17 de junio de 2016

EL LIMBO DE LOS DESAPARECIDOS

Por Anayeli Tapia Sandoval
Ciudad de México (Aunam). Cuando se habla de personas desaparecidas, la conjugación del verbo ser se vuelve imprecisa: ella o él es, ella o él fue; pues son seres que han dejado vacío el espacio físico para dar paso a la incertidumbre entre la vida, la muerte y la esperanza. Tal es el caso de Mónica Alejandrina Ramírez Alvarado, quien ha sufrido la ceguera y el silencio de las autoridades, de las leyes y de la sociedad, por doce años.


Ya pasaron alrededor de cuatro mil 380 días desde que a Mónica Alejandrina se la tragó la tierra. Más de una década de angustia, dolor, insomnio y sufrimiento para su familia; pero también de olvido entre los miles de reportes de personas desaparecidas que cada año llegan a las instancias correspondientes del país.

Para la familia Ramírez Alvarado, la pesadilla comenzó exactamente la mañana del martes 14 de diciembre de 2004, cuando la hija menor salió de casa —ubicada en Ecatepec, Estado de México— para asistir a la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (FES-I), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde estudiaba el último semestre de la carrera de Psicología.

Ese día, Mónica Alejandrina se dirigió a la escuela para entregar un trabajo final. El escrito llegó a las manos de su profesora, pero ella nunca estuvo presente. Poco después, las averiguaciones arrojarían que un compañero de su carrera fue el que presentó su texto, pero no sólo eso, sino que él fue el intermediario para entregarla a un grupo de delincuencia organizada.

Jesús Martín Contreras, quien por colaborar con la banda secuestradora recibió 21 años y tres meses de cárcel, declaró ante la entonces Agencia Federal de Investigación (AFI) —hoy Policía Federal Ministerial— que él sólo “la había puesto”. Hoy, debido a un convenio entre la UNAM y el gobierno mexicano, Martín Contreras es Licenciado en Psicología, graduado por una tesina en la que cuenta que la justicia en México no existe, pues la mayoría de los presos están recluidos sólo porque los familiares buscan venganza de ellos.

Como resultado de la investigación del caso de Mónica Alejandrina, sólo hay tres personas que fueron juzgadas por su desaparición y posible asesinato: Jesús Martín Contreras, Brian Remy Israel Alvarado Medina y Marlón Gaona —hijo de un ex agente judicial del Distrito Federal— quienes ni con los años de sentencia recibidos han querido dar declaración alguna sobre la ubicación de Mónica.

“Desafortunadamente, ellos como delincuentes a veces tienen más derechos que nosotros, pues se han reservado el derecho de declarar qué fue lo que hicieron con ella y no hay manera de que nos digan”, comenta Ivonne Ramírez, hermana de la universitaria desaparecida.

Desaparecidos y cadáveres sin identidad: una misma realidad

Sus blancos dientes forman una sonrisa perfecta y natural; sus ojos, grandes y redondos, reflejan el brillo del amor por la vida y el futuro; su cabello, negro y ondulado, le dan forma a su cara ovalada, a través de la cual se percibe la jovialidad y frescura de una mujer de 21 años.

Ese semblante ha quedado congelado en la fotografía impresa en las camisas de la familia Ramírez Alvarado y en las mantas que cubren el pasto, ya en sus diversas gamas verduscas por el apogeo de la primavera.

Es jueves 19 de mayo. “Las Islas”, de Ciudad Universitaria, es la sede del evento del “Encuentro por los muertos y desaparecidos de la UNAM”, en donde participan colectivos como “Nos hacen falta” e “H.I.JO.S. México”, quienes a través de sus diversas actividades buscan denunciar la falta de atención del gobierno mexicano con respecto al tema de la desaparición y la ola de violencia que azota al país desde hace décadas.

Para el papá de Mónica Alejandrina, Manuel Ramírez, la existencia de estas organizaciones garantizan que al menos las familias no se sientan solas y sin apoyo; para su madre, Adela Alvarado, es una oportunidad para concientizar a la sociedad y unir fuerzas, pues señala que: “aunque sean 10, 20 o 43 los desaparecidos, nadie ha hecho caso”.

Son las cinco de la tarde. La cantidad de gente que hay en la reunión de personas muertas y desaparecidas es inferior que a la que asiste a un costado en la Venta Especial de Libros UNAM en el paseo de las humanidades. El viento, mezclado con un fuerte sol, hace ondear la pared de tela que ha construido el colectivo “Bordando por la paz”, en donde hay un pañuelo con la silueta geográfica del país en donde resalta, con letras rojas, la insignia de inconformidad: “Fue el Estado”.

Ivonne Ramírez Alvarado está parada e inmóvil debajo de la sombra de un par de árboles. Mira y escucha fijamente la melodía del grupo musical “Son de uva”, quienes le cantan a los desaparecidos, a la muerte y a la vida. Dicen que la música alivia el dolor del corazón, pero el de Ivonne es un sufrimiento más profundo e inexplicable, por lo que sólo puede ser aliviado momentáneamente.

Ivonne mide alrededor de 1.60 metros. Usa una camisa y gorra blanca acompañados por unos jeans negros y tenis color gris. Su cuerpo se ve sano, pero su rostro refleja su fragilidad; y sus ojos, cristalinos, que su alma puede quebrarse en cualquier momento.

“Ya han sido doce años de buscarla por todos lados, en diferentes lugares donde a veces nos han dicho que la han visto, o hemos ido a ver cadáveres que puedan corresponder a las características de mi hermana, pero finalmente no hemos podido encontrarla ni tenemos mayor información”, declara Ivonne Ramírez, quien forma parte de los grupos “Movimiento por la paz”, “Grupo Eslabones por los Derechos Humanos” y “Nos hacen falta”.

El camino que la familia de Mónica Alejandrina ha recorrido no ha sido fácil, el Ministerio Público, la Procuraduría General de la República, el Tribunal de Justicia Superior del Distrito Federal y demás instancias, se han echado la culpa y responsabilidad los unos con los otros, lo que ha impedido que el proceso de encontrar a su familiar sea más extenso.

“Hay mucha apatía para buscar realmente a las personas desaparecidas. En cuanto a los procesos legales también, porque son muy engorrosos, enredados; en vez de facilitar la localización, ellos mismos se ponen trabas. Como familiar, y más después de tanto años, quisieras que las cosas de hicieran bien. Cuando levantamos el registro de desaparición las autoridades nos pedían las huellas dactilares de mi hermana, obviamente nosotros no las teníamos.

