1 de julio de 2015

SER HUMANO PREPARA PARA VIVIR, NO PARA MORIR

  • Desde hace 20 años, la fundación ayuda a niños seropositivos

Por Vanessa Garnica y Barush Cruz
México (Aunam). Si de algo se puede estar completamente seguro en esta vida, es que todas las personas vamos a morir. No sabemos cómo ni cuándo, ni en qué momento pasará, pero sabemos que sucederá. Las personas que están sanas, generalmente, no dedican demasiado tiempo en pensar en ello, es en realidad algo que nos mantiene en incertidumbre. Pero cuando te explican que tienes una enfermedad incurable y que las probabilidades que tienes de vida son más reducidas, es posible que la perspectiva que tienes acerca de tu vida o de la vida en general cambie.

¿Qué pasa cuando sabes que, ya no importa lo que hagas, estarás destinado de por vida a recibir un tratamiento médico que, de interrumpirlo, atentarás contra tu propia vida? ¿Qué pasa cuando te explican eso a los 5 o 10 años de edad? ¿Y si no fueras tú? ¿Y si tuvieras que explicárselo a alguien?

¿Cómo le explicarías un niño que su vida probablemente sea corta? ¿Cómo lo prepararías para morir?

El hogar

En la pequeña sala de recepción del edificio blanco de dos pisos hay un chico delgado, de cabello chino. La gente entra y sale, la mayoría son niños acompañados de algún adulto, se ven sanos, todo se ve normal.

El lugar parece una clínica, hay un muro con unos veinte reconocimientos a personas, hombres y mujeres premiados por su participación en jornadas juveniles, títulos por intervenciones sobresalientes, proyectos de empresas privadas, pero lo más curioso es que hay todo tipo de profesionistas, desde psicólogos, doctores, hasta dentistas.

Antes de entrar a las siguientes salas es necesario desinfectarse las manos con gel antibacterial. Después de subir unas escaleras en forma de caracol se llega a una oficina desordenada y con cosas amontonadas, hay un escritorio oscuro con una computadora y un teléfono, bastantes viejos, a mi izquierda, un librero lleno de carpetas con nombres como: “pagos”, “convenios”, entre otros.

En esta oficina trabaja Fernando Regis, subdirector de la fundación Ser Humano, un hombre vestido de ropa sastre, delgado, moreno; está muy concentrado en su labor. La bocina del teléfono se encuentra todo el tiempo pegada a su oreja. Graciela Hernández, psicóloga de la fundación, al ver a Fernando ocupado, empieza a explicar:

“Ser Humano es una institución que tiene más de 20 años desde su fundación, cuidamos y abastecemos de ropa, vivienda y tratamiento a niños de 0 a 18 años de edad. Nuestros niños nunca han pisado la calle, son canalizados por instituciones como el DIF (Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia), el único requisito indispensable para que ellos puedan vivir aquí es que tengan VIH […]”.

La organización no gubernamental, ubicada en avenida Fray Servando Teresa de Mier número 104, en la colonia Centro en el Distrito Federal, además de fungir como clínica general para cualquier persona, es una casa hogar, da techo a 39 niños portadores de VIH. Fue fundada en la Ciudad de México el primero de junio de 1991 por el psicólogo Lázaro Alfredo Hernández Higuera como un proyecto para “prevenir, atender y asistir social y humanitariamente a personas con enfermedades crónicas e incurables”, la idea fue evolucionando, se le dio prioridad al tratamiento del VIH y se transformó en lo que hoy conocemos como Ser Humano AC.

Niños completos, niños felices

Ser Humano es una organización que promueve entre sus pacientes, niños, una educación integral. No sólo se enfocan en el tratamiento médico, en su alimentación y vivienda, sino también en su desarrollo académico, les inculcan valores y principios y se procura que siempre cuenten con actividades recreativas como pintura, manualidades, danza y deportes.

La mayoría de los niños que atiende no tienen padres, algunos sólo tienen a su mamá, otros a su papá, y otros tantos sólo cuentan con familiares, como tíos o abuelos, que no pueden cubrir sus necesidades. Hay casos en que los familiares sí dan seguimiento a los infantes, los visitados en la fundación, pueden convivir con ellos los fines de semana y llevárselos a pasear.

Pero cualquiera que sea su situación, huérfanos o no, la organización pretende fungir en conjunto, como un sistema completo e integral, que tiene como objetivo que los niños puedan desarrollarse de la mejor manera.

Fundaciones como ésta hacen que la vida de los niños portadores del virus sea más fácil, pues se les brinda todos los cuidados necesarios, incluso en el área psicológica.
Desafortunadamente no todos tienen esa oportunidad. Existe un alto índice de niños huérfanos, enfermos de VIH, que no reciben atención médica debido a la carencia de recursos y a otros factores. Sólo en 2012 el recuento global de niños huérfanos a causa del SIDA fue de alrededor de 15 millones. El futuro de estos niños se torna sombrío y se convierte en una lucha constante por la supervivencia.

Conociendo a los inquilinos

Una niña sin piernas en una silla de ruedas sonríe y abraza efusivamente a una de las cuidadoras. Se llama Carmen, tiene los ojos ajenos a la realidad y en cuanto pronuncia palabra, se nota un retraso mental. La niña, como el resto de los 38 habitantes de la Casa Hogar, forman parte de los 6 mil 958 casos documentados por el Registro Nacional de Casos de SIDA, que comenzó a realizarse en 1983 por parte de la Secretaría de Salud como parte de la Vigilancia Epidemiológica de casos de VIH/SIDA en México.

Los casos de infantes contagiados aumentan sin que el gobierno pueda poner una solución eficaz para erradicarlos por completo o al menos atenuarlos. Sólo en el primer semestre de 2014 se registraron en México 101 nuevos casos de contagio en niños y jóvenes menores de un año a 19 años de edad por consecuencias perinatales, de contacto sanguíneo, sexuales u otros tipos.

Dentro del edificio de la fundación se escucha ruido, en los pasillos hay niños por doquier: corren, saltan, se acercan, se alejan, saludan, ignoran, todo en minutos. En su mayoría son delgados y pareciera que están completamente sanos, no obstante al observarlos más cuidadosamente, a muchos se les dificulta moverse o hablar.

En los dormitorios no hay muchos muebles, sólo literas prácticamente. En general la casa se encuentra un poco desordenada; hay ropa o juguetes tirados y montones de cosas en algunas esquinas de las habitaciones.

Dos adolescentes platican en un sillón de una habitación amplia, en contraste con las jovencitas; una beba de unos 11 meses se mueve en una colorida andadera, al fondo del cuarto hay una televisión encendida, no prestan ninguna presta atención a la presencia ajena.

La bebita es también víctima de VIH por contagio perinatal, de los casos que deberían ser evitados, pues durante el embarazo el riesgo de que la madre transmita el virus podría reducirse considerablemente a través de un tratamiento preventivo, que consiste en medicina antirretroviral en conjunción con una operación de cesárea y posteriormente el uso de leche artificial. Estas medidas permiten una disminución del riesgo de infección de menos de uno por ciento de los nonatos. De lo contrario, los porcentajes de adquirir el virus oscilan entre un 20 y 40 por ciento.

La Casa Hogar parece un laberinto, hay cuartos y pasillos que conectan de nuevo a las estancias por las que se entra.

En la siguiente habitación, dos niñas de dos o tres años de edad yacen en el piso sin remordimiento, no hacen absolutamente más que quedarse inmóviles ahí, no están dormidas, juegan.

Los niños se ven felices y tranquilos. En entrevista, Paola Blas, trabajadora social de Ser Humano, los pequeños viven una vida normal, como cualquier otro; van a la escuela, comen, juegan, hacen la tarea, se lavan los dientes y se van a dormir.

Los tratamientos médicos actuales permiten que los niños seropositivos crezcan de manera prácticamente ordinaria, con un promedio de vida de 35 años. Como resultado del progreso científico, ningún niño debería morir de SIDA, sin embargo, en las zonas más afectadas por esta enfermedad el acceso a los tratamientos necesarios no es nada fácil.

