El reto compartido de ser profesor en pandemia: David Cuenca

Profesor David Cuenca Orozco durante la entrevista por Zoom. Foto: Uriel Valdovinos 

  • “La modalidad de clases a distancia hace de la docencia una labor mental agotante”: académico de la UNAM
  • “No poder socializar y trabajar con los alumnos personalmente, es el reto más difícil de las clases virtuales”, señala investigador
| Por Frida Barrientos Zamora y Uriel Valdovinos Sánchez |
CDMX (Aunam). La transición de lo análogo a lo digital se aceleró con la llegada de la pandemia, y a pesar de tener la preparación para manejar las nuevas herramientas, un primer reto para el maestro es que no se puede facilitar tanto contenido a sus alumnos como él quisiera, ya que en muchos casos no cuentan con acceso a internet o con un dispositivo que se adapte a las continuas mejoras de la tecnología, comentó David Cuenca Orozco, académico de la UNAM.

Estar frente a un monitor no es algo que agrade al profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM,  por ello, fue una razón suficiente para dejar más de un empleo y poder volcarse a la docencia y darse el gusto de la interacción humana, un proceso que no solo implicaba dar, sino también recibir conocimiento. Tristemente ahora se ve obligado a convivir diario con una computadora y observar cómo la comunicación con los otros muere poco a poco.

Con una vasta preparación académica, David Cuenca Orozco compartió que 15 años fue la gran travesía que lo llevó a encontrar su verdadera profesión: ser docente, y aunque el desempeño de su vocación no ha parado por la emergencia sanitaria, si se ha visto con dificultades para realizarlo al igual que gran parte de sus colegas.

Para el investigador, la enseñanza no acaba en la juventud. Distribuir contenido no sólo ha sido una problemática en el nivel licenciatura, ya que en el doctorado, se ha tenido que enfrentar a una “brecha tecno-cultural” que existe con las personas mayores que estudian a este nivel, mismos que se ven rebasados, razón por la cual, tienen que recurrir a los mecanismos básicos y en consecuencia desaprovechar muchas herramientas. 

Antes de la pandemia, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ya trabajaba con cursos de capacitación a profesores, en especial a aquellos que tenían poco contacto con las nuevas tecnologías, iniciativa que aplaude. Sin embargo, tal proyecto no fue suficiente para los profesores de mayor edad y que durante toda su vida han impartido clases de forma tradicional, quienes tampoco han optado por adelantar su retiro o simplemente no son partícipes en dichas clases.       

Entre las ventajas que tienen las clases virtuales, el comunicólogo resaltó la capacidad de estar en varios lugares al mismo tiempo y brindar cursos masivos. Asimismo, reconoció facilidad para utilizar contenidos audiovisuales en sus clases. No obstante, la poca disponibilidad de los recursos tecnológicos es la principal desventaja del profesor a la hora de impartir sus materias. 

A pesar del esfuerzo constante, el maestro David percibe a sus alumnos universitarios desanimados y tristes. Los estragos de la pandemia han afectado el estado anímico de los estudiantes, quienes ponían más atención en el sistema presencial y tenían mayor rendimiento académico. En pocas palabras, David señala que los estudiantes “están hartos de estar encerrados”. 

Pero no sólo los alumnos están cansados de la enseñanza virtual, el comunicólogo también confesó estar harto de las plataformas digitales, ya no puede trabajar y socializar con los estudiantes como lo hacía en la modalidad presencial. Además, las incontables horas frente a la computadora lo agotan mentalmente al punto de sentir pereza por la pantalla. 

Frente a la crisis sanitaria por el COVID-19, el académico reconoció como única alternativa viable las clases en línea, aunque, considera que existen otras condiciones más óptimas para dar clase; por ejemplo, un modelo híbrido “real” que brinde mayor inclusión tecnológica y establezca mecanismos de atención personalizada física.  

Finalmente, no todo es tragedia para el maestro Cuenca, ya que en su opinión, la pandemia y las clases virtuales también lo han beneficiado al ahorrarle tiempo y disminuir la carga laboral. En los meses de confinamiento, escribió un libro, artículos y retomó demás trabajos atrasados. De igual manera, estimó el gran compromiso de los alumnos como una ganancia de la crisis actual.
 
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