“Por todo el tiempo que ya hemos tenido buscando nos ha pasado de todo en todos lados: instituciones como la PGR dice que no es de su competencia por la jurisdicción en donde pasó, y demás cosas que no deberían de pasar o importar, porque sencillamente fue en el territorio mexicano y es sobre una persona mexicana”, relata la hermana de Mónica Alejandrina, quien con serenidad y enojo relata sus experiencias.

Según cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y de Amnistía Internacional, en 2015 el número de desapariciones en México sobrepasó las 26 mil personas. Si se contrastan estos dígitos con los de los cadáveres no identificados que, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), casi llegan a los 16 mil, se puede decir que, quizás, se traten de las mismas personas.

Sin embargo, pese a esta realidad, estadísticas del Servicio Médico Forense señalan que en México el 81.1% son de cadáveres cuya identidad sí se conoce; mientras que el 18.9% corresponde a los no identificados. Esto frente al hecho de que cada semana, alrededor de 60 y 70 cadáveres van a parar a las oscuras, frías y olvidadas fosas comunes que hay en la República Mexicana.

La familia Ramírez Alvarado no ha estado exenta del proceso desgarrador de ir al Servicio Médico Forense, porque, a pesar de tener la pequeña esperanza de que Mónica Alejandrina siga con vida, la realidad es que al acudir a ver los cadáveres no identificados, inconscientemente, también se busca el fin a la pesadilla de no saber en dónde está un ser querido.

“Hemos acudido a varios Semefos y a las fosas comunes, pero es una experiencia que lastima, porque ante el hecho de ver las fotos de los cadáveres uno se pone a desear que no sea el familiar. Es una mezcla de sentimientos encontrados: por un lado uno ya quiere saber de su familiar, pero por otro lado son emociones muy fuertes, porque te pones a pensar qué le habrá pasado a esa persona, de qué murió, por qué tiene ciertas huellas. A nuestra familia nos han hablado alrededor de ocho veces para ir a identificar diversos cuerpos, pero uno no se puede preparar para este tipo de cosas”.

A principios de este año el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF) señaló que iba a construir un edificio para sustituir la fosa común del Panteón Civil de Dolores, por lo que la medida de ampliar espacios en vez de implementar soluciones es cuestionable.

Para la hija mayor de la familia de Manuel Ramírez y Adela Alvarado, el TSJDF debe poner atención a ambas cosas: por un lado, acepta que la desaparición es un problema que no puede erradicarse de la noche a la mañana; pero por otro, se le tiene que dar mayor peso a la prevención y a la correcta realización de las actividades que realiza el Semefo.

“Se debe de tener en cuenta que por cada uno de esos cuerpos no identificados habrá una familia que seguramente los está buscando y que por eso los deben tener en mejores condiciones. Por ese lado, sería mejor que hubiera un registro real y fiel, porque pasa mucho que los datos ni siquiera corresponden con el del supuesto cadáver. En cuanto a la prevención, eso es lo mejor y la gente tiene que concientizarse de ello. Ojalá que nadie más viviera lo que nosotros como familia hemos vivido”.

¿Cuánto tiempo más?


Las últimas canciones del grupo “Son de uva” resuenan en las paredes de Ciudad Universitaria, mientras que las letras de esas melodías resucitan a los muertos y traen los cuerpos de los desaparecidos a caminar entre las personas presentes, quienes por un día desean compartir y entender el dolor de los cientos de madres, padres, hermanos e hijos, que diariamente luchan por encontrar a sus familiares, quienes muchas veces, en vez de ser ayudados por las autoridades, son juzgados.

“Mi hermana tenía 21 años cuando desapareció; cuando fuimos a denunciar que ella no estaba lo único que nos decían era que ‘seguramente se había escapado con el novio, y que al rato iba a volver muy contenta’. En vez de que ellos den el apoyo que deberían de dar y hagan la búsqueda que deberían hacer, sobre todo las primeras horas que son muy importantes, se la pasaban diciendo que seguramente estaba en malos pasos. Son cosas que están totalmente fuera de lugar, a ellos no les importa qué fue lo que pasó, no tienen por qué juzgar, su única obligación es buscar, encontrar la verdad y hacer justicia”.

La música ha cesado. Se respira un minuto de silencio de paz, que luego son interrumpidos por la voz de un familiar de Mónica Alejandrina: “Ella tendría que estar ahorita titulada, sirviendo a la comunidad y no lo puede hacer porque esta violencia nos tiene sumergidos a todos”.

La mirada de Ivonne Ramírez se pierde en el pasto. Sus lágrimas comienzan a desbordar lentamente mientras el recuerdo de su hermana se acerca a su mente, a sus labios, a sus palabras. Su cuerpo comienza a temblar por el frío, la impotencia y el dolor de no tenerla a su lado.

“Mi hermana era alegre, muy dedicada, siempre muy cercana a mí; yo la recuerdo como mi mejor amiga, mi compañera”. La voz de Ivonne se corta, pero saca la fuerza para continuar al tiempo que se seca las gotas de dolor: “La última vez que estuve con ella fue un día antes de que se la llevaran, nos despedimos en la noche, como si fuera cualquier otra; la siguiente mañana ella ya no estaba”.

Se tiende a echar la culpa de todas las cosas malas al gobierno mexicano, pero la sociedad también es apática ante estos temas, aunque sean actos que en cualquier momento puedan pasar. Sin embargo, la hermana mayor de Mónica Alejandrina no pierde la esperanza de que la sociedad pueda avanzar y mejorar.

“Es algo que no se da de una noche a la mañana, pero sí se puede, aunque desafortunadamente hay una descomposición muy grande en todos los niveles. Si nosotros como individuos no participamos en la corrupción y de alguna manera no permitimos que se sigan cometiendo actos delictivos sí se puede”.

Cada mañana, la familia Ramírez Alvarado pide que haya mayor transparencia en los procesos en la búsqueda de desaparecidos y de personas fallecidas, así como una mejor funcionalidad por parte de las autoridades de todo el país: “Ellos mismos están envueltos en la desaparición de las personas, pierden expedientes, amenazan, filtran la misma información a los delincuentes, hay mucha corrupción”.

Las listas siguen llenándose de nombres de personas que siguen siendo subsumidas por la violencia, la corrupción y la apatía, que no hacen más que arrastrarlas sin soltarlas nunca. Algunos de ellos cambiarán su identidad por un número de expediente y vivirán bajo la tierra, en cementerios acompañados por huesos que no hacen mayor sonido; por corazones que ya no laten, que ya no viven; y estarán en la oscuridad, en donde ellos mismos no podrán reconocerse.

