27 de junio de 2013

TRANSPORTE , UN HOYO MÁS EN EL BOLSILLO DE LOS CAPITALINOS


Por Jazmín Zavala Hernández
México (Aunam). Zapatos opacos con las suelas raídas, camisa blanca y delgada, pantalón azul marino y una chamarra gruesa conforman el uniforme de un trabajador de tiempo completo de un microbusero.

Mientras el motor del microbús “se calienta”, Jesús Rosales enciende su estéreo, le coloca una USB desgastada que aparenta haber tenido un color plata brillante, también un CD y, para terminar, un cable auxiliar.

Las ruedas del camión comienzan a rodar. El cuerpo de Rosales realiza una labor de coordinación constante: el pie izquierdo controla el clush, el derecho manipula la aceleración y los frenos, mientras una palma se encarga del volante, la otra de la palanca y de recibir las ganancias, “el pasaje”.

Desde el mes de abril del año presente, los microbuseros del D.F. contaron con la modificación a la tarifa de transporte, la cual consiste en un peso más sobre el precio anterior (de cuatro a cinco pesos para una distancia de hasta 5 kilómetros, y de cinco a seis pesos para más de 5 kilómetros), la mayoría de los choferes de la Ruta 60 coinciden en que tal incremento les permitirá mejorar sus unidades.

Esta mejora de los camiones es una obligación que los dueños deberán cumplir invirtiendo 20 por ciento de sus nuevas ganancias en reparaciones que requieran las unidades, según informes de la Secretaría de Transportes y Vialidad (Setravi) del DF.

Asimismo, tienen que contar con la documentación completa de su concesión, una póliza de seguro, y un programa de paradas fijas. Además, deberán garantizar la seguridad de los usuarios, evitar escuchar música a un volumen alto, llevar un acompañante o “chalán”, usar celular mientras conducen, entre otras.

Las unidades no deberán tener los vidrios polarizados o aditamentos que perjudiquen su visibilidad al conducir, tampoco podrán portar pantallas o Dvd’s portátiles que puedan distraer al conductor. Pero la música parece ser, quizás, el elemento que permite soportar las jornadas laborales de un microbusero.

El pasaje

Comienza a sonar la canción “Pinche Pancho” de Charlie Montana y, paralelamente, una sonrisa emerge del rostro fatigado y rutinario de Jesús Rosales, operador de la Ruta 60, que va de la Colonia Torres de Padierna al Metro Ciudad Universitaria. Él se prepara diariamente para su trabajo, mismo que inicia a las cinco de la mañana con un cigarro y un café americano más cargado de lo normal, y con poca azúcar, para que el cuerpo despierte completamente.

El humo del tabaco, que poco a poco se consume, se combina con el vapor humano que es expulsado debido a la baja temperatura que contrasta con el calor corporal.

Jesús coloca sus manos, resecas y negruzcas por la grasa del motor acumulada en uñas y piel, en el frío y delgado volante; prende las luces del camión, sube el volumen del estéreo y sus pies inician su agotador y cotidiano trabajo.

Los usuarios comienzan a abordar. La cuota es de seis pesos si su destino es metro CU (más de 5 kilómetros), cinco si bajan antes. Parece que cada uno sube al microbús de la misma forma: desganados, recién bañados, presionados, y de mal humor porque ya es tarde para llegar a su destino.

Algunos pasajeros cuestionan al operador sobre el incremento en la tarifa, pero parece que éstos se resignan y sin esperar una respuesta pagan su “pasaje”.

El usuario y obrero José Espinosa opina que el incremento en el pasaje afectará su economía ya que de los 90 pesos que gana diario, invierte 12 para su traslado.

Por su parte, José Luis Rojas, administrador y pasajero comentó que el aumento en el precio beneficiará a los usuarios y choferes, puesto que los primeros recibirán un mejor servicio ya que las ganancias obtenidas podrán ser utilizadas por los dueños de las unidades para “arreglar” los camiones, y los segundos tendrán mayores ingresos para solventar gastos familiares.

Estos son dos ejemplos que representan la bipolaridad de opiniones respecto al aumento en las tarifas de los microbuses, ya que mientras algunos capitalinos se benefician (choferes), otros padecen las consecuencias económicas (usuarios).

Materia prima

Pero el verdadero problema, según el economista Alberto Reyes, es el constante incremento en la materia prima de los operadores: el diesel, ya que el aumento en el precio de los combustibles en México se debe a la falta de infraestructura necesaria para la transformación del producto natural (petróleo) al producto final (combustible).

Por esta razón, añadió el también profesor de la Universidad Autónoma de México (UNAM), la materia prima (petróleo) es enviada a Estados Unidos y los productos derivados de ella regresan a nuestro país con un costo más elevado.

Aunado a esto, el economista Hugo Víctor Ramírez comentó que el uso de los recursos nacionales es una decisión que recae en el gobierno y que afecta a quien hace el uso final de los recursos, es decir, el consumidor.

Explicó que en una sociedad de masas, los consumidores son los asalariados, por lo que debido al aumento en la tarifa de los microbuses, serán ellos los afectados porque utilizan el transporte público.

De igual forma, expresó que un el incremento en los precios de combustibles también afecta a la industria, a todo aquello que necesite energía, dejando en manos de las masas el pago de éstos.

El incremento en los precios de los combustibles, que en los pasados ocho años han subido alrededor de 57 por ciento, es una de las causas por las que es necesario un crecimiento en las tarifas, según los microbuseros.

En el año 2008, la gasolina magna tenía un costo de 7.49 pesos, la gasolina Premium 8.51 pesos, y el diesel 5.75 pesos. Actualmente los precios son: 11.25 pesos (gasolina magna), 11. 81 pesos (gasolina Premium), y 11.34 pesos (diesel).

Así que, la problemática se origina a partir las decisiones gubernamentales sobre el aprovechamiento de los recursos naturales mexicanos. Como siempre, el pueblo es el que sufre las consecuencias.

Nuevas obligaciones

A partir del aumento en la tarifa, se desprenden nuevas obligaciones para los microbuseros: ofrecer un mejor servicio, que incluye el mejoramiento de las unidades, es decir, la reparación tanto del motor como de la estructura física (pintura, asientos, pasamanos), así como un cambio en las actividades comunes de los operadores, por ejemplo, llevar volumen alto en el estéreo, manejar sin cuidado.

Pero estas peticiones están lejos de cumplirse si los choferes no están al tanto de sus nuevas obligaciones.

Al observar en el interior de algunas unidades de la Ruta 60, se pueden apreciar tanto las nuevas cartulinas para Colectivos con tarifas autorizadas, que se obtienen de la página oficial de Setravi, como una hoja que especifica los deberes de los operadores.

El microbusero Jesús Rosales explicó que está al tanto de su compromiso con los usuarios. Comentó que debido a que las unidades no deberán tener los vidrios polarizados o aditamentos que perjudiquen su visibilidad al conducir, ni portar pantallas o DVD portátiles que puedan distraer al conductor, él ha iniciado una ardua labor para “arreglar” su camión.

En cuanto a la estipulación en la que Setravi se refiere a la inversión del 20 por ciento de sus nuevos ingresos para financiar la constitución de las rutas en empresas, propuesta presidida por Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, dijo estar informado aunque no de acuerdo ya que eso implicaría una reducción en la comunicación entre los operadores porque ya no discutirían grupalmente sus problemas, sino con un representante del gobierno.

Los resultados que arrojó un sondeo, entre microbuseros de la Ruta 60, fueron que el 80 por ciento de 40 dueños utilizarán parte de sus nuevas ganancias para mejorar los camiones, puesto que las refacciones, cambios de aceite, mantenimiento, así como su materia prima, el diesel, tienen un costo que con la antigua tarifa no alcanzaban a cubrir.

“De repente, los microbuses se nos descomponen y hay que meterle en un día más de cuatro mil pesos, con eso ya no alcanzábamos a juntar la mensualidad de nuestras unidades y la deuda crecía por los intereses, ahora, con el aumento, ya no nos preocupamos tanto por esos improvistos”, declaró Germán Martínez, dueño y operador.

El 20 por ciento restante, coincidió en que la nueva tarifa no alcanza para mejorar los microbuses puesto que son unidades que se utilizan a diario, además de que tienen otros gastos que solventar, como los familiares.

“Yo invertiré sólo en reparaciones necesarias para del motor porque ya el físico no es tan importante, además son camiones que traemos en chinga todo el santo día, con un peso considerable, por lo que es imposible que se mantengan como recién saliditos de la agencia”, comentó el microbusero Jaime Durán.

Un microbusero que hace la diferencia

Recargado en el asiento de su microbús Jesús Rosales voltea constantemente a ver a los camiones que se van formando en la base de la Ruta 60, en el Metro Cuidad Universitaria (CU). Sus manos temblorosas se dirigen a su cabello, trata de acomodarlo pero éste es demasiado lacio y regresa a su posición original.

Pronto sus nervios desaparecen y su historia fluye desde su corazón hacia sus labios y ojos, como si reflejaran los sucesos que conforman a un microbusero de 40 años, con una hija, una vida rutinaria y un trabajo agotador.

Él nació en Yuriria, un pueblito de Guanajuato. Su madre, Estela, se enamoró de su padre Jesús, a los 12 años, y a esa edad contrajeron matrimonio, mismo que no duraría demasiado por las infidelidades de su esposo y sus constantes borracheras.

“Tenía ocho años cuando mis padres se vinieron al D.F., nos dejó a mí y a tres de mis hermanos a cargo de mi abuela, pero como éramos muy pobres apenas y sobrevivíamos con trabajitos de chamacos, tales como lavar autos o vender chucherías”, cuenta el microbusero.

Posteriormente, dijo, todos se mudaron a la Ciudad de México, en donde sus padres habían comprado un terrenito y construido una casita de lámina. Él estudiaba la secundaria cuando los autos captaron su atención y el sueño de comprar un tráiler comenzó.

“Un día, mi padre llegó borracho, y traía una camioneta viejita de carga, color rojo, inconscientemente me subí y cuando vi ya estaba manejando, ni siquiera alcanzaba a mirar sobre el volante pero al menos la eché a andar”, sonríe y sus ojos se llenan de un brillo intenso, como si quisieran soltar algunas lágrimas.

Ese fue su primer encuentro con un volante. Después, al cumplir 14 años, comenzó a desempeñarse como “chalán”, o acompañante, de un microbusero, llamado Pedro Medina, quién tres años después se convertiría en su jefe, pues le confió a Jesús una de las unidades que había comprado durante ese lapso.

Cuando Rosales cursaba el bachillerato, a los 19 años, conoció a Dolores, quién sería su esposa. Cuenta que a pesar de pertenecer a una familia que no funcionó, él tenía el sueño de formar una propia.

“Mi primera hija la tuve a los 20 años, “Lola” tenía 17, y aunque aún no estábamos preparados para cuidarla, ha sido la más bella bendición que he tenido”.