Por ejemplo, en África, 50 por ciento de los bebés que sufren SIDA muere antes de los dos años si no reciben tratamiento, lo que sucede con frecuencia.

México es considerado un país de bajo número de casos de VIH (0.3 por ciento en 2005). El país ocupa el lugar 77 en el mundo en términos de prevalencia del virus. Considerando el número total de casos reportados, la República mexicana ocupa el tercer lugar en el continente americano, precedido por Brasil y Estados Unidos de América y si se incluye al Caribe, México ocupa el lugar 23 en el continente. La estimación sobre el número de personas que viven con VIH/SIDA; a finales de 2007 era de 204 mil 900 (Centro Nacional para la Prevención y el Control del Sida, Censida 2007).

En comparación con los niños huérfanos y desamparados, podría decirse que los de Ser Humano son afortunados por la oportunidad de vida que tienen y su desarrollo en un ambiente de amor y aprendizaje constante.

Paola Blas no es una simple trabajadora social. Desempeña funciones en la organización que se han salido por mucho de los conocimientos que adquirió en su carrera. Asistir a los niños en sus necesidades cotidianas es una prioridad entre sus actividades habituales. Los pequeños encuentran en ella no sólo un apoyo, sino también una figura de autoridad, pues es a ella a quien le piden permiso para salir, ir a fiestas o a cualquier lado.

“Son niños normales, les gusta salir a divertirse y socializar como cualquier otro --dice la joven y risueña mujer, de cabello oscuro y anteojos-- en ocasiones también buscan permiso para ir a casa de otros niños a jugar, en tales casos hablo directamente o por teléfono con la mamá y mando a alguien que los lleve al domicilio para ubicar donde van a estar, a veces ellos me los devuelven para acá si tienen carro, si no nosotros volvemos a ir por ellos, lo que sí es que me pongo estricta con eso de saber bien con quién van, dónde van a estar y en qué horario, lo mismo pasa con las fiestas, aquí nada de que ‘no sé o al rato llego’, sino simplemente no les doy el permiso”.

No obstante, la todóloga no se asume como una figura materna. Ella siempre les explica a los niños las cosas como son, por ejemplo, en el caso de los convivios del Día de la Madre o del Padre, típicos de las escuelas primarias, ella les ofrece las opciones, tanto de que los niños participen o no en la celebración, si la respuesta es positiva ella les explica la situación tal cual es y, por supuesto, intenta estar presente, a pesar de las dificultades que representa atender a casi cuatro decenas de niños.

También asiste a juntas escolares, recibe las temidas boletas de calificaciones y se encarga de supervisar el desarrollo académico de los integrantes de la gran familia.

A la labor se suma otra decena de trabajadores y voluntarios, desde enfermeras psicólogos y maestros hasta cocineras y cuidadores que en un arduo trabajo en equipo se encargan de los cuidados de los preciados inquilinos.

El lado psicológico de Ser Humano




Foto de Lázaro Alfredo Hernández Higuera


La pregunta que rodea en la mente de más de una persona cuando se habla del SIDA en los niños gira en torno a si ellos conocen realmente su condición y, si es así, cómo la asumen.

Graciela Hernández, quien ha trabajado con enfermos terminales de VIH gran parte de su trayectoria, explica que en su experiencia, los adultos son los más afectados en ese sentido, pues tienden a sentir culpa por haber contraído la enfermedad y experimentan un miedo tortuoso por el tema a la muerte. Contradictoriamente a lo que muchos creerían, los niños toman el tema con más filosofía. De acuerdo con Hernández, ellos no piensan mucho en ello, se ponen más sensibles con respecto a otros temas, como no tener padres. Reconocen su condición pero probablemente no están plenamente consientes de todo lo que implica.

De hecho, la maestra egresada de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, ve más preocupación en los adultos testigos de la situación de los niños que de los últimos. Dice Hernández: “Siempre se les habla con la verdad, no se les oculta lo que tienen ni mucho menos, se les explica su enfermedad, el tratamiento que deberán seguir y los cuidados necesarios. No existe una edad específica en la que los niños deban enterarse de su condición, digo, tampoco vas a ponerte a susurrarle al oído a un niño de dos años: ´tienes SIDA, tienes SIDA´, la cosa es hablarlo cuando puedan entenderlo un poco mejor”.

En su consultorio, ella da cita a jóvenes y adultos que padecen la enfermedad y otros tantos pacientes sanos externos a la fundación. De hecho, los niños no tienen consultas constantemente, como podría pensarse, sólo si presentan algún cuadro de depresión, bajas en la escuela u otros motivos extraordinarios.

El lado artístico de Ser Humano

Para solventar los gastos de las instalaciones donde los niños viven y mejoran sus condiciones de vida, la fundación debe conseguir fondos a través de donativos.

Ser humano encontró una alternativa para generar sus propios ingresos y ofrecerles una actividad recreativa a los niños: la pintura.

Las obras de arte creadas por unos especiales artistas, se encuentran en una habitación de ocho metros de largo por cinco de ancho. La estancia es amplia, fresca y tiene muchas bancas dirigidas hacia un pizarrón blanco, también tiene una pared de grandes cristales que separan la habitación de al lado. En las paredes hay cuadros o letreros con las frases “Todos somos iguales” o “Tú puedes vivir normal aún teniendo VIH”, entre otras.

“Ellos pintan lo que sienten”: maestra de arte


En este pequeño recinto, sede de la fundación, nos recibe una mujer, tiene unos 30 tantos años, es alta, de cabello negro en coleta y cubierto con un paliacate, su vestimenta parece gritarle al mundo lo despreocupada que está, tiene un aspecto hippie. Su perfil encaja con los típicos estereotipos de las películas estadunidenses acerca de una maestra de arte. Y lo es.

Beatriz Garnica, la maestra de arte, comienza a descubrir las obras que ya terminadas; son coloridas, hay algunas muy grandes, dignas de estar en cualquier sala de una casa enorme y otras son pequeñas, perfectas para adornar oficinas.

Las pinturas que Beatriz tiene recopiladas en varios rincones de la habitación, no parecen tener un orden específico, la diferencia entre ellas, además de los tamaños y las pinturas en sí, son que algunas ya están envueltas en plástico, listas para ser trasladadas a cualquier lugar.

Algunos dibujos de los niños son de frutas muy bien trazadas y simétricas, otros sólo son figuras abstractas, en general son bastante vivaces. Tienen diferentes estilos, lo que hace que algunos tengan una textura con más relieve.

Al cabo de unos minutos de observar el arte de los niños, Beatriz habla de su labor: “Ellos hacen las pinturas, yo sólo intervengo para guiarles en las técnicas o intento darles algunas sugerencias”. A la pregunta de si les da ideas de qué pintar, su respuesta es casi automática: “No, ellos pintan lo que sienten”.

Los precios de las obras van de 3 hasta los 15 mil pesos. Están expuestas al público, aunque no son precisamente una exposición, tampoco hay ningún tipo de publicidad o indicativo que señale que ahí hay obras en venta para la gente que pasa fuera del edificio. No obstante, la maestra comenta que las pinturas son presentadas constantemente en foros universitarios, escolares y en casi cualquier lugar que los invite a participar en alguna exposición, siempre con la finalidad de crear conciencia, difundir las obras y, simultáneamente, hacerse de los recursos necesarios para el funcionamiento de la organización.

Se nota a simple vista que la profesora es bastante dedicada a su trabajo, se ve comprometida con la institución y sobre todo con los niños con los que convive casi a diario. Ella es parte fundamental de la casa hogar desde hace unos tres años, pues además de colaborar como maestra de arte, ella misma se describe como confidente y amiga de los infantes.

¡Más apoyo!

Pero los recursos que ellos generan no son su única esperanza, Ser Humano es una asociación civil que puede recibir donativos de cualquier persona, institución o empresa privada que así lo desee, por supuesto bajo cierto procedimiento.

