LA CONSTRUCCIÓN DE LA INCERTIDUMBRE

Por: Michell Mendoza y Sandra Cardoso
Ciudad de México (Aunam). Desde las primeras horas de la mañana, cuando las diferentes avenidas y carreteras de la Ciudad de México comenzaban a llenarse hasta su máximo nivel, la familia Escamilla en su sedán rojo con neumáticos de cara plateada y escandaloso motor, se dirigía a Ciudad Universitaria con el fin de vender, como lo han hecho desde los últimos 40 años, golosinas, bebidas y cigarros a la comunidad estudiantil de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Sin embargo, desde hace varios meses, su futuro es incierto.


La presencia de rayos solares en el cielo y el manto de algunas nubes que escasamente permitían el avistamiento de la estrella de la mañana, denotaban los 23 años que Juan Escamilla indicaba en su rostro, al igual que el cabello oscuro y los pocos vellos que delimitaban su bigote. Portaba un pants negro, chamarra azul y tenis grises con los que realizaría de forma rápida su trabajo a lado de su madre.

“Desde antes de la Huelga del 99, mi mamá y yo estábamos en el puesto del estacionamiento pero nos mudamos a la explanada alta porque con los 50 pesos que recibíamos a diario no alcanzaba pa’ nada,” cuenta Escamilla. Hoy en día podrían cambiarse de nuevo, esta vez por el proyecto de reubicación de puestos ambulantes la institución.

El 6 de febrero de 2018, la FCPyS de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) emitió un comunicado en redes sociales sobre el inicio de la construcción de locales en el costado poniente del jardín digital, entre el edificio A y F de dicho plantel con el fin de reubicar a los puestos ambulantes que se encuentran en la explanada alta.

La empresa contratada por la universidad para encargarse de la la construcción de 24 locales fijos y 4 semifijos fue la Ingeniera Integral Dalco S.A de C.V, quien a su vez designó al ingeniero Daniel Barrera para llevarla a cabo durante el mes de febrero hasta el 6 de agosto cuando el curso 2019-1 dé inicio. Asimismo, de acuerdo con el ingeniero, la constructora fue quien le presentó el proyecto a la facultad y ésta decidió llevarlo a cabo.


En entrevista con el Secretario General de la FCPyS Arturo Chávez, estableció que el presupuesto de 9 millones de pesos no ha variado y se espera que no cambie en el transcurso de la obra, el cual fue designado directamente por la Dirección General de Obras.

De igual forma, dichos locales al ocupar un espacio en el interior de la Universidad, la Dirección General de Patronato Universitario les asignará un costo de renta. “Da una cuota dependiendo del tipo de giro y del promedio de ingreso que venden los comerciantes” comentó Chávez. Sin embargo, William Gutiérrez vendedor de empanadas registrado ante dicho órgano, estableció que el pago que efectúa mensualmente es de 2000 pesos sin derecho a vacaciones ni prórroga, aunque esto aún no puede asegurarse para los demás.

Igualmente, el proyecto de reubicación tiene contemplado otro para la explanada alta: “La idea es hacer un ágora, poner cabezones con imágenes de pensadores importantes de la facultad, unas bancas imitación madera y mesas para computadoras con el fin de renovarla de manera estética” comentó Arturo Chávez.
Planos y locales en construcción para el proyecto de reubicación de puestos ambulantes en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Anteriormente, la regulación de los vendedores ambulantes era nula, ya que ésto se ve directamente con el Patronato. Según datos obtenidos por Chávez sólo 8 de los 26 vendedores está registrado en el Patronato. Ahora se les proporcionará un espacio de acuerdo a la antigüedad de los comerciantes establecidos en la institución de la UNAM.

Tomando en cuenta los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI), el comercio informal en México tuvo un aumento de 1.1% del 2016 al 2017. Ese año se contó que había 30.2 millones de personas dentro de este comercio, lo que representaba el 57% de la población ocupada, es decir los que tienen un empleo.

La decisión fue tomada por razones de seguridad, dado que la explanada alta representa un peligro constante por su base hueca y la dificultosa circulación a la que se enfrenta la comunidad estudiantil en el cambio de clase o para evacuar en caso de sismo.Otra razón fue para dignificar el trabajo de los vendedores, ya que en los locales podrán resguardar sus productos de manera segura y limpia, además de que se les proporcionará agua limpia y energía eléctrica. Aunado a esto último, los alimentos pasarán por el control de calidad de Patronato Universitario con el fin de que los alumnos puedan consumirlos sin perjudicar su salud.

