Ambulante que fue... PJ Harvey por rincones infernales del mundo

Por Cassandra Farías Hernández
México (Aunam). Duelen los ojos por pasar dieciocho horas diarias frente a una pantalla, sufro de migraña y esto no me ayuda en nada. La vida, como si fuese agua, se me escurre entre los dedos. Han pasado tres meses de distanciamiento social, los cines, museos y teatros se encuentran cerrados hasta nuevo aviso.


Covid-19 nos orilló a proponer nuevas formas de entretenimiento vía internet, que no logran recuperar la esencia genuina de la experiencia, pero son una nueva alternativa para la difusión cultural y el entretenimiento no presencial.

Ambulante, el festival internacional de cine documental, fundado en 2005 por Gael García Bernal, Diego Luna y Elena Fortes quiénes junto con Canana, Cinépolis y el Festival Internacional de Cine Morelia organizan esta gira de documentales que alcanza lugares de México con una carente oferta de exhibición del séptimo arte. Su objetivo es construir en comunidad una sociedad más crítica, empática, abierta y comprometida.

Por primera vez el festival se despidió de las funciones al aire libre debido a la aceleración de la pandemia de coronavirus. Ambulante en Casa fue una propuesta ante este contexto de aislamiento social, se trató de 65 documentales y una sección de cortometrajes transmitidos por streaming.

El acceso era gratis, al registrarse en Ambulante, con tiempo anticipado pues en la sesión virtual sólo existen 1000 lugares disponibles. Del 22 de abril hasta el 19 de mayo Ambulante en casa subió a su sitio web un documental diferente por día, que podría ser descargado con un plazo límite de 24 horas.

No quedaba de otra, el plan era calentar unas palomitas, acomodarse en la cama y si estamos de humor, destapar una cerveza helada.

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El 15 de mayo fue el turno de PJ Harvey: A Dog Called Money inspirado en el proceso creativo de The Hope Six Demolition Project, el noveno álbum de la misma Polly Jean Harvey quién se aventuró en los barrios de Washington D.C, Afganistán y Kosovo; territorios totalmente alejados, con culturas y sociedades opuestas, cuyas cualidades fácilmente pueden representar a dos extremos contrarios. Sin embargo, comparten el mismo vínculo con la religión, la guerra y la música.

Entre 2011 y 2014 Polly camina entre los autos vestida de negro sobre alguna calle de Kabul, capital de Afganistán. Su silueta delgada asimila a un cadáver, se desliza entre puestos de comida, suciedad, ruido de claxons y un idioma inteligible para Occidente. En su mano derecha sostiene una libreta negra, sus anotaciones en el futuro se convertirían en los versos para sus canciones y en su libro de poesía The Hollow Of The Hand. Su voz parece la de una sirena, te hipnotiza y lo peor es no saber en qué momento te va a comer, pero al contrario PJ Harvey disfruta en silencio, introspectiva, su mente analítica destila cada cosa posible de aprender en el viaje fuera de su zona de confort.

Seamus Murphy, director del documental, es la sombra de Harvey durante la aventura. Parte de su trabajo recopilado en Siria, Macedonia y América fue utilizado en este filme. El conjunto de imágenes final es un reflejo honesto de las diferencias entre la infancia de primer mundo y la de tercer mundo. Los niños de medio oriente viven entre escombros y bombardeos, mientras en el país más poderoso del mundo, junto al edificio blanco donde todo su poder se concentra, en el gueto la juventud sueña con “chicas, dinero y música”. La poesía está en las calles, a pesar de la brecha contextual las dos partes siguen expresándose en el espacio público. Unos rapean, los otros caminan entre callejones gritando sus palabras al aire.

The Six Demolition Project fue grabado en sesiones de 45 minutos abiertas al público ubicadas en Somerset House de Londres. En el sótano hay una habitación de paredes blancas al centro, los de afuera se convierten en voyeurs, los de adentro no pueden ver que los observan. ¿Se sentirán igual de encerrados como yo? Parecen ratas de laboratorio, Polly entra en trance para dar a luz un trabajo repleto de percusiones brutales.

El documental experimental captura la crueldad de aquellos rincones del mundo olvidados, y su proceso de transmutación a versos y melodías. Una de las mejores partes de la vida es poder apreciar la belleza en donde parece que no la hay, PJ Harvey: A Dog Called Money demuestra la posibilidad de sumergirse en las zonas infernales del mundo y convertir esa experiencia, no solo en una reflexión crítica, sino traducirlo a un lenguaje universal; música.




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