RADIO AGUILITA: LA VOZ DE LA MERCED

Por Gabriela Jiménez Arellano
Ciudad de México (Aunam). En el centro de la Plaza de la Aguilita, en la Colonia de la Merced, está una mesa con una consola, una computadora y un par de bocinas. En la voz de Joaquín Aguilar se escucha: “Bienvenidos sean todos ustedes a una emisión más, como ya es costumbre, de Radio Aguilita”, seguido de un regué. Bailan Joako, como prefiere que lo llamen, Joaquín Aguilar, Kavas y Fernando Avilés, amigos y colaboradores de Radio Aguilita.

Joako se separa del grupo de baile, levanta la mano, me saluda al aire y esboza una enorme sonrisa confiada. Me invita a presenciar el programa de la Radio Bocina Comunitaria. Todos los miércoles en punto de las 14:30 horas, se sienta a la mesa para iniciar con las noticias de La Merced e incita a los vecinos, trabajadores y visitantes de la Plaza, para que participen en el programa con sus opiniones e inquietudes. El tema de la semana es el robo de la “aguilita”, escultura que le da nombre al programa y a la plaza.

Foto: Sol Ortuño / Facebook: Radio Aguilita.

“La radio la iniciamos hace seis años, nuestro propósito era hacerle promoción al centro cultural Casa Talavera porque tenía muy poca asistencia, pero cuando nos instalamos nos dimos cuenta de que la gente quería un espacio para ellos como comunidad. Querían escuchar sus canciones, hablar de sus problemas, informarse de lo que sucedía en la Plaza de la Soledad, tener un espacio para expresarse.

El primer día que nos instalamos, pensaron que éramos del PRD, porque en esos días estaban haciendo campaña, pero cuando escucharon que le tirábamos al PRI, al PAN y hasta al PRD, se calmaron y nos dejaron continuar con el programa. Poco a poco ellos mismos se han ido acercando a nosotros para que les demos el micrófono y discutir aquí sus problemáticas, esta plaza mejoró muchísimo, pasas y está limpia, libre de vagabundos, ya no hay chavos drogándose, todo está tranquilo”.

En la plaza se respira olor a quesadillas, gorditas de chicharrón y tacos al pastor, también se alcanza a percibir el aroma de café de olla. Los niños pasan correteándose de un extremo al otro, gritan: “Un dos tres por mí y todos mis amigos”, sin miedo a que un compañero de juego desaparezca durante las escondidas. En una de las bancas reposa una parejita de secundaria, el chico hace su mejor esfuerzo por divertir a su novia, pero lamentablemente se carcajea solo y antes de que inicie con otro intento fallido, la chica lo besa. Es como si se presenciara un paréntesis del acelerado ritmo de La Merced. Lo cotidiano hace una pausa con las simplezas que se ignoran de esta colonia.

“El cambio de Plaza Aguilita se debe a un proceso organizativo ciudadano. En un año y medio desalojaron alrededor de 60 personas en situación de calle. Al ver que nos preocupábamos por el lugar, ellos hicieron lo propio. Tomaron escobas y se pusieron a levantar basura y limpiar el excremento de los indigentes; ellos pronto, entendieron que en la plaza ya no podían venir a dormir, tener relaciones sexuales ni utilizar como baño público la plaza.

Algo muy curioso es que el ciudadano se ciudadaniza a través del diálogo. Cuando se incendió el mercado en el 2013, nos vinieron a pedir que por favor nos trasladáramos al interior de La Merced, para que los locatarios pudieran exponer sus problemáticas y discutir de qué manera podrían recuperar los espacios afectados. Así que agarramos unos diablitos y como pudimos cargamos entre cuatro personas bocinas, mesa, laptop, micrófono… Ha sido una de las mejores experiencias. Al final salíamos con el picor a chile en los ojos y oliendo a cebolla, pero satisfechos porque vimos el progreso en los locales”.

Regresa a la mesa y se prepara para iniciar la entrevista con la encargada de difusión de la Feria de las Culturas Indígenas. Hablan del programa del día en la plancha del Zócalo y de la importancia de estas etnias en el país y Latinoamérica; así como de conservar el legado cultural.

“Nosotros sólo somos mediadores. Una ocasión la policía quiso retirarnos del lugar, por una cuestión de permisos que ni necesitábamos porque esto lo hacemos sin lucro; cuando los locatarios de aquí vieron eso, se acercaron para pedirles que nos dejaran en paz; la señora de las quesadillas hasta les dijo que ella nos había dado permiso y que estábamos en su espacio, ¿cuál era el problema?

Por eso tenemos mucho cuidado de no subir todo lo que nos dicen a la radio. Aquí vienen los comités y discuten sobre la delincuencia, la falta de servicio… de sus necesidades, eso no les gusta a las autoridades y han intentado boicotearlos. Esa es otra de las razones por las que no subimos el programa a una plataforma; a pesar de que recibimos apoyo de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM)”.

Al fondo se escucha “Siempre en mi mente” de Juan Gabriel. La señora de las quesadillas canta desde su local y espera atenta la siguiente entrevista del día: la desaparición de la “aguilita”. Se sienta a la mesa el director de Casa Talavera y comenta con Joako que ya hablaron con la delegación, la regresarán el 23 de septiembre, en el aniversario de La Merced. Se habían llevado el águila carroñera para restaurarla. Joako remarca la postura de los vecinos: “A la “aguilita” no tenían nada que quitarle ni que ponerle, ¡pero bueno!”.

“Nos aceptan porque les hablamos como ellos hablan, eso sí, tratamos de darles información, que aprendan aunque sea un dato curioso. El otro día vino Jermán Argueta, cronista de la Ciudad de México, nos contó cómo era la merced en la época prehispánica y de dónde viene la aguilita. A nosotros nos da gusto porque a diferencia de las otras radios, tenemos el contacto directo con la gente”.

Se acerca un mesero de la cafetería de enfrente, les entrega tres cervezas frías, justo a tiempo para escuchar al trío jarocho que llega al programa para amenizar con música en vivo.









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