Con el fin de comunicar la situación, los directivos entrevistaron de manera individual a cada uno de los comerciantes para darles a conocer el proyecto de reubicación y la certeza de un lugar en los locales, sin embargo, al hablar con Imelda “N” vendedora de tortas por más de 30 años en la facultad, mencionó desconocer los criterios por los cuales se les brindarán los espacios y sólo le aseguraron que 14 personas obtendrán un lugar, pero los nombres no le fueron comunicados al momento de hablar con Arturo Chávez. Tampoco le fue establecido el precio de la renta, pero lo que sí es seguro es una preocupación constante para los vendedores por la desventajas que representa.

Puestos ambulantes en la Explanada Alta de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

La institución no siempre contó con esa imagen. De acuerdo con un estudio realizado en 2011 por estudiantes de la licenciatura en sociología la facultad, desde que el plantel estaba entre la Facultad de Economía y la Torre II de Humanidades, ya existía el comercio informal en sus aulas.

Con el traslado de la facultad para el circuito Mario de la Cueva, los ambulantes también se fueron con ellos. No obstante, bajo la administración de Fernando Pérez Correa (2000-2008) como director de la FCPyS se construyó un espacio al frente del estacionamiento de alumnos destinado para el comercio, el cual fue el primer intento de reubicación por parte de la institución.

Al finalizar la huelga de 1999 llevada a cabo por los estudiantes de la universidad, debido al pago por semestre que se quería implementar por el entonces rector Francisco Barnés de Castros en el bachillerato y licenciatura, los padres de los actuales vendedores como en el caso de Juan Escamilla y William Gutiérrez apoyaron al Consejo General de Huelga (CGH) y el colectivo Rebeldía por medio del abastecimiento de comida para éstos. A cambio, ayudaron a los vendedores para establecerse en la explanada alta donde se encuentran actualmente. “Mi mamá apoyó a los huelguistas por medio de comida, pues no tenía otra forma de hacerlo. Gracias a ello, le dieron dos barras para establecer sus puestos, uno en el anexo de ingeniería y otra en Polakas”, mencionó Gutiérrez.

A lo largo de los años, las familias de vendedores han crecido junto con los más de 11 puestos que alberga la explanada alta del plantel, lo cual fue convertido en un área de negocios familiares.

Lucia “N” una señora de 40 años, cabello castaño, pantalón holgado color azul y chamarra negra, señaló los lazos consanguíneos de los comerciantes tras ser vendedora de empanadas por más de 25 años a lado de su pareja William Gutiérrez, los cuales para fines de este reportaje fueron verificados con los testimonios de su cónyuge, Juan Escamilla y Rogelio “N”, pareja sentimental de Cinthia Escamilla vendedora con más antigüedad en la facultad.

Esquema de Negocios Familiares

A causa de los parentescos, los ambulantes comenzaron a autorregularse. En el 2013, los vendedores externos a la comunidad formada en Ciencias Políticas y Sociales que llegaban para establecer su negocio en el plantel, tenían que pagar una cuota a Antonio “N” alias “El trombón” quien se encuentra ubicado en la explanada baja frente a las ventanillas de servicios escolares y a su hermano Juan “N” conocido como “El Corredor” situado en la explanada alta entre los edificios A y B. “Sí, el Trombón antes cobraba a quien quisiera poner su puesto en la explanada, incluso una vez llegó un puesto de tacos de canasta y como no quiso pagarle, llamó a Vigilancia UNAM y se lo llevaron” afirmó Juan Escamilla.

Pero esta situación no duró mucho gracias a las quejas de los demás comerciantes que no les parecía justo pagarle a un compañero lo que trabajaban, por lo que la cuota “obligatoria” acabó.


Puesto de Antonio “N” alias “El trombón” en la explanada baja de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Al iniciar las clases, la mesa llena de colorido y diversos sabores, invitaba los estudiantes a comprar sus productos, dado que Juan siempre intentaba acomodarlos de manera vistosa. La caja llena de refrescos como: Coca cola, agua Bonafont,Boing y Peñafiel, los acomodaba a lado de la mesa. Las barras de cereal All bran y Kellogs así como los chocolates Carlos V, Crunch, Snicker y Milky way, eran colocados en el extremo derecho de la superficie. Del otro lado, las paletas Tumpsi Pop junto con las de Tarrito, ocupaban la atención de los consumidores; no obstante, los cigarros fueron los más consumidos.

