COMO MUJER: “MORIR DE DOLOR NO ES UNA OPCIÓN”

Por: Erika Sánchez Zamora
Ciudad de México (Aunam). Madre y sostén de una familia, conformada únicamente por mujeres, Alicia Zamora Cruz sabe lo difícil que es cuidar y dirigir a quienes más ama en medio de uno de los municipios con mayor índice de violencia e inseguridad, Ecatepec de Morelos, ubicado en el Estado de México, el cual a finales del año pasado ocupó el primer lugar en feminicidios, según la asociación civil Mujeres en Cadena.



Alicia nació exactamente un seis de enero del año 1969, en el estado de Veracruz, convirtiéndose en la octava hija de diez que tuvieron Pánfilo Zamora e Irene Cruz, una pareja de campesinos, que poco después se mudaron a la ciudad de México, en busca de mejores oportunidades laborales para poder mantener a sus hijos, razón por la cual su infancia no fue fácil.

Una de las cosas que más recuerda, con una expresión de desánimo, es que su madre nunca estuvo al pendiente de ellos, y que su padre y sus dos hermanos mayores se la pasaban trabajando la mayor parte del tiempo, por lo que entre ella y sus hermanas se encargaban de cuidarse a sí mismas, se preparaban para ir a la escuela y hacían juntas la comida y las labores del hogar.

A pesar de que nunca les faltó lo básico para cubrir sus necesidades primarias, les era muy difícil salir adelante, para poder llegar a la primaria se caminaban alrededor de media hora desde su pequeña casa, ubicada en Iztapalapa, la cual poco a poco fue creciendo gracias al aporte económico de sus hermanos, todo para poder tener un mejor lugar en donde vivir.

Hoy en día la casa de su madre y algunos de sus hermanos es un hogar grande, sin embargo Alicia no vive más ahí, pues fue en el año de 1998 cuando junto con su pareja, Jorge Sánchez, y sus pequeñas hijas, Karina de seis años y Erika de uno, se mudó a su actual hogar en Ecatepec, ella recuerda que entonces era un lugar que inspiraba tranquilidad, además de que eran casa que apenas comenzaban a venderse, por lo que no tenía muchos vecinos, un año después nació su tercera hija Andrea.

Fue cuando ella y sus hermanas comenzaron a ir a la secundaria y preparatoria que su padre empezó a acompañarlas y estar un poco más cerca de ellas, sin embargo, ella siempre creció preocupada por cuidar y apoyar a sus hermanas, sin haberse detenido un momento a pensar en sus propios deseos y necesidades.

Por tal razón Alicia nunca pensó en qué quería hacer de su propia vida, no tenía alguna afición, ni sabía exactamente si deseaba estudiar alguna carrera, pues al concluir la preparatoria se quedó en la carrera de Sociología, pero confiesa que no conocía nada sobre dicha carrera y decidió no tomarla, pues ella únicamente tenía claro su profundo deseo de estudiar para “ser maestra y de esa manera poder seguir apoyando a quienes más lo necesitan”.

Después de haber decidido no seguir estudiando comenzó a trabajar como secretaría en Laboratorios LeRoy, lugar donde conoció a Jorge, quien formaba parte de la administración del lugar, tuvieron su primera cita en El Moro, lugar reconocido por sus deliciosos churros y chocolates, emblemático del centro histórico de la Ciudad de México, desde entonces ambos formarían parte importante en la vida del otro.

Alicia y Jorge se casaron poco tiempo después de tener a su primera hija, se mudaron juntos y comenzaron una nueva vida en su propio hogar, razón por la que ella dejó de trabajar y decidió ser madre de tiempo completo, pues no deseaba repetir la historia que vivió con sus padres, dijo, al tiempo en el que se acomodaba su cabello corto y castaño con un poco de canas naciendo desde la raíz.

Alicia narra, con la mirada pérdida, que aunque los dos siempre buscaron que sus hijas tuvieran una infancia tranquila y amena, el pasado turbulento de Jorge comenzó a afectarlos, pues debido a una juventud llena de excesos, en cuanto a alcohol y otras sustancias, la Hepatitis C que él presentó durante el año 2008, provocó que, tras una larga estancia en el hospital, falleciera a principios del 2009, dejando un enorme vacío en la vida de las cuatro.

Después de superar el duelo por la pérdida de su esposo, y con el apoyo de su familia y la de él, logró encontrar un trabajo en el área de recursos humanos de Wal-Mart plaza Aragón, sin embargo, por las largas jornadas de trabajo que debe cubrir, su salud física se ha deteriorado un poco, pues ha adelgazado demasiado y se enfermó de anemia, lo cual hace más complicada su situación.

Confiesa que al final ella siente que terminó dejando a sus hijas solas, de alguna manera, y su preocupación crece diariamente con las noticias que escucha día con día, en donde al menos una es acerca de la desaparición de alguna jovencita.


Hoy, expresa angustiada que sin duda alguna se siente desprotegida por vivir en Ecatepec, pues regularmente sus compañeras del trabajo le cuentan alguna anécdota relacionada con la constante inseguridad en la que viven los más de un millón de habitantes del municipio, le es imposible estar tranquila al tener tres hijas que diariamente tienen que moverse en transporte público por la ciudad para asistir a la Universidad y al trabajo.

La invade la tristeza al momento de contar que es muy observadora en cuanto a cómo van vestidas sus hijas, qué bolsa o mochila llevan, memorizar día con día la ropa que portan, por si en alguna ocasión es necesario dar una descripción de la última vez que las vio; “es imposible imaginar la impotencia que yo sentiría si alguna desaparece, y morirme de dolor no es una opción”.

Su semblante se ve un poco más relajado cuando cuenta que, a pesar de lo anterior, siempre motiva a sus hijas a seguir el camino que ellas deseen, que sigan estudiando y superándose día con día, siempre y cuando eso las haga felices, pero que lo más importante es no alejarse de la realidad y estar siempre alertas, pues “ser mujer no es sinónimo de debilidad y debemos estar nosotras para cuidarnos a nosotras”.










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