16 de febrero de 2013

CLAVADISTA Y CAMPEONA OLÍMPICA, PARA VENCER EL MIEDO AL AGUA: PAOLA ESPINOSA

Por Nydia Karen Vázquez Miranda Guerrero
México (Aunam). Una infancia hiperactiva que la orilló a adentrarse al mundo deportivo y superar su miedo al agua, fueron parte de la formación para que Paola Milagros Espinosa Sánchez hoy sea la mejor clavadista en la historia de México, primera mexicana en ser campeona centroamericana, panamericana, mundial y dos veces medallista olímpica y tres veces ganadora del Premio Nacional del Deporte.

Es una mañana fría, dentro de las instalaciones del Centro de Formación Deportiva Ollin Kan (Ceforma) ubicado en avenida Hidalgo, colonia Fuentes Brotantes, de la delegación Tlalpan. En la entrada principal, la medallista olímpica junto a su manager, Claudia Ruiz, caminan rodeando la alberca olímpica hasta llegar a la fosa de clavados.

Hay música de Luis Miguel a todo volumen a lo largo de esta instalación, por lo cual sugiero irnos a un lugar con menos ruido; ella accede, y nos dirigimos al gimnasio. Ahí se encuentran varios niños entrenando en los trampolines. Paola, de aproximadamente 1.55 de estatura, figura atlética, cabello quebradizo y castaño, ojos cafés, tés morena clara, vestida con unos jeans azules, playera del mismo color y una sudadera café, sin borrar su sonrisa, se sienta sobre unas colchonetas rojas apiladas, deja a un lado el yogurt que bebía para dar inicio a la entrevista.

Una persona difícil pero con un corazón grande

Nací en La Paz, Baja California Sur, soy una chava de 26 años de edad, deportista, dura de carácter. Reconozco que soy un poco difícil, una persona complicada para poder congeniar con los demás, muy desconfiada. Pero un ser con muchos sueños, objetivos, metas, alguien que ha luchado incansablemente para lograr cada una de ellas.

Creo que hoy te puedo decir se me ha cumplido todo lo que he querido en la vida, y junto con mi familia han hecho de Paola Espinosa una de las mejores clavadistas de este país.

Pero más allá de la exitosa deportista, me considero una buena persona, con un corazón grande, a la gente que quiero, la cuido mucho, amo a mis amigos, a mi familia y creo es por eso me siento tan tranquila y feliz hoy en día.

Me encantaba la navidad

Mi niñez fue muy bonita, no recuerdo todo exactamente. Me encantaba la navidad, “Santa” -lo dice creando unas comillas con sus dedos-, es lo que más recuerdo, siempre nos trajo muchos regalos, se esmeró en darnos lo que queríamos, dejaba mi cartita, la ilusión del zapato, nos hacía un caminito de dulces desde los zapatos hasta la orilla de la cama a mi hermana y a mí.

Me gustó mucho haber tenido una hermana. Nos entreteníamos con las barbies, me acuerdo que aunque no fuera nuestro cumpleaños o una fecha especial a veces mi papá llegaba y nos regalaba una muñeca.

A pesar de que somos completamente distintas, compartimos muchas cosas, tanto física como de carácter. Las dos nos llevamos muy bien, ella es mayor, tiene 29, yo creo que si hubiéramos sido mas pegaditas de edad no nos llevaríamos tan bien, afirma.

Era padrísimo, -enfatiza con emoción, sus ojos se llenan de un brillo, una gran sonrisa se apodera de su rostro,- cuando mi papá tenía muchas monedas nos hacia jugar volados a mi hermana y a mí, en ese entonces estaban las monedas grandotas amarillas, las de mil pesos que ahora es un peso. Yo siempre he tenido mucha suerte, entonces ganaba los volados así junte dinerito.

Eras afortunada en el juego...

-Sí, y también en el amor.

Una gran carcajada que provoca la inclinación hacia atrás del cuerpo de la deportista, corta por unos segundos la charla.

