MARCHAN PERIODISTAS POR LOS CAÍDOS

Por María Teresa Balcazar Galindo
México (Aunam). Máximo símbolo de la Ciudad de México que rinde homenaje a los héroes que murieron para lograr un país libre, El Ángel de la Independencia se eleva con orgullo en medio del Paseo de la Reforma. Sus columnas inspiradas en el diseño del arquitecto Antonio Rivas Mercado, muestra la combinación de estilos romano y francés. En la cima, majestuosa, bañada en oro y elevando sus alas al cielo, se encuentra Nike la diosa griega de la victoria.

En su mano derecha carga una corona de laurel, la cual celebra la independencia de su pueblo, mientras que en su mano izquierda muestra una cadena rota, representado la liberación de la esclavitud. A pesar de los años y de haber caído en 1957, su glorioso vuelo continúa en aquel lugar, atestiguando los festejos que alaban la victoriosa actuación del equipo de futbol o las manifestaciones que reclaman un mejor futuro.

Sin embargo, no es la única que observa cautelosa las actividades llevadas a cabo por la ciudadanía. También están presente las cámaras, libretas y micrófonos de los periodistas cuyo objetivo es llevar la información rápida y veraz. Sólo, que este día es diferente. Nike, ahora es testigo mudo de como los que dan la noticia se convierten en la noticia. El objetivo es claro, es algo que no se puede callar, ni tirar a una fosa común, pero es un secreto a voces del cual sólo un sector reducido de la población conoce la realidad de su país.

¡Extra!, en medio de un ambiente de música, deportes y un domingo familiar, irrumpe la voz de un reportero. A lo lejos, a la altura de las escaleras del monumento, dando la espalda a la concentración de ciclistas, se mira un grupo del cual emanan sus palabras, cuyo eco da la impresión de escucharse en todo Paseo de la Reforma. Rompiendo con el silencio y a su vez, informa la situación actual para ejercer la profesión de periodismo. Del compromiso de informar: ¡Extra! ¡Suman 10 los periodistas asesinados en el periodo de Javier Duarte, 88 en México desde el año 2000! ¡Extra!


“México es uno de los pocos países, donde los periodistas hacen bien su trabajo. Es una injusticia y una infamia que se les asesine por esto” dijo Elena Poniatowska. Su mirada incierta, refleja tristeza por la impunidad y los constantes ataques por parte del Estado, donde es fácil matarlos y enlutar la vida de quienes los rodean. Por tales motivos, no está de más decir, que en Veracruz están sucediendo atrocidades.

A su vez, mientras pronunciaba dichas palabras, Poniatowska sostenía el retrato de Regina Martínez, corresponsal de Proceso, quien fue asesinada el 28 de abril de 2012. Su rostro no era el único que se elevaba al cielo. La acompañó el retrato de Yolanda Ordaz de la Cruz encontrada el 26 de julio de 2011, Noel López Olguín el 1 de julio de 2011, para que 19 días después se añadiera a las listas Miguel Ángel López Velasco; entre otros rostros que exigen seguridad y justicia.

A esta lista negra se une Gregorio Jiménez de la Cruz, quien fue secuestrado el 5 de febrero del presente año, en su domicilio en Villa Allende, Coatzacoalcos. Su desaparición de inmediato demando regresarlo con vida. Sin embargo las exigencias fueron en vano, al aparecer el cuerpo mutilado, con señales de haber sido torturado en una fosa del municipio de Las Choapas. Su asesinato, aunado a la de sus 9 colegas, sólo significó la imposición de zonas del silencio en México. Donde el gobierno se saca un 10, mofándose al asegurar que sus casos son aislados y son un ejemplo claro de crímenes por venganza personal. A cambio de sus precipitadas declaraciones se les premia al “defender a los periodistas”.

Antes de morir, Gregorio pidió que abogaran por él. Así con pancartas, frases como “Goyo aquí estamos, no te hemos olvidado” y un tendedero del cual aparecen servilletas, las cuales muestran que los crímenes cometidos, están bordados en la memoria de sus familiares, amigos, compañeros y verdugos; El Ángel con los radiante rayos del sol del mediodía, conmemora a sus héroes caídos, los cuales son cazados por su profesión, convirtiéndose en mártires. La muerte, ante esta situación, puede escucharse fácil, pero de acuerdo a Luis Cardona, llegar a ella es lo que está de la chingada.

El panorama para las futuras generaciones, candidatas para ejercer el oficio, puede verse desolador, en cada uno de los rostros que se dieron cita para abogar por sus derechos. A pesar de ello y ante las miradas de asombro por parte de los transeúntes, la curiosidad de los turistas y la apatía de algunos que prefirieron hacer sus rutinas para bajar de peso al ritmo de la música de moda. O de los fotógrafos, expertos en retratarse así mismos, en un monumento supuestamente importante para luego presumirlas en redes sociales, sin percatarse de su México divido. Están los jóvenes consientes, quienes exigen la protección física al ejercer el derecho de la libre expresión.

Exigen a la Comisión Especial para Atender Agresiones contra Periodistas, el cumplimiento de sus obligaciones y el esclarecimiento de las muertes. Para no tener más Gregorios ni Reginas, cuyos retratos se encuentren a lado de un frio y silencioso ataúd negro. El viacrucis muestra un camino difícil, pero con tal de ser oídos, ojos y la conciencia crítica del país, lo vale. Y a la ciudadanía atónita al observar a los reporteros sin sus herramientas de trabajo en la manifestación, aquellos que considera revoltosos, defender su derecho a la información.

Porque por cada periodista asesinado, el silencio predomina…




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