AGUA EMBOTELLADA: GASTO INNECESARIO EN LA FCPYS


Por Daniela Yunnuhen García Castañeda
México (Aunam). Desde hace once años, nuestro país se ha mantenido como el segundo del mundo en el que más se consume agua embotellada, consecuencia de la desconfianza que la población tiene al actual sistema de agua potable en el país.

A pesar que en Ciudad Universitaria no se hace uso de la infraestructura hidráulica que su¬mi¬nistra el agua al Distrito Federal y que su abaste¬cimiento se da a partir de tres pozos ubicados al interior del campus, los universitarios contribuyen al consumo de agua embotellada discriminado su propio sistema.

Un ejemplo de que los universitarios desconfían beber directamente del agua que sale del grifo es la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en donde compran 4 mil pesos al mes de garrafones de agua potable para la comunidad.

Sistema de aguas de la Ciudad de México

El agua es un asunto que involucra todos los seres vivos y no está de más saber que el 70 por ciento de la superficie de la tierra está cubierta de agua, pero los humanos sólo podemos usar menos del 2.5 por ciento de líquido que es posible consumir.

La importancia de éste elemento nos ha llevado a la invención de tecnologías e instrumentos para su cuidado y distribución, un ejemplo de ello son los sistemas hidráulicos que por medio de tuberías hacen llegar a nuestra casa el agua que utilizamos para lavar, limpiar o bañarnos, entre otras cosas.

De acuerdo con el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, existe una red de agua potable, en la que por medio de enormes y costosas redes hidráulicas se distribuye agua a las 16 delegaciones proveniente de de tres fuentes: 71 por ciento de aguas sub¬terráneas, 26.5 por ciento del Río Lerma y Cut¬zamala y 2.5 por ciento del Río Magdalena.

Este sistema de aguas se promovió e instauró como un organismo público descentralizado en 2003, desde entonces su objetivo siempre ha sido proporcionar medios suficientes para que la población recibiera agua potable adecuada para su consumo.

A pesar de los esfuerzos del Gobierno por cuidar y distribuir agua de manera sustentable la población no ha podido confiar en tal sistema, debido a que existe la concepción de que el agua que se provee por parte del gobierno es deficiente y está contaminada, premisa que muchos de los pobladores ha podido comprobar debido a las fugas y desperdicio de dicho recurso que se han presentado en los últimos años.

Una prueba de que la desconfianza al sistema de agua potable, es que en el mismo año del 2003 se dio a conocer por medio de un comunicado de la empresa Beverage Marketing Corporation que México se había convertido en segundo país que más consume agua embotellada en el mundo, lugar que hemos mantenido por once años.

De acuerdo con expertos y revistas científicas mexicanas, los mexicanos consumimos más agua embotellada per cápita que cualquier otro país del mundo, beneficiando a empresas transnacionales como Bonafont (Danone), Ciel (Coca-Cola), Epura (Pepsi) y Santa María (Nestlé), con aproximadamente 40 millones de pesos al año.

En Ciudad Universitaria también desconfiamos...

A pesar de la existencia de un sistema de agua potable del Gobierno de la Ciudad de México, en Ciudad Universitaria, el campus universitario más grande del mundo considerado patrimonio cultural de la humanidad, se utiliza un propio sistema de agua potable sustentable con el que se busca ahorrar agua y distribuirla a los universitarios para su consumo, pero no por ser un ejemplo mexicano, se salva de la compra y gasto de agua embotellada.

En Ciudad Universitaria no se hace uso de la infraestructura hidráulica que su¬mi¬nistra de agua al Distrito Federal, ya que su abaste¬cimiento se da a partir de tres pozos ubicados al interior del campus. El su¬ministro y distribución del agua in¬clu¬ye dos vertientes de manejo, el sistema de agua potable y el sistema de agua tratada.