Desde muy pequeña, en toda mi infancia, siempre vi que mis papás trabajaron para darnos lo que podían, para mí eso era lo mejor, así yo creo que desde casa vienen esas ganas de trabajar tanto y de luchar por algo.

El deporte, un remedio para la hiperactividad

Vengo de una familia deportista. Mi papá fue nadador muchos años y coordinador de un gimnasio de usos múltiples, entonces siempre nos inculcó el deporte. Terminando la escuela, comía y me llevaba a su trabajo, hacia de todos los deportes, pues me dejaban pasar a las diferentes clases.

La verdad es que ninguno me gustaba tanto, me calmaban porque a eso me llevaban, pues yo era muy hiperactiva, pero el único que me gustó fueron los clavados, no sé porqué, fue como pura casualidad atinarle a ése.

¿Y la natación no te interesó?

No -responde con un tono de desagrado, algunos gestos se dibujan en su rostro- fíjate que siempre fui muy miedosa para el agua, para aprender a nadar fue muy complicado, era el trauma de mi papá ¡imagínate! él nadador y su hija le temía al agua, pues como que no -nuevamente una pequeña risa hace acto de presencia-.

Entonces me dejaba poco a poquito, pero tú sabes que La Paz esta rodeada de agua, me obligaron aprender a nadar y cuando lo logré fue lo mejor, el agua me encantaba y ya nadie me podía sacar de la alberca, pero en sí la natación siempre se me hizo muy aburrida.

¿Y la hiperactividad se te quitó?

Pues… -duda y una sonrisa pícara ilumina su rostro- dice mi mamá que no, sí llegaba a dormir a la casa, por fin, pero aun así era muy intensa todo el tiempo, creo que ahorita ya se me quitó –ríe-.

Ya me gasté toda la energía que tenía, pero de chiquita sí lograron hacer algo por medio del deporte. Me acuerdo, en la escuela a mi mamá la mandaban llamar mucho, pero no por burra, sino por problemas de conducta, nunca fui grosera sino simplemente cuando me decían siéntate no podía hacerlo, lo recuerdo un tanto apenada.

El inicio de una gran carrera y el sacrificio de separar a la familia

Fui a mi primera competencia cuando tenía siete años y me fue bien. Tuve dos segundos lugares, en ese tiempo se hacían pruebas de todo tipo, de abdominales y de flexibilidad, no nada más era tirar clavados.

A los 11 años me invitan a formar parte de la selección infantil-juvenil, que era aquí en la ciudad de México, y mis papás me preguntaron: ¿te quieres venir a la Ciudad de México a entrenar? Sin pensarlo les dije que sí, entonces mi mamá se vino conmigo hasta que terminé la secundaria, mi papá y mi hermana se quedaron allá, en Baja California.

Al principio era divertido porque éramos 20 de la misma edad, en el mismo programa. Yo me la pasaba muy bien, la verdad; a mi mamá casi ni la veía, yo estaba toda la semana en el comité olímpico, salía los sábados en la tarde y regresaba los domingos en la noche, entonces la veía sólo un día.

Sí me iba mal en la escuela, cuando me pegaba en los entrenamientos, pues los golpes duelen en el agua, los regaños, entonces sí extrañaba a mi familia y decía “¡ay! como que me falta el apapacho de mi mamá” o que mi hermana me ayudara a hacer mi tarea, cosas así, me pesaban un poquito -aquel rostro feliz que mostraba Paola pasó a ser uno serio-.

Aun así toda mi familia siempre me apoyó. Yo he dicho “lo que empezó como un sueño mío se convirtió en un sueño familiar”, porque todos me apoyaron, ellos hicieron lo posible para que yo alcanzara este logro, hasta el día de hoy te puedo decir lo que más he sufrido es el haber dejado a mi familia.

Escuela y entrenamiento, difícil combinación

No he podido terminar mi carrera. Es muy difícil combinar la escuela y los entrenamientos porque los clavados no es un deporte como cualquier otro, necesita demasiada atención y mucho tiempo.