Con la reubicación, el precio de los productos podría aumentar inevitablemente. “La cuota solicitada debe mantenerse de alguna forma y es imposible que los precios de los productos no aumente para ello. Los principales afectados serán ustedes los estudiantes porque al final del día, un peso más en los tacos, agua y café sí pesan”, comentó Oscar Cruz, vendedor ambulante de café desde hace 15 años.

No obstante, esto no significó el menosprecio del proyecto sino la aceptación de los comerciantes. De acuerdo con cinco entrevistas realizadas a diferentes vendedores ambulantes de la facultad, el gremio está a favor de la reubicación por cuestiones de seguridad, un espacio en donde cubrirse del clima, limpieza en sus productos y mayor calidad para sus clientes. “No sé si los demás estés de acuerdo pero personalmente yo sí, porque tendré un espacio en donde resguardarme de la lluvia y que los alimentos estén limpios y no generen desconfianza entre mis clientes”, puntualizó Oscar.

Estudiantes de la FCPYS en la explanada Alta

La comunidad estudiantil fue tomada en cuenta para la reubicación de los puestos, ya que comenta el Secretario General que los estudiantes mandaban cartas solicitando el proyecto. Pero ellos no tuvieron nada que ver en la decisión del lugar ni en cuestiones técnicas.

Sin embargo, en un sondeo realizado vía internet en el que participaron 20 estudiantes de cuarto semestre, el mayor porcentaje tenían una opinión imparcial respecto a la reubicación de puestos, y menos de la tercera parte estaba totalmente de acuerdo.

¿Que tan de acuerdo están con la reubicación de puestos en jardín dígital?


Las ventajas que consideran los estudiantes sobre la reubicación de puestos es que se regulará el comercio informal, mejoraran las rutas de evacuación en caso de un siniestro, y que el jardín dígital estará libre de fumadores de marihuana.

Aunque los directivos no les consultaron sobre el lugar, los estudiantes están en desacuerdo con el área elegida, ya que el 84.62% considera que afecta a las áreas verdes de la facultad. Sin embargo, en el proyecto de reubicación estaba contemplada la tala de seis árboles, de los cuales sólo dos han sido cortados hasta el momento. Además, la Facultad hizo un trato con el sindicato para reforestar la facultad con 100 árboles nuevos. “Ese es un proyecto que nada más que termine la obra lo vamos hacer conjuntamente con los vendedores ambulantes” comenta Arturo Chávez.
Asimismo, el director general comentó que la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel UNAM (REPSA) no sería dañada bajo ningún aspecto, lo cual respeta los lineamientos para el desarrollo de las actividades dentro del REPSA.


Según la página de ECOUNAM, la reserva es el refugio de más de 1500 especies nativas desplazadas por el desarrollo urbano, por ser área de recarga de acuíferos, captar el CO2 y ser un espacio para la investigación y docencia.


La tarde había transcurrido y el andar de los estudiantes entre los puestos para saciar su hambre cada vez disminuía. El sonido de las monedas al caer en la caja metálica en donde Juan colocaba las ganancias del día, había cesado desde las 8:30 de la noche, lo cual daba señal para retirarse.

Comenzó por quitar los chocolates y barras de cereal, seguido de las paletas y frituras que debían ocupar el espacio inicial en las cajas de cartón para no aplastarse con el movimiento del vocho que aguardaba en el estacionamiento. Del otro lado, su hermana veía de reojo cada uno de sus movimientos al mismo tiempo que guardaba su mercancía.
-¿Ya casi terminas, carnal?
-No, ya sabes cómo es esto de tardado. También tengo que llevar la mesa y ya vez que esa si está pesada.

El lugar de William desde mediodía había sido abandonado, pues las falta de luz eléctrica y un microondas imposibilitaba a uno de los vendedores registrados en el patronato para continuar más horas en su área de trabajo. “Hace tiempo tenía donde calentar mis empanadas pero me quitaron la luz y ya no puedo durar más tiempo y se supone que somos de los únicos que pagamos la dichos cuota”, señaló.

Al llegar a las escaleras, Imelda recogía las chapatas de pollo y pierna que le sobraron del día. El movimiento de la cola de caballo que sujetaba su cabello por completo, la blusa morada y el pantalón negro denotaba la rapidez con la que acomodaba los alimentos en una canasta a la par que un joven cerraba la sombrilla de rayas que anteriormente la resguardaba del sol. Al terminar ambas actividades, bajaron las escaleras en dirección a la puerta que los alejaría de la incertidumbre que engloba a cada uno de los vendedores de la FCPyS.








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