31 de mayo de 2019

ELBA…LNEARIO DEL ORIENTE

Por Malinalli Yáñez Vargas
Ciudad de México (Aunam). Es en el oriente de la Ciudad de México, sobre Calzada Zaragoza número 2325, intermedio al Metro Peñón Viejo y Guelatao donde encontrarás uno de los pocos parques acuáticos que sobrevive en la zona oriente de la ciudad; el llamado “Balneario Elba”.


Cientos de personas llegan al atractivo acuático para pasar una tarde amena y convivir con la familia; cualquier día de la semana visitan el balneario, pero los fines de semana son los que protagonizan los mejores momentos. Las risas, juegos y pláticas avivan el ambiente agradable desde las nueve hasta las diecisiete horas.

Apenas llegas al lugar y te recibe un letrero enorme que dice: “Bienvenidos, XV años de Erika”. El Elba no sólo da sus servicios como balneario, sino también ofrece dos salones de usos múltiples para eventos como quince años, bautizos, bodas y una que otra reunión sobre asuntos políticos.

Los asistentes del lugar provienen de lugares aledaños como Santa Martha Acatitla, Chimalhuacán, Nezahualcóyotl, Chalco y la Agrícola Oriental. Varias de las personas que vienen al Elba son gente que no tienen recursos, tiempo o ambas cosas para ir a la playa o a Six Flags Oaxtepec.

Los precios son accesibles para la comunidad, ochenta pesos los adultos y setenta los niños; sin embargo hay quienes quieren parecer listos y romper las reglas, como el caso de una señora que discute con la mujer de la taquilla, pues quería hacer pasar a dos adultos como menores de edad.

La taquillera llama a un compañero del trabajo para calmar a la señora que ya está iracunda. Sin hallar resultados, la señora no tiene de otra más que pagar los boletos sin poder evitar una expresión de molestia en su rostro.

Pa’ comer y beber

Una cartulina fluorescente dice lo siguiente: “Prohibido entrar con embases de vidrio”. Familias enteras entran con lo necesario para pasarla bien sin gastar en comida; llevan sus tuppers de atún y sardina sin olvidar las tostadas o galletas saladas, otros prefieren llevar tortas de huevo y jamón, y algunos cargan su six de cheve en la mano.

Entre la oferta de antojitos hay chicharrones preparados con sus respectivos cueritos, sopas instantáneas, cócteles de fruta, alitas a la BBQ. Para los que prefieren estar en estado etílico toman bebidas como piñas locas, gomichelas y micheladas.

En la alberca, pura sabrosura


Los rayos del sol pegan recio. A pesar de los anuncios que prohíben la entrada a la alberca con playera, hombres y mujeres que con poca o mucha lonjita prefieren hacer caso omiso.

No importa si la alberca está abarrotada, porque aun así las familias ríen y las parejitas disfrutan no sólo de los antojitos sino también de los labios de su amado; los niños juegan con pelotas inflables y aprenden a nadar en flotadores con figura de pato, tiburón y cocodrilo.

Una que otra persona decide comer y beber en la misma agüita que quizás ya esté llena de sustancias misteriosas entre orines, sudor y pedazos de comida.

El salvavidas a lo lejos observa con cuidado a las personas que disfrutan de sus vacaciones de Semana Santa en el Balneario Elba.

Buenas noches Señor Sol

El Elba cerrará pronto, pero sólo por hoy… ha sobrevivido desde el año 1987. Son poco más de las cuatro de la tarde y el salvavidas sopla su silbato para anunciar que la diversión del día llega a su final.

Las mamás cambian a sus hijos ahí mismo, sólo haciendo “casita” con toallas para la privacidad de sus niños. Lo que hace unas horas eran gritos de niños jugar, ahora es un extraño vacío silencioso.

A sólo unos cuantos metros del parque acuático hay un famoso Motel en la zona, el “Motel Pistolas”. Cuando el balneario termina sus servicios, aquel edificio comienza a tener vida, pues recibe a sus primeros clientes… cómplice de parejitas que llegan a tener otro tipo de diversión por tan sólo quinientos suspiros. Amantes pasan del chapoteadero al jacuzzi.



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TULYEHUALCO: DEL HASHTAG A LA NIEVE

Por Eduardo Torres F.
Ciudad de México (Aunam). Frío, congelado, bajo cero. Así suelen describir lo corazones rotos a sus otrora parejas. Pero qué decir de la imaginación mexicana, que convierte la peor tragedia en alegría, o por lo menos un rico postre helado. Y es que, en la Feria de la Nieve en Tulyehualco, el corazón de tu ex no late sangre negra y tóxica como lo imaginas, sino que exhala frescura en forma de una nieve artesanal.


Las calles aledañas y el propio centro de la comunidad son tomadas por decenas de productores locales, no solo de las protagónicas nieves de esta celebración anual, pues junto a ellas comparten lugar los alimentos derivados del amaranto, grosella y olivas.

El origen de esta vendimia refrescante no tiene una fecha clara, solo se sabe que tiene por lo menos los 134 años en que se organizó oficialmente. Los puestos de nieve heredan la antigua tradición del emisario helado de los tlatoanis aztecas.

En tiempos prehispánicos, cuenta la tradición oral y recopilan los cronistas historiadores que, ante el golpe abrasador de Tonatiuh, deidad mexica del sol, la nobleza imperial enviaba recolectores al Popocatépetl y al Iztaccíhuatl a conseguir hielo de la gélida cima.

La cercanía de Xochimilco, alcaldía a la que pertenece Tulyehualco, forma parte de las razones por las cuales esos emisarios del hielo se asentaron aquí desde hace tantos años. Hoy, el hielo utilizado no es extraído de las lágrimas congeladas del viejo guerrero humeante. Tampoco (en la mayoría de los casos) la nieve es endulzada con miel de maguey. Pero el trabajo para la realización del delicioso manjar sigue siendo puramente artesanal.

Por su pasillo principal, dónde se encuentran cara a cara los negocios, están todas las neverías que hacen acto de presencia en esta feria. Algunos son La cotorra, Tino, El trébol, Molotla, David, El Perla Negra y la enorme presencia de la Nevería El Güero propiedad de la extensa familia Beltrán Mora, quienes cuentan con nueve puestos completos y 50 años de tradición.

Los sabores de las nieves son variados, más de lo que uno puede imaginarse y pueda recordar incluso si disfrutara de una de cacahuate para tener buena memoria como tienen fama los elefantes. Van desde los sabores ácidos como limón, tamarindo, chamoy hasta los dulces como pistache, mango, guayaba y el extraño pero famoso sabor aguacate.

Para evitar la equivocación hay que aclarar una cosa. No importa la cremosidad, dulzura, sabor lechoso o incluso la aparente imposibilidad de una creación culinaria de tal tipo con algunos ingredientes. Todas las bolas otorgadas, ya sea en cono, vasito, gansito o platanito son de nieve, la que es por definición a base de agua.

Los sabores clásicos como chocolate, vainilla y napolitano son normalmente asociados a la cremosidad de los helados a base de leche y grasas como los industrializados que ofrecen los supermercados y refrigeradores en las tienditas de la esquina.

Una tradición de raíces tan antiguas como las prehispánicas ha sufrido cambios evidentemente, pero la transmisión oral del conocimiento y la lejanía al masificado centro de la Ciudad ha permitido mantener elementos esenciales del producto y su fiesta.