De chiquita todavía un poco más, porque eran los horarios completos de clases y luego ir a entrenar, llegar cansada, con sueño, la verdad me acuerdo y hasta me da flojera, eso sí no me gustaría volverlo a pasar, ahora con la universidad me han apoyado mucho, voy en la Anáhuac del Sur y me ayudan a complementar el deporte con la carrera.

Atenas 2004, la experiencia más rara

Feliz y a la vez desconcertada habla de los Juegos Olímpicos de Atenas, que esperaba con toda el alma, con todo el corazón.

Imagínate una niña de 16 años queriendo llegar a sus primeros juegos olímpicos, estaba muy contenta y emocionada, pero meses antes de irnos a los juegos me quitaron a mi entrenador.

Estuve con otro entrenador y fue una experiencia muy fea porque no nos quería, desgraciadamente en México siguen pasando esas cosas. Mis demás compañeros de ese entonces no nos apoyaron.

Lo vivimos realmente solos, te puedo hablar de Romel y de mí, pues fuimos compañeros a los que dejaron a la deriva; a la mitad de una de mis competencias me corrió mi entrenador, me dijo que ya no me quería ver.

Como sea logré ir. Fui cuatro veces finalista en todas mis pruebas, a parte yo me acaba de subir a la plataforma de 10 metros, tenia dos o tres meses, era muy poco tiempo y me daba miedo. A pesar de eso fue una experiencia que me ayudó, aprendí mucho y me hizo mucho más fuerte.

Beijín, un ciclo olímpico de sueños

Un brillo de alegría cubre nuevamente los ojos cafés de la deportista, la emoción de recordar aquella experiencia se nota, Paola, en medio de ademanes, cuenta uno de los mejores momentos de su carrera.

Fue totalmente distinto, ya estaba trabajando con Majin, mi actual entrenadora. En 2007 fueron los Panamericanos de Rio de Janeiro, a mi entrenadora ya la querían correr desde el 2006, era con la única que contaba, entonces yo estaba muy preocupada por que no la corrieran, trabajaba como un burro, como un robot.

Quería demostrar que Majin era buena y que las dos éramos capaces de hacer algo, los mismos mexicanos nos ponían muchas trabas, no querían a una china en el deporte nacional.

Fui a mis segundos panamericanos, para Majin los primeros y nos fue muy bien: Le gané a la campeona del mundo, tuve oro en 10 metros, oro en trampolín de tres metros, oro en trampolín de tres metros sincronizado y plata en 10 metros sincronizado, nos fuimos como las mejores de los juegos.

En el 2008 empecé a ganar todas las competencias, en las series mundiales nos íbamos turnando entre “la china” y yo. Ya en los Olímpicos el sincronizado no era una prueba fuerte para Tatiana Ortiz y para mí, nos costó mucho trabajo tener una sincronización, ella llegó solo un año antes de los juegos olímpicos a entrenar con Majin y la verdad no teníamos esperanzas.

Cuando nos dimos cuenta que habíamos ganado la medalla nos abrazamos, nos besamos, las dos estuvimos muy contentas y lo disfrutamos mucho; no lo esperábamos.

Llegó la prueba individual y quedé en cuarto lugar, es el trauma de mi vida porque yo sí iba con posibilidades reales de tener una medalla, no sucedió y si me quede con la espinita –mientras habla, el rostro de decepción e incertidumbre se refleja en la medallista-.

La experiencia en Londres a lado de Alejandra Orozco

Londres 2012 fue muy padre, después de Bejín lo disfruté mucho. Yo me planteé una filosofía tras no haber quedado con medalla en la prueba individual, dije: que Dios sea quien me demuestre si puedo o no ser medallista olímpica.

Ale es una niña de 15 años, fue fabuloso poder compartir esta experiencia con ella, es una gran persona, la cual quiero mucho. Para mí fue muy sencillo hacer clavados sincronizados con ella pues es muy tenaz, responsable, siempre estaba al pie del cañón, ella era la primera en llegar a todos los entrenamientos.