Los 39 niños de la casa hogar necesitan cubrir necesidades como cualquier otro: útiles escolares y de arte, comida, mantenimiento del lugar, transporte, etcétera. Cada uno de los insumos para que esta asociación siga con su trabajo cuesta dinero.
Las grandes aportaciones que recibe generalmente provienen de instituciones públicas. Ser Humano ha logrado beneficiarse de programas de ayudas bajo ciertas normativas, por ejemplo en 2013 el DIF les brindó 199 mil 989 pesos como parte de su programa de subsidios y apoyos.

Para que esto sea posible, las instancias gubernamentales deben tener amplio conocimiento de la fundación y del apoyo que ésta brinda a determinado grupo, en este caso a niños con VIH-SIDA.

Año con año, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) recibe solicitudes de autorización para que organizaciones civiles puedan ser donatarias autorizadas, es un estatus que les permite recibir donativos deducibles de impuestos, es decir, que aquellas empresas que deseen donar podrán “ahorrarse” el pago de impuestos a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

El hecho de que Ser Humano AC aparezca en el anexo 14 de la Resolución Miscelánea Fiscal, que se publica en el Diario Oficial de la Federación y en el portal de internet del SAT, les garantiza a los donadores la certeza jurídica de que su dinero será utilizado para lo que se propone la asociación civil a la que se apoya.

Esta condición ayuda a que la fundación Ser Humano reciba más ayuda, por ser una organización “oficial”, por decirlo de algún modo, y representa un beneficio para sus donadores y sus inquilinos.

En el caso de los donativos otorgados por las personas físicas, la fundación ofrece diversas maneras de recibirlos:

Una ya mencionada es a través de la compra de obras de arte. También puede hacerse a través de alguno de sus programas y servicios:
  • Casa Hogar para niñas, niños y adolescentes que viven con VIH/SIDA.
  • Programa de prevención y atención de las adicciones.
  • Programa para la atención de personas con discapacidad

Estos obedecen a la misma causa, sólo que las donaciones se ven dirigidas hacia cierto sector de su población. Las aportaciones pueden hacerse en especie, trabajo, voluntariado o con dinero (en efectivo, cheque, transferencia bancaria o con cargo a tarjetas de crédito y débito).

La trabajadora social comenta que en caso de donar ropa, lencería o zapatos, es preferible que se pongan en contacto con la organización para que ésta les brinde toda la información respecto a tallas y género de los niños, pues así se garantiza que cubran las necesidades de los chicos.

Paola Blas hace una petición especial:

“A veces pido que, de ser posible, las donaciones que nos hagan de ropa se empaqueten en bolsitas con los nombres de las (niñas) y los niños, los cuales yo les mando por correo con sus tallas. Así evitamos pleitos entre ellos porque nunca falta que cierta blusita todas las niñas la quieren, o ese tipo de cosas, entonces ya con los nombres pues yo argumento que no fue una decisión mía, que así venían. Ya si ellos o ellas posteriormente deciden prestar las cosas, pues ya se llegará después a un acuerdo […]”.

Desenlaces tristes

En sus aproximadamente dos décadas de funcionamiento, Ser Humano ha sido testigo de casos de niños que han logrado mejoras en su salud gracias al tratamiento que ellos brindan, como de los que ya no es posible lograr estabilizarlos, es decir niños en etapas terminales.

Para poder ofrecer la ayuda que cada infante requiere la fundación debe conocer en la etapa se encuentra su enfermedad. Cuando un paciente resulta seropositivo a una prueba de VIH quiere decir que tiene el virus en su organismo, sin embargo, puede que no haya desarrollado la enfermedad del SIDA.

La última etapa que abordaremos más adelante es cuando se tiene la certeza de que una persona tiene SIDA. El virus del VIH puede estar en una persona sin presentar síntomas durante semanas, meses o incluso años. Esa es precisamente la condición en que se encuentran la mayoría de los niños adscritos a la organización.

Una persona con este virus puede parecer una sana durante años, sobre todo si se le brinda el tratamiento adecuado.

La única forma de saber si alguien posee el virus es con una prueba de sangre. El 70 por ciento de las personas que han sido infectadas pueden presentar síntomas parecidos al de la fiebre, acompañados de sudoraciones nocturnas y erupciones en la piel. Después de este momento pasan entre tres y seis meses, dependiendo de la persona, para que el organismo humano genere anticuerpos contra este virus, una reacción natural del cuerpo, que en realidad no puede concluir, pues el VIH se sigue reproduciendo o copiando dentro del sistema.

Posteriormente se pasa a una etapa donde la persona infectada presenta otros síntomas como fatiga, pérdida de peso, úlceras en la boca, infecciones por hongos en la piel y en la uñas, lo cual indica que el virus se está reproduciendo y atacando el sistema inmunológico --encargado de proteger al organismo de bacterias o virus.

Cuando finalmente el sistema inmunológico ha llegado a un punto irreversible, cualquier infección oportunista –llamado así porque es no ataca a una persona con sistema inmunológico sano–puede atacar, muchas veces de manera fatal. Esta última etapa ya es conocida como SIDA.

Como se dijo, los niños de la fundación casi siempre son sólo portadores del virus. Sin embargo ha habido casos distintos. En 2014 falleció allí un niño que desarrolló la enfermedad.

Aunque la psicóloga de la fundación no profundizó en el tema, dijo que los demás niños atravesaron un proceso de duelo que requirió pláticas. Muchas de éstas consistieron también en la concientización de utilizar siempre sus medicamentos.

Desenlaces felices: aprendiendo a vivir


A las preguntas “¿Cómo le explicarías a un niño que su vida probablemente sea corta? y ¿cómo lo prepararías para morir?”, la fundación las resuelve perfectamente.
Ser Humano no pretende ser una fundación que sólo mantenga a los niños en buenas condiciones de vida. El tiempo de apoyo que brinda es finito. Su objetivo es prepararlos para la vida real, no disfrazar su realidad temporalmente.

¿Qué pasaría si la fundación se extinguiera de un día a otro? ¿Qué sucedería con los niños si dependieran totalmente de los cuidados que se les brinda? Precisamente la razón de ser en la casa hogar radica mucho en esas preguntas. Graciela Hernández, una mujer joven de complexión robusta y mirada penetrante, dice:

“Se les busca brindar las herramientas necesarias para que ellos continúen con su vida de forma exitosa; entre esas herramientas y de alguna manera la más importante, es buscar concientizar a los niños del tratamiento permanente que deben seguir, responsabilizarse de sus propias vidas, sin tener que depender de otros”.

En esta organización se hace un gran esfuerzo por obtener la mayor cantidad de donativos, para brindar los recursos necesarios para que los niños se desarrollen correctamente. No sólo eso, también se les ofrecen los valores y principios para insertarse en la sociedad, como cualquier otro individuo. Y de hecho lo hacen, los niños se relacionan y viven en sociedad.

Sin embargo, evitan decir en la escuela o en sus círculos sociales la enfermedad que padecen porque no quieren que las personas sientan lástima por ellos, quieren ser tratados de la misma manera que todos los demás niños.

La organización lo sabe y por eso no trata a sus niños con una mentalidad de compasión, sino que les procura brindar un desarrollo completo: con conocimientos académicos, morales, sexuales, emocionales y recreativos, que se queden de manera permanentemente, en su forma de vida.

Ser humano no prepara a los niños para morir, los prepara para vivir.






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ANA IRMA HAZA ALDAY: UNA PERSONA PRIVILEGIADA


Por José Daniel Díaz Valencia
México (Aunam). Cuando tienes el recuerdo de unos padres que te apoyaron, que te quisieron, que a todo lo que decías “oigan quiero pretender esto”, te decían “adelante”. Entonces si te puedo decir que sí soy una privilegiada porque tengo una familia con hermanos que nos llevamos muy bien y con unos papás que fueron, deberás, increíbles como tales.

Desde siempre tuve inquietudes por conocer, sobre todo de historia, y siempre me gustó estudiar y me aboqué obviamente al estudio. Me sentí más inclinada a la parte humanística, humana que finalmente pensar en cuestiones de desfiles de moda.