De acuerdo con la Dirección Gene¬ral de Obras de la Universidad Nacional Autónoma de México, durante la úl¬ti¬ma década el consumo anual prome¬dio se ha mantenido en 3 millones de metros cúbicos de agua, independientemente de los altibajos de la población universitaria y de la continua afluencia de visitantes, los que en mayor o menor medida son consumidores de este recurso.

A partir de 2007, por mandato del propio Consejo Universitario y con el apoyo de la Rectoría se puso en marcha el Programa de Manejo, Uso y Reúso del Agua en la UNAM (PUMAGUA).

Los trabajos de PUMAGUA iniciaron en 2008 con un diagnóstico de Ciudad Universitaria (CU). Como resultado de ello, se obtuvo que el agua que se suministra a la universidad es de buena calidad, cumpliendo con la normatividad vigente. En promedio se extraía de tres pozos 100 litros/segundos, de los cuales 30 l/s se destinaban para consumo y 20 l/s para el riego, mientras que 50 l/s se perdían en fugas.

Partiendo de las cifras anteriores, la institución PUMAGUA se propuso realizar obras durante los años 2009 y 2010 para el mantenimiento o mejoramiento de dicho sistema de agua potable. Y una vez que se realizaron las acciones correspondientes la institución otorgó datos estadísticos sobre el aprovechamiento del agua en C.U.

Dentro de las investigaciones, realizadas por PUMAGUA, fue posible encontrar que los universitarios no confían del sistema de agua potable de la institución y se debe a distintas razones explicadas en tres clasificaciones:

Organolépticas: sabor, olor, color/turbidez. Salud: temor a que no esté desinfectada, desconfianza del sistema de desinfección, aseguran que no es potable, aseguran que está contaminada. Otras: si beben agua de la red del campus, beben otras bebidas, traen agua de sus casas, exclusivamente beben agua embotellada.

Tales clasificaciones fueron concebidas por alumnado de todas las facultades existentes en la universidad, por lo que a partir de esos resultados en 2013 Fernando González, director de PUMAGUA declaró que se certificaría la red de agua potable y a partir de ello la comunidad podría disponer del líquido para beberlo, cumpliendo las normas de salubridad.

Con este fin, especificó que la Dirección General de Obras y Conservación instaló un sistema de desinfección automatizado, a base de hipoclorito de sodio. Además, indicó que se cuenta con bebederos de diseño exclusivo que se instalarán para que los integrantes de la comunidad universitaria llenen recipientes para beber.

En la FCPyS no sirven los bebederos


Muchos estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, no sabemos de la existencia del sistema de agua potable impulsado por PUMAGUA, por lo que decidimos semana a semana comprar el agua embotellada que nos ofrecen las tienditas locales.

Areli Ballesteros, una alumna de cuarto semestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación, llega todos los lunes a la facultad a comprar una botella de agua de 1.5 litros al precio de 12 pesos y después de ese día reutiliza su botella toda la semana rellenándola con el garrafón de agua encontrado en la biblioteca. Este es un ritual un poco difícil, ya que tiene que esconder su botella al entrar y salir de la biblioteca, porque de otro modo la vigilancia le prohíbe la entrada a dicha instancia.

El garrafón de la biblioteca no es el único que se encuentra al servicio de la comunidad de la comunidad estudiantil, hay garrafones en toda la facultad, sólo que la mayoría de ellos no se encuentra a la vista de los alumnos y son más ocupados por administrativos y profesores que los tienen cerca de las oficinas.

De acuerdo con administrativos de la facultad, cada mes se compran alrededor de 150 y 200 garrafones de agua potable, por lo que se gasta entre 3 mil y 4 mil pesos, actualmente en época de calor, ya que en temporada de invierno el número de garrafones comprados disminuye aproximadamente a 100. Sin mencionar las cajas de agua electro pura de medio litro que se piden a la semana para las actividades que organiza Difusión Cultural.