Lo que le hacia falta era mas técnica y mi entrenadora Majin estuvo para subirla de nivel y lo hicimos muy bien, creo que tanto Ale como yo estuvimos felices al obtener la plata, festejamos el momento.

El significado de la fama

Desde pequeña siempre he sido feliz, esto lo hago porque me gusta, no por otra cosa. Me apasiona, es algo de lo cuál me siento muy afortunada pues muy pocas personas descubrimos cual es nuestro talento y yo lo hice desde muy chica.

Ninguno de nosotros, como deportistas, estamos preparados para esto de la fama, entrevistas, televisión; simplemente tú llegas queriendo ser algo pero no sabes que detrás vienen tantas cosas, no sé si la fama vaya de la mano con que te vuelvas un ejemplo para los niños y para la gente.

En eso la clavadista dirige su mirada hacia los niños, quienes se encuentran entrenando en los trampolines, atentos a lo que su entrenador les dice, ella los mira con gran admiración y continúa.

Estaba igual que ellos, cuando me vine a la Ciudad de México no tenía donde entrenar, ni chofer o escuela como ellos. A nosotros nos tocó abrir puertas para que la gente creyera en este deporte y en los niños.

La verdad si me tocó lo pesado, me acuerdo que nos cruzábamos Periférico caminando o corriendo para llegar a la escuela nosotros solos, no teníamos quien nos llevara, no teníamos todo lo que tienes ellos.

A mí me llena de orgullo ver que un niño se aviente y diga “me quiero tirar un clavado como Paola Espinosa”, entonces eso es cuando te cae el veinte de todo lo que haces por la gente, por tu México, por los niños que quieren ser como tú.

Lo primordial y los planes a futuro para Paola

Digo tal vez soy muy joven de edad aún pero he hecho muchas cosas, ya recorrí un gran camino lleno de frutos que ahorita estoy recogiendo. Créeme que ahorita lo primordial es disfrutar a mi familia

Me he perdido cumpleaños, festejos, navidades, todas esas cosas que me pesan ahora es cuando mas las extraño. Porque finalmente mi carrera deportiva ya esta hecha, sólo quiero disfrutar lo que la vida me ha dado.

El objetivo principal deportivamente hablando es asistir a los próximos juegos olímpicos, es un proceso difícil porque no he descansado en tres periodos de olimpiadas. Tengo muchas lesiones que atenderme, entonces es lo que estoy haciendo ahora.

Ya como persona, terminar mi carrera, me urge acabalarla. En un futuro me gustaría poder formar una familia y demás sueños como cualquier mujer.

¿Te gustaría tener hijos?

Sí, claro, digo ahora con mi sobrina la verdad es que lo estoy pensando… Te voy a ser sincera yo dije: después de los juegos olímpicos de Londres quiero ser mamá, una mamá joven, ser de las personas que disfrutan a sus hijos, pero con mi sobrina vi lo que mi hermana sufrió, no duerme por estar cuidando al bebé. De 10 minutos que está conmigo llora nueve y medio, entonces dije no estoy lista para ser madre.






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14 de febrero de 2013

RINDEN HOMENAJE A EMA ELENA VALDELAMAR

  • Existen 900 versiones de canciones como Mucho corazón y Cheque en blanco
  • Por el Día del Amor y la Amistad, en el Teatro de la Ciudad

Por Jesús Avelar
México (Aunam). Ella es la última diva de la época de oro de la composición en México, autora de más de 300 canciones, interpretadas por cantantes nacionales e internacionales de la talla de Pedro Vargas; Amalia Mendoza; Javier Solís; Lucha Villa; La Sonora Matancera; Tania Libertad; Lola Flores, Sarita Montiel y Massiel en España; Nila Pizzi en Italia… la lista es interminable.

Ema Elena Valdelamar será homenajeada el próximo sábado 16 a las 19:00 horas en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, La Orquesta Filarmónica de las Artes (OFA) que dirige el maestro Enrique Abraham Vélez Godoy. En el concierto estarán distinguidas personalidades del mundo artístico y famosos intérpretes, por citar algunos Mirza Maldonado; Paquita la del Barrio; y otras sorpresas que habrá en el concierto.


