BOLSONARO, EL FASCISMO QUE GANÓ LAS ELECCIONES

  • El ultraderechista derrotó en meses a trece años de gobiernos de izquierda en Brasil
Por Eduardo Torres Flores
Ciudad de México (Aunam). “Es el retorno del fascismo a América Latina…”, con estas palabras, el politólogo y maestrante en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México, Pablo Rojas, introduce al análisis de lo acontecido en Brasil: la victoria de Jair Bolsonaro, el candidato por el Partido Social Liberal (PSL) en las elecciones presidenciales del coloso sudamericano.


El también profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) afirma que Bolsonaro no solo es ultraderechista sino que es un llamado abierto a la dictadura militar pues ha homenajeado a los torturadores de la expresidente Dilma Rousseff, integró a su gabinete a exmilitares y constantemente reitera su intención de perseguir a grupos de oposición como el Movimiento de los Sin Tierra, de inspiración marxista.

Rojas advierte que se trata de “lo más regresivo en términos de las conquistas en pro de los derechos sociales e individuales humanos”. Bolsonaro ha emitido fuertes y polémicas declaraciones contra las minorías raciales, sexuales, contra las mujeres y grupos políticos de izquierda desde que funge como diputado y especialmente a partir de su candidatura por el ejecutivo.

Contrariamente a los derechos que ataca propone la libre portación de armas bajo la creencia de que la violencia se combate con violencia, algo que para el latinoamericanista resulta paradójico pues Bolsonaro recibió en su propia campaña una puñalada el 6 de septiembre durante un acto público en el estado sureño de Minas Gerais.

Rojas agregó que no hay de perder de vista que el fascismo de Bolsonaro también implica el sector económico y de relaciones internacionales “Ha propuesto abrir la frontera con Venezuela y toda la amazonia a la intervención de Estados Unidos, lo que permitiría la invasión estadunidense a Venezuela. Además la apertura sería también para explotar una reserva de una riqueza natural única en el mundo a los grupos económicos” comentó.

Según el académico, Brasil fue el primer país de América Latina en tener una dictadura como las que se presentaron en la mayoría del subcontinente durante la segunda mitad del siglo XX. En el gigante lusófono la dictadura incluyó intereses de las burguesías internas y de los sectores conservadores populares bajo una bandera nacionalista.

La pregunta que para el maestrante en Estudios Latinoamericanos es importante formularse es ¿Cómo fue posible que después de vivir gobiernos como los del Partido de los Trabajadores, Brasil haya dado un giro tan brusco de vuelta al pasado militarista?

El Partido de los Trabajadores (PT) es el partido de izquierda más fuerte en el país sudamericano. Gobernó Brasil desde 2003 cuando Luiz Inácio Lula Da Silva asumió la presidencia hasta 2013, cuando en medio de varios escándalos de corrupción la presidenta Dilma Rousseff fue obligada a dimitir.

“Hay que entender que los gobiernos del petismo no cambiaron estructuras sino que buscaron administrarlas y gestionarlas. Sin realizar reformas profundas como la hacendaria, políticas, de medios de comunicación el PT solo realizó alianzas con las burguesías internas que le permitieron generar todo un panorama de programas sociales para los sectores más pobres”. Explica el profesor.

Una de las líneas de investigación del profesor Rojas es la política brasileña, principalmente el PT por lo que identifica en históricamente que para el PT en el gobierno la estrategia de conciliación de clases ha resultado en un incremento de la asistencia social a costa de un gran crecimiento del poder de las burguesías nacionales quienes lograron catapultarse gracias al Estado a los mercados regionales y mundiales mientras restringían la implementación de cambios estructurales más profundos.

Sobre el rápido crecimiento de la derecha hasta su triunfo electoral, opina que los grupos más conservadores lograron aprovechar el descontento popular por el fenómenos de los nexos entre poder político y económico expresado en la corrupción como los caso Odebrecht y JBS para canalizarlo contra el PT.

La cooptación del movimiento de 2013, la aceptación del programa de ajuste neoliberal y el propio impeachment ejecutado contra Rousseff fueron señales del remonte de la derecha brasileña que culminaría con la victoria de Bolsonaro en las recientes elecciones.

“Los grupos conservadores adoptaran la estrategia de la antipolítica. No significa que sea en serio, Bolsonaro no tiene nada de antipolítica ni antisistema. Él lleva viviendo más de 30 años del erario público desde que se jubiló como capitán del ejército saltando de puesto en puesto, incluso sus hijos viven de la política. Sin embargo logró canalizar la idea de “todos son iguales” radicalizando su discurso a la derecha”, puntualizó Rojas.

Para el profesor de la UACM lo que se vivió en Brasil fue consecuencia de que el PT se alejara de sus base de votantes al dejar de ir a las periferias a interactuar directamente con los sectores más pobres del país. Sin embargo, afirma que la de Brasil no es una derrota solo del PT sino que lo es para toda la Izquierda latinoamericana.

“México está en un frente doble. La ultraderecha que representa Donald Trump en el norte y ahora el fascismo abierto de Bolsonaro en el sur. Si las fuerzas progresistas que asumirán el gobierno no logran hacer transformaciones de fondo en seis años, puede que tengamos pronto en peligro de la derecha ultraconservadora e incluso fascista, ya tuvimos un Bronco en estas elecciones”, advierte el latinoamericanista.

Pablo Rojas afirma que las estrategias y tácticas de la izquierda latinoamericana han sido derrotadas y deben replantearse en una gran discusión social evitando aislarse de los sectores populares con sus propios códigos. Agrega que deben de abandonarse ciertos dogmatismos y la idea de ser un “grupo iluminado” al que la sociedad venga.

Propone lograrlo por medio de la disputa a los sentidos comunes, crecimiento de la autoestima social por medio de las pequeñas y grandes victorias políticas, la generación de organización permanente y la crítica constante a lo que esté pasando.

“Si tenemos que renunciar al rojo y negro, la hacemos y utilizamos colores, banda y reggaetón. Hay que regresar la política a la gente y convertirla en una actividad cotidiana de toda la sociedad”, concluye.

Ni Norteamérica ni Sudamérica: derechamérica. Por Eduardo Torres.


Foto: Fabio Rodrigues Pozzebom/Agência Brasil










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