Como que fui, hasta cierto punto, autodidacta con mucha influencia de izquierda pero sin haber sido una persona de ese pensamiento. Mi tendencia era porque de alguna manera sí siempre me ha molestado el maltrato humano, las diferencias, las discriminaciones pero no por seguir una metodología.

Tengo 57 años y empiezo a valorar y decir “que tengo arrugas”, no pues sí tengo arrugas; “que tengo canas”, pues sí, son los años que he estado aquí pero no es mi preocupación mayor. Ahora lo que empiezo a tener es un disfrute pleno de encontrar respuestas a mi vida. Vivo más en paz el día de hoy con mis 57 años que cuando tenía 25, cuando estaba perdida entre los extremos de la Guerra Fría.

Colonia Lindavista

Me tocó vivir clase media, en la Colonia Lindavista, cuando era una colonia abierta. Las familias tradicionalmente eran de muchos hijos, yo provengo de una familia de ocho, o sea tengo 7 hermanos y mis vecinos eran de 6, de 5, de 4 y vivíamos en una calle cerrada. Entonces andar en bicicleta, jugar todo lo posible de niño, bote pateado, roña, béisbol pateado, todo, todo lo jugábamos. Ya existía la televisión, pero en ésta eran horarios muy pequeños pero nunca cambiabas la tele por estar conviviendo con tus hermanos y con tus amiguitos en la calle. Tuve una infancia con papás abiertos que no hicieron distinción entre niñas y niños. O sea, te puedo decir que comparándolo con otras vecinitas, otras amigas, yo veía que las diferencias de sexo y de género eran bien importantes en mi generación.

Mi mamá era una gran lectora, mi papá no lo fue. Mi papá tuvo la característica de ser un hombre abierto, amigable, simpático, amiguero pero mi mamá era más reservada, era tímida. Se enfocó más a los libros. Mi casa, allá en Lindavista estaba llena de libros, probablemente de los hermanos la que sintió más atracción fui yo. Tengo presente que estaba un libro que se llamaba “En bandera de fresa”. Me acuerdo que yo lo leía y en determinada página que yo estaba bien consciente cual era me encontré la grosería más fuerte que había escuchado en mi vida, ‘chingaputamadrazo’. Leí muchos libros que lógicamente pues a esa edad no sé si los comprendía, pero desde siempre tuve inquietudes por conocer, sobre todo de historia.

Guadalajara

En el año de 1979, a mi papá le hicieron una transferencia de trabajo y yo cursé dos años en la UNAM. Es la universidad que yo recuerdo con más cariño. Cuando entré a la UNAM pues lógicamente se me abrió un mundo pero muy de tendencia de izquierda. La Autónoma de Guadalajara era de ultra derecha y ahí tuve un choque impresionante en mi vida porque si en la UNAM me invitaban a tomar conciencia feminista y vamos a apoyar este grupo de obreros, ya en Guadalajara me invitaban a té y canastas, me invitaban a desfiles de moda. Entro a la Catedral de aquella ciudad, no soy una persona que vaya mucho a la Iglesia, y me encuentro con la oportunidad de ver a un padrecito. Pues ya realmente como gente joven llego con el padre y también le especifiqué “fíjese que también tengo muchas dudas”. Le expliqué que estoy estudiando historia. La respuesta del padre fue “deja esa carrera y no te metas en cosas complicadas”. Afortunadamente no le hice caso al padre ni a regresar a la Iglesia. Ciudad conservadora, por eso te digo que me costó trabajo porque jamás tuve yo ningún freno en mi familia y resulta que cuando llego a Guadalajara me encontraba con que “pues sí, eres mujer”.

Yo desde los 15 años trabaje, primero ya en mi periodo vacacional en Sears en el departamento de crédito, pero ya cuando estudiaba la prepa entré a Bancos; Dejé la vida de los bancos en los años 80 y empecé a dar clases en un pueblito de Jalisco, en Acatlán de Juárez. La cuestión ideológica sí me costó y creo que esa formación que tuve con mis papás, finalmente hizo que las ideas de izquierda me calaran porque cuando miras a tu alrededor y observas tanta carencia, tanta miseria y tanto sufrimiento de gente, si te cala. El haber trabajado en comunidades indígenas, el ver que hay otras realidades, el ver que juzgamos mal cuando no pertenecemos enriquece. Muchas de las cosas que tú tienes estas para agradecer pero tienes la obligación de compartir. Mientras tú utilices tu vida para dar a los demás lo que tienes, yo creo que es una vida bien vivida.

United States of America

Seguí trabajando en Guadalajara y fue cuando se presentó el que pudiera irme a Los Ángeles y me fui. Ahí me recuperé comiendo muchas hamburguesas y hot dogs. Me encanta el inglés pero no lo domino. Mi amiga vivía en un lugar que se llamaba Toluca Lake, un lugar muy bonito en Los Ángeles donde creo que la única persona que salía caminando era yo. Todas las casas con el tipo de jardín californiano, todo mundo sale en coche y los pobres salíamos a pie. Me acuerdo que cuando entré a la escuela pública pues ahí me encontré con lo que precisamente es una de las características norteamericanas, o sea que puedes ver a gente de todos lados. Mis propios compañeros de la escuela me empezaron a decir “yo te acomodo”. Uno de ellos me llevó a un restaurant pero era así como de mariscos, con la típica decoración de la red, de las conchas, una vitrola con una música mexicana de esas que no conozco yo tampoco en un barrio terrible. Otro compañero me invitó para que yo cuidara a una anciana y eso ¡no estaba nunca en mis planes!

Los que cuidaban el edificio donde vivía Débora, la amiga que me había invitado, era un matrimonio de Mexicali y de veras me acogieron de una manera maravillosa. Un día ellos me dijeron “oye te tenemos una sorpresa” y me llevaron a ver a los Dodgers. No soy de béisbol pero estuve ahí en el juego y luego otro día me dicen “te queremos echar la mano y todo, mira te vamos a enseñar en que trabajamos”. Me llevaron como a un taller mecánico y empezaron a hacer la limpieza de los baños. Lo estaban haciendo con la mejor voluntad del mundo. Pues agarré y me puse a limpiar lavabos. Pero en mis adentros dije “estudie historia, tengo expectativas en la vida, yo sé que ningún trabajo es deshonesto pero no es lo mío”. Fue un gran choque para mí y fue otra de mis grandes crisis existenciales. Me fui a Mexicali.

Radio XETLA: “La voz de la mixteca”

Recibo una llamada de una amiga de Guadalajara que había estudiado Comunicación y me dice que estaba trabajando en una radio indigenista en Oaxaca. En Oaxaca estuve año y medio trabajando como investigadora de la radio XETLA, “la voz de la mixteca”. Una de las experiencias más extraordinarias que he tenido en mi vida, trabajar con comunidades indígenas. Algunos programas que llegué a ver cuándo yo veía Televisa o cosas de este tipo era cómo se burlaban del indio. Siempre te lo ponen como un ser tonto, un ser que no sabe cómo comportarse. Tristemente siempre ha sido peyorativo todo lo que se refiere a los indígenas.

Cuando yo llegué a la comunidades llegué con mi visión urbana, clasemediera, viendo y pensando “pobres de las chavas”. Investigué un poquito más, traté de ser más respetuosa con lo que podía observar y tratando de no juzgar desde esa perspectiva urbana. Descubrí que la gente en sus comunidades, sobre todo las mujeres, se ven lindas y que cuando las pasas a las ciudades, ya las tienes en el prejuicio de que son las sirvientas.