El chofer añadió que abandonó sus estudios y el sueño de ser ingeniero automotriz para sacar adelante a su familia, y ya que su esposa quería seguir con su formación profesional, su vida se concentró en trabajar para pagar sus colegiaturas y cuidar a la pequeña “Lili”, su hija.

“Desde que mi niña cumplió apenas tres meses, instalé una silla para bebé a un costado de mi asiento, por las mañanas preparaba sus mamilas y nos íbamos a trabajar todo el día. En el microbús tenía que cambiarle sus pañales, arrullarla y entretenerla, por la noche pasábamos por su madre a su escuela, en el centro de la Ciudad de México”, comentó Jesús.

El microbusero cuenta que su hija lo acompañó en su trabajo hasta que entró al kínder. A partir de que Lili cumplió 16 años, de vez en cuando, por las tardes, le enseña a manejar la unidad que adquirió hace seis años, misma que aún no termina de pagar.

“Cuando decidí darle una mejor vida a mi familia, y el gobierno del D.F. puso en marcha el proyecto para cambiar los antiguos microbuses por camiones, pedí un préstamo para adquirir uno, así como una concesión (placas). Aún no termino de pagar pero ahí la llevo”, añadió Rosales.

Aproximadamente cada concesión cuesta 300 mil pesos, cada unidad un millón y medio, y las mensualidades o “letras” oscilan entre los 20 y 30 mil pesos.

A Jesús se le notan algunas arrugas en el rostro, a sus 40 años él parece de 50, sus manos negruzcas por la grasa acumulada al arreglar su camión, tienen algunas cicatrices, resultado de quemaduras de motor. Afirma que a pesar de que su trabajo no tiene un sueldo fijo, y de que a veces no logra juntar el dinero para su mensualidad, aún le apasiona manejar.

“Hay días que mis pies ya no dan para más, mi espalda ya comienza a dolerme por pasar más de 15 horas sentado, pero conducir siempre ha sido mi mejor realidad, además mis dolores corporales se calman al ver a mi hija sin preocupación alguna, hablando económicamente”, comentó el microbusero.

Al preguntarle sobre la calidad de su servicio, añadió que no todos los choferes son iguales: “personas como yo hacemos la diferencia entre los choferes responsables y los irresponsables, yo soy consciente de que mi fuente de ingresos son los usuarios, por lo tanto se merecen todo mi respeto y cuidado”.

“Hay cabrones a los que les vale madres si la gente va colgada, o sufre algún accidente por la manera en la que según manejan pero yo les he brindado mi cuidado porque sé que ellos me dan de comer a mí y a mi familia”, expresó Jesús.

El sueño que persigue un microbusero que “hace la diferencia”, es comprarse un tráiler, del color de la primera camioneta que condujo, rojo; dijo que en cuanto termine de pagar su unidad y concesión, comenzará los planes para adquirirlo y cumplir el sueño de un chamaco que quería ser un ingeniero automotriz.

Los efectos del aumento en la tarifa

El economista Alberto Reyes explicó que las tarifas del transporte público se establecen a partir del salario mínimo de cada región y de los ingresos aproximados de los usuarios.



Pero, al parecer, este punto es el último que contempla el Gobierno del Distrito Federal, ya que el salario mínimo es de 64.76 pesos, del cuál deben cubrirse las necesidades básicas del capitalino: alimento, salud y educación de los hijos.

Entonces, si el transporte público es utilizado diariamente por miles de mexicanos, en aproximadamente 27 mil 928 camiones, y si cada uno de éstos recibirá un peso más por cada “pasaje”, se ignora completamente el sueldo de cada capitalino.

Reyes opinó que el aumento en las tarifas de los microbuses no es equitativo, ya que no hay un beneficio social:

“Ellos dicen que suben los combustibles y las refacciones y que ofrecen un servicio de primera pero en realidad los choferes no respetan a los demás automovilistas, ni a los usuarios, además de que provocan accidentes”, añadió el también profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Aseguró que el incremento afectará el bolsillo de los usuarios porque muchos de ellos deberán reducir sus ingresos destinados a la comida diaria o a servicios médicos.

Asimismo, expresó que el microbús es un buen negocio porque la mayoría de los dueños llegan a tener más de dos unidades, pero que “uno siempre quiere más”.

Por su parte, el economista Hugo Víctor Ramírez comentó que las tarifas se establecen con base en los costos de las materias primas, es decir, las unidades, las placas, el diesel, las reparaciones, y el costo trabajo por parte de los choferes, de tal manera que haya una reposición o reintegración de su inversión, además de una ganancia para los dueños.

En cuanto al aumento en las tarifas de los microbuses opinó que es una humillación que se aprobara porque “es un sistema cavernícola e inhumano, además de que los microbuses son contaminantes”.

“Este negocio es una cadena de Impunidad. Ni que suba ni que baje su tarifa, ¡qué desaparezcan los microbuses!”, expresó el también profesor de la UNAM.

Por último, el economista Alfonso Vadillo mencionó que el aumento en las tarifas de los microbuses debió evaluarse en relación con el nivel de ingreso de la población, es decir, “qué tanto representa el pago de un transporte con un salario mínimo para los ciudadanos, que es lo último que se considera cuando hay un incremento, sea el servicio que sea”.

“¡No llevas vacas güey!”

Como todos los días, los usuarios se ven desesperados, cansados y abochornados, muchos de ellos van de regreso a sus casas, después de una pesada jornada laboral; otros se dirigen a sus empleos. Son las cuatro de la tarde, las puertas del microbús se cierran, las ventanas abiertas dejan pasar el viento que calma el escandaloso e insoportable calor.

Todos los asientos están ocupados, y los tubos que sirven de apoyo para aquellos que van de pie, se pierden entre las manos sudorosas de los pasajeros, mismos que han arruinado sus camisas o blusas con su propia transpiración.

El chofer se coloca sus gafas obscuras pues los rayos del sol han lastimado sus pupilas; sus axilas, espalda y cabeza no podrían expulsar más sudor, parece que se ha vaciado una botella de agua encima. Para calmar su nerviosismo, prende un cigarro y destapa su Coca-Cola tibia.

Por si fuera poco, algunos usuarios no están conformes con el servicio pues el tráfico parece acabar con la paciencia de cada uno de ellos, piden velocidad pero el microbús no puede avanzar ni un milímetro más porque chocaría con el automóvil de enfrente.


Un señor de aproximadamente 50 años está sentado justo detrás del chofer, su atuendo se conforma de un traje arrugado color gris, en conjunto con una camisa blanca y corbata roja.

El hombre mueve rápidamente su pierna derecha, de un lado a otro, sus ojos negros miran el tránsito lento, y al mismo tiempo, su rostro dibuja una mueca de angustia, de desesperación.

El día de trabajo de un microbusero es rutinario, de vez en cuando algún suceso lo perturba pero después, todo sigue igual. Por lo regular estos trabajadores sólo hacen una comida al día debido a su larga jornada, misma que termina alrededor de las 11 de la noche.

“¡Apúrate cabrón!”, “¡No llevas vacas güey!”, son algunas de las contradictorias frases que se escuchan en un día de trabajo en los microbuses.

Según datos obtenidos de la página oficial de Setravi, en el Distrito Federal, el transporte concesionado colectivo de pasajeros (microbús), atiende aproximadamente el 60 por ciento de la demanda ciudadana, transportando diariamente a más de 12 millones de pasajeros.

Hay, en el DF, 106 rutas de transporte, mil 163 recorridos. Existen 28 mil 508 concesionarios individuales y 10 empresas, éstas constituidas de acuerdo al Programa de Sustitución de Microbuses por Autobuses Nuevos, en el cual, el Gobierno del Distrito Federal otorga un apoyo financiero de 100 mil pesos a los propietarios que cuenten con un modelo 1995 y anteriores, para que renueven sus unidades.

Así que, ¿ese “pesito” más en la nueva tarifa se convertirá en cuántos millones?







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LA OTRA CARA DEL DISEÑO: EL LADO INDEPENDIENTE


Por Krizia Muciño Rangel
México (Aunam). Ser diseñador no implica siempre la palabra glamour, ni etiquetas con precios exuberantes, hay veces en que se trata de arriesgar para innovar y de unir fuerzas para atraer al público, en especial, cuando se empieza de cero.

Los bazares de diseño combinan lo innovador, estético y económico, para crear nuevas plataformas, desde las cuales los diseñadores independientes intentan insertarse en el mercado. En estos lugares no se busca la competencia directa, sino el apoyo mutuo para que cualquier marca pueda crecer.

El autodenominado primer bazar de diseño alternativo es Bazar Fusión; fundado en 2003 es el establecimiento más antiguo del que se tiene registro en publicaciones diversas, como el diario El Universal, Excélsior o la revista Chilango.

De acuerdo con su página oficial: Proyecto Fusión, esta empresa es idea de los argentinos Carolina Kopeloff y Manuel Sekke, quienes buscaban crear algo parecido a las Ferias de Diseño que se organizan Argentina.

Desde entonces, Bazar Fusión ha servido de modelo para la creación de propuestas similares, algunas no perduraron más de un año, como fue el caso de Bazar Simple que inició en 2009 y cuyo último registro de actividad en su página web fue en diciembre de ese año .No obstante, las iniciativas por parte de los diseñadores para continuar este tipo de propuestas siguen vigentes.

Algunos de los bazares que se pueden localizar hoy en día en la ciudad de México son: Diseñadores Independientes Mexicanos (DIM), Incubus Visual, Bazar Ambulante, Vanitas, Bazar Mexicanitas, Pabellón del Diseño Mexicano, Tráfico Bazar, entre otros; los cuales son relativamente nuevos con no más de tres años de antigüedad.

Una tarde de Fusión

En Londres 37, Colonia Juárez, el ambiente está tranquilo. La casona de dos edificios se ve fresca e invita a los transeúntes a conocer su interior. En el techo, en los pasillos y colgando de ventanas se ven traviesas flores rosas y rojas que se asoman sin pudor.

Para aquéllos que son nuevos en Bazar Fusión, cada puerta que se cruza es como un regalo abierto en Navidad: no se sabe que hay en el interior, y aunque se lo puedan imaginar, no deja de sorprenderlos.

Cada piso de los edificios es una sorpresa tras otra. Corredores y salones llenos de stands decorados por los productos que ofrecen. Cada espacio es una explosión de color, arte y diseño, ya sean accesorios confeccionados con piedras de fantasía, metales o incluso madera, celosamente ordenados a lo largo de la mesa; hasta zapatos de charol y botas de colores cálidos con estoperoles, acomodados en estanterías que bien podrían funcionar como libreros.

Cada marca tiene su sello único, no hay dos stands iguales, a pesar de que son más de 80 diseñadores en el bazar. Cada concepto varía en su paleta de colores, en el tipo de mercancía y en sus motivos.

