de publicidad), y realizar una selección de trabajadores que harían posible la conquista de la mente y el corazón de los clientes y del público en general, entre ellos estuvo Juan Trinidad. 

“Yo fui uno de los seleccionados, pero ya no iría al taller sino a la agencia. Por no saber cómo era la estructura de un corporativo donde son oficinas, no acepté y retomé la carpintería. Me fui a Monterrey alrededor de tres meses y cuando regresé a la ciudad me estaba buscando la agencia para invitarme a trabajar con ellos en la parte de servicios generales, y por fin dije que sí”, comentó Juanito. 

En el 2008, oficialmente fue incorporado a la batalla de conquistas y tenía múltiples funciones: mensajería, conserje, chofer y montador de eventos específicos y de alcance masivo. En 2016 lo ascendieron al puesto de supervisor de producción, en el cual seguía yendo a los montajes, pero esta vez era quien dirigía y observaba que las actividades salieran de acuerdo con el programa. 

Pasaron dos años y cada vez más tomaba fuerza el arquero que recibió un Oscar en la categoría de mejor demostración en proactividad en el evento Film Evertising Party 2018. Y en 2021, luego de que la agencia hizo un recorte de personal del 50 por ciento, Juanito obtuvo el cargo que actualmente funge. 


Agencia que conquista ideas, agencia que conquista el alma 

En el transcurso de la marea Juan Trinidad ha encontrado a personas que le han aplaudido y reconocido la dedicación, pasión y esfuerzo que ha realizado, pero también están quienes le han recriminado y abucheado. Para él, la mejor agencia independiente de México, reconocida por el Ojo Iberoamericano 2020, ha sido un hogar que ha impulsado su crecimiento personal y profesional. 

“Por medio de esfuerzo, dedicación y entusiasmo ha logrado ser la persona que ahora es. Si algo te gusta y te apasiona, no importan los límites que habrá en tu camino, tú seguirás y obtendrás recompensas. Y él es así, no trabaja para obtener un trofeo, sino para adquirir conocimientos y aprendizajes que en un futuro podrá aplicarlos”, comentó Sandi (llamada así por amigos y conocidos) al respecto de la personalidad de su papá. 

Los posters, letreros y activaciones que contemplaba cuando iba en las primeras veces al cine, ahora son producto de sus manos y de la legión. Y como dice la letra de la canción La muralla verde, de la banda Enanitos Verdes: “estoy mirando como esas viejas ilusiones, pasando la muralla se hacen realidad”.  

 Fotos cortesía de Juan Trinidad.


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