La razón por la que yo me regresé de Tlaxiaco no fue porque me cansé del trabajo o me aburrió, es más, me encantaba mi trabajo pero entre esas cosas que van sucediendo yo era una mujer que manejaba la camioneta de la radio, que para ir a ciertas comunidades me apoyaba de los elementos del Instituto Nacional Indigenista (INI). Imagínate lo que es una mujer haciendo trabajo con hombres. En el pueblo, sin darme cuenta, yo fui la comidilla y me hicieron novia de éste, amante de aquel y demás. En la calle de Tlaxiaco veo que se me abalanza una mujer y me moquetea. Era la esposa de uno del INI que le había llegado la idea de que yo andaba con su marido. Su marido se llamaba Primitivo. Me sentí verdaderamente humillada, ofendida y deprimida. Total, se aclaró el asunto pero no me pude quedar en Tlaxiaco.

Sentimientos generales

Yo decía “las mujeres también tenemos derecho a salir, a pensar, a que nos vean como iguales y no que me traten como florecita”. Odio que me regalen flores y eso lo entendió mi marido muy bien. Su tenacidad fue la que hizo que yo anduviera con Joaquín y qué bueno, porque ha sido un apoyo importantísimo en mi vida. Realmente cuando encuentras a una pareja que te apoya y tú lo apoyas es extraordinario y nos vemos a los ojos de tú a tú que eso ha sido lo más maravilloso. Por eso es Joaquín.

Yo nunca llegué a sentir alguna atracción por algún perro, no me gustaban, no sabía comunicarme con ellos. Mi vida cambió con los perros porque ellos me sacan a pasear. Es impresionante como los perritos hacen que te contactes con tanta gente. En el Parque Hundido te encuentras a gente que tienen los mismos gustos de tener a sus perros y se te abre un mundo maravilloso. Hoy día te puedo decir que es una de mis partes favoritas de vida, el momento en el que voy a convivir con mis perros.

A lo largo de tantos libros que he leído, yo creo que gente que llegó a detenerse un poquito a reflexionar fue con Gilles Lipovetsky y Ken Wilber. En las búsquedas que tendrás a lo largo de tu vida siempre tendrás algún mensaje que dices “esto que estás diciendo me resulta totalmente interesante”. Ahorita con Ken Wilber encontré respuestas a muchas cosas. Todos los seres humanos nos hacemos preguntas, a veces tratamos de contestarlas y habrá gente que nunca se las contestó. Pero los que hemos estado en el camino de la búsqueda, de encontrar cosas y no por contestarla, sin darte cuenta un día algo te responde algo que sabías que había sido una duda tuya y estos dos autores en particular me llegaron a dar respuesta de cosas que yo necesitaba escuchar de alguien y las escuché con ellos.

Pienso que muchas de las ideas que tenemos, que te enseñan en la escuela, que te dieron en tu propia familia, que te transmiten en tu cultura, la gran mayoría son grandes mentiras o son realidades que en un momento muy de antaño dieron respuesta a preguntas de ese momento y que las seguimos arrastrando. Entre más nos sujetemos al pasado, seremos menos gente que se abra al futuro.

Muchas de las tradiciones lo único que te hacen es encasillarte en roles ya sea como hombre, ya sea como mujer. Entonces vive el pasado porque el pasado verdaderamente era el bueno y te estoy hablando de aspectos religiosos, políticos, sociales, los que tú quieras. Entre más apegado te vayas al pasado, estas menos abierto a tu presente y lógicamente sin proyección hacia el futuro.

Última lección

Hoy te puedo decir que todo es factible en el mundo. Todo tiene cabida en el mundo humano sin embargo son los extremos lo que se desvirtúa. Hoy todos los que tenemos que vivir en el 2014 debemos estar conscientes de que debemos que tener más cuidado por todo lo que sea un ser vivo sea planta, sea animal y por supuesto, al mismo ser humano. Creo que la enseñanza de la ética budista también me ha marcado hoy. Me da una esperanza de ver el mundo de una manera muy diferente a lo que vez en un noticiero todos los días. Vivir para hacer el mejor bien que puedas con todos, sin discriminar.

Escribir un libro me encantaría y un día me preguntó un sobrino “¿y por qué no escribes un libro?” y le contesté, “voy a escribir un libro cuando tenga algo que contar”. Si no tengo algo que contar, puede no suceder, que valga la pena o mejor, no escribes. Todo lo que yo siento que sea útil y que puede ayudarle a mis alumnos, a mis sobrinos o a mi familia lo transmito. Mi interés siempre ha sido que estén bien, que mis alumnos estén bien y ojalá y todo mundo pudiera ser feliz. Pero siempre he intuido cuando alguien tiene dolor. El día en que me muera quiero morir con la tranquilidad de decir “hice cosas que me dan tranquilidad. No le hice daño a nadie, traté de beneficiar a todos en lo que pude, en mi entorno”.

Creo que soy una persona realmente amigable y siempre le sonrío a la gente y la gente me responde con sonrisa. Hoy si puedo reconocer que aún con las cosas graves que te puedan suceder en la vida, siempre viene algo muy positivo. Envidio y me gustaría tener esa sensibilidad que tiene el artista para escribir, para pintar, para cantar, para lo que sea pero que la tiene y que dices “¡qué bárbaro, que la explote!”. ¡Bien por los artistas y mi admiración por ellos!

Ana Irma Haza Alday nació en la Ciudad de México el 21 de septiembre de 1957. A temprana edad, mostró interés por la historia y eso la llevó a estudiarla como licenciatura en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Durante sus estudios en el norte del país, dio clases a comunidades indígenas y posteriormente fue locutora en la radio XETLA por parte del INI. Años después obtuvo su maestría en Humanidades en la Universidad Anáhuac. Con diversos diplomados y cursos en creación literaria por parte de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) y de apreciación cinematográfica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), actual profesora de bachillerato y de posgrado, Ana Irma es en verdad una persona privilegiada.






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30 de junio de 2015

LOS ENEMIGOS DEL DESPERDICIO DE ALIMENTOS


Por Andrea Assahi Sandoval Quijano
México (Aunam). ¿Han tirado comida alguna vez sólo porque se ve fea? ¿Sólo porque una fruta, una verdura, una lata o un envase de cartón no cumplen con las normas estéticas, deja de ser comestible?

La Ciudad de México genera todos los días 12 mil toneladas de basura, 2 mil de las cuales son de desechos orgánicos y aproximadamente 300 toneladas son alimentos que no fueron aprovechados o consumidos en su momento.

Claudia García Zambrano, ex encargada de Comunicación y Difusión de Alimentos para Todos --un banco de víveres creado hace más de 20 años para proveer comida a personas e instituciones en pobreza alimentaria-- señaló que el problema tiene su origen en los hogares mexicanos: “Dos terceras partes de lo que se desperdicia viene de casa, principalmente por comprar alimentos que no vamos a consumir. La gente compra en demasía, por ejemplo, productos lácteos y luego no se aprovechan”.

García Zambrano agregó que existen otros canales de desperdicio, entre ellos los estándares de calidad de las tiendas de autoservicios --el color de la papaya, el tamaño de la calabaza-- o los productos que no se logran vender en las centrales de abasto. De las 2 mil toneladas de basura orgánica que se generan diariamente en la capital del país, la cuarta parte proviene solamente de la Central de Abasto de la Ciudad de México (Ceda) ubicada en la delegación Iztapalapa.

El desperdicio de comida en México


En el contexto de la puesta en marcha de la Cruzada Nacional contra el Hambre, la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos (AMBA) alertó que todos los días se desperdician en el país más de 30 mil toneladas de alimentos en buen estado: "La mayor parte se registra en centrales de abasto, tiendas de autoservicio, restaurantes, hoteles, mercados, así como en miles de hogares donde no se planifican de manera correcta compras ni consumos”.

El portal Ciudadanos en Red recordó que si bien uno de los principales aspectos de la cruzada es utilizar los bancos de alimentos para llevar la comida a regiones alejadas, "la falta de una buena estrategia de redistribución, las malas prácticas en la conservación, transporte y distribución de alimentos, así como los costos de llevar los alimentos a lugares distantes provocan que los bancos de alimentos sólo recuperen unas 328 toneladas de alimentos al día".