El sabor del cacao, de la vaina de Papantla y el tricolorido sabor italiano son plasmados a base de agua sin riesgo algunos de defraudar al comensal, al contrario, una cucharada de estas tres basta para motivar al visitante a romper sus propias barreras lácteas al sabor.

Al frente los puestos se presentan como aves paradisíacas de mil colores. Cartulinas de colores brillantes presentan la inmensa cantidad de desafíos a quien decida entrar al reto de conocer con cada papila a Tulyehualco.

La comunidad, que también se enorgullece de su producción de amaranto como su producto agrícola estrella, le rinde tributo con helados de dicho sabor, así como de la deliciosa bebida de sus pencas, el pulque, que en un rico vasito bajo cero puede ser disfrutado solo o “curado” con otra bolita de cualquier sabor, aquí los límites se los pone uno.

Tres mujeres estiran y retraen los brazos hacía la multitud ansiosa de sabores. Uno o dos mujeres más, según el puesto, reparten pequeños plásticos de colores que desaparecen en un abrir y cerra de ojos, son las muestras.
“Me das una de víbora de cascabel” dice un hombre de mediana edad. “¿No quieres probar la de pétalos de rosas?”, pregunta a su madre una mujer. “¡Asumadre! nieve de fourloko con kosako ¡Te vas a morir!”, bromean entre sí algunos adolescentes.

Detrás del mostrador de seis hasta catorces miembros de la familia que levanta la nevería baten incesantemente y a un ritmo constante grandes recipientes cilíndricos de brillante metal cromado. Son todos hombres, la fuerza necesaria para batir, como lo marca la tradición, aunque las familias no niegan el espacio a sus integrantes femeninas.

La familia Vázquez, dueña del puesto Los Guayabos resume y explica el proceso de elaboración del artesanal postre frío. Dentro de la fábrica humana que trabaja sin cesar, las palas de madera bailan dentro de la mezcla aún líquida.


“Para hacer la nieve se echa un licuado con los ingredientes al tambo de metal, dentro se le da vueltas para que se vaya enfriando” relata Ulises Vázquez, quien coordina a su familia este año. Los tambos metálicos a los que refiere están montados a su vez dentro de especies de barriles naranjas cortados como si fueran dicha fruta a la mitad. Dentro de ellos, hielo recubre la piel plateada de los tambos.

Conforme la mezcla toma consistencia y logra una baja temperatura se le va agregando más y más del licuado de ingredientes. Nueces, fruta fresca, chorritos de tequila, ron y crema irlandesa caen dentro de la procesadora que crea divinos sabores.

“Batir una mezcla hasta que se vuelva nieve lleva su tiempo. Para nieves de pura agua se tarda como hora y media a dos horas, mientras las que llevan leche se tardan casi siempre dos horas o un tiempo mayor, ahora sí peor las que llevan licores esas tardan de tres a cuatro horas” relata el señor Vázquez.

Una impresionante cantidad de tiempo que parece no afectar a los varones de la familia. Uno de ellos, adulto joven revuelve una de esas laboriosas nieves de ron con pasas. Al fondo un joven de entre 17 a 19 años en medio de tres hombres que le doblan la edad, trabaja igual con igual intensidad que sus compañeros mayores. Todos no dejan de sonreír con una buena plática que mantienen entre ellos.

“Nosotros llevamos 54 años, desde los abuelos. No, desde los bisabuelos incluso. Año con año nos organizamos para poner el puesto y trabajar en familia. Algunos los más jóvenes luego ya no quieres aprender, pero todavía entre los que estamos podemos” agrega a la explicación del tradicional negocio.

La mayoría de los puestos que se presentan en la celebración laboran únicamente para esta celebración anual. Semana santa es el espacio ideal para reunir la familia a convivir por un proyecto que honra el conocimiento de sus ancestros e integra a los más chicos a las dinámicas fraternas. Cada uno de los familiares tiene su empleo propio o estudios que atender, porque lo que el espacio vacacional les permite participar.

El sentido común internacional del sabor helado ha dictado en sus dominios globales sabores que nunca pueden faltar: los clásicos ya mencionados que se juntan armoniosamente en el napolitano. México ha dado digna aportación a nivel nacional: beso de ángel, queso, limón natural. Pero la alcaldía Xochimilco ha salido de las reglas del juego pescando sabores desde los más recónditos rincones de la viralidad digital: Vive100, Vitaloe, New Mix, Zukaritas, y los misteriosos Thank u next, Shrek, Deadpool entre muchos más.

Uno de estas extrañas pero tentadoras degustaciones es el Me Canso Ganso, que antes de que el nombre espante, no se trata de una nieve de pejelagarto ni de ningún producto aviar. La nevería Molotla la ofrece, y según sus serviciales dueños “Es una nieve de tequila y mezcal, porque son las bebidas mexicanas por excelencia”.

Pero estos sabores no son escogidos de manera aleatoria, son el fruto del trabajo conjunto entre los miembros de mayor edad de las familias partícipes y las ideas frescas de los jóvenes aprendices. Los más jóvenes son integrados a la actividad familiar por sus padres, quienes les enseñan el método manual para crear el rico postre.

Pero son esta nueva generación familiar los que con su conocimiento de los temas de moda en medio del maremoto de internautas por el que navegan conocen los nuevos memes y contenidos virales que les dan nuevas ideas para nombres y estilos nevados. Primos, hermanos y sobrinos andando en la red y entre sus amigos capturan las nuevas tendencias que con ayuda de sus padres convertirán del Hashtag a la Nieve.



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EL CALIFAS AL RITMO DEL DANZÓN

Por Sofía Alejandre Rosas
Ciudad de México (Aunam). La tarde del viernes había llegado, vestidos y sobreros comenzaron a cruzar la cortina que marca la división de la vida cotidiana con el mundo de la música y el baile. En el interior, pareja por pareja toma su lugar en la pista, en la espera de que la danzonera comience con la melodía. Así da inicio, una vez más, la vida en el salón, California Dancing Club.


Sobre Calzada de Tlalpan dirección sur, a la altura de la estación Portales, entre las calles San Simón e Ing. Pascual Ortiz Rubio, está ubicado uno de los lugares más emblemáticos de la Ciudad de México: el California Dancing Club, un salón que de viernes a lunes alberga a decenas de personas que bailan al ritmo del danzón, la salsa, cumbia y demás géneros tropicales.

Por la entrada del recinto, en el pasillo previo a la taquilla, las paredes lucen una galería de antiguas fotografías, recortes de periódicos amarillentos y publicidad vieja, todo ello como prueba del glorioso pasado que ostenta el lugar. Al final del pasaje, por encima del cuartito con ventanillas donde se venden las entradas, está una marquesina de luces blancas con letras rojas que recuerdan al visitante el 64 aniversario del palacio del baile, celebrado el once de noviembre del año anterior.

Al cruzar el telón, la vista cambia, y en un momento parece el tiempo retroceder: las luces opacas, el piso de mármol, las paredes con un tapiz de madera; en los costados de la pista, bancas y mesas con logos de las marcas de cervezas y en el centro del techo una bola disco que no deja de girar.

En el escenario situado hasta el fondo del salón, la danzonera toca canción tras canción. Los miembros uniformados de traje color gris, animan el ambiente: trompetas y clarinetes protagonizan las melodías, mientras que las percusiones marcan el ritmo a los alegres bailarines del género musical.

Al ser día de danzón, la pista de baile estaba repleta de parejas que sobrepasaban al menos los cuarenta años, de ahí en adelante, cualquier edad podía ser válida. Todos vestían para la ocasión: las señoras de vestido, largo o corto, los tacones no tan altos, y en su cabeza algún tocado de flores para adornar; los señores de traje, alguno con sombrero, y uno que otro con camisa hawaiana para destacar.