En las estancias se escuchan conversaciones entre expositores y consumidores, dado que estos últimos no desaprovechan la oportunidad de preguntar cualquier duda sobre aquel producto que están considerando adquirir.

“Cambia tu perspectiva sobre el objeto, ya no es sólo una prenda cualquiera o una pulsera más, porque ahora sabes qué es lo que el diseñador quiso decir o expresar con su diseño”, comenta una compradora, quien ahora luce orgullosa un nuevo collar.

No obstante, no todas las sorpresas son mercancías que llegarán de forma física al hogar, pues la experiencia de recorrer este bazar no estaría completa sin darse el tiempo de tomar un pequeño respiro, quizás acompañado de una taza de café o una cerveza fría, y claro, ¿por qué no?, hasta de un cambio de peinado.

Sin necesidad de detener el recorrido entre el talento y la imaginación de lo mexicano, dentro del mismo bazar uno puede comer y beber tranquilamente, e incluso, visitar al estilista oficial del sitio para un cambio de look completo.

Los problemas no parecen existir dentro de esta atmósfera tan tranquila, donde se camina lentamente para apreciar cada stand, pero ¿realmente no existen las dificultades?



Los titiriteros de la feria

Ana Gabriela Romero Díaz es diseñadora, hace aproximadamente dos años, quiso crear una marca de ropa gracias a lo cual conoció a varios colaboradores de evento, entre ellos, a una diseñadora de modas que le platicó sobre las ferias de diseño. “’Es un buen negocio’, me dijo, entonces me puse a buscar lo que necesitaba para abrir uno y así nació Bazar Ambulante”

La primera edición fue la más difícil para ella, porque tuvo que enfrentarse por primera vez al público, a sus expositores y a toda la organización del proyecto. No obstante, lo que más se le dificultó fue la coordinación con los presentadores: “Desafortunadamente en México no sabemos trabajar en equipo, hay mucho individualismo y la gente no tiene compromiso”.

Sin embargo, no todos los bazares son iguales, en Diseñadores Independientes Mexicanos (DIM), Viviana Juárez Robledo, cofundadora del proyecto, se refiere a sus expositores como “un equipo, porque una vez que llegan al bazar, DIM somos todos”.

Diseñadores Independientes Mexicanos nació en 2011 con aproximadamente 40 marcas, después de que varios diseñadores fueran víctimas de un fraude, donde se pidió una cuota para participar en un bazar de diseño que jamás se llevó a cabo.

Actualmente, son más de 170 diseñadores y artesanos los que conforman el proyecto, el cual ya ha tomado por sitio recurrente para sus ediciones el centro de la Ciudad de México, en pasaje América.

De acuerdo con Carolina Marín, cofundadora de Incubus Visual, para aceptar nuevos diseñadores, los bazares lanzan convocatorias a través de sus páginas web oficiales. Los requerimientos más comunes entre estas misivas son: que diseñar sea un proyecto de vida y no un hobbie; marcas mexicanas; innovación en el tipo de acabado y clase de materiales; calidad; empaque; y nivel de producción.

Además, explicó que la comunicación entre coordinadores, quienes usualmente son los fundadores del bazar, y expositores es por medio de juntas y/o correo electrónico, dependiendo de la organización del tianguis.

Proyecto Cultural Incubus Visual se creó en 2010 por iniciativa de Carolina Marín y Rodrígo Martínez, su objetivo es construir un espacio donde se puedan comercializar productos de diseño que se elaboren localmente.

Como parte del proyecto se realizan ferias de diseño ocasionales, mientras que de manera fija se atiende una tienda en la colonia Cuauhtémoc de 12 de la mañana a ocho de la noche.

En ocasiones, como es actualmente el caso de Bazar Ambulante, los organizadores se deciden por hacer eventos pequeños en lugar de ferias, es decir showrooms, los cuales funcionan como un bazar de diseño en miniatura, ya que son llevados a cabo sólo en un cuarto o casa pequeña con un número reducido de presentadores, explica Gabriela Romero.

Pabellones juveniles

Es común observar una gran afluencia de jóvenes a estas ferias, debido a los diseños frescos e innovadores, con colores brillantes, que se aprecian en casi todos los objetos a la venta.

No obstante, como lo muestra un sondeo realizando a 10 estudiantes de 18 a 24 años, en Ciudad Universitaria: sólo el 20 por ciento de los jóvenes consume productos diseñados por mexicanos.

“Mi marca favorita es Heart Attack, los conocí en una feria en el Palacio de los Deportes, como no tienen tienda fija, compro por internet o voy a los bazares de diseño donde participan”, comenta Edgar Aspetia, estudiante de ingeniería.

Mientras tanto, el 70 por ciento de los entrevistados dijo desconocer los más de 10 bazares de diseño que hay en la ciudad de México, donde laboran cientos de diseñadores de modas, industriales, gráficos, y demás artistas visuales y artesanos independientes.

Al ser cuestionados sobre las razones por las que no consumen mercancía mexicana, la mayoría coincidió en que es porque desconocen tiendas y marcas específicas, por lo que optan por comprar productos extranjeros cuyas marcas son reconocidas en el medio social; aunque, en su mayoría, ignoran el lugar de procedencia y el proceso de manufactura de dichas firmas.

Isaac Cantero, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), admitió que no compra ropa hecha en México porque desconoce empresas mexicanas que se dediquen al diseño, por lo que toda su ropa la adquiere en las grandes tiendas departamentales de los centros comerciales.

Los moros en la costa del diseño: la administración

La falta de capacitación empresarial es una dificultad que deben enfrentar los diseñadores y artesanos que buscan abrir un negocio propio. “Nuestra principal problemática fue capacitarnos en temas de administración, finanzas y mercadotecnia”, recuerda Carolina Marín.

Según datos de la Secretaría de Economía, presentados por el diario Milenio, en 2008 sólo el cinco por ciento de las casi 13 mil instituciones de educación media superior y superior cuenta con una metodología emprendedora.


Carolina Marín y Rodrigo Martínez, fundadores de Incubus Visual, decidieron abrir su negocio antes que capacitarse correctamente. En la marcha fue cuando se hicieron conscientes de su falta de experiencia y las dificultades que implica crear una pequeña empresa.

“Primero intentamos ir a cursos para emprendedores impartidos por el gobierno, pero son tan generales que sólo dan una mera introducción de lo que se necesita y de los posibles problemas que habrá, pero sin decirte cómo resolverlos”, convino Rodrígo Martínez.

Con base en los datos de la Secretaría de Economía, únicamente cinco de cada 100 alumnos emprenden un negocio en el primer año después de haber egresado, mientras que un 70 por ciento lo hace después de quince años.

“Los instrumentos gubernamentales y las universidades deberían desarrollar un sistema eficaz que capacite a las personas para emprender este tipo de proyectos”, opinó Carolina Marín.

No obstante, algunas delegaciones, como Azcapotzalco, ofrecen diferentes talleres que buscan apoyar a los empresarios en distintas áreas, como las redes sociales en internet, en donde se busca que los asistentes puedan definir el perfil de su empresa y manejar cuentas en Facebook y Twitter, tal como lo diera a conocer el portal en internet SinBaches.com

Por su parte, la doctora María Elvira Buelna Serrano, profesora e investigadora del Departamento de Humanidades, y el maestro Santiago Ávila Sandoval, investigador y docente del Departamento de Economía, ambos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); en su ensayo “Cultura Emprendedora. Tradición y Actualidad”, mencionan que una de las principales problemáticas para los emprendedores del país son las condiciones de desigualdad extrema que existen entre las grandes y pequeñas empresas.

“Nuestro sistema empresarial no está formado por una economía competitiva orientada al consumidor y al bienestar”, aseguran los autores.

Para estos investigadores, las pequeñas empresas son descritas como aquellos establecimientos chicos que no generan un valor agregado y que carecen de capital e inversiones a largo plazo.

Malinchistas anónimos

La palabra “malinchista” tiene su origen en la llamada Malinche, una mujer indígena que ayudó a los españoles en la conquista de México, por lo que algunos la consideran como una traidora que prefirió lo extranjero a lo mexicano, por esto es que un “malinchista” es aquel que desdeña su identidad como mexicano y valora más lo extranjero; explicó la psicóloga Luz María Huerta Cantú para el diario El Universal, el 16 de septiembre de 2012.

“Mucha gente mexicana piensa que los productos elaborados en México no sirven o se rompen con facilidad, es decir, que no tienen calidad”, comentó Viviana Juárez Robledo coordinadora y artesana de DIM.

De los jóvenes sondeados, el 100 por ciento dijo que no se considera malinchista. Al respecto Lucí Pérez, también estudiante de la FCPyS, dijo “No me considero malinchista porque me gustan las tradiciones y costumbres del país, además, no me incomoda la idea de comprar productos hechos en México”.

Por su parte, Carolina Marín, aceptó que el malinchismo es un problema al que los diseñadores mexicanos se enfrentan actualmente, aun cuando aquellas personas que menosprecian lo hecho en el país no se consideren malinchistas.

“Me he enfrentado con la situación de que los clientes se quejan por los precios de la mercancía porque consideran que no son de marca”, comenta Marín para hacer referencia de la poca valoración que se tiene sobre el trabajo mexicano.

Por su parte, el diseñador industrial en patrones de moda, Alejandro Camacho, opinó al respecto: “Los mexicanos tenemos la mentalidad de que lo hecho en el extranjero, especialmente en Estados Unidos y Europa, es más avanzado y, por ende, de mejor calidad”.

Además, explicó que un factor que ayuda a reafirmar el pensamiento malinchista está relacionado con la corrupción, debido a que en México existen normas de calidad que son fácilmente evadidas o ignoradas, como la resistencia y calidad de los materiales, e, incluso, hay muchos negocios que no siguen ningún control de calidad.

“Las normas de calidad de productos extranjeros son más exigentes y controladas que las mexicanas, y si a eso le sumamos que aquí en México nos saltamos dichas reglas, en consecuencia a veces no tenemos la calidad necesaria”, agregó el diseñador.

Una meta en común que tienen los diseñadores de los bazares es cambiar la mentalidad malinchista del público y con ello enseñar a la gente que el consumo nacional beneficia a la población en general: “No es sólo qué vas a comprar, sino dónde”, dice Carolina Marín.

Viva México: las ventajas de comprar productos nacionales


De acuerdo con el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem), en México las micros, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) representan el 99.8 por ciento del total de empresas en el país, las cuales generan alrededor del 72 por ciento del empleo.

“Cuando tú compras en México ayudas a generar una alternativa económica. No es lo mismo que todo el dinero se vaya a comercializadoras extranjeras a que veas otras alternativas de producción y de gastos”, explicó Viviana Juárez, cofundadora de DIM.