El portal agrega que una serie de prácticas en el manejo de alimentos provoca su desperdicio, pero que podrían ser perfectamente aprovechables: "Por ejemplo, los golpes en latas o empaques, que hacen que los comerciantes no los prefieran en las tiendas y que el comercializador no tenga más remedio que regresarlos al distribuidor, quien en muchas ocasiones, al no encontrar alternativa de venta ni de donación a bancos, los termina tirando".

Asimismo, los comercios aguardan hasta el último momento para vender su mercancía y, cuando esto no ocurre, no les queda más que tirarla, pues su avanzado grado de maduración no le permite seguir en el mercado.

Los bancos de alimentos, alternativa contra la pobreza alimentaria

Al ingresar a la bodega de Alimento para Todos, Institución de Asistencia Privada, uno piensa que está en un supermercado: tenemos el pasillo de galletas y cereales, el de jugos y refrescos, el de abarrotes e, incluso, hay una parte llena de ropa, calzado, artículos de oficina y electrodomésticos. Sí, definitivamente dan ganas de tomar un carrito de mandado y hacer su despensa, pero Mayeli Orguña, encargada de conseguir fondos para la institución, informa que no es un Wallmart ni un Soriana, sino un banco de alimentos.

Mayeli explica que los bancos de alimentos “son aquellas organizaciones sin fines de lucro dedicados a la recuperación de excedentes alimenticios con el objetivo de redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso y con ello combatir la pobreza alimentaria.”

Los bancos de alimentos, en fin, son organizaciones que buscan apoyar a las personas en condiciones de pobreza alimentaria y marginalidad en México, entre quienes buscan redistribuir la comida a punto de ser destruida o, en muchos casos, almacenada en una bodega.

Alimentos para Todos, IAP

Este banco cuenta con apoyo de 365 locatarios de la Ceda, equivalente a 30 por ciento del total de los distribuidores del inmueble; la Fundación Wal-Mart y varios comercios y empresas, como Oxxo y Nestlé.

“Gracias al manejo transparente y eficiente de los recursos recibidos, se ha logrado beneficiar a 30 mil personas con inseguridad alimentaria en 15 delegaciones del Distrito Federal y 16 municipios del estado de México” comenta entusiasmada la entrevistada Mayeli Orguña.

Respecto de la forma en que los beneficiados adquieren los comestibles, Mayeli aclaró que un banco de alimentos no siempre es un lugar donde se regala la comida a quienes más la necesitan: “A cambio de los donativos que repartimos, recibimos una cuota estandarizada de parte de los beneficiarios: dos pesos por kilo, en caso de los productos perecederos, y de tres a seis pesos en caso de los productos no perecederos, como frijol, arroz y alimento enlatado.”

Dicha cuota se establece de acuerdo con lo establecido por el Sistema de Administración Tributaria: Con base en el precio de los comestibles en el mercado las instituciones cobrarán el 10 por ciento del mismo, con el fin de facilitarle a los más necesitados el acceso a la canasta básica.

Efecto multiplicador

Los sábados se dan cita todos aquellos que estén dispuestos ayudar afuera de las instalaciones del banco de alimentos; a las nueve de la mañana se abren las puertas, se inicia el registro de voluntarios y comienza el día. Alejando Martínez, jefe de voluntariado y trabajo social de Alimentos para todos, IAP, menciona que el voluntariado consiste en que los beneficiarios o personas ajenas a la institución acudan a colaborar en preparar los paquetes nutricionales y participar en la entrega de los mismos a las comunidades beneficiadas.

Desde hace tres años los grupos de voluntariado más numerosos los conforman personas provenientes de las empresas que donan productos y estudiantes universitarios que aportan su talento, trabajan en su tesis o dedican su tiempo para ayudar a los demás.


La pobreza alimentaria no es por falta de alimento

Los factores que más influyen en que este problema aumente son el económico, el industrial y el social. México cuenta con la comida suficiente para alimentar a toda su población, ya que de acuerdo con la AMBA, si se lograran recuperar dos terceras partes de la comida desperdiciada (20 mil toneladas), no habría pobreza alimentaria en el país.

“Lamentablemente no todos tienen los recursos económicos para adquirir los productos de la canasta básica. Hacer una despensa con todo lo necesario para comer un mes te cuesta aproximadamente mil 800 pesos”, comenta, alarmada, Mayeli Orguña. Aunado a esto, tanto la industria de alimentos como el sector agrícola carecen de una buena estrategia de redistribución, prácticas en la conservación, transporte y distribución de alimentos.

La gente no tiene conciencia respecto al consumo de alimentos, ya que dos terceras partes de lo que se desperdicia provienen de casa, principalmente por comprar alimentos que no vamos a consumir.

Por otro lado, la donación de alimentos no es, y nunca ha sido, un buen negocio, así es que casi siempre hay intereses de tipo económico detrás del desperdicio masivo de la industria de alimentos.

Otras veces la comida se va directo a la basura por falta de creatividad; es decir, partes que se consumen en algunos países son completamente ignorados en otros, tal es el caso de las hojas de betabel, los rabos de cebolla o la raíz del apio.

El desperdicio de alimentos, global


Cuando hablamos de comida en la basura no nos referimos a aquellos alimentos en proceso de descomposición, estamos hablando de comida buena y fresca que se tira diariamente. Habitamos un mundo en el que más de dos billones de personas sufren hambre y en el cual se tira a la basura aproximadamente la mitad de la comida que se produce, especialmente en los países industrializados, incluido México. Entonces, ¿por qué desechamos la comida con tanta facilidad e inconsciencia?

De acuerdo con el reporte realizado en 2013 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en el mundo se tiran 1.3 mil millones de toneladas al año.

Dicha investigación demostró que el desperdicio per cápita de los consumidores en Europa y Norteamérica es de hasta 115 kilogramos al año; en cambio, en el sureste asiático y en África el desperdicio es de 11 kilogramos anuales de comida per cápita; mientras que América Latina la cifra es de 25 kilogramos per cápita; lo cual demuestra que el problema del desperdicio de comida en el ámbito mundial es grave.

Ese mismo año, el informe Alimentación mundial: no pierdo, no quiero, realizado por la Institución de Ingenieros Mecánicos (Imeche, por sus siglas en inglés) señaló que de las 4 mil millones de toneladas de alimentos que se producen cada año en el mundo, entre 30 y 50 por ciento "no llegarán nunca a un estómago humano", lo que equivale a entre mil 200 y 2 mil millones de toneladas de comida.

Pero, ¿por qué se tira tanta comida en el mundo? De acuerdo con el Imeche, esto se debe a que las infraestructuras y los dispositivos de almacenamiento son inadecuadas y las fechas de vencimiento demasiado estrictas. Los autores también evocan el comportamiento de los consumidores y critican en particular las promociones "compre uno, lleve dos" y la "perfección estética" que debe exhibir el producto para atraer a los clientes.

La comida se va a la basura por distintos motivos, a veces simplemente no cumple con los estándares para ser comercializados (forma o tamaño). En otras ocasiones obedecen a las fechas de caducidad y son descartados sin siquiera ser evaluados sensorialmente, casi siempre las fechas de caducidad son simplemente una guía para orientar al consumidor y proteger al productor de posibles demandas; sin embargo, esto no significa necesariamente que un producto no sea apto para su consumo.

Necesidad de una conciencia de consumo

Al igual que Mayeli Orguña, Jeff Klein, encargado de la Global Foodbaking Network en Reino Unido, ha mencionado que uno de los objetivos que debe perseguir un banco de alimentos es ayudar a crear una conciencia en el consumidor: “Estamos acostumbrados a comprar únicamente lo que se ve bien, hacemos a un lado lo que está maltratado, nos dejamos llevar por el ‘compre uno, lleve dos.’ Nunca nos detenemos a preguntarnos si nos comeremos todo lo que compramos.”

Es importante que aprendamos a realizar compras responsables, ya que además de gastar nuestro dinero en productos que nunca consumiremos, contribuimos al daño al medio ambiente a través de la generación de basura. Asimismo, es importante evaluar las cantidades de comida que realmente necesitas comprar para mantener a tu familia bien alimentada, ya que las compras al mayoreo y sin conciencia únicamente incrementan el desperdicio.