Otros simplemente pasarán inadvertidos, como si nunca hubieran existido, hasta que la última persona que los recuerde muera. ¿Cuántos días más tendrán que transcurrir para saber el paradero de Mónica Alejandrina? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para llenar el vacío de su ausencia? Esa es la delgada línea entre la vida y la muerte, pero cuando se ama a un ser humano, como dice Ivonne Ramírez: “Pase el tiempo que pase, siempre vamos a seguir buscando”.



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CLETAS, BAIKAS, BIRULAS, BICLAS... POR UNA CDMX MÁS SANA

El cuerpo del ciclista renuncia a su imagen ante aquellos que lo observan.
Es un pájaro, es un avión. Es un drone. Su trono es el aire.
Toda su existencia es un desafío. Su instinto es imperturbable.

Por Daniela Pedraza Gómez
Foto: Alan Mendoza
Ciudad de México (Aunam). No recuerdo la vez que aprendí andar en bici pero recuerdo muy bien cuando conseguí la primera; claro después del clásico triciclo Apache mis padres decidieron que era hora de comprarme una bici mayor, una de montaña; así fue.


Me recuerdo muy bien paseando entre los pasillos de aquella tienda de bicicletas, merodeando la zona, viendo los colores de todas hasta que apareció, frente a mí estaba una turbo con un cuadro verde con negro, rodada veinticuatro; listo debía ser mía, así fue. Mi juventud me la viví con esa bicicleta hasta que llegaron otras inquietudes y, bueno, la dejé arrumbada.

Los años acabaron por llenarla de polvo hasta que la pregunta obligada llego de cierto alguien: ¿Y tienes bicicleta? –Sí.

Para ese tiempo ya había otra bicicleta rodada veintiséis de montaña que mi madre utilizaba para ir al mercado o dar un paseo. Ese mismo alguien y yo desempolvamos mi bicicleta le dimos su arregladita y a rodar, luego compre una Benotto; todas de montaña. ¡Y vaya que subí la montaña! Justo la bicicleta me había salvado, me salvo de convertirme en un automovilista más, de no mirar mi ciudad de una manera diferente, de mirar con detenimiento pero con la velocidad adecuada. La bicicleta se volvió una adicción; pase de bicicletas de montaña a de ruta y plegable.

Me convertí en una ciclista amateur, renuncie a la imagen de aquellos que te observan; soy un drone.

El progreso de la bicicleta se volvió el mío como el de muchos que se suben a la bici y pedalean, haga calor o frío todos pedaleamos porque entendimos que la cleta es un medio alternativo para cuidar nuestro entorno, además de lo feliz que te hace sentir.

La pululación del ciclismo urbano comienza a inicios y mediados de los 2000, con asociaciones civiles de ciclistas como Bicitekas, la construcción de la primera ciclovía de cerca de 60 kilómetros de extensión desde el poniente de la ciudad en la zona de Polanco hasta el sur de la misma en Tlalpan con tres ramales, se implementaron las primeras políticas para impulsar el uso de la bici en el DF con programas como Muévete en Bici o el más reciente en 2012 llamado Ecobici; por su parte el entonces jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador promovió obras de mitigación de impacto ambiental en 2003.

Aunque también se construyó el segundo piso del Periférico, obra que nuevamente privilegió el uso del automóvil en la capital mexicana. La movilidad entendida como “el derecho al libre desplazamiento en condiciones óptimas de relación entre el medio ambiente, espacio público e infraestructura” como plantea Ballén Duque en el “Derecho a la movilidad, la experiencia de Bogotá”, la ciudad aunque este siendo construida para autos, no son una opción para la movilidad en cambio la bicicleta sí; sí genera, mueve y no contamina; según un estudio realizado por Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales, y la Asociación para la Difusión de la Economía Crítica y Social (ADECS); el 96% de los ciudadanos encuestados cree que “en mi ciudad debería haber más bicicletas y menos coches” y el 90% que “mi ciudad tendría que estar mejor adaptada para el uso de la bicicleta”. En ambos enunciados, solamente el 1% se manifiesta expresamente en desacuerdo.

La bicicleta en México se popularizó en la década de 1950 cuando inició la producción nacional, aunque llegó al país desde finales del siglo XIX. Importada de Estados Unidos y Europa, la bici constituyó una de las diversiones exclusivas de la aristocracia porfiriana.

Se calcula que en 1896 había apenas 800 bicicletas rodando por la Ciudad de México. Las décadas de 1950 a 1980 fueron la época dorada de las bicis mexicanas; se crearon modelos emblemáticos como la súper deportiva Saeta, la resistente Águila Plateada y la exótica Vagabundo.

El Uso de la Bicicleta


La baika en México es portadora de imágenes rodantes, como el señor de los tamales con su característico olor gritando entre calles el esperado ´´Taaamaaales´´ o el acostumbrado señor de los tacos de canasta afuera de las oficinas, el de los raspados o que vende cheetos o cualquier golosina afuera de las escuelas; seguramente todos lo recordamos también tenemos a los cobradores, el cartero antes de los 2000 todavía se desplazaba en bicicleta; así podemos describir un montón de oficios que sobreviven en la urbe capitalina.

Utilizada cada vez más; como medio de transporte, cómo forma de distracción, como deporte, o inclusive y mal usada para estar de moda.

“Andar dando el rol por la ciudad es mejor cuando ando en bicicleta además de que no gasto dinero, me hace sentir feliz; el usarla como medio de transporte y además como vía de trabajo porque soy mensajero me ha ayudado a cambiar mis hábitos inclusive al tipo de personas que concurro; a veces me dicen que sí no me canso de andar en la bike, pero ni maíz, prefiero andar sobre mis dos ruedas que subirme al metro y tardar horas en la inmovilidad, comenta Rubén Díaz, bici-mensajero libre.

En la Ciudad de México se realizan 100 mil viajes en bicicleta, de acuerdo con un estudio de la consultora De la Riva Group.

La bicicleta cruza veloz la ruta del ascenso social, pedalea hacia el protagonismo ineludible como el transporte más eficiente y generador de salud. En la CDMX, el uso de la bicicleta es totalmente viable por su velocidad y el clima. Tenemos una temperatura extraordinaria que es, en 80% del año, de confort alto, es decir, oscila entre los 17 y 21 grados; no hace frío ni calor, y es un promedio que permite estar todo el tiempo en el exterior; además, 70% del suelo es plano.