Hasta el frente de la pista, un par de viejitos sobresalían de los demás: dominados por un azul eléctrico en todas sus ropas, concentrados en la música y en sus movimientos, los dos bailaban con elegancia y pasión: ella, de vestido, por encima de la rodilla, aterciopelado y de lentejuelas, movía sus caderas con delicadeza, mientras que él, encargado de guiar, era la viva imagen del pachuco, con un traje, que como diría Octavio Paz, destacaba por su exageración. Alto y con la espalda recta, despuntaba de entre la multitud, gracias a una delgada pluma azul proveniente de su sombrero.

Al término de cada tema, las parejas regresaban a la posición inicial: lado a lado, de frente, y con la vista dirigida hacia el escenario, aplaudían en agradecimiento. Durante los instantes que el silencio gobernó, el señor del micrófono aprovecharía para mandar algunos saludos a los visitantes de la tarde: ¡Un saludo a la queridísima familia que viene desde Douglas, Arizona! ¡Muchas, muchas gracias por estar aquí, en el palacio del baile de México! Después, retomó el hilo y anunció la siguiente pieza a interpretar.

Con la famosa frase “¡Hey, familia, danzón dedicado a…!” iniciaba la orquesta a tocar. Las primeras notas marcaron la entrada a las parejas, quienes daban unos cuantos pasos a los costados y luego al frente, con la mirada fija ante el escenario. Los sonidos cambiaron, se volvieron melódicos, y ahora sí, los danzantes juntaron sus manos, y con sus cuerpos erguidos comenzaron a moverse al compás suave de la música.


El desliz de los zapatos iba y venía por todo el salón, simulaba el movimiento de un columpio que mecía a los amantes del danzón. Todos los presentes en la pista, con sus pasos y sin bajar la vista, dibujaron en el mármol un cuadro con el ritmo del saxofón. De repente, la música paró, los instrumentos pausaron y las trompetas volvieron a marcar el compás: los veteranos bailarines regresaban a la posición inicial, de frente a los músicos aplaudían, y esperaban a que la melodía volviera a continuar.

Cinco, seis, siete, ocho tiempos, y las parejas reanudaron su danzar. La mano izquierda de las mujeres, recargada en el hombro derecho del hombre, y el resto de su brazo flexionado en un ángulo recto, mientras que la otra mano era sostenida por el hombre a la altura del pecho, al mismo tiempo que mantenía este su mano en la cintura de la dama.

Entre abanicos y plumas, movimientos de faldas y sonrisas, los pasos se repiten, una y otra vez en el interior del Califas, nombre apodado al recinto por la figura de su logo: un hombre de turbante, barba y bigote. Los músicos de danzón tocan pieza tras pieza, entre las más queridas por el público como Mocambo de Emilio Renté, Nereidas por Amador Pérez Torres, Juárez de Esteban Alfonso y Pulque para dos por Gus Moreno.

A pesar de la edad avanzada de la mayoría de las personas, el cansancio nunca llegó. La sed era aliviada con vasos de refresco y agua que dentro del salón vendían. Entre canción y canción, los abuelitos se dirigían a las orillas, donde las mesas estaban, a beber unos tragos de su bebida, en cuanto oían los instrumentos sonar, apresurados volvían a tomar su lugar.

El tiempo parecía no pasar, el público, al grito unísono de ¡Otra, otra, otra! pedía a la orquesta no acabar. La danzonera feliz, complacía las demandas de su gente, ahí en el California Dancing Club, bailarines, espectadores y músicos disfrutan sin igual. Parejas llegaban y también salían, para unos el baile recién empezó, y para los que no querían desvelarse, estaba a punto de acabar.

Las dos marquesinas que contenían el nombre del recinto, situadas por encima del escenario, continuarían encendidas con sus luces amarillas, casi anaranjadas, hasta que la última pareja de la noche cruzara esa delgada tela que separa al mundo mortal del lugar donde la danza se volvía casi una religión.



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30 de mayo de 2019

DEBEN DE IR POR SU PROPIO PIE

Por: Nilsa Hernández
Ciudad de México (Aunam). “Empieza uno como bebedor pasivo, que es una o dos cervezas al día, de ahí ya te va aumentando la obsesión”, dice Juan Crespo sin dirigir la mirada, tiene el cuerpo rígido y no parece cómodo hablando sobre el tema. Desde hace diez años él no ha consumido ni una gota de alcohol, pero el olor a cigarro que inunda su cuerpo y su hogar son prueba de un comportamiento problema para su salud.


Juan Crespo inició con el consumo de alcohol y tabaco a los 18 años, pues a esa edad inició a trabajar y quería descubrir “qué se sentía el sabor del vino”, él afirma que no hubo alguien que lo iniciará al alcohol. Es muy cortante al contestar, siempre responde con monosílabos.

Él estuvo internado durante dos meses en un Centro de Alcohólicos Anónimos, tiempo que considera adecuado para erradicar por completo una problemática que lo consumió por casi 20 años. Asegura que a través de técnicas de “amor y comprensión” que implementan en el anexo pudo formar una vida diferente.

Los Centros de Alcohólicos Anónimos surgen en Estados Unidos, en 1935, como una opción en donde las personas se reúnen y entre pláticas quitan su ansiedad por beber. La maestra en psicología, Leticia Echeverría San Vicente informó que los países donde estos centros tienen mucha importancia y fuerza son aquellos que no tienen más alternativas oficiales para el tratamiento, México es uno de ellos.

“No se sabe en realidad cual es la efectividad que tiene este tipo de programas”, aseguró Leticia Echeverría, pero afirmó que es un espacio que ha sido de ayuda para el problema; de ahí que surgieron otras alternativas con la misma base metodológica, como lo es Neuróticos Anónimos.

Los Centros AA se caracterizan por no tener un registro de los usuarios de las pláticas, ellos admiten no ser un lugar especializado para terminar con el consumo del alcohol, es por eso que no ofrecen una motivación inicial para la recuperación ni intentan persuadir a dejarlo, no tienen un historial clínico, no se unen a agencias sociales u otros institutos, no hacen diagnósticos médicos o psicológicos, no hay servicios de hospitalización u enfermería y no acepta dinero por parte de los integrantes de su comunidad.

Voy a dejar de consumir por hoy, es el lema de los Centros AA, esto significa que la persona que sea participante en uno de estos grupos se va a considerar como alcohólica toda su vida. “Esto no es independiente de que ya no consuma, es una buena opción (...) aunque pudiera ser utilizada junto a otras, como un tratamiento psicológico que le ayude a identificar a las situaciones problemas, no solo evitarlas”, informó la también coordinadora del Programa Bebedores Problema, del Centro de Prevención de Adicciones.

Juan Crespo afirma que entró al centro por voluntad propia, después de empezar a sentir alucinaciones de persecución (síntoma de una dependencia de las bebidas lascivas) gracias a la ayuda de su cuñada, quien lo llevó al anexo.

Su rutina diaria era levantarse e iniciar con las sesiones o juntas que son cada hora, entre junta y junta los usuarios tienen 15 minutos para reflexionar o descansar, también tienen 60 minutos para comer, esto por cada tres tiempos. Durante los fines de semana cada uno debe de hacer labores de limpieza.