Imágenes: Alimentos para todos y Notimex



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MÉXICO AÚN TIENE ESPERANZA


Por Diana Estefanía Andrade Reyes y Katia Michelle Lugo de la Peña
México (Aunam). La falta de servicios médicos especializados en los estados de la República Mexicana provoca que familiares de algún enfermo busquen esa atención en el Distrito Federal, abandonan su hogar, su trabajo y parte de su parentela. Al llegar a la ciudad muchos descubren que deben permanecer en el hospital con el objetivo de disminuir los gastos que generan el traslado de ida y vuelta a su lugar de origen, la medicina y comida. Albergue: La Esperanza.

De la tormenta nace la esperanza


Entre la lluvia, dos personas buscan refugio debajo de un árbol, las hojas no cubren sus siluetas completamente, aun así la pareja se mantiene en el lugar, la zona de hospitales de Tlalpan. Si se les mira bien se advierte que son familiares de algún enfermo; probablemente la sala de emergencia del nosocomio ya no tiene cabida para dos personas más.

Desde lejos unas mujeres observan la escena, algo surge en ellas; solidaridad puede ser, bondad quizá, lo cierto es que se acercan hacia las personas que buscan refugiarse.

--Hola ¿les podemos ayudar en algo? Pueden quedarse en nuestra casa si es necesario, vivimos cerca de aquí --la respuesta es un profundo agradecimiento.

Así fue el momento en que surgió el proyecto que con el tiempo ha ayudado a miles de personas de bajos recursos con familiares enfermos que provienen de la provincia mexicana.



Las Hermanas Vicentinas eligieron prestar su apoyo. Día con día se encargaban de recoger a personas que necesitaban un lugar dónde dormir. Entonces surgió la idea de tener un lugar que satisficiera las necesidades básicas para subsistir a familias de bajos recursos y así nació el albergue La Esperanza en la zona de hospitales de la delegación Tlalpan.

Se trata de una institución de asistencia privada encargada de ofrecer asilo temporal a las familias que más lo necesitan. Su objetivo es acompañar a los familiares y al paciente en su proceso de recuperación.

La mayor parte de los albergados requieren de atención médica especializada en diversos tipos de cáncer como cérvico uterino, de mama, de pulmón, de colon y de testículo entre otros. Por otra parte, hay pacientes con leucemia, afecciones cardíacas, renales y algunos más con deformaciones que necesitan ser operadas.

Por 15 pesos diarios, los refugiados tienen acceso a tres comidas diarias, servicios básicos de luz, agua caliente las 24 horas del día y estancia que, aunado al apoyo económico para el tratamiento y traslado del hospital al albergue, resulta una ayuda elemental.

Algo que hace de este lugar una gran familia es la unidad y solidaridad que comparten los albergados, pues son los acompañantes del enfermo quienes deben mantener limpio el lugar. Se reparten las tareas, mientras unos se encargan de limpiar, otros preparan la comida y unos más salen a las calles a pedir apoyo monetario.

Manos a la obra



El albergue La Esperanza está administrado por diez personas, además de quienes se encargan de la difusión, planeación y búsqueda de contribuciones que coadyuven al crecimiento y continuidad de este gran engranaje de esperanza.

También hay grupos de voluntarias encargadas de llevar comida a los familiares que aguardan a su paciente en las salas de espera de los hospitales aledaños, otras se encargan de buscar apoyo monetario en tanto hay quienes organizan ventas de garaje que ayuden a solventar los gastos del albergue.

Detrás de una puerta, miles de historias



La puerta café se abre y aparece una pequeña estancia. Al frente hay una gran ventana, se observan dos cubículos perfectamente equipados, uno es del área de proyectos. Del lado izquierdo hay un muro con un organigrama e informes para los pacientes y sus familiares, carteles que ilustran “El uso de antibacterial es obligatorio”. Al fondo hay otra pieza de cristal: la administración.

Unos minutos de espera y una señora de estatura baja y cabello rizado atraviesa el pasillo, va empujando una silla de ruedas, sobre ella se encuentra un niño de aproximadamente 13 años, parece ser un joven bastante sano, pero después de unos segundos, mientras la silla avanza, se alcanza a notar que sus extremidades inferiores tienen malformaciones.

La imagen desoladora se disuelve poco a poco al ver la sonrisa que el muchacho esboza. Su madre, con tono entusiasta, pronuncia: “buenas tardes”, y continúa hacia la puerta. Ambos portan las credenciales que los acredita como albergados del lugar.

Junto al pasillo hay un amplio comedor con grandes vitrales multicolor, del lado derecho, un patio bañado por los rayos del sol. Al centro hay mesas de metal con amplias sombrillas y flores que dan vivacidad al lugar, al fondo están las oficinas de asignación de citas.

Alrededor se encuentran los dormitorios. Entre murmullos se escucha decir a alguien que las habitaciones de la planta baja están asignadas a los hombres mientras que las superiores son para mujeres. Cada uno de los cuartos cuenta con camas, mudas de ropa, algunas comparten baños.

Hay un área para niños dotada de una pequeña estancia con televisión y juegos. También cuatro habitaciones para los infantes y sus acompañantes, tres están vacías porque los pequeños que las ocupan se encuentran en el hospital.

Al abrir una de las habitaciones se observa una cama individual, una cuna y una ventana que abarca toda la pared. También hay un mueble con medicamentos y objetos personales. Hay una terraza donde un grupo de gente conversa, una señora de unos 50 años lleva un paliacate en la cabeza, la palidez opaca su rostro, pero aun así mantiene fuerzas suficientes como para bromear con otros albergados.

Las habitaciones tienen seis camas y algunos biombos. Erika, la joven mujer encargada de proyectos, explica que se estos se usan cuando la capacidad del albergue es superada y es necesario utilizar los cuartos sin distinguir sexos. Dice que hay cupo para 130 personas con su respectivo acompañante, quien se encarga de cuidar al paciente, pues el albergue no cuenta con servicio médico.

Salvando vidas, cambias tú


“Trabajar en un lugar como este… te cambia la vida”, son las primeras palabras de Wendy del Carmen Rugerio Páez, la mujer que ha dirigido esta institución. “Llegué aquí hace cuatro años porque una amiga me dijo que había posibilidad de trabajar, así que decidí tomar el puesto” --comenta la directora.

“Nos encargamos de brindar apoyo a las personas que vienen de otros estados de la República Mexicana, gente que necesita ayuda para su tratamiento […] Hay albergados de todas las edades, desde bebés hasta personas de la tercera edad.”

La directora afirma que por políticas del albergue no pueden aceptar a personas con discapacidad mental, ni portadores de enfermedades contagiosas. “El lugar no cuenta con el equipo necesario para recibirlos”, explica.

La población de este recinto varía diariamente. “Pueden quedarse el tiempo que sea necesario mientras justifiquen que están yendo con sus familiares a consultas: Pueden quedarse (desde) un día o hasta un año”.

“Hace 27 años que este albergue está abierto al público. Las mujeres vicentinas iniciaron con 10 camas. Salían a repartir comida a la gente que venía desde los estados y provincias a los hospitales y esperaban afuera, pues no tenían dónde quedarse”, expresó Rugerio Páez mientras buscaba un calendario en un escritorio con documentos, expedientes y hojas estratégicamente acomodados para compartir acerca de las actividades en este lugar:

En este lugar se celebra todo el calendario social del país. “Aquí se les festeja el 6 de enero, el 14 de febrero, día del niño, día de la mamá, día del papá, del abuelo, 15 de septiembre, posadas, Navidad, además les damos regalos en cada festividad, hacemos noche mexicana, y entre las mismas religiosas y los albergados hacen bailes, hacemos las pastorelas”, continúa la directora al tiempo que los ademanes de sus manos expresan la emoción de recordar los eventos.

A pesar de ser una institución que alberga a personas con familiares enfermos u hospitalizados, las fechas célebres son motivo de inclusión para todos los albergados, nadie queda fuera, incluso en el Día de Muertos hacemos “la ofrenda y ponemos la foto de las personas que han fallecido”. No se olvida a quien se amó.