Asimismo, la psicóloga Luz María Huerta explicó la importancia de cambiar mentalidades como la malinchista, ya que es necesario ser conscientes que al desvalorizar lo mexicano devaluamos nuestra historia y origen, con lo que se dificulta alcanzar un mayor desarrollo en la identidad mexicana y el crecimiento nacional.

Entonces, comprar lo hecho en México le da trabajo a miles de personas, permite un mayor crecimiento económico, una mejor cultura emprendedora y, además, acceder al desarrollo y consolidación de la identidad mexicana.

A su vez, los diseñadores y artesanos del país siguen buscando nuevas opciones para crecer profesionalmente, creando plataformas como los bazares, gracias a los cuales sus trabajos se han puesto en la mira del mundo, dado que revistas de la talla de Vogue han dedicado artículos a este tipo de propuestas.

Estos bazares reciben ocasionalmente visitas de comercializadoras, establecimientos de diseño y compradores de tiendas departamentales, que están buscando propuestas innovadoras de venta en el mercado nacional, lo cual se traduce en esas nuevas oportunidades de crecimiento tan buscadas por los diseñadores y artesanos.

Entretanto, los bazares siguen cosechando ese semillero de talento mexicano y las nuevas marcas siguen madurando, esperando el día en que puedan valerse por sí solas.








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24 de junio de 2013

NICHO DE ABASTECIMIENTO PARA LA COCINA, MERCADO DE SAN JUAN “ERNESTO PUGIBET”

Por Alejandra Quiroz Ávila
México (Aunam). Ya lo dijo Pablo Neruda entre sus versos “Lo recorrí por años enteros, de mercado a mercado, porque México está en sus mercados”. Es así, como la magia creada tras las cuatro paredes de cada lugar donde se comercia con productos de primera necesidad surge día a día, representando las costumbres, tradiciones y modos de vida de los barrios mexicanos.

En la Ciudad de México es muy fácil encontrar mercados por doquier; tanto en colonias populares como zonas residenciales es posible localizar un lugar de abastecimiento para las necesidades de cada hogar.

Sin embargo, pocos son aquellos que ofrecen productos que van más allá de lo tradicional, tal es el caso del Mercado de San Juan: Ernesto Pugibet, el cual forma parte de los cuatro mercados que conforman al famoso Mercado de San Juan. Su reconocimiento por ser un lugar en donde se puede adquirir casi todo tipo de producto gastronómico, tanto nacional como internacional, lo ha llevado a convertirse en uno de los mercados más famosos de todo México

Un día de trabajo en San Juan

Son las ocho de la mañana y las puertas ya están abiertas al público. Pisos de cemento, paredes de pinturas beige, grises, en las cuales ya se botan pedazos de pintura para dejar entrever el concreto de la construcción, y puestos grandes y pequeños, forman pasillos paralelos y perpendiculares, seccionadas de acuerdo con el producto que se dedique, llenas de vida y color.

Desde muy temprano los vendedores comienzan el acomodo de sus productos, reciben a los proveedores con la fruta más fresca; los pescados congelados en hieleras de unicel; borregos, cabritos, conejos a los cuales ni la piel se les ha quitado; todo para recibir con una sonrisa al comprador.

“La vida aquí comienza muy temprano. Muchas veces los camiones llegan entre cinco y seis de la mañana con la mercancía fresca. Esto es casi diario, sino le estarías ofreciendo a la gente los productos de ayer”. Nos cuenta la esposa de don Santiago, quien lleva atendiendo el local 242 desde hace más de 25 años.

Los comerciantes nunca están estáticos esperando a que llegue el comprador. Ves manos acomodando la fruta más fresca hasta el frente, cuchillos y tijeras separando las partes del pollo, el sonido de la trituradora de carne, cajas arrastrándose, silbidos de extremo a extremo como medio de comunicación que sólo entre ellos puede ser descifrado.

Ante la presencia de cualquier extraño, las voces opacan los ruidos anteriores. El famoso pásele güerita, ¿Qué le vamos a dar?, tenemos de todo… y empieza la letanía de todos los productos que se pueden encontrar. La lista varía dependiendo la sección en la que uno se encuentre, pero el fin es el mismo: vender.

Como espectador de un show nunca antes visto, una oleada de aromas invade las fosas nasales y pone todos los sentidos alerta para darte una degustación olfativa sin igual. La percepción de la vista transporta a todo aquel conocedor de la cocina, aficionados por mera convicción, y visitantes primerizos a un mundo lleno de colores, texturas, formas, tamaños, que si se le da la debida atención resulta agradable al cuerpo y al alma.

“Esto es a todas horas, pero entre semana hay mucho menos gente. Se vuelve un lugar tranquilo por el que se puede transitar a gusto, también nosotros no andamos corriendo de un lado a otro, y así, podemos atender mejor al cliente” dice “Manolo”, quien a su vez arregla unas latas de angulas españolas que le acaban de dejar en el mostrados de su local.

A eso de las cinco de la tarde, las actividades se apagan dentro de San Juan. Todos los locales comienzan a acomodar la mercancía que se queda en las mesas, otra es guardada en cajas de cartón de doble forro para mayor resistencia y mejor almacenaje. Lonas verdes y azules cubren los puestos para proteger lo que se ha quedado en el local. El cepillar de las escobas sobre el piso lleno de jabón es lo último que cada quien hace por su metro y medio cuadrado, para después ir a casa a descansar. Al día siguiente la rutina volverá.

Pese a ello, el mercado descrito anteriormente no siempre fue así. Un accidente marcó su historia para siempre, y la de sus vendedores también.

Tras el incendio, día de la reapertura

“Entre guirnaldas de muchos colores, demostraciones de los productos de más alta calidad, nacionales e importados, y un gran número de consumidores recorren los pasillos que huelen a limpio, en donde cada local es estrenado por primera vez; nadie había estado en Ernesto Pugibet para comprar cantidades infinitas de productos gastronómicos. Hablo de la Reapertura del Mercado de San Juan”.

”Era el año de 1955”, lo recuerda con cariño don Pascual Cardenal, dueño del El gran cazador México, “todo era felicidad entre quienes lo habíamos perdido todo en aquel gran Incendio, nuestros sueños se consumieron a la par del fuego y las esperanzas murieron con ello. Sin embargo, nadie recordaba el incidente ante tan magnánima celebración.”

“Estaba a reventar el lugar, personas de todos lugares: chefs, amantes de la gastronomía por hobbie, artistas, ex. Políticos. En fin, a mis ochenta y tantos años me es difícil mencionar a todo el desfile de personalidades que vi en aquel momento.”

Caminar por entre los pasillos invitaba a los visitantes a tener experiencias únicas y continuas conforme avanzaban en su andar. Los locales, ofrecían degustaciones para atraer la atención de sus críticos gastronómicos

“Escuchar una conversación era difícil por todo el bullicio del mercado. Entre el pásele marchante, ¿qué le vamos a dar? Y él me da dos kilos de esto, dos de aquello; a cómo el kilo de carne, etc. sólo veías productos ir y venir a las balanzas, envoltorios de plástico en bolsas de colores colgaban de la mano de sus compradores” platica don Pascual.

La celebración, el 24 de junio de 1955, no era por la inauguración de un nuevo mercado, sino por la reapertura tras el incendio que devastó al recinto que antes se ubicaba en las calles de Ayuntamiento y Aranda, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

La causa del incendio fue una fuga de gas debido a la falta de mantenimiento de las instalaciones. Nadie se había tomado la molestia de prever este tipo de incidentes por medio de medidas de seguridad. El resultado: la pérdida y fragmentación del gran mercado de San Juan.

“Antes estábamos todos juntos, hoy somos cuatro mercados conformando el original. Después del incendio, las bodegas de la cigarrera El buen Tono, quien su dueño era Ernesto Pugibet, se transformaron en los cuatro mercados: el mercado de San Juan, el mercado de artesanías de San Juan, la Plaza de las Flores y el mercado de San Juan: Ernesto Pugibet”

La generalización en el nombre se debe a que antes estaban todos en un mismo recinto. Es importante aclarar esta diferencia, pues la confusión entre ambos mercados es común y los precios y productos no son los mismos.

El Mercado de San Juan: Ernesto Pugibet, a diferencia del Mercado de San Juan, no sólo ofrece productos alimenticios nacionales, pues su excentricidad radica en la variedad de productos importados de todos los continentes del mundo.

De los tianguis a los mercados

En la época en que las culturas prehispánicas habitaban en el territorio que hoy conocemos como México, la forma en que las personas adquirían los productos era en los tianquiztli, palabra del náhuatl que era utilizada para denominar el espacio físico asignado para que se diera el intercambio de productos de todas las regiones.

Según Carlos Zolla y Emiliano Zolla Márquez afirman en su libro Los Pueblos Indígenas de México. 100 preguntas que el trueque era la forma de pago de la época. Se pagaba en especie para conseguir aquello que no cosechabas en tu casa o que no se daba en tu región. Así mismo, el trueque no solo era en cosas inanimadas, pues había secciones designadas al intercambio de esclavos y mujeres que vendían sus servicios para satisfacer sus necesidades.

A la llegada de los españoles, comenzó el trazado de la ciudad, quedando un cuadrado en cuyo centro habitarían los llegados españoles; a las afueras en sus chinampas vivirían los indígenas. Así lo describe Sonia Iglesias y Cabrera en su recopilación de Tradiciones Populares Mexicanas, editado por selector.

Los tianguis obstruían con la idea de construcción de la ciudad, sin embargo, por ser un medio para el comercio, se dejaron algunos. Muchos de estos recintos fueron clausurados por falta de espacio o, en su defecto, por las pocas condiciones de salubridad debido a la escases de agua.

Dentro de los principales estaban el Tianguis de Tlatelolco y de Tenochtitlan (destruidos durante la conquista), el de la Plaza Mayor (centro de la actividad comercial, pierde su importancia tras el incendio en junio de 1692 provocado por un tumulto) y el Tianguis de Moyotlán, hoy conocido como Mercado de San Juan.

”La fama del Tianguis de Moyotlán se debió a su especialización en la venta de esclavos. Se dedicaba al intercambio de prisioneros de guerra aztecas para ser utilizados como esclavos, Después de la conquista, el tianguis no pierde su sentido, pues era utilizado por los mismos españoles para vender negros traídos de África, así como indígenas de la región, a los españoles y caciques para el uso que prefiriesen” platica Víctor Manuel, conocido por todos como ‘Manolo’, nieto de la fundadora de La Única, una de las charcuterías más famosas del mercado hoy en día.

Las condiciones de higiene en dicho tianguis no eran tan malas debido a su cercanía con el Acueducto Salto del Agua que transportaba agua desde el Cerro de Chapultepec hasta el Centro de la Ciudad. De igual manera, varios canales conectaban el lugar con distintas partes de la región como Xochimilco, por lo que la adquisición de productos era más sencilla y efectiva.