El tiempo que alguien dure internado dependerá de su comportamiento, disposición y avance. Confiesa que no hay una revisión médica o psicológica en el centro y si los usuarios se sienten mal o enferman los encargados llaman a los familiares, que deben tomar una decisión.

Diferentes formas, un mismo problema

En los años 60 surgió una nueva forma para tratar este problema, pues antes los especialistas determinaban que si no consumes alcohol no eres alcohólico los demás eran internados, pero entre estos dos extremos hay un grupo de personas que no eran consideradas. “Lo único que se hacía era esperar a que la persona tuviera problemas de tipo físico para poder decir ‘ya eres un alcohólico, ya te puedo atender’”, mencionó la maestra Leticia Echeverría.

Según el “Manual de enfermería para la atención de personas con consumo nocivo de alcohol”, la población debe de ser agrupada y atendida dependiendo su nivel de riesgo para poder revisar o evitar el consumo de alcohol:

Existen cuatro grupos diferentes en donde: los usuarios que no beben también necesitan diferentes campañas de promoción de la salud, los usuarios que toman pero no tienen síntomas requieren psicoeducación, para las personas con síntomas pero sin dependencia deben de tener una intervención breve con especialistas, mientras que las personas con dependencia ya necesitan ayuda especializada.

La doctora Lydia Barragán Torres, jefa del Centro de Prevención en Adicciones “Dr Héctor Ayala Velázquez” de la UNAM, afirma que para poder tener un programa adecuado en torno a estos temas primero hay que identificar las características del problema cómo con qué intensidad la persona consume estas sustancias, si es ocasional o ya hay una dependencia.

Asegura que para obtener resultados eficaces las personas que dan la atención deben de tener una formación adecuada, debe haber un reporte de las estrategias que están llevando en el cual registren los cambios en la problemática del consumo. Cuestiones que en los Centros AA no tienen y pueden provocar desplazar una adicción por otra.

Juan Crespo asegura que en el centro donde se encontraba internado si le permitían fumar, pero que al no tener los recursos para poder sostener ese otro “vicio” una cajetilla podía durarle más de una semana. Pero ahora que ya tiene un trabajo estable puede fumar todos los días.

Las especialistas estuvieron de acuerdo en que las presiones y el estrés que provoca el dejar el consumo del alcohol pueden ocasionar que el usuario ingiera otras sustancias que siguen afectando su salud. Aseguraron que las estrategias cognitivo conductuales son las más eficaces para el tratamiento del problema, pues los pacientes pueden reconocer cuales son factores asociados a la conducta de su consumo, junto al especialista identifican la mejor manera de contrarrestarlo con otras prácticas adaptativas.

Lydia Barragán afirmó que para obtener los mejores resultados con este tratamiento, la persona que decide hacer el cambio en la conducta del consumo de alcohol debe tener motivación en esta meta desde el inicio del tratamiento hasta el final, “no sólo es decidirse hacer un cambio, también es trabajar para conseguirlo”.

Junto a esto, el especialista debe trabajar con los usuarios en alternativas que le permitan comprender que pueden convivir con las demás personas sin la necesidad de utilizar sustancias psicoactivas.

La maestra Echeverría señaló que son situaciones muy diferentes las que acercan a una persona al consumo de alcohol, los especialistas deben de identificar las situaciones de riesgo y juntos poder buscar alternativas que sean aplicadas en el exterior del centro.

El procedimiento entre el Centro de Prevención de Adicciones y los Centros AA son diferentes, pues los segundos cumplen con la parte de atención y apoyo dentro del grupo, porque en las sesiones puede sentirse integrado y escuchado, lo que provoca un refuerzo social que es importante para conseguir erradicar la conducta de consumo, pero no hay un monitoreo para observar el cambios de la persona y no hay una estrategia como tal.

“Cuando le enseñamos las estrategias (en el Centro de Prevención de adicciones) le explicamos en qué consisten, cómo se aplican y cómo pueden realizarla. Porque la evidencia nos señala que en usuarios que tiene problemática más severa es necesario (...) no solamente se le da consejo (...) se le enseña habilidades para obtener mejoras de su estilo de vida, ‘que yo no necesité de un grupo para que me digan que hago, sino que asumo mi responsabilidad que me corresponde trabajar para resolver el problema que tengo’”, señaló la doctora Lydia Barragán.

Leticia Echeverría señaló que las personas que quieran ingresar a un Centro AA, deben de buscar información con especialistas que les ayuden a localizar a un grupo adecuado para sus características, pues afirmó que hay diversos manejos de las estrategias base del centro y esto dependerá de una cuestión geográfica, socioeconómica y cultural. “Esto nos ha pasado mucho cuando las personas llegan con nosotros a ser atendidas y dicen ‘yo fui a las reuniones y me doy cuenta que yo no pertenezco’”.

Otra diferencia entre los dos centros es la integración y preparación de la familia, pues en los grupos AA no hay ninguna intervención hacía ellos, sólo si ven una cuestión que puede afectar a la recuperación del asistente, mientras que la doctora Lydia Barragán tiene un grupo de pláticas e información para que puedan ayudar cuando el usuario deje de ir al centro.


Factores de riesgo, la familia uno de ellos

Según datos de la última encuesta de la Organización Nacional de la Salud, de diez personas que necesitan atención para dejar su consumo de bebidas alcohólicas solo seis reciben la atención necesaria.

Los factores de riesgo para que una persona obtenga esta problemática de consumo es variado: puede influir el cómo se ve la persona, una cuestión hereditaria, la presión social, la habilidad que tenga la persona para resolver problemas, el apoyo de la familia. La doctora Lydia Barragán afirmó que es importante la edad en que el usuario inició con el consumo de estas sustancias.

Un rotundo “¡No!” salió de los labios de Juan Crespo, al pedirle que contara qué afectaciones personales tuvo cuando surgió su problema de beber, admite que tuvo muchos, principalmente con su familia, pero con una mueca responde que es una parte de su pasado que no quiere tocar.

En cuanto al consumo de otras sustancias mientras los usuarios están en tratamiento para dejar de consumir alcohol, las especialistas también lo atribuyen a la necesidad del cuerpo de una sustancia que haga los mismos efectos en su cuerpo y no resentir el síndrome de abstinencia, el cual se caracteriza por tener depresión, cambios de humor, ansiedad, sudoración y otras enfermedades.

Juan Crespo admite que no es necesario, en su caso, dejar de fumar, por esa razón nunca ha tomado una terapia o algún tratamiento. Menciona que para él no ha sido difícil dejar de tomar y que en las fiestas ya no se le antoja consumir bebidas alcohólicas, aun cuando sus familiares y amigos lo hagan. En cuanto al síndrome de abstinencia él dice que nunca padeció de estas enfermedades.

Guadalupe Ponciano, doctora en adicciones con especialidad en tabaquismo y encargada del departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, determinó que en los Centros AA es necesario regular y hacer cumplir la ley de control de tabaco, para que a los asistentes no les genere una necesidad de consumo u otras enfermedades ocasionadas por el humo.

También enfatizó que para cualquier terapia se debe dar seguimiento de un año después de ser terminada, pues es en el exterior donde las personas aplicaran estos conocimientos y podrán enfrentar las adicciones que antes tenían.

El Padrino

“Nunca pensé en ser padrino, para ser sincero yo sólo fui a mi rehabilitación, gracias a dios a mi me atendieron mi adicción y ya”, declaró Juan Crespo.

Durante las sesiones del centro hay una persona que es denominada como “padrino”, él es el usuario que lleva más tiempo en las pláticas y ya no consumen bebidas alcohólicas, pues quiere apoyar a sus compañeros contando su historia y cómo es que pudo superar su adicción.