Ocasionalmente el lugar interrumpe su dinámica para despedir a pacientes cuyas vidas terminaron en las camas de esas habitaciones.


Con una mirada baja que refleja la tristeza que la muerte deja a su paso, la directora comenta: “Pacientes han fallecido aquí, ya con cáncer muy avanzado, en lo que llevo aquí han habido cuatro muertes”, y en otro acto de solidaridad el albergue corre con todos los gastos de la funeraria.

“Tuvimos el caso de un chico que tenía un tipo muy avanzado de leucemia que nos pidió que le diéramos una oportunidad, […] su médico le dijo que la solución era comprar un tratamiento de 90 mil pesos que requería 10 sesiones, eso costaba su vida… (Se hace un breve silencio), nosotros contactamos a medio mundo; pero era imposible juntar en menos de un mes casi medio millón de pesos…”

“El albergue se hace cargo de todos los gastos médicos, en caso de que uno de los beneficiados requiriera hospitalización”. El cuerpo de voluntarias se encarga de buscar las donaciones en instituciones y empresas “el valor de estar buscando donadores es increíble”. Todas mujeres, en dos turnos, visitan a los albergados.

“Ellas designan a los aspirantes al voluntariado del albergue”, comenta mientras se levanta para iniciar un recorrido por las instalaciones, “las señoras son las que analizan el perfil de quienes quieren entrar, les dan a conocer el proyecto, y las acomodan en el área que pueden ayudar mejor”.

Asimismo, han abierto sus puertas a estudiantes que quieren realizar su servicio social, actualmente hay dos pasantes de medicina de la Universidad La Salle, “estos chicos saben cómo moverlos, cómo bañar a los que no se pueden mover […] Ellos aclaran dudas a los albergados (pero) no pueden medicar ni inyectar”. Son parámetros que el albergue ha tomado para evitar emergencias.

Al pasar por el patio trasero de la antigua casa de Tlalpan, dos hombres bajaban un sillón de una camioneta: “Aquí recibimos de todo, los donadores llaman al albergue y nosotros vamos por lo que quieren donar, si son de tamaño grande o pesados. Pero el año pasado nos robaron una camioneta, era la nueva y nos dejaron ésta.”

El recorrido está por terminar, en el retorno a la entrada, la directora recuerda una serie de agradecimientos recibidos por las personas que alguna vez fueron partícipes y beneficiarios de los servicios que en el lugar encontraron.


“Precisamente ayer vino una chica que, lamentablemente, su mamá falleció, pero como agradecimiento, vino a vernos y nos trajo dos cajas de despensa. Para el 15 de septiembre han traído costales de elotes, o para diciembre nos traen cacahuates, de acuerdo con las posibilidades de ellos”.

Sin titubeo alguno, con la firmeza con que responde sólo una persona que está segura y orgullosa del lugar donde está y de la labor que realiza, Rugerio Páez asegura que la institución es totalmente transparente, que los 21 reconocimientos y certificados que emblema todo un muro del lugar, han sido ganados a precio de la honestidad con la que cada uno hace por el lugar.

La parte más satisfactoria de su trabajo

“La gratitud de la gente es algo invaluable. Si te das cuenta, en la misma pared en la que están colgados los reconocimientos y certificados que nos dan las empresas o las secretarías del gobierno, junto a esos cuadros, están los agradecimientos que varias personas nos han escrito… Es inevitable no encariñarse con las personas. Hoy los ves y mañana se van, pero todo sea por serles de ayuda y apoyo”. Sonrió.

Voces de esperanza


Pasan de las dos de la tarde, la hora de la comida está por terminar y los albergados de La Esperanza se disponen a tomar un momento de descanso y reposo en el patio central. En una de las mesas con sombrilla se encuentra sentada una familia no muy poco singular.

Se trata de la familia Marcelo, ellos han recorrido, desde Yucatán, miles de kilómetros en busca de ayuda médica para su hijo Omar, de 20 años de edad, quien padece cáncer de garganta. Recientemente fue operado y han encontrado en el albergue un lugar de reposo ante las circunstancias.

“Este lugar es una bendición de Dios, estamos muy agradecidos”, comenta el señor Marcelo, quien vino desde Veracruz para asistir a su hijo en esta enfermedad. “Este lugar ha sido un descanso para nosotros, hacen que la situación sea más llevadera”, aseguró el señor, mientras que con su mirada hacía un panorama del recinto. Omar asentía con su cabeza, privado de poder hablar por la reciente cirugía, de un modo positivo a cada afirmación que daba su papá.

El capítulo del cáncer en la vida de esta familia ha sido una suerte de anestesia dado que dos días después ellos regresaron a su lugar de origen pero volverán dentro de un mes isión. En unos meses más Omar podrá continuar sus estudios universitarios y llevar más un recuerdo de solidaridad, apoyo y tranquilidad que cualquier otra memoria de angustia.

Mientras, del otro lado del patio se encuentran sentadas alrededor de una mesa también, un par de mujeres que platican mientras terminan de comer. Diversos collares cuelgan de sus cuellos emanando una fe activa. “Nosotras venimos desde Chiapas, llevamos diez días aquí. El viaje que hicimos fue muy largo y supimos de este lugar porque una amiga de mi hermana nos contactó con otro albergue y de ahí nos mandaron para acá”.

La razón de haber dejado ambas a sus hijos en casa fue porque la mayor de ellas tiene cáncer de mama: “Tardamos en darnos cuenta, por eso ya no pudieron darme tratamiento allá, no tienen los aparatos necesarios”, afirmó sin poder evitar la mirada baja que produce el dolor.

Un dolor que no es del todo cáncer, pues ambas son madres solteras y han dejado a sus hijos a cargo del mayor. “Se extraña mucho, pero qué podemos hacer [...] Aquí nos tratan bien, nos dan de comer, hay agua caliente, nos están apoyando con los medicamentos, pero ya queremos regresar”.

Ellas esperan la cita para los estudios que diagnosticarán su estado actual y definirá el tiempo de su estancia. Para ellas, este capítulo está por iniciar y lo que anhelan es poder terminarlo con la ayuda del albergue “Los tratamientos son muy caros, no podemos pagarlo”, expresa la acompañante de la paciente con unos ojos cargados de lágrimas por el deseo de tener una esperanza en medio de la crisis.

Tú también puedes brindar una gota de esperanza


A través de donaciones, el albergue La Esperanza solventa los gastos de los tratamientos, éstos pueden ser materiales: se acepta ropa, electrodomésticos, juegos de mesa o mobiliario. Todo aquello que esté en buen estado es bien recibido.

Las donaciones también pueden ser monetarias. En la cuenta Una gota de esperanza se puede contribuir con dinero. El dinero reunido en las ventas del bazar y las kermeses que organizan periódicamente las Hermanas Vicentinas es utilizado para comprar medicamentos.

Las voluntarias vicentinas y los administrativos trabajan de manera conjunta para conseguir más donaciones por medio de concursos y programas que les brinden apoyo para continuar ayudando a las personas que así lo requieran. Empresas como Monte Pío, Monte de Piedad, Banamex, Fundación María, entre otros, colaboran a esta causa.

Sólo en 2014 se apoyaron a más de 2 mil 360 personas, entre ellas 934 pacientes. Más de mil familias de campesinos, obreros, jornaleros, empleados domésticos y artesanos, todos ellos, hombres y mujeres de edades y credos diversos, fueron auxiliados por las voluntarias vicentinas que a pesar de profesar la religión católica, no niegan su apoyo a personas con creencias distintas. A pesar del esfuerzo los ingresos económicos son insuficientes pues el auxiliar a pacientes con distintos tipos de cáncer, en su mayoría, los insumos resultan escasos.

El albergue La Esperanza IAP, está ubicado en Xontepec 105, esquina con Renato Leduc Col. Toriello Guerra CP 14050, Tlalpan, México DF.







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