Adopta el nombre de San Juan debido a que en el lugar de origen del tianguis se construye lo que hasta hoy existe: La Plaza a San Juan Bautista.

Sin embargo, al finalizar la Independencia de México, se le prohíbe la venta de esclavos y adquiere el nombre de Mercado de Iturbide. Permaneció por muchos años así hasta el porfiriato.

Porfirio Díaz, en su idea de modernización del país, el Centro Histórico y sus alrededores fueron prioridad. En ésta época, adquiere el nombre de Mercado de San Juan.
Según registros del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en México existen poco más de 300 mercados a lo largo del territorio nacional, dentro de los cuales no solo son considerados los de comida, sino también los de artesanías, materiales para diversos tipos, etc.

Mil y un productos podemos encontrar



Cada mercado tiene su característica que lo hace distinto a cualquier otro. Sería interminable la lista de productos que el Mercado de San Juan: Ernesto Pugibet ofrece al público, pues dentro del recinto, dependiendo la sección seleccionada, aquellos que acuden al lugar salen complacidos al encontrar todo lo que se proponían comprar.

Entrando por la primera puerta, cercana a la plaza de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el espacio que ocupaba la cigarrera de “El Buen Tono”, el ojo humano es sorprendido por carnicerías, las cuales tienen la parte superior de sus locales cabezas de animales disecados: desde cerdos hasta búfalos adornan al lugar.

Niños asomados a los refrigeradores donde no es posible identificar que animal ha proporcionado la carne roja que se ve; madres y padres buscando el mejor precio, van de puesto en puesto, pasando por la Carnicería “Manolo” Ternera (Local 46), “La Teresita” (Local 45), “El pastorcito” (Local 40-41) hasta llegar con Doña Ester, quien en su local 118 te atiende con la más grande variedad de carnes, que van desde el conocido pollo y buey, hasta búfalo, pato, faisanes y venados.

Una señora, cansada de preguntar pues se le ve en la expresión, llega a éste último local desesperanzada de encontrar lo que quería : “¿Tiene gallinitas de guinea?”, a lo que Doña Ester, con cortesía, le responde que sólo bajo pedido se las pueden conseguir, la venta de ellas ha bajado y traerlas para no venderlas es pérdida total para el negocio.

“Es época de crisis. A todos los pega. Hace algunos años traer productos como esas gallinitas hubiera sido de lo más normal, ahora ya no podemos darnos ese lujo” comenta Ester, quien lleva en el negocio más de 20 años, mientras se voltea con un niño de no más de diez años para que anote el pedido de la señora, quien gloriosa tomó las bolsas de mandado que traía consigo y se despidió con una sonrisa. La comida para ese sábado incluiría gallinitas de guinea.

Colgados de la estructura de tubos de metal que dan forma a los locales, uno puede observar patos, e incluso pavos, recién traidos del matadero. Atraen la atención de un grupo de jóvenes de color negro, quienes entre su mal español logran preguntar el precio de los pavos, que para ellos pareció ser patos. Trescientos ochenta fue la respuesta por el kilo de aquel animal.

“La exhibición de los huevos de codorniz es mera mercadotecnia” asegura don Pascual Cardenal, pues afirma que hay épocas, en las cuales por la prohibición de caza a dichos animales, escasea éste producto tan cotizado, por lo que cuando hay no hay que dudar en dejar que se sepa. El medio kilo de estos pequeños huevos beige con manchas entre negras y grises oscila entre los sesenta y ochenta pesos.

El gran cazador México es uno de los locales que más llaman la atención. No es por que tenga un espacio grande pues no es así, ni por los animales que se alcancen a distinguir, sino por el gran cartel en donde anuncia todos los productos de carne que en ese pequeño espacio puede uno encontrar.

Separado por secciones: aves, cerdo, productos cárnicos, cordero y carnero, resaltan dos grandes categorías. La primera es Carnes Exóticas, en donde la carne de cocodrilo, león, jabalí, iguana y víbora es de sorpresa; éstas no están exhibidas pues debido a su rareza y precio se mantienen en el congelador. La segunda es Especialidades Prehispánicas, que incluyen caracoles, acociles y gusanos de maguey como los más solicitados por la clientela.

“Vendemos de todo. Lo más importante es que tratamos de que la carne no sea importada sino nacional. Hay criaderos en Monterrey de leones, en Guadalajara de Venado, en la zona sur de jabalí; en fin, la ventaja de vivir en México es esa, que México, afortunadamente, lo tiene todo.” Nos platica don Pascual, mientras ordena a sus subordinados atienda a los clientes, él está ocupado en dar una charla de lo que más le gusta hacer.

A este local se acerca de todo tipo de personas a preguntar los precios y la existencia de los productos. “Tiene una cabeza de cocodrilo” pregunta un joven fornido, de estatura por arriba del metro noventa, quien lleva el cuello y ambas manos llenas de rosarios y escapularios. La negación lo invita a seguir su camino. Su pregunta sólo muestra el conocimiento de las personas de lo que se puede llegar a encontrar en éste lugar.

Para la venta de este tipo de carnes, los locales cuentan con un permiso de la Semarnat de libre venta de productos. Este permiso lo expide dicha secretaría a todos los locales que cumplan con las reglas de sanidad y comercio establecidos en el artículo 32, 53 y 167 fracción VIII de la Ley Federal de Sanidad Animal.

Las pescaderías son algo más nacionales, aunque no descartan la venta del pescado importado. Los puestos llenos de hielo para conservar la mercancía, combinan el atún, mantarrayas, tenazas de cangrejo, pez dorado, almejas españolas, bacalao noruego; pero lo más solicitado y caro son la angula española, donde los mejores paladares pagan seis mil pesos por un kilo de este delicioso manjar.

El señor Víctor Manuel Alvarado Flores, lleva más de treinta años en el negocio: Pescadería Puerto Nuevo. Su pasión por los animales del mar lo llevaron a convertirse en lo que hoy es: un amplio conocedor de las especies marinas y de la culinaria que se elabora con ellos.

“Llevo tantos años en esto que me es difícil contarlo. Aquí ofrecemos productos de la mejor calida, todo el pescao que traemos es del Golfo de México, el del Pacífico no gusta a la gente, pues dicen que la carne se ve negra” afirma mientras platica con gusto de todos los pescados que tiene en exhibición.

Permite a los que se interesen en su speech, agarrar una de las langostas vivas que venderá a no menos de seiscientos pesos el kilo. Dos jóvenes, metidos en la conversación con el señor, soltaban risas y carcajadas por las ocurrencias del vendedor, mientras su señora cobraba en el local, seria.

Niños y jóvenes atienden los locales, principalmente los de abarrotes, los de frutas y verduras; las cuales forman una variedad de colores al acomodar toda la fruta. En esta sección se encuentran desde manzanas plátanos y naranjas hasta maracuyá, calabaza china, papa china conocida como kimbomo o malanga.

La esposa de don Santiago, atiende el local 242 de forma intermitente, pues el dueño es su marido, quien desde hace más de 25 años se ha dedicado a la importación de productos orientales para el deleite de los paladares más exquisitos.

“Pese a que el ñame o malanga no son originarios de aquí, en Huatulco o Puerto Escondido hay sembradíos de éstos productos que son lo que nosotros vendemos aquí. Pero lo demás si no lo traen de fuera”.

A ese ‘demás’ se refiere a la salsa de soya en sus distintas presentaciones, arroz chino, pepinillos, jengibre enlatado, aceitunas, aceites de oliva, aguas de lichi, manzana, durazno y maracuyá enlatadas, entre muchos más productos.

El local está repleto de personas, algunos llegan a preguntar por ‘lo mismo de siempre’, mientras que el resto se ve atraído por lo poco común de los productos, sus envoltorios llamativos y los mensajes en idiomas que no comparten ni siquiera el mismo alfabeto.

Lo mismo se combinan manzanas rojas y amarillas, papayas, melones, sandías, plátanos, frambuesas, maracuyá, calabaza china, tangerinas, mandarinas mini de invernadero, al final todas son vendidas por igual.

Desde los más suaves y jóvenes, hasta los maduros y fuertes, los quesos encontrados en los distintos locales como La Jersey, La Holandesa, La única, Gastronómica San Juan, entre muchos más.



El desfile de quesos se da entre vendedores y compradores, pues al acercarte a alguno de estos recintos, lo primero que te ofrecen son pequeños trozos de quesos de todo tipo. Los paladares más exquisitos llegan a preguntar por el Kilo de queso Brie, el cual oscila alrededor de los cuatrocientos cincuenta pesos.

En el pasillo donde se encuentra Gastronómica San Juan (Local 162) es intransitable. ¿La razón? El interés por esta charcutería y cremería está en que fueron los primeros en el mercado en vender baguettes y tapas españolas preparadas con los productos frescos de su refrigerador.

Después de las dos de la tarde, desde madres con niños recién salidos de la primaria hasta oficinistas que cuidan la corbata para evitar regresar con manchones a trabajar, en platos de unicel deleitan desde una Clásica (queso suave, bree, manchego con salami, chorizo español y jamón serrano) hasta tapas españolas que llevan queso azul y jamón de especias.

El mesero no está esperando a que el mismo cliente se le acerque, va en busca de ellos. Con la misma cortesía que don Vicente Juárez Márquez está dando de cuatro a cinco ‘probaditas’ a sus comensales, él se mueve a rellenar los vasos de plástico del número dos con un Malbech Cosecha Mexicana que marea al terminar la degustación.

Entre el vino, los quesos y las buenas conversaciones, más de una hora en la cremería se va volando sin que se perciba el tiempo. Después de escuchar que si la chamba va mal, los pendientes se juntan, los niños tienes que llegar a casa a estudiar, todos los comensales agradecen a don Vicente por el buen rato, pagan su cuenta y se retiran con un buen sabor de boca expresado con una sonrisa.

¿A quién le venden?

Señoras que vienen a surtirse en cantidades abundantes para sus negocios de comida, según lo mencionado por ellas, con delantal sobre el suéter que las protege del frío, comentan de todo: que si los precios estas muy caros, si las ventas han bajado, de cómo están los chamacos en la escuela, en fin, el chiste es hacer charla mientras le despachan su mandado.

Gente de la zona encuentra en el Mercado de San Juan: Ernesto Pugibet un lugar diferente en donde hacer su mercado. La cantidad de productos es de gran variedad, por lo que es difícil que te nieguen la existencia de un productor.

“Hay tantos puestos en el mercado, que si en uno no lo tienen, ten por seguro algo: el de enfrente lo venderá. Aquí el no por respuesta es poco común” así defiende Doña Magda a San Juan, quien lleva haciendo el mandado en éste lugar por más de treinta años.

Así como ella, muchos son los consumidores locales que día a día se abastecen en el lugar. La cercanía con el barrio chino, guetos de judíos y libaneses principalmente, hacen que quienes compran en el mercado sean de distintas procedencias.