En la sala 30 del Centro Universitario Cultural (CUC), ubicado en Odontología 35, Copilco Universidad, hay un Centro AA para jóvenes universitarios, aún cuando siguen el modelo religioso que caracteriza a estos grupos, tiene diferentes alternativas para las personas que no creen en una figura de dios, como seminarios para personas ateas o agnósticas que pueden reemplazar esta figura por un sentimiento de “amor o perseverancia”.

Las paredes son lisas de un color beige, en la parte trasera como si estuviera escondido se encuentra una cafetera y unas tres o cuatro bolsas de café, hay unas 20 butacas en donde las personas miran al frente al integrante que dirigirá la plática (todas las sesiones es una persona diferente) en la parte central hay unos cinco cuadros de color dorado que tienen las imágenes de los creadores de los Centros AA en 1935, Bill W. y el Doctor Bob S. los dos tenían problemas con la bebida pero se dieron cuenta que cuando intentaban ayudar a personas en su misma situación, podrían estar sobrios por más tiempo.

Enrique H. es el padrino del Centro AA que se encuentra en el CUC. Él admite que en estos grupos no tienen como finalidad solucionar el problema, pero si quieren ser de ayudar a las personas que quieren dejar de beber pero no encuentran cómo hacerlo. Ellos intentan platicar a sus problemas para no afectar a su entorno con ellos. Aunque no dijo cuántas personas participan en el centro, afirma que hay grupos numerosos que pueden llegar a las 50 personas.

En cuanto a los otros tipos de centros AA, como los anexos y los grupos de 24 horas, Enrique H menciona que él está en desacuerdo que se permita su funcionamiento, admite que si bien estas nuevas alternativas surgen de personas que han estado en los grupos AA oficiales y aún cuando ellos también siguen la base de los doce pasos, no cumplen con respetar a los derechos humanos, principalmente el de la libertad, menciona que sabe de personas que han dejado estos lugares por los malos tratos de parte de los padrinos, así como la mala alimentación que les proporciona, cuestionen que logran que las personas se alejen de los centros.

Ante esto, la doctora Guadalupe Ponciano cuestiona que hace falta una regulación a estos lugares, compartió la idea de la maestra Echeverría de que los centros AA tienen mucho impacto en países donde los gobiernos no se hacen responsables de estos problemas públicos y son los mismos afectados los que deben sugerir nuevas opciones.

También afirma que es por esta demanda que surgieron los anexos y que el Instituto de Atención y Prevención de Adicciones de la Ciudad de México (IAPA) intentó sin éxito regular y capacitar al personal para su funcionamiento y sólo emitió un directorio de los centros de atención de adicciones registrados que cumplen con la normatividad aplicable en la capital del país.

Juan Crespo menciona que él nunca tuvo intenciones de dejar el anexo, “yo iba a algo y gracias a dios yo pude cumplir lo que tenía que hacer, mis dos meses en aquel lugar”, también confirmó que nunca vio un mal trato departe de los padrinos o cuidadores para los usuarios del centro. “Fue un grupo de amor y comprensión”, repetía.

Menciona que siempre encontró comprensión de “su padrino”, pues él lo ve como un sacerdote ya que podía comentarle cualquier cosa sin temor a que esto fuera difundido.

“Alcohólico”, más que una palabra


“Cuando uno toma una gota de alcohol es un alcohólico, eso cualquier bebedor lo sabe. Hay personas que son volubles a la palabra, pero los que son conscientes no tienen ninguna reacción a estas”, afirmó Juan Crespo para recalcar que a él, en todo el proceso que lleva, nunca le han afectado las palabras o calificativos que las personas ajenas a los centros de rehabilitación puedan decir.

“Yo no podía dejar de beber, simplemente, porque me gustaba el sabor del vino”, confesó Juan Crespo. “Después empiezas a valorar y dices ¡ya no más!

Las especialistas señalaron que denominar a una persona como “alcohólico” determina un estigma para las personas con problemas en su consumo de sustancias nocivas, pues es una forma de etiquetarlos. La doctora Barragán lamentó que en la sociedad mexicana una persona que no puede dejar de beber son considerados como delincuentes, una persona sin fuerza de voluntad, alguien de quien cuidarse, alguien de quien no hay confiar.

Lydia Barragán aseguró que estos estigmas detienen el proceso de recuperación de las personas, pues en ocasiones impiden que quienes lo necesitan no se acercan a ningún centro y ya no tienen iniciativa, en cuanto a la atención psicológica consideran que “no están locos”, y no creen necesario tener un tratamiento.

Asimismo, Leticia Echeverría informó que cuando fueron creados los centros AA, tenían una base moralista en donde la sociedad creía que las personas con problemas en su consumo de alcohol no tenían fuerza de voluntad para dejarlo, pero que después de casi 85 años de su fundación los especialistas ya han tomado esta condición como una enfermedad.

Ante esto, la doctora Guadalupe Ponciano afirma que para estos tratamientos una persona que se autodenomina alcohólica puede lograr una mejor aceptación del problema que tiene con su ingesta de bebidas nocivas, pero por el contrario, una persona que no pertenece a este grupo y ocupa esta palabra como calificativo puede llegar a afectar a su tratamiento.

Juan Crespo considera que el dejar de beber debe de ser un propósito personal y afirma que los centros y anexos AA si funcionan, pero que los usuarios deben de “echarle ganas”, las especialistas en el tema determinaron que es posible que las personas vivan en un 100 por ciento libres de cualquier adicción pero deben de intentar realizar tanto una preparación psicológica y médica como una emocional.

Así como también la sociedad mexicana debe de saber identificar el problema y cómo tratarlo, quitando estigmas que existen de esta comunidad de personas que en su mayoría quieren dejar el alcohol u otras sustancias pero su cuerpo ya depende de esta y no encuentran una forma de salida.

A dos casas de donde viven Juan Crespo y su hija pequeña hay un hombre tirado en la acera con unos botes de cerveza; mis ojos se dirigen al señor Crespo que responde: “déjalo, recuerda que deben ir por su propio pie”.



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29 de mayo de 2019

'ECOS INDÍGENAS: LA VOZ DE LA DIVERSIDAD', RADIOS COMUNITARIAS EN LA TV

  • La nueva serie de Canal Once, los jueves a las 20:00 horas
Por Andrea Albarrán
Ciudad de México (Aunam). Canal Once y el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) documentarán y mostrarán el trabajo de seis radios comunitarias, ubicadas en Baja California, Chiapas, Chihuahua, Nayarit, Oaxaca y Sonora, en “Ecos indígenas: la voz de la diversidad”.


La nueva serie documental será un recorrido por las estaciones radiofónicas donde locutores, operadores, músicos, compositores, intérpretes, y narradores preservan su lengua, manifiestan sus tradiciones y sus expresiones culturales.

Respecto a la realización del programa, la productora Daniela Paasch mencionó que “el calor humano, así como la gran hospitalidad y generosidad de la gente en todos los lugares que visitamos nos cambió la vida y la visión del mundo”.

Las radios comunitarias son el puente informativo entre la población, la acercan a programas sociales, fomentan la participación y difunden sus derechos en idiomas como el mixteco, amuzga, chatina, triqui, zapoteca, Naayeri (Cora), Wixarika (Huichola), O ́dam (Tepehuano), mexicanero (Náhuatl), yaqui y guarijío además del español.

