MAGOS HERRERA: SOÑAR CON LOS OJOS ABIERTOS

Por Ixtlixochitl López
Ciudad de México (Aunam). Era una tarde peculiar en el Centro Cultural Universitario, la claridad del día no quería irse, tal vez confundida por el bullicio y el andar tropezado de la gente que iba y venía entre stands de libros, pláticas y foodtrucks. Esa primera impresión hacía que quienes entraban a la Sala Nezahualcóyotl, lo hicieran con cierto ánimo de entusiasmo inusitado.


Al ingresar, la gente que poco a poco iba tomando sus asientos, quedaba absorta ante la majestuosidad de la sala, los ojos de los presentes se paseaban por cada uno de los rincones de su arquitectura y de sus motivos.

En punto de las 8:30 apareció Magos Herrera, con una enorme sonrisa en el rostro, acompañada por Luis Perdomo (piano), Sam Minaie (contrabajo) y Alex Kautz (batería), envueltos por una cortina de aplausos tomaron posiciones y la promesa de un gran recuerdo, comenzó.

Zamba de Balderrama fue la primera canción en sonar, el himno que marcó a una generación y que evocó en los asistentes la dureza y la oscuridad de toda una época que encontró un destello al que aferrarse en la música de protesta.

Magos Herrera recordó la importancia del movimiento estudiantil de 1968 y de no olvidar que esto sucedió. “El origen de esa movilización y de ese espíritu de decir las cosas está vigente y también tenemos una voz en estos días y también queremos una voz para el futuro”.

Al musicalizar “Niña” de Octavio Paz, la intérprete se refirió a la posición del poeta, que renunció a su cargo como embajador en el contexto de efervescencia y la importancia de la poesía como vehículo para seguir soñando. “La poesía nos recuerda nuestra humanidad, nuestra esperanza, es una invitación a seguir soñando”.

Al centro del escenario una luz violeta, que coloreaba la voz de Magos Herrera, llevaba a los espectadores hacia el sur para dar gracias a la vida, dejarla volar o para, en un ejercicio de la memoria, volver a los diecisiete.

Las voces por las que este viaje lleva a los espectadores son recordadas por la fuerza de sus palabras y de sus convicciones, por la dureza del contexto en el que nacieron y que Magos Herrera reconoce en toda Latinoamérica, “semillero de grandes que inspiran”.


Pero no todo queda en el pasado, pues los asistentes reconocen la cara fresca de la canción en la voz de Silvana Estrada, originaria de Veracruz, que los hace bailar en sus asientos y disfrutar del calor que de pronto domina el auditorio.

La guitarra y la voz de Pedro Aznar se instalaron en el repertorio junto al compás de los aplausos del público para no dejarlo hasta el final de la noche. Mientras que el humor de Eugenia León trajo consigo las ganas de aferrase a la vida, al amor y a las cosas en las que se cree.

Los asistentes recordaron casi al final del concierto al responsable que dio nombre a la noche “Te doy una canción”, y que los dejó tarareando de camino a sus hogares entre rabos de nube que rodeaban a la luna.

Este es uno de los primeros eventos que conmemoran los 50 años del movimiento estudiantil de 1968 en México y el mundo, que tendrán lugar hasta octubre, bajo el programa 'M68'.




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