Sus primeros intérpretes fueron María Victoria y Los Bribones y a nivel internacional Benny Moré la dio a conocer en los años 50 con Mucho corazón, misma que hoy tiene más de 900 versiones en todo el mundo. Sus canciones están presentes en las películas Santitos, Sexo, pudor lágrimas, Tívoli, La señorita y Los reyes del mambo, entre otras.

Las canciones de Ema Elena Valdelamar se impusieron en el gusto del público y son emblemas del repertorio sentimental de los mexicanos, pues tan solo Cheque en Blanco y Mucho corazón acumulan más de 900 versiones..

Homenaje a Ema Elena Valdelamar, con la Orquesta Filarmónica de las Artes e invitados, se realizará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el sábado 16 de febrero, 19:00 horas.

Admisión: Luneta Primer Piso Central y Palcos: $300.00; Primer Piso Lateral: $250.00; Anfiteatro: $200.00; Galería: $150.00, 50 por ciento de descuento para estudiantes, maestros, militares e INAPAM con credencial.

A continuación, una de sus canciones más reconocidas:






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13 de febrero de 2013

“PROHIBIDO TIRAR COMIDA A LOS MÚSICOS”: PANCHO VARONA Y ANTONIO GARCÍA DE DIEGO

Por Angélica Jackeline Ferrer Campos
México (Aunam). Es noche de viernes y la ciudad de México se llena de luces, lugares con música viva y cantinas que celebran el fin de semana. No obstante, a un lado del Coloso de Reforma, los bohemios de corazón hacen fila para entrar al Lunario del Auditorio Nacional.

Poco a poco, toman sus lugares. Las mesas están cerca del escenario; esto logra un ambiente de acogimiento. Se convive entre alcohol, alitas adobadas y risas. Mientras tanto, los meseros corrían de un lado a otro para recibir a los asistentes.

Pero la hora ha llegado: las Noches Sabineras iniciaron. Pancho Varona y Antonio García de Diego, aparecen en las pantallas del lugar. Están sentados afuera del Lunario, departiendo tequila y cantando. La gente pasa y se detienen para tomarles fotos. Los músicos se levantan y suben por las escaleras del sitio.

Por fin han entrado a la zona donde está el escenario. Saludan al público, que les aplaude de pie; Varona y García de Diego se disponen a tomar sus guitarras. “Buenas noches. Gracias por estar aquí y no en el concierto de Luis Mi”, dice Pancho Varona mientras la gente se ríe y los vitorea.

Ocupen su localidad y presten todos atención

Las luces iluminan a los músicos. El fondo del escenario son dos ventanas que permiten divisar un árbol; esto le da un toque aún más acogedor. La gente grita cuando distinguen Más de cien mentiras. El show comienza.

“Tenemos Venecia, tenemos Manhattan, tenemos cenizas de revoluciones… Más de cien palabras, más de cien motivos para cortarse de un tajo las venas. Más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena”, corean a todo pulmón, tal y como lo hicieron en las presentaciones de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat a finales del año pasado en el Auditorio Nacional.

El momento de la catarsis emocional llega con Corre, dijo la tortuga y continúa con El blues de la soledad (o aún me sé nuestra canción). “Dicen que el blues es un estado mental, un manual para aprender a llorar, la banda sonora del desamor, un gato en celo oculto en un callejón. En el mismo club al calor del blues
de la soledad, la lluvia nos ha vuelto a juntar.” Antonio García de Diego toca el teclado y refleja el dolor expresado en la letra.

Mujeres fatal

Pancho Varona explica antes de entonar Peor para el sol, que Joaquín Sabina la compuso pensando en un diálogo entre una mujer y un hombre. Para esta ocasión, invita al escenario a Mariana Filio a hacer el dúo sobre el encuentro carnal de una pareja de desconocidos.