En México existen 21 estaciones de radio públicas coordinadas por el INPI. En esta temporada, se revela el trabajo de la XEQIN “La voz del valle”, ubicada en San Quintín, Baja California; XECOPA “La voz de los vientos” de Copainalá, Chiapas; XEJAM “La voz de la Costa Chica” que emite en Jamiltepec, Oaxaca. La XEJMN “La voz de los cuatro pueblos” desde Jesús María en Nayarit y la XEETCH “La voz de los tres ríos”, de Etchojoa, Sonora.

Por otro lado, se muestra el trabajo de XETAR “La voz de la sierra Tarahumara” que transmite en Guachochi, Chihuahua y es el único sistema de comunicación entre las localidades indígenas y rurales alejadas de la Sierra Madre Occidental, dispersas entre las montañas y barrancas más profundas.

El estreno es este jueves 30 de mayo, a las 20:00 horas por la señal 11.1.


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27 de mayo de 2019

NUESTRAS VOCES, HISTORIAS SOBRE MUJERES MEXICANAS QUE INSPIRAN

Por Mónica Santos Vargas y José Luis Ruperto
Ciudad de México (Aunam). El proyecto “Nuestras Voces”, que recupera las historias de vida de mujeres mexicanas del pasado y presente para inspirar a sus lectores, fue presentado en Palacio de Minería por Abigail Mendoza, Federico Daverio, Elisa Pullara y Andrea Albarrán.


La idea de crear el sitio web “Nuestras Voces” surge a partir de la presentación del nuevo logotipo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador; el cual no incluye mujeres. Por lo tanto, las fundadoras se preguntaron “¿Quiénes deberían estar ahí?”; ese fue el primer paso para que el equipo de profesionistas buscara a las mexicanas sobresalientes en arte, ciencia o política.

Cada autora elegía sobre quién escribir “es un proyecto con múltiples visiones de mujeres escribiendo sobre mujeres, hablando de mujeres, conociéndolas y reconociéndolas”, explicó Abigail Mendoza, fundadora y directora de Nuestras Voces.

Elisa Pullara comentó que Nuestras Voces le dio la posibilidad de conocer mucho más la historia de las mujeres de este país. “Tuve el honor de darles un rostro”, manifestó la ilustradora italiana.

La página web se divide en tres apartados: #VocesDelPasado (donde algunas colaboradoras narran las historias de mujeres mexicanas que no han sido reconocidas), #VocesDelPresente (anécdotas de mujeres que en la actualidad son importantes en el área de conocimiento a la que pertenecen) y #SumaTuVoz (para invitar a las personas que quieran colaborar en el proyecto).

Entre las participantes de este proyecto hay periodistas, sociólogas poetas y escritoras. Las 54 colaboradoras realizaron 23 relatos, 46 ilustraciones y 72 videos con frases inspiradoras.

Federido Daverio, programador de la página web, expresó: “agradezco mucho haber formado parte del proyecto sobre todo porque me permitió conocer historias de mujeres increíbles y escuchar palabras inspiradoras que ustedes también escucharán”.

“Nuestras Voces” pretende ser una herramienta de consulta para que el público en general pueda acercarse a las mexicanas sobresalientes.

La liga oficial del sitio web es: http://nuestrasvoces.mx/




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AVANCE DE CONSERVADURISMOS AMENAZA DERECHOS LGBT+

  • Un panel de seis especialistas analizó el avance de los movimientos antiderechos en México y América Latina
Por José Luis Ruperto
Ciudad de México (Aunam). Fátima Moneta, de Católicas por el Derecho a Decidir, manifestó su preocupación por el avance que tienen los grupos conservadores con fundamentos religiosos en la región, pues ponen en entredicho las formas y prácticas de la democracia actual y los derechos de las personas de la diversidad sexual.


Para ella, ver una conexión entre las diferentes luchas permite a las personas darse cuenta de que se puede hacer un frente común contra los riesgos que representan los conservadurismos y los fundamentalismos.

En entrevista para Aunam, Rebeca Lorea, del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), expresó que deberían existir más espacios que permitan la convergencia del movimiento LGBT pero también del movimiento feminista, del movimiento del aborto; pues “todos estamos en sintonía y todos buscamos lo mismo que es la justicia y los derechos humanos”.

Ambas especialistas participaron, en el marco del Día Internacional Contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, en la charla “Derechos LGBT en peligro: Amenazas en México y América Latina”, en El Rule Comunidad de Saberes, junto a Aarón Rojas e Ytzel Maya Jiménez de Inspira, Karina Bárcena del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y Ricardo Baruch de IPPF-WHR.

Inspira Cambio A.C. y la International Planned Parenthood Federation- Western Hemisphere Region (IPPF-WHR) fueron los anfitriones del panel de especialistas que analizó el rol de los movimientos antiderechos en México y América Latina.

Los puntos expuestos fueron desde las causas del resurgimiento de los conservadurismos hasta la importancia de la interseccionalidad. Un Punto de convergencia entre los ponentes fue estar a la expectativa de posibles muestras de violencia como las que han ocurrido en Chile y Argentina, donde los ataques a defensores de los derechos LGBT ya han sido físicas.

Ricardo Baruch detalló que las iglesias neopentecostales nunca habían tenido tanto poder político y económico como hoy en día, porque la visión de que el gobierno no está respondiendo hace surgir la idea de que el mundo irá en un mejor camino si las iglesias asumen el poder.

También presentó algunas recomendaciones sobre cómo cuidar la integridad física, manejar de forma sensible las redes, tener doble verificación en cuentas, además exhortó a apoyarse entre movimientos.

Ytzel Maya Jiménez dio algunas cifras sobre la visibilidad de la comunidad LGBT en México: “Solo 30% de los mexicanos apoya al matrimonio igualitario, 4 de cada 10 mexicanos no permitiría que una lesbiana viviera en su casa, 1 de cada 3 denunció sufrir discriminación en el trabajo y 90 por ciento ha ocultado su orientación sexual por miedo”. Después cuestionó si en “¿en realidad hay intersecciones y cómo debería estar interseccionada para ser fuerte?”.

La tercera voz fue la de Fátima Moneta, habló sobre las estrategias que ocupan las organizaciones religiosas en México, también abordó los cambios que se dieron en políticas de sexualidad en Latinoamérica para que pudieran surgir nuevos grupos o diferentes agrupaciones de conservadores religiosos.

Puntualizó que Católicas por el Derecho a Decidir es una organización de derechos humanos que se compone de personas católicas que defienden los derechos sexuales y reproductivos desde una postura católica-feminista.

Para Rebeca Lorea existe una tergiversación de discursos de derechos feministas: “Nos preocupa cada vez más que hay feministas pro vida”, cuyo argumento es que el aborto es un feminicidio porque los fetos también son mujeres y matar un feto también puede ser un feminicidio.

El panel remarcó la necesidad de mantenerse unidos en la lucha, sobre todo ante posibles actos violentos. Ricardo Baruch habló con Aunam sobre las agresiones que ha sufrido en redes sociales por su activismo: “Soy muy visible en ciertas redes, particularmente en Twitter y me pasa que hay muchos ataques sobre lo que pongo y sobre la organización a la que represento. Sin embargo, hasta este momento no ha habido ataques más frontales a mi persona, pero aun así trato de estar más alerta”.