El uso es distinto al que tuvo en el siglo pasado, época en que la utilizaban preferentemente las clases de menos ingresos para llegar a su destino. Usarla como medio de transporte era un estigma de inferioridad, incluso ciertos sectores sociales decían que México era un pueblo bicicletero.

“Para mí no es tanto una forma de reducir emisiones de contaminantes sino un forma de reconocernos como parte de una colectividad en un ambiente sumamente atrapado por el individualismo y el consumo. Siento que como ciclistas estamos reconstruyendo un vínculo que nos había alejado del espacio público y que al hacerlo estamos ejercitando nuestros cuerpos y nuestro espíritu”, comenta Diego Gudiño, estudiante y consultor en finanzas públicas y desarrollo urbano Ciudad de México.

La acción de pedalear aún no es tan segura como se quisiera, por eso aunque han aumentado las cifras de personas que se suman a usar la bike también va en aumento el número de accidentes que viven los usuarios de este medio. Según la ONG el número de accidentes se ha disparado 133%; el año pasado fueron 207 muertes a causa de la violencia vial y la falta de respeto por parte de los automovilistas.

“Cuando tome consciencia de lo que estaba ocurriendo ya estaba recostado sobre una camilla de hospital, una amiga me explicaba cómo había salido volando sobre mi volante, el automovilista había huido, después llegaron las ambulancias; lleno de raspones con un dolor de cabeza que gracias al casco no se rompió. Mi hombro sufrió luxaciones, tenía raspones pero seguía vivo. El automovilista tuvo la culpa sin duda, no utilizó sus señalamientos para dar vuelta, los ciclistas aún no adivinamos si un carro dará vuelta. Sin duda la ciudad es de ellos”, relata Alejandro Díaz, ciclista desde hace cuatro años.

La falta de planeación, infraestructura (condiciones de las rutas) y propuestas en diseño de bicicletas son puntos clave para viajar seguro y que la bicicleta sea una medio como cualquier otro en el que se puedan recorrer distancias largas. Porque lo único que nos detendría sería nuestras pedaleadas. Según una encuesta de la ADECS el 86% de las personas encuestadas dicen que “la ciudad no está adaptada para ello” y el 67% que la ciudad es peligrosa para usar la bici.

México: sin infraestructura


Y el problema de la infraestructura no es nuevo, desde que se realizó la primera ciclovía se caracterizó por la falta de planeación, la ausencia de un plan de movilidad seguro y que se viera reflejado en un futuro.

La falta de confinamientos adecuados, la planeación y las largas demandas de los ciudadanos para la mejora del transporte aún tienen una larga espera; Inclusive la contaminación va en aumento con dobles no circula, un día sí y al otro no. Aburrido, sucio, deprimente y tedioso es utilizar el transporte público, espacio donde viaja casi el 50% de la población.

El Instituto de Políticas para el transporte y el Desarrollo en México realizan un Ranking Ciclociudades, con el que busca medir la política pública de promoción del uso de la bicicleta en las ciudades a través de indicadores de gestión y desempeño. En el cual se refleja que Ecobici ha sido una de las medidas que ha impulsado a que ciudades como Guadalajara, Aguascalientes, León y Toluca.

En este tipo de ciudades se vive un climax casi cercano al que se vive en países como Holanda, Dinarmarca, Francia, Bélgica o España que son de los primeros diez países en la lista de las ciudades más bici-amigables.

¿Qué sucede con México que no logra avanzar en cuestión de ser una ciudad sustentable? ¿Por qué no somos una ciudad bici-amigable?

Sí la circulación constante y cotidiana de bicicletas implica un desarrollo económico local; La inversión en infraestructura para transitar en bicicleta es una estrategia moderna e inteligente cómo lo hizo Holanda siguiendo ciertos parámetros del Design Manual for Bicycle Traffic Design. Este manual se ha adoptado como una guía para la implementación de infraestructura ciclista a nivel mundial y contempla cuatro tipos de vías ciclistas: Compartida, Delimitada, Segregada y de Trazo Independiente.

Holanda, un país con menos zona geográfica a comparación de la de México, logro pasar de ser una ciudad llena de coches a una con más movilidad ciclista; la historia de este proceso comenzó en 1957 el aumento de automóviles condiciono a la ciudad a destrozar ciertas ciclovías que existían haciendo que declinara el uso de la bici y disminuyera a un 6% anual. Con esta invasión 3.300 vidas se perdieron a causa de los accidentes automovilísticos y los más afectados fueron niños de 6 a 14 años; esto en 1971, dando una protesta masiva de los ciudadanos reclamando: “¡Alto al asesinato de niños!”, pidiendo calles más seguras para peatones, niños y ciclistas.

En 1973 la protesta fue escuchada por el gobierno pero no sólo por esta movilización si no que en un contexto macro la crisis del petróleo paralizó al país; fue entonces cuando el gobierno comenzó a tomar medidas para generar una movilidad sin energía contaminante.

Entonces implementaron los domingos sin el uso de coche, la construcción de vialidades alternas, y las protestas continuaron por la conciencia de que la motorización mataba a las ciudades y a las personas.

Holanda en resumen cambio debido a la crisis que vivió y a causa de que la gasolina comenzó a ser más cara; las movilizaciones y el hartazgo. ¿Qué sucede en México, entonces? ¿Por qué México no es bicicletero? O más bien lo es pero no tiene las condiciones para que crezca aunque la demanda sea alta.

En México las vías de acceso generalmente constan de un solo carril por sentido por lo que toda la vialidad es compartida. Con un carril que tiene un ancho de por lo menos 3.9 metros, que a veces es obstruido por vehículos o en mal estado. En la Ciudad de México, el mayor número de ciclistas se concentra en el oriente. En Iztapalapa y Tláhuac las bicicletas son un importante medio de transporte, por lo que una infraestructura adecuada fortalecería la vocación del ciclista de estas zonas, tal como sucedió en la zona central, que actualmente cuenta con el mayor número de viajes ciclistas por delegación gracias a los programas e infraestructura que ahí se han implementado.

Una forma de conocer el potencial que tiene cada zona para el ciclismo es analizando su economía. ¿Cómo la bicicleta puede cambiar el sistema económico de un país?