“Llegó con su espada de madera y zapatos de payaso a comerse la ciudad. Compró suerte en Doña Manolita y al pasar por la Cibeles, quiso sacarla a bailar un vals como dos enamorados y dormirse acurrucados a la sombra de un león. ‘¿Qué tal? Estoy sola y sin marido. Gracias por haber venido a abrigarme el corazón’”, interpreta con voz angelical la cantautora Charlene Arian a dúo con los músicos. El público le aplaude de pie y otros, gritan eufóricos ante la magistral actuación.

El verso inicial de Y sin embargo, lo canta Patricia Peñaloza imitando el tono empleado por lo cantaores en el flamenco. “Eres mi vida y mi muerte, te lo juro, compañero; no debía de quererte, no debía de quererte y sin embargo te quiero”.

Yo escojo cantar con Varona y García de Diego


El momento más esperado de la presentación ha llegado: es hora del karaoke bohemio. Para ello, se anotaron más de veinte personas, de las cuales son elegidas solo ocho para participar en la presentación con los compositores y amigos de Joaquín Sabina. Antes de iniciar, Varona y García de Diego muestran un letrero que dice “Prohibido tirar comida a los músicos”, que provoca las risas de todos. La están pasando bien en la noche bohemia.

El primero en ser llamado a cantar es José Julián. Con el atril frente a él y aferrado al micrófono, canta Una canción para la Magdalena. A pesar de su nervioso, que causa el olvido de la letra de la canción y el temblor de su voz, logra salir invicto de las tablas.

Ana y Ricardo entonan Medias Negras; se nota la complicidad amistosa seguir la letra, parece una reunión entre viejos amigos. “Si en algún paso cebra la encuentras, dile que le he escrito un blues. Llevaba medias negras, bufanda a cuadros, minifalda azul”, cantan entre risas.

La mejor interpretación en el karaoke es la de León. Él, sin necesidad de ver la letra de la melodía, canta con energía a María, la musa de 19 días y 500 noches. El valiente se mueve por todo el escenario y observa al público; provoca cercanía con los presentes, que al concluir su participación, le aplauden de pie.

Esta noche contigo, fue elegida por Eduardo, quien invita a Martha, su exposa, a cantar con él. Ella se resiste y los asistentes gritan “¡Martita, Martita!”; al subir los escalones que conducen al escenario, los hombres chiflan y se emocionan a causa del vestido corto de la mujer.

Ambos tratan de seguir la letra y en el instante donde dice “que se acuerde Cupido de los maridos abandonados”, le grita Eduardo a Martha “¡esta te la tenía guardada!”; Pancho y Antonio se voltean apenados y muertos de risa.

Es la hora de dormir…

Las luces son azules y amarillas. Los músicos vuelven a cantar solos, después del momento embarazoso pasado con Martita, Eduardo y el vestido corto de la mujer. Para aminorar los estragos de esta acción, entonan Conductores Suicidas, melodía que se desprende del disco Física y Química del Flaco.

El amor en sus diferentes facetas se muestran con Amor se llama el juego, cantada por Antonio García de Diego y Contigo, que causa en los presentes la necesidad de alzar los brazos y balancearlos lentamente de un lado a otro, mientras corean. Algunos abrazan a su pareja y otros, se conmueven hasta el llanto.

“Y si protesta el corazón, en la farmacia puedes preguntar: ‘¿tiene pastillas para no soñar?’… si lo que quieres es vivir cien años, no vivas como vivo yo”, cantan todos con gran emoción Pastillas para no soñar.

Pancho Varona pasea por el escenario despidiéndose del público de la primera fila y Antonio García de Diego cambia ligeramente la letra de la melodía al decir “si lo que quieres es vivir cien años, no folles nunca sin condón. Póntelo tu, pónselo tú”. Todos ríen satisfechos y los compositores, músicos y amigos de Joaquín Sabina se despiden del Lunario y del Distrito Federal con un emotivo “¡Hasta pronto!”.