La última parte del evento se dedicó a escuchar comentarios y responder preguntas de los asistentes, como Félix Barajas, activista LGBT+ y estudiante de derecho: “Este tipo de eventos son sumamente necesarios y esenciales para la comunidad y demás poblaciones clave, creo que una coalición no solo es posible sino además viable, para la subsistencia y triunfo de estas y qué mejor que estos eventos que precisamente nos advierten de las amenazas pero a la par nos unen aún más”.


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CULTURA SORDA Y PERFORMANCE, PARA ACABAR CON LAS BARRERAS COMUNICATIVAS


Óyeme con los ojos,
Ya que están tan distantes los oídos,
Y de ausentes enojos
En ecos de mi pluma mis gemidos;
Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
Óyeme sordo, pues me quejo muda.
-Sor Juana Inés de la Cruz

Por: Laura Sánchez Díaz y Isaac Hernández González
Ciudad de México (Aunam). La urbe es bañada por un sol potente, la gente al caminar tapa su rostro con las manos, el cielo despejado anuncia que el clima continuará inamovible hasta caer la noche. Dentro de la biblioteca el ambiente se vuelve fresco, Diego Goyenechea se dispone a ir a la Sala de Lengua de Señas, donde un profesor ya lo espera. Solicita libros para continuar con la tesis que ha comenzado hace dos años: Cultura sorda y performance. Él estudia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).


Desde su niñez, Diego se ha adentrado más en la vida de las personas sordas de su familia, la de su tía materna, Isabel, y su esposo, Luis. De pequeño se cuestionaba por qué no podía comunicarse con su tía, quien lo cuidó de los 5 a los 12 años, mientras veía que su tío y ella sí podían hacerlo entre sí; la cuestión quedó latente en él. La barrera comunicativa entre Diego y sus tíos, le hizo decidir aprender Lengua de Señas Mexicana (LSM) durante la licenciatura y enfocar su tema de tesis a la investigación de la comunidad sorda con una mirada cultural y artística.

“Mi hipótesis es que el performance, en tanto que se realizan narrativas con el cuerpo, es un factor cultural de las comunidades sordas y es un elemento estético, dramático y teatral”, menciona mientras el sol se refleja en sus lentes oscuros y cafés, cafés como sus ojos y como su cabellera ligeramente larga. Se sienta al filo de la silla verde, que ha perdido el respaldo, explica su tema sin tomar en cuenta lo anterior, y mientras habla mueve las manos como si estuviera platicando con señas; se da cuenta de la descompostura de la silla y la cambia para continuar.

Para Diego no basta con aprender la lengua de señas, se puede aprender todo el vocabulario pero si no se tiene un registro corporal y verbal adecuado los interlocutores no van a entender. “Nosotros no estamos acostumbrados a hablar con el cuerpo porque no lo necesitamos culturalmente, pues tenemos la oralidad. Si yo les digo “estoy feliz”, deben tener un registro corporal, necesita un performance, me tengo que ver feliz”. Luis piensa “las personas que hablan y escuchan deben entrar al mundo de los sordos y no al revés”, por eso aprende LSM y desarrolla su gesticulación.

El diplomado y la Lengua de Señas Mexicana

En un mar de información llegó al diplomado: “Colaboradores de Lengua de Señas Mexicana” donde ha vivido varias experiencias, algunas de ellas lo han dejado con un nudo en la garganta y la piel erizada.

Cómo requisito del diplomado, Diego asistió a un congreso donde varios profesionistas sordos expusieron sus temas de investigación. Él solo iba a apoyar en logística, nunca se imaginó lo que le esperaba. A mitad del evento, interrumpe una voz: “disculpa, no estamos entendiendo nada, ¿no abría la posibilidad de un intérprete?”. Diego se sorprendió pues si era un evento de sordos por qué estaban esas personas. En su mente pensó: “¡¿no leyeron que era un evento de sordos?! ¿Tú como oyente por qué vienes a imponer en un evento de sordos?” Pese a sus pensamientos quiso ser cortés y preguntó a su profesor si podría asignarles un traductor.

La respuesta fue negativa, al plantearles la situación a las chicas, ellas argumentaron: “Es que nuestra amiga es sorda oralizada pero no entiende lengua de señas mexicana. Diego explica, ellos (los sordos oralizados) son otra minoría dentro de la comunidad sorda. La chica tenía implante, su voz era más gruesa a la que comúnmente tienen las mujeres, sabía leer los labios, porque así le enseñaron, externa el estudiante de Antropología.

Otro profesor que observaba la situación asignó a Diego como su intérprete. Aunque él no sabía mucho lo intentó con tal de ayudar. Rato después la chica sorda le hizo un cuestionamiento dejando a Diego impactado hasta las lágrimas: “Es que yo ¿a dónde pertenezco, quién soy, qué soy?”. "Se me quebró el corazón", recuerda Diego.

Otra experiencia en el mismo congreso fue cuando un sordo de clase social alta, capaz de emplear el lenguaje oral, puso en su exposición la foto de un implante argumentando: "nosotros como sordos necesitamos implantes para que la sociedad nos acepte, nos entienda, nos incluya”. Todos los sordos lo miraron con extrañeza. Hasta que un profesor sordo se paró diciendo: "yo no estoy de acuerdo contigo porque yo tengo una lengua y si los demás no me entienden pues que se chinguen! Yo voy a pasar sobre ellos para lograr mis sueños”.

Entre los asistentes había una mamá joven con su niña sorda quien utilizaba aparato auditivo. Se paró y dijo: “Quiero conocer su opinión, a mi hija la obligo a usar el aparato, quiero que aprenda tanto español como lenguaje de señas. Yo quiero que mi hija tenga todas las oportunidades del mundo, quiero conocer su opinión". Una persona sorda le dijo: “Pero no es tu decisión, es decisión de tu hija”.

Entonces, le preguntaron a la niña si le gustaba el aparato o si se lo quería quitar y pisar. Volteó a ver a su mamá y a los asistentes, parecía que por primera vez se sentía en confianza para externar su disgusto y dijo: "me duele la cabeza cuando lo uso". Todas las personas aplaudieron y su mamá comenzó a llorar. Fueron lágrimas de amor y de decepción. La madre entre sollozos decía: "yo quiero a mi niña con toda el alma y la acepto como tal, lo único que quiero es que la sociedad la acepte". Diego relata: “fue una situación difícil, mis compañeros y yo no sabíamos qué hacer. Se me puso la piel chinita y empecé a llorar, la neta".

Discriminación, audismo y el etnocidio en la comunidad sorda

Diego comenta que varios expertos opinan que contra la cultura sorda se ha cometido discriminación, al no recibir un trato equitativo; incluso existen términos para calificar esas conductas, audismo, cuando se considera a la persona oyente como superior a la sorda; etnocidio, cuando al sordo se le quiere quitar su sordera, lo cual es imposible. Se le tiene que preguntar al niño o niña sorda si quiere usar el implante. Muchos dicen: “ni escucho y me duele la cabeza, me molesta, me hace sangrar”, expresa el estudiante de Antropología, arrugando la frente y cerrando los ojos, como muestra de desagrado.

Diego menciona el nombre del investigador Boris Fridman, lingüista ideólogo de la ENAH y activista en pro de la comunidad sorda en México. Fridman explica que se deben buscar sordos funcionales sin el implante, pues con el implante van a ser oyentes defectuosos (no recuperan la audición y les lastima el aparato), señalados como discapacitados, que políticamente quieren mantener y catalogar como inferiores.