El Negocio: Bici-mensajería

“Sentir la presión de llegar a tiempo, pasar por el extremo de un camión, esquivar peatones descuidados, transporte público peleando pasaje, autos particulares con su infinita prisa y por supuesto el pésimo estado de las calle de la cuidad”, comenta sobre los riesgos y emociones que se viven al hacer las entregas; Areli Cardenas, bici-mensajera en DFmess.

La Bici-mensajería surge como una apertura al ciclismo en la ciudad, un negocio de movilidad diferente; describiéndose algunos como la mejor opción: “Bici-mensajeros es una buena opción si lo que deseas es ayudar a contribuir a la reducción de mayor contaminación de la Ciudad y por supuesto, un servicio que es rápido y eficaz a un precio accesible (Obtenido del blog de bici-mensajeros)”.

Nómadas, Bicimensajeros DF, Bici Envía, Cronos Tig, BicienVía, Pedal Express y Cicle Pedal, son algunas de las organizaciones que contratan mensajeros y distribuyen paquetes por toda la ciudad.

Las empresas de mensajería utilizan a los mensajeros en bicicleta ya que están menos sujetos a inesperados embotellamientos y congestión de tráfico en la ciudad, ofreciendo así un previsible tiempo de entrega. ‘‘pero desafortunadamente pasa lo que en muchas industrias; Donde por ganar clientes abaratan el trabajo de los mensajeros’’ dice Areli Cardenas.

Es justo el punto clave, estos negocios son a su vez un indicador indirecto del nivel de uso de la bicicleta. Y a mayor uso de la bicicleta mayor producción personal, a mayor producción personal y bienestar, menor beneficio a la industria automotriz.

La Bicicleta cambia el sistema económico

¿Otras pedaleadas son posibles? Bajo la política económica conocida como “desarrollo estabilizador”, se consolidaron productores de grandes volúmenes de bicicletas con lo que México llegó a ser exportador. La llegada del libre comercio, a finales del siglo XIX, favoreció la importación de bicicletas e hizo caer la producción nacional.

Actualmente hay en México 17 fabricantes que producen un millón y medio de bicicletas al año, la mitad que en 2010.

La cleta siempre ha sido política, desde que los programas para la accesibilidad a una bicicleta o al desplazamiento de está solo se encuentra en ciertas zonas de la urbe mexicana, las actividades culturales y promotoras para realizar ejercicio, para moverte en bici son al sur de la CDMX. ¿Alguna vez han escuchado de hacer una rodada en Ecatepec, Tecamac, Chimalhuacan? Sí, en el Estado de México. Donde según Alejandro Díaz dice ‘‘Rodar para el establo de México es la muerte del ciclista, ahí los automóviles no te respetan, te echan el carro; sobre todo los taxistas o las combis’’.

¿El bienestar económico es para unos cuantos? ¿Por eso no avanzamos en nuestra modernización de movilidad?

Una evaluación detallada del programa de renta de bicicletas Ecobici del gdf muestra que fue diseñado para impulsar mejorías dirigidas a un sector privilegiado de la ciudad, pues en las zonas donde se implantó trabajan y habitan personas de ingresos medios y altos, tienen un nivel educativo alto y, en 70 por ciento, tienen automóvil particular.

La política de bicicletas aún está perdido entre la lista de deberes de la administración pública, aunque construyan ciclovías no son suficientes a comparación de sus estacionamientos de segundo piso. Ya ha habido un cambio social, ahora necesitamos que se generalice y que exista toda la infraestructura necesaria.

Un cambio en el modelo de oferta y demanda vendría a partir de la menor fiscalidad para la economía de la bici y los apoyos para la compra de bicis, o apoyos fiscales y económicos para los que van al trabajo en estos vehículos, debe ser una política habitual. Por otra parte el planteamiento de viviendas más cercanas a los centros laborales, la modernización del transporte público su regularización no con simples ‘‘Hoy no circula’’. Necesitamos buenos aparcamientos, cultura vial.

A pesar de la crisis aún es posible generar una Bioeconomía, el asunto es: más par amí, menos para todos; corrupción. De momento no es equiparable a la Industria del automóvil, pero hablamos de una economía de la mediana y pequeña empresa (PYMES), con un mayor reparto de la riqueza que en el modelo caracterizado por la gran escala y las deslocalizaciones en el que se basa la producción del automóvil.

Hoy la birula es un factor de dinamización económica y social pujante. Cleta, Baika, Birula, Bicla, Rila, Cicla, Burra, Nave es un agente de cambio sin duda pero en México el cambio va acompañado de un enredo económico, una deuda, una globalización y una corrupción.






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LOS MANJARES NAVIDEÑOS, SON LOS BUÑUELOS CUENQUEÑOS

Por Jair Avalos López
Veracruz (QAunam). Bajo un techado de palma en épocas decembrinas, entre la grama que se moja por el frío rocío de la mañana, se bate la masa para hacer los buñuelos. En la región Sotaventina del estado de Veracruz, se prepara este postre como un elemento imprescindible para las cenas navideñas, de fin de año, durante toda la temporada invernal.


El amasijo de origen romano, se propagó por diversos puntos de Europa. En especial en Italia, Francia y España, donde se preparaban sólo en épocas de frío, puesto que la masa no fermentaba de igual forma en verano que en invierno. Sin embargo, quienes fueron los que mayor disfrutaron de este platillo fueron los Moriscos, aquella raza musulmana que se asentó entre las regiones españolas de Castilla, Valencia y Aragón en el siglo XVI.

Según la periodista de Muy Interesante, Elena Sanz, para el año 1090 el rey sevillano Mohamed ben Abad Al Motamid cercó con una fortaleza la ciudad de Almogía. Al ver que los alimentos escaseaban, llamó al panadero Abdelaziz ben Drisi el Jabazún para que preparara algún plato que los salvara de la inanición, de ahí surgieron unas bolitas de masa de agua y harina; luego la mezcla se subió a lo alto del castillo y posteriormente fue cocida en aceite hirviente, ahí nacieron los buñuelos de viento.

Agrega la periodista, que con la llegada de los exploradores del viejo continente a la América virgen, también arribaron este tipo de bocadillos que fueron adoptados, décadas después, por los indígenas sobrevivientes a las pestes y a la guerra de Conquista. Aunque se cree que las culturas Mayas y Aztecas preparaban pequeñas bolitas de frijol y maíz, muy parecidas a las figuras traídas de España, hasta la llegada de la harina.

Es un postre internacional, en países latinos como Perú, Venezuela, Cuba y Ecuador los buñuelos son parte de la cena de Navidad junto con las natillas. En Colombia, por ejemplo, se les rellena con una medida de queso fresco molido, yuca y azúcar.