La barrera del idioma es un problema, pues los vendedores en general no poseen un conocimiento de otro idioma más que del español, por lo que el lenguaje no verbal es la herramienta para establecer una comunicación entre los extranjeros que visitan el lugar.

Una pareja de orientales se acerca a la pescadería. El hombre se dirige al pescado de tonalidad naranja y pregunta “¿Huashinango?”, a lo que solo le responden con el precio del Kilo. La suma se le da en un trozo de papel, él saca un fajo de billetes de a cien y le paga a la vendedora. Le regresa el cambio con un amable gesto acompañado de un “vuelva pronto”. Una reverencia de agradecimiento pone fin al canal de comunicación creado en pocos minutos.

A lo largo del pasillo en donde encuentras desde atún y salmón, hasta la angula española (platillo más caro y exótico), varios jóvenes vestidos con el uniforme de La Escuela Superior de Gastronomía aprenden de la voz de quien los dirige, al parecer su maestro, quien con un megáfono da a conocer la importancia de saber escoger lo mejor para cocinar con lo mejor.

“La historia de las tapas y baguettes fue idea de la Gastronómica San Juan; el maestro de la Superior les aseguró a los jóvenes que La Jersey había sido la pionera en ello, incluso afirmó que ella había sido la fundadora de todo el mercado. Como si una sola tienda de quesos, de la nada, pudiese formar todo lo que se ve aquí” cuenta ‘Manolo’, quien acaba de inaugurar La Baguette de Manolo, para poder competir en el mercado desde redes sociales como Facebook.

Sin embargo, los vendedores del mercado no se mantienen de la venta al menudeo. El secreto está en surtir a restaurantes mexicanos, banquetes, comedores empresariales para mantener el negocio a flote.


Karol Valtierra, quien hace poco menos de tres meses puso su local de cuchillos importados, estudió gastronomía en la Superior y nos cuenta el funcionamiento del lugar.

“Chefs reconocidos como los del restaurant El Biko o Dulce Patria, vienen de vez en cuando a buscar nuevos productos para cambiar el menú, o simplemente para deleite personal”.

“La mayoría de las escuelas de gastronomía realizan prácticas aquí: El Claustro de Sor Juana, La Escuela Superior de Gastronomía, y La Escuela de Gastronomía de Puebla. Yo misma visitaba el lugar más de dos veces al año, sin contar las veces que venía por mi cuenta para uso personal”.

La mayoría coincidió en que estos restaurantes, y unos más generalizados como ‘los de la zona de Polanco’, definición de los mismos vendedores, son los principales consumidores del mercado.

Los precios son altos a comparación con otros mercados o si se comprara directamente con el productor de los alimentos, sin embargo, la tradición del lugar pesa más, así como la comodidad, pues los productos llegan a la puerta del restaurant sin ningún costo extra.

Personalidades de la farándula y el medio político también llegan a asistir. Elisa Nájera, ‘El Cochiloco’, Mónica de Ávila son de los que se recuerdan por la cercanía de su visita. Políticos y ex Procuradores de Justicia también figuran en la lista, aunque sus nombres no son dados por seguridad.

“Aquí viene gente de todo tipo, artistas, políticos, hasta narcos han venido a comprarme”. Obviamente Don Pascual no quiso dar nombres, pero si agregó “[…] han venido a pedirme que les consiga a los animales vivos: cachorros de león, víboras y pitones, cocodrilos, iguanas africanas. En fin, solo los quieren como entretenimiento y vienen con quienes tenemos contactos y permisos para conseguirlos, lo que hagan saliendo de aquí es cosa suya”.

No por ser un mercado deja de ser un recinto para abastecerse de productos. La clase social se deja en la entrada, adentro no hay distinciones entre la mujer indígena que entra por sus hierbas o verduras, hasta el alto funcionario que llega a contratar un banquete para más de quinientas personas para la cena que dará en su casa el fin de semana.

El mantenimiento del mercado es por los grandes pedidos. Los comedores como los de Banamex se abastecen de proveedores del Mercado de San Juan. Quizá la próxima vez que comamos en alguno de estos lugares nos preguntaremos de donde vienen los alimentos presentes en nuestra mesa.


Imágenes: Mercado de San Juan





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LEONORA ESQUIVEL FRÍAS, UNA ESPERANZA PARA LA HUMANIDAD


Por Mayra Gissel Cu Munguía
México (Aunam). Para Leonora Esquivel Frías el movimiento por la lucha de los Derechos de los Animales es la revolución moral más apremiante de este siglo, lamentablemente, mucha gente no sabe quien es ella e incluso tienen una vaga idea sobre la organización de la cual es fundadora; AnimaNaturalis, quedándose con la concepción de que “tiene que ver con animales”.

Esquivel nació en la Ciudad de México en 1973, siendo una de las pruebas vivientes de que basta una fuerte motivación y determinación para poder hacer algún cambio en el mundo, incluso si la acción es pequeña. Ejemplo de ello es AnimaNaturalis Internacional, organización sobre los Derechos de los Animales que además promueve el vegetarianismo y se encuentra presente en siete países de Hispanoamérica.

Ella ha realizado entrevistas en televisión y radio en España y México, además de brindar conferencias en diferentes escuelas como la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Iberoamericana de México, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma de México, El Colegio de Michoacán, la Universidad del Estado de Morelos y el Colegio de Chihuahua. Por si fuera poco, también ha estado presente en marchas realizadas en pro de los animales no humanos.

Entonces, siendo AnimaNaturalis una organización cuya lucha reside en defender a los animales, ¿cómo fue que ésta surgió?, ¿Leonora Esquivel mantuvo durante toda su vida ésta postura altruista?, ¿qué significa para ella lo que ha logrado? Todo eso y más es lo que ella logra explicar en la entrevista realizada a su persona, siempre haciendo notar su pasión por la defensa de los que no tienen voz.

El encuentro se dio en una concurrida cafetería de Galerías Insurgentes: Coffe Bean, en punto de las cuatro de la tarde. Minutos antes ya me encontraba sentada en una de las mesas fuera del local, las cuales tenían enfrente un coqueto jardín de flores. Aquel día era agradable, no hacía frio pero tampoco un agobiante calor como para salir corriendo en busca alguna bebida fría; simplemente, era ideal para el evento que estaba por realizarse

Al cabo de 10 minutos apareció caminando justo en el otro extremo del jardín de flores, sujetando su bicicleta mientras su castaña mirada deparaba en todas las direcciones con la intención de encontrarme. Al notar aquello, me levanté del asiento y en cuanto hicimos contacto visual, ella sonrió de inmediato.

Lo primero que hizo al acercarse a mí fue abrazarme; debo decir que no me extrañó en lo más mínimo, de hecho, era una acción esperada, sobre todo si se trataba de ella. Jamás pensé en Leonora como el tipo de persona que mira despectivamente a los demás, o juzga sin conocer la situación. Aquello quedaba confirmado con tal muestra de cordialidad.

¿Prefiere que le trate de usted, o está más cómoda si la trato de “tú”? –Aproveché para preguntar, especialmente porque lo que más deseaba es que ella se sintiera cómoda.

-Con el tú, por favor– Respondió vivaz.

Una vez que tomamos asiento, primeramente, ella preguntó con sumo entusiasmo cómo era que me había interesado por los animales, ante lo cual no dudé en contarle mis motivos, con la misma emoción.

La protagonista del encuentro se mostró feliz al descubrir que había cada vez más personas interesadas por los derechos de los animales y que también aportaban su granito de arena en aquella laboriosa batalla.

A los pocos segundos Leonora se acomodó sobre su silla y esperó la primera pregunta, la entrevista había comenzado formalmente.

Las influencias

Los padres de Leonora murieron cuando ella tenía 16 años, sin embargo, heredaron a su hija valores y cualidades importantes que ayudaron a conformar lo que actualmente es: una persona que presta su voz a los seres que mucha gente simplemente ignora, los animales.

“De mi padre aprendí el activismo” Comenta, “Él era ecologista, trabajaba temas de medio ambiente y contra de la energía nuclear. De mi madre aprendí el sentido de la justicia pues ella era abogada y defensora de los derechos universitarios en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Tuve una muy buena mezcla y decidí orientar así mi causa que son los derechos de los animales. Creo que ellos estarían orgullosos de lo que hago.”

Con la sonrisa de una niña pequeña finalizó aquel comentario de sus padres, ante lo cual asentí de inmediato.

¿Quién no sentiría orgullo de alguien que vela por los que no tienen voz? ¿Y qué mejor si se trata de tu propia hija? Estoy segura de que, si los padres de Leonora siguieran con vida, no podrían tener mayor dicha de saber que su hija encabeza una de las luchas más difíciles que puede haber.

Uno como activista no pide que todos amen a los animales pues en comprensible de que no podrá ser así, cada quien tiene sus gustos y motivos para que incluso le desagraden esos seres, pero sí se exige que se respete su vida.

De la Filosofía al Activismo

Esquivel estudió la carrera de Filosofía en UNAM y debido a su completa dedicación y gusto por el estudio, obtuvo diversas gratificaciones como el premio Norman Sverdlin a la mejor tesis de licenciatura y la Medalla Gabino Barreda al poseer unos de los mejores promedios de la generación.

“Siempre me interesó aprender a pensar bien y argumentar bien. Cuando estudié Filosofía me di cuenta que era una disciplina que estaba muy relegada, lo cual hacia quedar en un ámbito muy reducido publicaciones y docencia. Yo sentía que había que hacer algo más práctico con ella”

Y así fue. Sabiendo que quería hacer algo que ayudara a la gente a pensar de manera más clara y ordenada, llevó sus estudios de doctorado a la Universidad Autónoma de Barcelona, donde aplicó la filosofía al tema de la ética ambiental.

“Considero que viajar y estudiar en el extranjero es parte fundamental de la formación de un individuo, más allá de lo que vayas a aprender dentro de las aulas. Yo tuve la oportunidad de irme a Barcelona, donde además surgí como activista.”

El Nacimiento de AnimaNaturalis

“Desde niña tenía una sensibilidad especial por los animales. Me parecía raro que me obligaran a comer a unos y a querer a otros. Simplemente, era extraño y contradictorio, además, tal parecía que los temas de las corridas de todos y de los animales en situación de calle eran muy normales, que era algo que así era y que debía de aceptarlo”.

Durante su estadía en España, Leonora había acudido a una manifestación en contra del uso de pieles como vestimenta, donde tuvo la decisión de acercarse a la organización que emprendía el movimiento. Poco después comenzó a trabajar con ellos como activista y ahí se dio cuenta de que había muy poca información en español sobre esos temas.

