ARTE TECNICOLOR, DE ALEMANIA A MÉXICO

Por Ximena Navarro Esquivel
Ciudad de México (Aunam). En el marco del Año Dual: Alemania en México 2016-2017, el Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA), el Museo Städel y el Liebieghaus Skulpturensammlung de Frankfurt presentan: El color de los dioses en el palacio de Bellas Artes hasta el 8 de enero del 2017. La exposición tiene como objeto retar los preceptos dominantes sobre la supuesta falta de colorido en los vestigios arqueológicos, así como en los cánones de belleza “universales”.


La muestra recupera obras (tanto originales como reconstrucciones) pertenecientes al período clásico griego y romano, al igual que piezas de arte mesoamericanas.

Los curadores de la misma fueron astutos en la disposición de las piezas: la diosa Chiconahui está de un lado y, junto a ella, un torso femenino en marmol griego. Las diferencias son más que evidentes: en el primer caso, los trazos son gruesos, existe gran cantidad de ornamento, el tenúe color verde se asocia a las hojas del maíz, alimento mesoamericano por excelencia; en el segundo, la blancura del marmol y la finura de las extremidades establecen no sorprenden a quien los admira. El canon de belleza importado desde una tierra tan lejana como Grecia es más familiar que la belleza de una diosa mexica.

Durante la muestra se encuentran constantes recordatorios de la rigurosidad científica que acompañó el proceso de descubrimiento. Porque gran cantidad de las piezas presentes son reproducciones de notorios descubrimientos arqueológicos (como la propia Coyolxauhqui), pero a color. Ello representa una gran revelación para el público. El paso del tiempo borra el colorido de las piezas, así que cuando son halladas y exhibidas en museos, lucen incoloras y simples; cuando en realidad, no eran así.

Los avances tecnológicos como los rayos ultravioleta y la reflexión entorno a la significación del color, ha provocado que los arqueólogos indaguen y conozcan más sobre el colorido que tiñe piezas como el Chac Mool o el propio Partenón. Este rasgo no sólo tiene una función decorativa, sino que establece una categorización social respecto al poder que tenían los dirigentes sobre el pueblo o el elemento natural que un dios representaba (el azul es para simbolizar lluvia, por ejemplo).

Incluso el origen del pigmento que se empleó para colorear un busto romano quiere decir mucho: otorga pistas sobre el conocimiento científico del pueblo así como de su entorno natural.

El color de los dioses invita al visitante a ser más observador de los pequeños detalles para entender mejor su ahora y su mañana.

El color de los dioses se presenta del 11 de octubre al 8 de enero del 2017 en el palacio de Bellas Artes ubicado en avenida Juárez, Centro Histórico, 06050, Ciudad de México. Entrada general: $60 pesos. Estudiantes, maestros, INAPAM, empleados de Secretaría de Cultura e INBA: entrada libre. Domingos: entrada libre.



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