En Cuba es costumbre confeccionarlos con yuca y harina. En España se consumen en Cuaresma, en la provincia de Cataluña se les acompaña con café lechero o chocolate; en Valencia se sirven cuando se celebran las fiestas de las Fallas de Valencia; y en Madrid y Andalucía, sólo en Semana Santa.

Los buñuelos de rodilla o los de molde, son famosos entre las ferias patronales o en las noches mexicanas de Oaxaca, que por cierto, en Veracruz son conocidos como Hojuelas.

Los españoles peninsulares, los criollos, los negros y los indígenas tomaron prenda de cada uno de los ingredientes de los buñuelos para hacerlo un manjar decembrino y a la postre, una receta única de lo que ahora es la Cuenca del Papaloapan.

Por ejemplo, en Tierra Blanca, Zoila Arano instala una especie de cazuela gigante, hecha exclusivamente para freír las rosquillas que se venden a 12 pesos por pieza. Aquella paila de acero inoxidable empieza a funcionar desde finales de noviembre y se guarda hasta inicios de febrero, cuando inicia el calor y los buñuelos ya no se antojan por las altas temperaturas que se sienten en la “Novia del Sol”.


Zoila Arano, inició su venta con dos kilos de harina que su tía Lucía le había enseñado a hacer. Fue más el tiempo en darle el punto a la masa y freírlos, que en el que se vendieron.

“La receta que se hace en la zona, dura muchísimo, en Tuxtepec hacen buñuelos, pero le echan mucho huevo y queda choquillento y no dura lo mismo que los buñuelos veracruzanos”, dice la mujer conocida por su local en el mercado Hidalgo donde se vende queso, mantequilla y nata, huevo de rancho y en diciembre, también es buñuelería.

Asegura que la temporada de los buñuelos es de octubre a hasta febrero. Inclusive, en Marzo también se pueden degustar, pero por el calor su sabor no es el mismo.

Los buñuelos en el rancho

En los llanos veracruzanos, para fin de año comúnmente, se preparan los de viento, de calabaza, de plátano, de camote o yuca. No hay impedimento para las mujeres del lugar que guisan y buscan año con año mejorar la receta de la familia. Que un poquito de leche, con una barrita de mantequilla, con una pizca de sal, todo sea por las cenas de diciembre.

Para Leonides Bejarano Ruiz, nacida en el ejido San Nicolás “La Burrera” de Tierra Blanca, “son un mal necesario” pues aunque son laboriosos, es algo que siempre se busca en las mesas cuenqueñas.

“Mi papá (Daniel Bejarano Cruz) iba a la ciudad y compraba dos bolillos crudos y nos los llevaba. Ahí se mezclaban con más harina y se le echaba un poco de sal y azúcar. Con eso se hacía una masaagriosona, con eso revolvíamos la otra masa y quedaban unos buñuelos riquísimos”, dice la señora.

Daniel Bejarano amasaba en una mesa de tablón de cedro por varias horas, puesto que de joven fue aprendiz de panadero. Tenían que pasar muchas horas para que aquella levadura natural surtiera efecto, “porque sin calor la revoltura no alza”.

“Nos daban las 12 de la noche y nosotras empezábamos a freír (…) Nella (su mamá) hacía unos buñuelos muy bonitos, bien redonditos, no que a mí se me hacen muy bolilludos. Hasta parecen una guanábana. La que si tenía una receta muy rica era mi tía Chiva (Silvia); los hacía ricos y de bonita forma”, dice al tiempo que revuelve su propia receta que con el paso de los años ha perfeccionado y de la cual no suelta información alguna.

Más que un secreto de Estado, son una tradición familiar que se sumerge en miel de Trapiche (miel de caña de azúcar quemada, hecha directamente en los ingenios).


Cuando se le pregunta a Doña Leonides cuál es el secreto para darle un buen sabor a los buñuelos, ella responde:

– Pues se necesita darle el toque exacto de dulce con el agua de anís, la sal y el azúcar; ni pasarse de huevos porque eso hace que absorba mucha grasa (…) Ahora, también hay que darles el punto también con la nueva levadura de sobrecito porque si uno le echa mucha, al día siguiente se hacen muy duros y dan muchas agruras – dice.

– Oiga y de tantas maneras de prepararlos ¿Cuál es la mejor receta?

– La mejor receta es la mía – y sonríe de forma pícara.




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16 de junio de 2016

¡CARACOLES! EL DEPORTIVO ES NUESTRO

Por Tania Mariana Cruz Bravo
Tlalnepantla, Estado de México (Aunam). Con escobas, palas y carretillas llegó Jorge Hernández Ortiz muy temprano a limpiar la pista de atletismo y sus aproximaciones, junto a otros dos hombres recoge los residuos que dejó el fin de semana en el deportivo Caracoles. A primera vista parecen ser los encargados de mantener limpio el espacio pero no, responden que sólo son atletas que limpian el área para sentirse más cómodos ya que nadie más lo hace.


El Deportivo Caracoles está ubicado en la colonia Constitución de 1917 en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México, cada una de sus entradas cuentan con un espacio muy reducido para el acceso, ya que sin excepción todas tienen una cadena que te hace dudar si el paso a su interior está permitido o no.

No hace falta observar con detenimiento para notar que las instalaciones se encuentran descuidadas, las áreas verdes se volvieron amarillas; la vegetación crece por doquier; los pocos juegos destinados para los más pequeños se ven en mal estado, oxidados o destrozados por el vandalismo; de los cestos de basura desbordan botellas y bolsas de plástico, papel, balones ponchados, restos de comida, incluso envases de cerveza, además de otros desechos.

Nuestro deportivo, nuestra responsabilidad

El Deportivo Caracoles tiene más de 30 años y en el transcurrir de estos se ha visto deteriorado no sólo por la falta de mantenimiento sino por los propios visitantes que cometen vandalismo.

Ulises, de 18 años, acude todos los fines de semana a practicar barra desde hace año y medio y comenta que desde entonces ha visto un empeoramiento en el mantenimiento del espacio que incluso se han robado parte del equipo para hacer barra.

De la limpieza de todo el deportivo sólo son tres personas las encargadas por lo que es casi imposible pensar que un área tan grande y que es visitada a diario se pueda mantener libre de basura. La única forma que encuentran de limpiar todo el espacio es dedicando a cada día un área diferente pero esto resulta ineficaz ya que tarda uno o dos días en que las área que ya se limpiaron se vuelven a llenar de basura.