“En Latinoamérica el tema estaba muy débil” Comentó, “Entonces, con mi pareja de aquel entonces y quien es hoy el presidente de AnimaNaturalis: Francisco Vázquez, creamos un portal de Internet llamado AnimaNaturalis. Poco a poco gente de otros países nos empezó a escribir diciendo que querían organizar campañas en sus propios países.”

La popularidad que la página de Esquivel y Vázquez habían creado creía rápidamente, por lo cual se vieron en la necesidad de ir extiendo lo que empezó como un portal hasta llegar a la creación de una organización internacional.

Era impresionante como un proyecto que, inicialmente tuvo una dimensión pequeña, adquirió mayor tamaño y presencia alrededor del mundo. Todo eso por la consciencia de miles de personas preocupadas por un mismo propósito: la lucha por los derechos de los animales.

La revolución moral

Leonora Esquivel sostiene que no hay buenos argumentos para excluir a los animales de la comunidad moral. Cuando se dice que matar y hacer daño es malo, las personas únicamente se quedan limitadas a los seres humanos, a lo que la fundadora de AnimaNaturalis menciona: “Basta con que un ser tenga intereses en no ver afectadas sus preferencias para poder tener derechos”.

Explica que los animales tienen al menos dos preferencias básicas como nosotros: no sentir dolor y procurarse estados que les generen agrado. “Con eso al menos deberían tener derechos para que ésos intereses no fueran vulnerados por otros individuos, y nosotros con nuestros hábitos estamos pasando por encima los de los animales”.

A ella le gusta considerar que los demás criaturas con los que comparte el planeta tienen el mismo derecho de vivir, de ser libres, de no ser torturados, asesinados para la vanidad o/y consumo humano, ni ser considerados como una propiedad; “en la medida que yo puedo lograr eso para mi misma y mis congéneres, intento extenderlo a seres de otras especies”.

Cuando Esquivel entró a la organización y se convirtió en activista, aprendió mucho sobre la situación de los animales. Ella creía que se limitaba al tema de la peletería, de las corridas de toros y de los animales en situación de calle.

Conforme fue adentrándose en el mundo altruista, vio lo que implicaba el uso de animales en laboratorios, en los circos, en los zoológicos, los delfinarios, la pesca industrial y los animales como comida.

“Era evidente que era un problema muy grande que necesitaba manos a la obra y atención. Eran muchos individuos en situación de sufrimiento y pocas manos para socorrerlos, entonces decidí utilizar mis capacidades para ayudar a los animales no humanos.”

Leonora tiene muy presente lo que implica el sufrimiento en los animales. Con motivo de filmaciones, le ha tocado visitar granjas de gallinas ponedoras de huevo y admite que ha sido uno de lo casos más fuertes que ha presenciado: “Uno tiene la idea de que la gallina pone huevos en un ambiente natural, pero en la industria no es así”.

Con seriedad en la voz, era obvio deducir lo importante que son estos temas para Leonora, especialmente porque lo que busca hacer es informar a las personas sobre lo que realmente sucede.

“Las gallinas viven enormes bodegas, sin luz natural, en jaulas de metal de hasta 30 centímetros que están unas sobre las otras. Ahí pueden meter hasta dos gallinas que se encuentran hacinadas todo el tiempo. Y ves a esos miles de aves picoteando constantemente las jaulas, lastimadas de las patas por el alambre en el que están paradas, y en 18 horas de la vida de esa gallina produce un huevo”

También menciona que algo que cambió su manera de entender el reino animal, fue un documental sobre la pesca industrial. Ella había dejado de comer mamíferos y aves hace años atrás, pero mantenía su degustación por el atún, le era sencillo y concebía la idea de que los peces al menos habían vivido libres y que morían rápido.

“Nadie me desmentía esa idea. Cuando vi el documental noté la cantidad de animales marinos que son atrapados en las redes; delfines, tortugas, ballenas; y de que sí sufren a la hora de que son sacados del agua; de como agonizan durante minutos y son troceados prácticamente vivos o golpeados o pisoteados contra el suelo de la plataforma pesquera”

Leonora solía ser vegetariana, es decir, no ingería ningún alimento de origen animal, y cuando vio qué sucedía dentro de las industrias decidió volverse vegana, cuya dieta está basada en alimentos de origen vegetal, sin excepciones de ningún tipo; “No me parece justo que un animal tenga que padecer esas circunstancias para que yo pueda comer. En realidad, todos aquellos seres que sean capaces de sentir placer y dolor deben ser tomados en cuenta moralmente”

La fundadora de AnimaNaturalis da la opción de un video, Earthlings, documental ganador de múltiples premios que narra cómo los humanos utilizan actualmente a los animes de otras especies. Su finalidad es la denuncia de las actividades especistas a las cuales gran parte de la población está acostumbrada.

La importancia del vegetarianismo

“Cuando me hice vegetariana, hace 15 años, creía que eso el máximo esfuerzo. Que con ser vegetariano ya estaba haciendo todo lo posible para reducir el sufrimiento de los animales, pero fue cuando visité esa granja de huevos y cuando visité una granja de leche orgánica con la intensión de ver a las vacas.”

La activista nuevamente narra una anécdota sobre la situación de sufrimiento de los animales en las industrias, esta vez en el caso de las vacas, animal favorito de Leonora; “me di cuenta cómo las criaban, de cómo las separan de sus terneros, y a su vez, de cómo sus crías son destinadas para el consumo humano”

En el caso de la transición al vegetarianismo –y posteriormente al veganismo– explicó que en su caso no resultó difícil, ya que llevaba un tiempo siendo activista y comenzaba a sentirse poco coherente comiendo todavía productos derivados de animales.

Por esa misma razón, ella y Francisco Vázquez, ahora presidente de la organización, decidieron crear un área fuerte de vegetarianismo que es la web HazteVegetariano.com. Actualmente ambos dan consejos sobre los primeros pasos para volverse vegetariano, pues tienen una gran cantidad de recetas e información nutricional.

“Es mucho más sencillo de lo que la gente piensa. Es cuestión de habituarse en leer los ingredientes de lo que comemos y de ser más específicos a la hora de pedir comida”.

Igualmente se encuentra consciente de que muchas personas consideran que comer carne es realmente necesario, a lo que ella responde: “Los productos médicos muestran que comer carne hace más daño que bien, por ese lado estamos teniendo mucho apoyo de instituciones médicas o de consultorios de salud que sí recomiendan al menos la disminución de productos de origen animal, incluyendo lácteos”

La decisión más difícil

“Dejar la presidencia de AnimaNaturalis me costó mucho trabajo, pero sentí que había llegado el tiempo de dejar un cargo que había conservado durante 10 años, además de que apuesto por el recambio generacional”

Tanto Leonora como Francisco Vázquez tienen casi 40 años de edad, están consientes de que no estarán en la causa eternamente, así que quieren formar a gente joven que algún día pueda heredar y saber llevar los cargos de la organización.

Trascendencia de AnimaNaturalis



Esquivel mencionó que la creación de AnimaNaturalis la había llevado a cabo con su ex pareja, Francisco Vázquez, y aprovecha para ilustrar que es la muestra de como dos, o incluso una individuo, puede aportar con pequeñas acciones un cambio al mundo.

“Este es el ejemplo de dos personas en un departamento con una computadora decidieron transformar, sin siquiera dimensionar hasta donde iba a llegar esta organización.”

Ellos habían decidido utilizar sus propios recursos para dar información sobre un tema que ambos consideraban relevante, y asimismo, las personas de otros países de Latinoamérica que llegaron al portal, confiaron en el proyecto y con las mejores de las voluntades tomaron el papel de directores o corresponsales de sus respectivas naciones.

“¡Esto ha crecido en 10 años!” Exclama con emoción, para luego agregar, “Somos el ejemplo de como una organización sin fines de lucro que puede mantenerse sin recibir un sueldo y seguir trabajando cada vez más por los animales.”

El nuevo reto

“Me gustaría mucho que AnimaNaturalis fuera una organización sustentable” comenta la activista sintiendo que siempre puede lograrse más y de esa forma dar más de si para la ardua lucha por la defensa de los que no tienen voz, “la vida de los activistas es corta, es decir, cuando gente joven que trabaja con nosotros después se casa o tiene hijos, obviamente pierde la disposición para seguir trabajando de tiempo, pero tener una oficina y contratar gente es elevar el tema de los derechos de los animales a una profesión.”

El hecho de que más gente se una para ayudar a la causa es algo que Leonora agradece profundamente, sin embargo, ella está consiente de que es necesario hacer crecer la organización mucho más, especialmente porque la problemática de los animales es inmensa.

A su vez comenta que el activismo animalista no es un trabajo remunerado en México, pero ella espera que pueda serlo debido a que se dedica muchísimo tiempo, corazón y todas las capacidades económicas, intelectuales y emocionales.

Prueba de su entrega y pasión por la causa es su nominación en los Premios de Sustentabilidad como Mejor Activista, categoría la cual ganó, “fue una satisfacción muy grande por que además representaba a mi organización y a todos aquellos que se dedican a defender los derechos de los animales.”

Una esperanza para la humanidad

“Quizás soy un poco negativa” Leonora Esquivel confiesa aquello y yo no puedo creerlo. ¿Era realmente posible que una mujer que enfocaba su vida por los derechos de los animales fuera negativa?

Ella sonríe ante mi sorpresa.

“Confío en la causa” Explica, “Es complicado. Cuando de repente ves que cortan cada vez más árboles, que cada vez hay menos áreas verdes, deforestación, cada vez más cemento, maltrato animal… De pronto es difícil creer en la humanidad”.

Era verdad

“Nuestra conciencia a veces parece quedarse estancada, sin embargo, este trabajo me hace tanto bien. Me hace estar en contacto junto con gente joven que a partir un folleto o de una conferencia decidió cambiar su vida y la de miles de animales. Me devuelve la esperanza en el género humano”

Con esas últimas palabras la entrevista había terminado, y Leonora, con la misma cordialidad y mueca sonriente, se levanta de su asiento. Hago la misma acción y me brinda un último abrazo antes de agradecer mi interés por los animales y por haberla elegido. Momentos después sujeta su bicicleta y desaparece detrás del jardín de flores.

Al finalizar el encuentro se puede decir que Leonora Esquivel, fundadora y ex presidenta de AnimaNaturalis, persona que ha dedicado su vida a defender seres indefensos y a hacer llegar toda la información posible a los demás, es el ejemplo de que basta ser firmes, mantenerse y perseverar para poder hacer un cambio en el mundo.

La activista demuestra que sólo hay que decidir hacer un cambio para ir logrando poco a poco una transición, y sobre todo, que aquellas personas que día a día se unen a nobles causas como lo son los derechos de los animales, devuelven fe y esperanza la humanidad.

¿Y por qué no? Para muchos de nosotros, seguramente, la misma Leonora Esquivel es una esperanza en este mundo, una muestra de que la humanidad aún tiene futuro.