Pero todo ese presupuesto podría utilizarse para la construcción y mantenimiento de los bebederos existentes en la facultad. Pocos alumnos de la FCPyS, sabemos que existen tres bebederos ubicados entre los edificios C y E, los cuales forman parte del sistema de agua potable sustentable, pero también sabemos que sólo funciona uno y a pesar de ello, como Areli, no los ocupamos por la desconfianza de no conocer el origen de esa agua.

A diferencia de Areli, Nadia que es egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, utiliza los bebederos de la facultad cada semana, y es que visita la facultad para vender comida. Desde que Nadia comienza a visitar la facultad, conoce la existencia de los bebederos, pero admite que sólo utiliza uno porque los otros no funcionan. Ella confía plenamente en el agua que proviene de los bebederos y lamenta que los estudiantes de la facultad no los utilicen por desconfianza o falta de información. También menciona que le gustaría que colocaran más bebederos por toda la facultad, para que cuando llegue a visitarla no tenga que regresar hasta el edificio C por el agua.

De acuerdo con fuentes oficiales de la facultad, el que los bebederos no funcionen no se debe a que no haya personal que lo mantenga aseado y funcional, sino que no existe una conciencia de cuidado entre el alumnado, además de que constantemente las piezas de los bebederos son robadas o dañadas por personas que no pertenecen a la comunidad estudiantil.

Así, que además de presupuesto dirigido a la compra de los garrafones, hay presupuesto dirigido al mantenimiento de los bebederos, pero como ya se mencionó, ese dinero se desperdicia cuando no los utilizamos de manera correcta.

Que los bebederos no funcionen de manera correcta y que la ubicación de los garrafones de la facultad no estén en lugares visibles o al alcance de los alumnos, contribuye a que muchos recurramos a la compra de agua embotellada en las tienditas locales, las cuales encontramos fácilmente en las explanadas alta y baja de la institución.

De acuerdo a una encuesta realizada en la FCPyS, los alumnos recurren a comprar una botella de agua cada tres a cuatro días a la semana, de modo que al día un alumno gasta de 6 a 12 pesos. Los alumnos consumen las marcas que ofrecen los puestos ya mencionados, la más consumida es la Bonafont, seguida por Ciel y finalmente la Epura.

Todo depende de una buena organización


Al preguntarle a los alumnos si consideraban oportuno y favorable el servicio actual de bebederos y garrafones dentro de la Facultad, la mayoría contesto que aunque el servicio fuera gratuito no es lo suficiente satisfactorio para toda la comunidad estudiantil.

Muchos alumnos saben que el servicio de agua potable que otorga la universidad es gratuito y mencionan que en otras facultades los bebederos son confiables para utilizarlos, pero reconocen que en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales no es posible beber agua ya que no existe un mantenimiento de los bebederos o no conocen la gratuidad y ubicación de los garrafones.

La Facultad hace un gasto innecesario en la compra de garrafones, gasto que podría ocupar para el mantenimiento de los bebederos existentes en la institución, pero además se podría emplear para la construcción de más bebederos que en realidad satisfagan la demanda del alumnado.

Aunque de acuerdo con fuentes oficiales, los administrativos están trabajando proyectos para la construcción de más bebederos, pero tal proyecto también consistiría en la reubicación de las tienditas locales que están dentro de la facultad, por lo que las posibles acciones, al parecer tardará más de lo que se pretende. Y no solo se debe hacer la construcción, también debe expandirse la propagación de información sobre el sistema de agua potable sustentable de la UNAM, información que existe pero que no es difundida.

Por lo que el agua potable, como se mencionó en un principio, es un elemento vital para la supervivencia del ser humano y los es aún más para los jóvenes estudiantes. Es preciso mencionar que las autoridades están dispuestas a escuchar las propuestas de los estudiantes, por lo que sólo queda como comunidad estudiantil organizarnos y solicitar más bebederos o garrafones al alcance de todos. Todo depende de una buena organización.







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