Por estas razones, el grupo de atletas que asiste a diario se ven en la necesidad de hacerse cargo de la limpieza del área que usan para sus actividades.

Jorge Hernández Ortiz, de 50 años, es uno de los atletas que con sus propios medios procura mantener el espacio en buen estado. No se limita únicamente a recoger los desechos que otros dejan, “Yo me dedico a trabajar la herrería y he venido a soldar algunos juegos por voluntad propia, porque me gusta que se vea bien. Hemos hablado con la administración para que se resuelvan los problemas pero no nos dan respuesta”, comenta.

¿Dónde está la vigilancia?


Si se recorre el deportivo de extremo a extremo se encuentra un módulo de vigilancia con patrullas y policías cerca de una de las entradas que está ahí gran parte del día pero que muy rara vez sale de esta zona para checar que todo esté en orden.

Omar Ruíz, quien da clases de aerobics desde poco más de 8 años dentro del deportivo, asegura que no hay vigilancia “No hay vigilancia, o sea sí de vez en cuando vienen las patrullas pero no hay nadie de base. De hecho se han metido a robar muchas veces, se roban los cables, en las entradas se ponen a asaltar, en el área de barras los chicos se ponen a fumar mariguana. No hay nadie que cuide ni aquí ni allá y eso que aquí adelante está el módulo de vigilancia”, comenta.

Muchos de los visitantes también aseguran que la poca vigilancia que hay sólo se encarga de cuidar ciertos lugares ya que no acuden a las áreas donde algunos chicos consumen drogas o alcohol, como es el área de barras que se encuentra cerca de la entrada principal y la Concha acústica.

La Concha Acústica es un espacio que se construyó con la finalidad de darle uso con eventos musicales pero comenta Jorge que el mayor uso que se le da es para el consumo de sustancias ilícitas “Faltan muchos eventos, nosotros hemos organizado un comité para levantar esto y ahí realizar eventos culturales porque el uso que le dan los chicos es para jugar frontón y consumir drogas”.

Reducción del espacio


Por otra parte, en los últimos 8 años se ha visto reducido el espacio del deportivo pues algunas de sus áreas han sido tomadas para la construcción de instituciones.

En 2013 se inició la creación del Hospital General de la Zona Oriente, el cual después de tres años se encuentra inconcluso pues las obras de construcción se detuvieron, así mismo anteriormente se tomó otra área para la construcción de una preparatoria.

Muchos de los visitantes están de acuerdo con la toma de espacios destinados a este tipo de obras pues dicen benefician a los habitantes de la comunidad así como a las que están más próximas al deportivo pero también hay en quienes ha causado descontento ya que expresan que la falta de seguridad y mantenimiento sumado a la reducción del espacio, los hace sentirse cada vez más despojados de su deportivo.







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SAN JUAN, EL MERCADO DE LO PREHISPÁNICO, NO DE LO EXÓTICO

Por Ximena Navarro Esquivel
Ciudad de México (Aunam). José Luis Meza Méndez es el dicharachero presidente de la mesa directiva del Mercado de San Juan. De nariz ancha, piel morena como un trozo de carbón y preparado discurso, Meza Méndez demuestra el orgullo que siente respecto a su mercado frase tras frase.

Esta foto de Mercado de San Juan es cortesía de TripAdvisor

“Soy José Luis Meza Méndez. Desde hace 20 años soy presidente de la mesa directiva del Mercado de San Juan, ubicado en avenida Arcos de Belén, número 78, colonia Centro, delegación Cuauhtémoc”.

Dicho establecimiento tiene sus orígenes desde la época prehispánica, cuando los aztecas salieron de Tlatelolco debido a la peste. “Ese éxodo dio origen no sólo a nuestro mercado, sino a otros como el de Jamaica o La Merced”.

En entrevista con Aunam, asegura que “grandes personajes de la vida política del país como Porfirio Díaz, un gran estadista para mí, o nuestro regente de hierro, Ernesto Uruchurtu le dieron forma a San Juan: regularizaron el comercio, le dieron un lugar y finalmente, dividieron al gran mercado en cuadro espacios: el mercado de flores ubicado en la esquina; el mercado de curiosidades localizado en el jardín; el mercado popular sobre López Arcos de Belén y la joya de la corona, nosotros”.

“La joya de la corona”

Este mercado es caro, mucho muy caro. “Este establecimiento no es para persona de economía media, es de la alta, muy alta, porque aquí tienes que tener una bolsa de dinero para llevarse una bolsita de productos. Se dice, y siempre se ha comprobado, que lo bueno, sale caro”.

Algunos de los productos: pavos de hasta 30 kilos; quesos importados: españoles, suizos, franceses; los mejores embutidos españoles como el jamón serrano de pata negra (proviene de cerdos alimentados con pura bellota. Cuesta $6,000 pesos); y angula española de 22 mil pesos el kilo.

“Insisto, aquí se encuentran especies y productos que en otro lado no se venden. Mis palabras van sostenidas por los hechos. Y por nuestros visitantes”.

Por ejemplo, los hermanos Roca, españoles que ocupan el lugar uno y dos de los mejores chefs a nivel mundial, en algún momento vinieron a hacer una visita a San Juan.

José Luis Meza los guio para hacer un recorrido. Al final le dijeron: ‘Luis, tu mercado está fabuloso. Es tanta la fama que ha desprendido San Juan que en Europa hay un dicho: aquél que no ha cocinado los productos que hay en el mercado de San Juan, no es chef’.

La unión hace la fuerza

Sin embargo, lo más importante del mercado es la atención. “Aquí el cliente encuentra buenos vinos, quesos, carnes, pero sobre todo: una bonita atención. Lo anterior se debe a que a relación que el comerciante tiene con los clientes siempre es de cordialidad”. En sus 20 años como parte de la mesa directiva, nunca le han llevado una queja de un compañero que haya agredido a un cliente.

“Nuestro afán en tratar bien al cliente tiene como propósito que éste regrese siempre y eso nos trae una cosa muy importante: publicidad. Cuando una persona se va satisfecha de San Juan, va hablar bien”, afirma.

No los van a encontrar ni en internet, ni en periódico, ni en televisión, explica: “No nos van a encontrar haciendo publicidad barata. A nosotros lo que nos importa es la publicidad boca a boca. ¿Por qué? Porque precisamente en eso basamos nuestro trabajo. Tenemos como fin común la satisfacción del cliente para sacar adelante San Juan”.