Fotos: Facebook AnimaNaturalis







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APASIONADA POR “ESA PARTE ENIGMÁTICA DE LA MENTE”: ALICIA VÉLEZ


Por Gina Ivonne Rueda Arias
México (Aunam). ¿Qué sientes cuando una persona es indiferente hacia ti? ¿Qué pasa cuando ves un acto violento o cuándo ves un gran logro? La sensibilidad humana provoca que surjan emociones rápidas, espontáneas e inconscientes, estas se dan gracias a la interacción entre individuos y se ven desde un punto de vista moral; la moral ha sido estudiada por la filosofía, el derecho y la biología, pero alguien se interesó en verla desde un punto de vista neuropsicológico.

Es Alicia Vélez, una mujer de complexión pequeña, aproximadamente con una estatura de 1.60 con tacones, tez apiñonada, cabello negro, blusa blanca, pantalón negro, botas, ojos pequeños y una sonrisa amable; hace una expresión cordial y simpática para dar paso a la entrevista.

“Adelante”, se escucha en su cubículo ubicado en la Facultad de Psicología de la UNAM, en la pared hay una pequeña fotografía de tres personas disfrutando de unas vacaciones, tres cuadros artesanales y un globo aerostático en forma de lámpara.

La investigadora Alicia Vélez estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta a través de la neuropsicología, gracias a su investigación de cómo afectan los estímulos visuales con contenido emocional y moral a los jóvenes mexicanos fue elegida como Embajadora del Conocimiento 2011, premio entregado por la revista QUO.

Observadora desde temprana edad

-Yo creo que siempre tuve el interés de observar a la gente, lo que decían, cómo lo decían y cómo se comportaban; tal vez de una manera muy primitiva, pero desde la infancia he sido muy observadora; poco a poco me di cuenta que esa era la base de la psicología, estudiar el comportamiento humano.

Alicia Vélez nació hace 37 años en la Ciudad de México, tiene una familia grande ya que esta integrada por sus dos padres, ocho hermanos y trece sobrinos. Tiene una gran admiración por su padre, aunque él falleció hace 11 años al igual que su hermano mayor.

-Era muy unida a mi papá, tal vez porque tenía un carácter fuerte, muy parecido al mío. Él me impulsó mucho y aunque se perdió muchos momentos relevantes en mi vida, marcó mucho mi orientación personal. Me enseñó a hacer siempre bien las cosas, no desperdiciar el tiempo, el apreciar un atardecer; era un hombre intenso, al que le gustaba mucho disfrutar.

La Psicología en mi vida

-Desde la preparatoria me fui enfocando más a refinar cuál era mi gusto y ahí entendí que la psicología cumplía todas mis expectativas en función de la conducta humana. Siempre me gustó mucho, lo único que cambió fue mi giro dentro de la psicología ya que yo tenía intenciones de irme a un área industrial, pero pude darme cuenta de que la investigación era lo mío.

Siempre estudió en escuelas públicas y agradece haber entrado a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde la preparatoria, estuvo en el Colegio de Ciencias y Humanidades ubicado en el sur de la Cuidad de México (CCH Sur).

-Yo era una persona muy aislada, pero haberme integrado al laboratorio de investigación muy tempranamente, en mi tercer semestre, me ayudó a ampliar mi conocimiento, a tener contacto con más personas, a asistir a congresos y a darme cuenta cómo se comparte el conocimiento en este tipo de foros.

-Tengo una identidad muy fuerte con la UNAM, ya que esta ha sido mi casa de estudios desde la preparatoria, adoro la UNAM, siempre quise trabajar aquí. Me encanta el campus, la gente y amo pertenecer a todo esto, es una parte muy importante ya que te sientes muy identificada con tu trabajo, formas una pieza de el.

Tiene Doctorado en Psicología con especialidad en Neurociencias y ha colaborado en el Laboratorio de Neuropsicóloga y Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la UNAM, dirigido por su tutora del doctorado y postdoctorado en neurociencias de la conducta, la Doctora Feggy Ostrosky.

Todos tenemos un lado moral

A ella siempre le ha atraído lo desconocido, le tiene fobia al miedo pero le gusta enfrentarse a él.

-La conducta humana siempre ha sido un misterio, cuando yo descubrí que podía indagar más allá de lo que se observa, me di cuenta que era lo quería, quería estudiar esa parte inexplicable del cerebro, porque también para el ser humano son cosas que aún no se entienden, entonces colaborar con esa parte enigmática de la mente me apasionó.

- Yo estudio a partir de la actividad eléctrica cerebral, la evaluación de la conducta y las funciones cognoscitivas. Es muy interesante indagar ese misterio porque la respuesta del cerebro no te engaña, el cerebro manda señales; a mí me gusta la parte del cambio de lo que el cerebro produce y lo que tu conducta hace, la conducta se modifica a partir del contexto.

Colaboradores más importantes

Alicia Vélez a trabaja con personas que tienen años de experiencia y grandes proyectos, como la Dra. Feggy Ostrosky y la maestra Gabriela Orozco, que le ha funcionado para su experiencia.

-Obviamente de las más importantes es la Dra. Feggy Ostrosky que ha sido mi mentora desde hace 15 años, he trabajado con ella, tanto en el aspecto personal como académico.

- Feggy para mí es una imagen muy importante de una mujer exitosa, una mujer brillante intelectual y personalmente, muy capaz de mantener muy buenas relaciones con su gente de trabajo, de transmitirte mucho conocimiento. Yo tengo una admiración en todos los sentidos por ella.

-Al salir con ella en un congreso tuve la oportunidad de ver otra faceta de ella porque nos vinculamos más en el plano personal. El año pasado que me otorgaron el reconocimiento de la revista QUO, vi el fruto de tantos años de trabajar con ella.

-Pero ya como colegas, con la Dra. Gabriela Orozco ha sido mi compañera de vida, a parte de ser colaboradoras, somos muy amigas. Ha existido mucha sincronización de proyectos, de trabajo, de respeto, de comunicación y muchas cosas que han sido elementos para reforzar nuestra amistad y el trabajo profesional.

-A Gabriela Orozco yo la conocí desde que estaba terminando la secundaria, primero tuvimos contacto como amigas y después ambas entramos a la UNAM, aunque ella era como un par de generaciones arriba que yo, aún así eso no fue un impedimento para que nuestra amistad creciera y se fortaleciera mucho.

Sus motivaciones

-Principalmente yo, pero siempre las personas que son allegadas a mi me motivan mucho, en su momento fue Feggy. Mi pareja actual me motiva mucho porque siempre compartir mis logros me ayuda a reforzar que mis planes son los más correctos. Al igual mi familia ha sido motivo para ir construyendo mis trayectos de vida, mis caminos y mis decisiones.

No divido mi vida laboral y personal porque creo que debes ser un ser humano sumamente racional y yo no lo soy, así que esta mezcla de trabajar con gente que me agrada y hacer lo que me gusta me provoca no poder separarlo.

Algo que no esperaba era dar clases, y cuándo me invitaron a ser voluntaria, se generó un cambio ya que sólo me gustaba la investigación. Esa satisfacción de poder transmitir mis conocimientos es muy gratificante ya que había tenido maestros muy buenos y quería provocar ese mismo agente de cambio en generaciones nuevas.

Para mí es encantador transmitir un aprendizaje, y cuando hay alumnos con tanto entusiasmo, se agradece y se refleja porque comparte el logro de personas que son muy importantes en tu vida.

Embajadora del conocimiento 2011

Alicia Vélez ganó en el 2011 un premio de la Revista QUO, como embajadora del conocimiento, para ella fue un halago y un gran compromiso, ya que la inscribieron en el convocatoria -Yo normalmente no me inscribo en concursos, aún me siento muy novata porque pienso que al ser investigador o profesor tienes que estar actualizándote y renovándote-.

Participaron 150 trabajos, de los que fueron seleccionados 30 proyectos e historias que transforman positivamente la realidad, al reunir los criterios de curiosidad, pasión, sentido de integración, visión y creatividad.
-Estaba entre gente muy importante, con años de experiencia, con planes y estudios maravillosos; entonces eso me generó un gran compromiso.

- A veces un evento no explica todo, cuando me otorgaron ese reconocimiento, fue como ver cada uno de los momentos que me llevaron a ese sitio, vi el producto de años de trabajo, y a partir de ahí los medios internos de la Universidad se interesaron por mi trabajo. Fue inesperado, soy una persona discreta y estar así por delante generó gran cambio en mi vida profesional

Momentos más especiales

La investigadora Alicia no tiene hijos, pero ha tenido momentos importantes en su vida, como su titulación de la Licenciatura, o haber terminado su Doctorado.

-Personalmente cuando tuve a mi primer o cuando nació mi primer sobrino, que es como mi hijo, yo tenía 15 años pero fue muy importante para mí ya que él vivió y creció conmigo, ahora ya es universitario; él me enseñó muchas cosas de lo que yo podía hacer.

-He tenido varios momentos que me han cambiado la vida, como la perdida de mi padre y mi hermano o el nacimiento de mis sobrinos. A partir de ahí te das cuenta de que la vida tienen facetas, aprendes a descubrirte, son oportunidades para crecer y cambiar.

La violencia

-Con Feggy ya estudiaba las emociones, su línea central ha sido la violencia; yo era observadora de ese campo, cuando empezamos a ver la parte de la moralidad que es tan controversial, me encantó porque siempre es un tema de religión, ética, filosofía, un tema muy subjetivo, y nos dimos cuenta la manera como ambas embonaban perfectamente

-Cuando investigué con Feggy a Juana Barraza, “La mata viejitas”, me permitió darme cuenta de muchas de las cosas que yo leía, pero nunca había visto, estas personalidades que pueden ser extrañas e inexplicables, al igual que la gente que abandona hijos, maltrata, golpea, mata, etcétera; tener una frente a mí me sorprendió.

-Juana Barraza no sentía empatía, pena o tristeza como una persona normal, más que por personas cercanas como sus hijos; si fue un caso muy interesante.

Sus trabajos han creado un avance en las neurociencias y en especial su trabajo de “¿Cómo afectan los estímulos visuales con contenido emocional y moral a los jóvenes mexicanos?” la llevó a la cúspide de su carrera, hizo experimentos en dónde se eligieron 278 fotografías de situaciones reales, con implicaciones emocionales, para evocar en los participantes reacciones psicológicas y fisiológicas.

El artículo “Emociones morales”, publicado en la Revista “Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias”, aborda la pertinencia de contar con un sistema de evaluación para encontrar las relaciones biológicos de las estructuras cerebrales responsables de esos estados de ánimo.

Tenía que dar su última clase del semestre, así que Alicia Vélez se despidió de una manera educada y con un poco de prisa, ya que para ella son muy importantes, debido a que es una persona muy comprometida con su trabajo.

Foto: Ernesto Navarrete. Revista ¿Cómo ves?



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