Goyonechea coindice con Fridman en que se debe preguntar a las personas sordas si quieren usar implante o no, cómo quieren ser llamados y si son discapacitadas o no. Diego considera el uso adecuado del lenguaje como una premisa importante, y explica: “sordo con minúsculas se refiere a un adjetivo y Sordo con mayúsculas que pertenecen a la comunidad sorda”

Seña y Verbo: Teatro para Sordos

Actualmente Goyenechea realiza su servicio social en Seña y Verbo: Teatro para sordos, una compañía que abrió sus puertas el 25 de febrero de 1993, es decir, hace 26 años. Diego desempeña el trabajo de gestor cultural y es el asistente de Jesús Jiménez, director ejecutivo del proyecto.

Al estudiante de la ENAH no le agrada el término “discapacidad”, constantemente se pregunta si los sordos son discapacitados o tienen una discapacidad, “¿por qué pueden hacer teatro con todo lo que conlleva?”. En una ocasión lo acompañó al teatro su prima Eli, hija de sus tíos con sordera, y le preguntó asombrada si en verdad los actores eran sordos, entonces contestó con entusiasmo y reproche: “¡Claro! ¿Qué esperabas, que no lo hicieran bien?”

En Seña y Verbo participan actores sordos, brindan su trabajo al público en general y promueven la cultura y el arte para sordos. La también asociación artística y educativa vive una crisis por el advenimiento de la “Cuarta transformación”, ya que le recortaron el presupuesto.

Diego cursa el octavo semestre de Antropología en la ENAH, sigue trabajando en su tesis, cubre su servicio social, aún con tal carga de trabajo sonríe, se muestra entusiasta y dispuesto a la charla. Externa su alegría a través de su amplia sonrisa, de dientes disciplinados y blancos. El sol aún no cae, menos el entusiasmo de Diego, en la cafetería de la Biblioteca Vasconcelos danza el aire y refresca a los asistentes. Se marcha, camina con su mochila a la espalda, desciende hacia el metro Buenavista para dirigirse a la estación del metro Eugenia, cerca de donde vive con sus padres.







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EL CENTRO HISTÓRICO Y SUS SECRETOS ARQUITECTÓNICOS

Por Aurora Yolotzin Estrada Navarro
CIUDAD DE México (Aunam). La mayoría de las veces las personas que viven en la Ciudad de México no conocen la historia detrás de las míticas construcciones que se yerguen en el Centro Histórico, pero tarde o temprano los secretos detrás de tales obras arquitectónicas serán descubiertos.


Era el penúltimo sábado de marzo donde, frente al Hemiciclo a Benito Juárez, se hallaban los alumnos de la materia Procesos y Medios de Comunicación II del grupo 0007 de cuarto semestre de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, rodeados de jacarandas colándose los rayos del sol naciente de la mañana, en espera de su profesora, la adjunta y los guías que los llevarían en un viaje por doce construcciones edificadas en la época del porfiriato.

A cargo del Caminante Urbano se encontraban el arquitecto Alain Prieto y la licenciada Angie Francia quienes darían el recorrido a este grupo de universitarios. El punto de partida fue el Hemiciclo, el cual se trata de un cenotafio o monumento funerario que no necesariamente contiene los restos de quien se hace memoria, en este caso Benito Juárez, un proyecto que duró únicamente 45 días en ser construido y fue inaugurado el 18 de septiembre de 1910.

El recorrido fue a dar a la esquina de la calle Venustiano Carranza y Bolívar, antes conocida como calle de la cadena, donde se encuentra el banco BBVA Bancomer que abarca gran parte de la cuadra, fue el lugar donde residió una casona del siglo XVIII con cinco patios en donde vivió Porfirio Díaz, la cual abandonó el 25 de mayo de 1911, muy cercana a la cantina Gallo de Oro. Frente al banco se encuentra un reloj regalado por la comunidad otomana como parte del festejo del centenario de la independencia.

Los estudiantes toman dirección a hacia la catedral donde el arquitecto les explica que hace tiempo el calendario azteca, que hoy en día se puede apreciar en el Museo Nacional de Antropología, estaba expuesto en lo alto de la torre poniente de la Catedral Metropolitana hasta que fue trasladado al Museo Nacional, ubicado en la calle de moneda, en el año de 1887.

El caminante urbano les llevó hacia el Palacio de Hierro, una construcción moderna por sus estructuras, elaborada por los hermanos de la Barca y Joseph Crowl, la cual conserva mosaicos y las letras originales a pesar de que fue remodelado el edificio dos veces, en 1911 por actualización y después por un incendio ocurrido en 1914.


El Palacio de Bellas Artes fue parte de las edificaciones visitadas, al haber sido uno de los proyectos de Porfirio Díaz, sin embargo, el ex presidente no logró presenciar esta obra cumbre cuando estuvo terminada, por problemas de hundimiento ante los materiales sólidos con los que fue construido, así como el término de los ingresos para su edificación lo cual causó que quedara inconclusa por un largo periodo de tiempo, además, de tener un paso de agua por debajo del Palacio.

Finalmente, el recorrido concluye en el Monumento a la Revolución o también conocido como la galería de los pasos perdidos, un proyecto que surgió de un concurso internacional. Su construcción la autorizó Díaz el 23 de septiembre de 1910 dejándola a cargo del bisnieto de Benito Juárez, Carlos Obregón Santa Cecilia.

Antes de “dejar libres” a los univeritarios, el arquitecto Alain Prieto obsequió monedas conocidas como veintes utilizadas hace tiempo para hacer llamadas telefónicas. Cada alumno apreció la belleza de la moneda que se les había otorgado.

No todos los mexicanos se detienen a conocer la historia que los rodea, sin embargo, el caminante urbano logró ejemplificar para los alumnos la belleza oculta detrás de las antiguas construcciones que resguardan secretos nunca antes contados del Porfiriato, los cuales la mayor parte del tiempo se pierden poco a poco entre nuevos negocios y edificios que opacan la riqueza de su historia.





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26 de mayo de 2019

LUZ EN MOVIMIENTO, EL ARTE DEL SIGLO XXI

Por Eduardo Patiño
Ciudad de México (Aunam). La exposición diseñada por el investigador del Instituto de Ciencias Físicas (ICF), Wolf Luis Mochán Backal, apantalló con sus efectos visuales a los asistentes de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.


Cada una de estas piezas parece moverse por si sola mientras nos acercamos a observarlas. Mochán diseñó estas obras dentro del ICF, y para la creación de cada obra, fue utilizado un patrón de moiré, que consiste en sobreponer dos mallas de franjas claras y oscuras con diseños particulares; la combinación de estas franjas sumada a tu punto de vista y movimientos crean el efecto deseado para que se realice la ilusión óptica.

El proceso de crear estos efectos particulares es denominado por el autor como una “codificación y detección homodina de imágenes animadas mediante paralaje dinámico”.

Pero las construcciones de Luis Mochán no son solamente franjas acomodadas de manera estética, ellas representan por si mismas efectos de onda y óptica que podemos encontrar en la vida real. De este modo, el autor redefine su exposición de una manera didáctica, y la convierte en un medio para la divulgación científica.


Entre los efectos explicados a través de las piezas es posible encontrar: propagación de ondas, principio de Huygens, reflexión y refracción de la luz, interferencia, campos eléctricos.

Debido a la necesidad de que los espectadores se muevan, o cambien continuamente su punto de vista para disfrutar de los efectos visuales, el Dr. Mochán nos invita a caminar mientras se observan las imágenes, a una distancia de dos metros preferentemente.

Esta exposición fue concebida desde 2006, y presentada por primera vez en 2008 dentro de las instalaciones del Museo de la Luz.




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