Esto nos lleva al tema de la unión. Dicha característica es la mayor cualidad del mercado. Es lo máximo, siempre están atentos de que si un compañero sufre una pérdida o está mal, para cobijarlo, porque son una familia.

“Además, el del pollo se casó con el de la tienda, o son compadres; entonces se va haciendo una gran familia que de repente hay pleitos, como sucede entre los hermanos. No te voy a decir que todo es perfecto, pero en lo básico somos una gran familia”.

Leones y costumbres prehispánicas

Cuenta que han padecido evoluciones muy fuertes, de ser un mercado tradicional donde no se vendían cosas extraordinarias o “exóticas” como algunos las llaman.

En 1985, les pega muy fuerte el terremoto. “Ya no sabíamos que hacer, parecía que estábamos en peligro de extinción”; porque la gente dejó de ir y ya no quería estar en el Centro, el riesgo era enorme. Entonces ahí nace la grandeza de San Juan. Nuevamente la gente echa para adelante.

Los comerciantes empiezan a retomar la comida prehispánica; todo un adelanto si se considera que para dentro de 30 a 40 años los insectos van a ser el mejor alimento, por la proteína que tienen. “Nosotros ya nos estamos adelantando… aunque, en realidad, quizá no es un adelanto es retomar la comida prehispánica: escamoles, el gusano de maguey, los chinicuiles, los alacranes, las hormigas, las arañas…”.

Debido a esta inspiración prehispánica, no le parece que el término ‘exótico’ se use para hablar de San Juan: “nuestros ancestros, los aztecas, era lo que consumían. Entonces al ser algo habitual, deja de ser exótico. No me gusta esa palabra, a mí me gusta más la palabra prehispánico, ésa sí con toda alegría la manifiesto porque son nuestras raíces”. Aunque, revira y admite que sí hay algunas carnes exóticas, como el león, y ciertos pescados.

San Juan ha sido un foco de atención: constantemente vienen Televisa, Tv Azteca, Canal 11 a hacer muchos reportajes y preguntas, respecto a si tienen permisos, sellos de la Semarnat, a buscar si el mercado es un problema. Pero no es así.

“Hay personas pudientes que vienen al mercado que me dicen: ‘es que ustedes están en la ilegalidad’ y les respondo: ‘mencióname el porqué’, ‘¡ah! Porque vendes una especie de pescado llamada “dorado” que es para pesca deportiva solamente’”.

“No señor, antes de que usted diga tal afirmación, permítame hacerle la observación: para que usted traiga de algún puerto un producto debe de traer guía sanitaria. No puede entrar sin ella. Si alguna autoridad permite que el dorado entre, ¿quién es el de la responsabilidad? ¿Nosotros? No, porque te lo están permitiendo. A la hora que te expiden una licencia tú pagas un precio por una licencia, cuando la pagas, te están autorizando para que entre tu producto”.

En conclusión: en los últimos 20 años el mercado dio un “levantón”: “¿Qué les puedo decir? De 1000 por ciento, en ventas, en fama, en atención. Debido a nuestros productos tan especiales. Nosotros los denominamos el “cofre de los sabores”. Porque ustedes lo abren y unos aromas exquisitos, unos aromas especiales les colman los sentidos”.





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14 de junio de 2016

EL VOTO OTORGA UN PODER ENORME PARA HACER UN CAMBIO: UNIVERSITARIOS

  • En las elecciones para elegir a miembros de la Asamblea Constituyente hubo abstencionismo de casi el 70%
  • Para jóvenes universitarios votar es fundamental
Por Ximena Navarro Esquivel
Ciudad de México (Aunam). Según datos del portal Animal Político, sólo el 28.37% de la población en edad de votar emitió su voto para elegir a uno de los 60 miembros a elección de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México.
La cifra anterior muestra que en este proceso democrático reinó el abstencionismo; sin embargo, ¿qué opinan al respecto los jóvenes?

De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de los 8 millones 851 mil personas que habitan en la capital del país; 8% de la población se compone de jóvenes de los 20-25 años de edad, los cuales, sumados a los 650, 509 adolescentes de 15 a 19 años se transforman en uno de los sectores más numerosos de la CDMX.

Mientras los analistas políticos se concentran en admirar el desaire que la sociedad mexicana le dio al partido oficial, cuatro jóvenes universitarios mencionan si participaron en la elección de miembros al Constituyente o no.

Saúl, 20 años, Ciencias de la Comunicación

“Es medular participar en las votaciones. A pesar de ser sólo un voto, nos otorga un poder enorme para hacer un cambio; no será inmediato, pero a medida que la voz del pueblo sea escuchada y sobre todo: respetada, es cuando comienza un movimiento de ideas y acciones.

Rememorar la historia, los países fascistas, la prohibición del voto por diversos motivos o simplemente recordar a las monarquías me hace valorar enormemente el poder de mi voto. Por ello es importante, en primera instancia, informarse sobre los candidatos, sus propuestas, trayectoria política y sus acciones, para, posteriormente, ejercer el voto de forma racional”.

Cecilia, 19 años, Relaciones Internacionales

“No voté porque vivo en el Estado de México y no le correspondía; pero sí creo que es importante votar, porque pienso que la corrupción y la manipulación de datos son acciones, lamentablemente, repetitivas en nuestros procesos electorales. Y no votar sólo da pauta a que siga eso. Si votas, siento que de alguna manera se hace la diferencia”.

Luis, 25 años, Sociología

“Yo voté porque siempre he votado desde que cumplí los 18 años. Lo hago porque creo en la diversidad de opiniones respecto a la postura que la gente tiene para su comunidad.

No me parecen muchas de las cuestiones que te obligan a votar y desearía que cada candidato se comprometiera a trabajar en los puntos que sus adversarios manejaban en su discurso; porque considero que sería una forma mejor de permanecer en la esfera política pública.

Seguiré votando hasta que se me permita porque debe demostrararse que el medio existe; pero las formas ni son las idóneas para englobar todas las necesidades, ni son las únicas alternativas que uno puede tomar.

Siento que es importante decir lo que se piensa a través de las urnas. Siempre con la idea de estar abierto al diálogo”.

Alessy, 19 años, Ciencias de la Comunicación

“No, no voté porque me hicieron cirugía para quitarme las muelas del juicio y estuvo muy fuerte, estaba toda adolorida y no podía exponerme al Sol. Por eso no voté, pero tenía pensando votar por Julio Cázares Ríos o Sergio Abraham Méndez Moissen, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales”.








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