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12 de febrero de 2013

CANTO PARA EL ALBA: AUTE EN EL METROPÓLITAN

Por Nancy Rodríguez
México (Aunam) La marejada de personas estaba inquieta; con ganas de entrar; ansiosa. Las olas se crispaban con las luces de su nombre: Luis Eduardo Aute. El malecón de entrada recibía a los invitados a este cine-concierto en el Teatro Metropólitan.

Una pantalla blanca es lo que se miraba al fondo del escenario. Instrumentos vacíos. Todo listo. La tercera llamada era la clave inicial; las luces se apagaron y junto con ellas los susurros.

Los primeros minutos estuvieron llenos de trazos, secuencias, música, niño, escenas, adulto, miradas, demonios, mar, fotografías, que fueron parte del cortometraje “El niño y el basilisco”. Al concluir los aplausos y los gritos de “eres grande Aute” no se hicieron esperar.

Apareció él. El cantautor filipino creador de este trabajo cinematográfico. Vestido todo de negro, menos los jeans que eran mezclilla azul, se paraba ante un público que lo recibía con gran bullicio. Las primeras palabras, antes de dar comienzo su actuación fueron para ofrecer condolencias a las familias mexicanas que fueron afectadas por el incidente el pasado 31 de enero en la torre de Pemex.

Luis Eduardo Aute hizo su presentación en este escenario mexicano con motivo de presentar su más reciente trabajo discográfico: El niño que miraba el mar. Así que las dos horas y media que duró el evento fueron para presentar las 12 canciones que conforman el disco, bueno, 11 y medía, según el cantautor.

Cada canción nueva iba acompañada con el pensamiento de algún filósofo como Albert Einstein. Letras nuevas como No hay manera o Feo Mundo Inmundo (F.M.I) eran escuchadas por primera vez en los oídos de algunos asistentes; mientras unos pocos las coreaban o las balbuceaban.

Acompañado por su guitarrista Toni Carmona; el tecladista Cope Gutierrez y su corista y percusionista Cristina Narea, alternaron sus participaciones con el artista. En conjunto hacían vibrar con canciones como “Atenas en llamas”, “Prefiero amar”, “Mojándolo todo”. Mientras la alternancia a la par con composiciones nuevas como “Basilisco”, “Las musas”, “Cera perdida”.

El tiempo transcurría entre los acordes, las rimas para el amor, por el amor, para los tintes de sensualidad, las gotas de sexualidad y los mantos de esperanza. “Imaginación” fue dedicada no sólo la concurrencia mexicana que se encontraba ahí, sino también para John Lennon. Los estragos de una ligera gripe se notaban con el correr de las cuerdas; el remedio infalible unas cuantas copas de licor; los ánimos aumentaban y la media noche se acercaba.

“Más que amor, lo que siento por ti, es el mal del animal, no la terquedad del jabalí, ni la furia del chacal...” fue la primera oración que cantó solo Aute, porque el resto de la canción estuvo a cargo de los coros realizado por los asistentes. Y fue así como poco a poco se acercaba el final. Una rosa blanca que brincó dentro de los asientos fue seña de agradecimiento por la participación, sin embargo, faltaba más.

Una despedida insípida, hizo que el público pidiera más. Que quisiera de vuelta al cantautor. Y así fue. Tenía que presentar sus últimas canciones incluidas en su nuevo proyecto: “El niño que miraba el mar” y “La Ley de Galilei” eran las últimas que se necesitaban cantar.

Su voz, una guitarra y sus letras. Esta fue la parte final del pequeño comienzo para muchos. “Gira luna” y “Sin tu latido” fueron de las últimas interpretaciones del poeta, cantautor, pintor y cineasta.

“Al alba”, al alba de la media noche, la voz de Luis Eduardo Aute recorrió cada rincón del elegante Teatro Metropólitan. Sólo su voz, que le ha acompañado en estos 50 años de trayectoria artística, fue necesaria para vibrar, para sentir y para lograr que el público se pusiera de pie. Un telón cayó y con él desapareció el hechicero con su voz.





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PATÁN, PROFESOR EMÉRITO Y POETA

"Mi cuerpo, amor, junto a tu cuerpo herido.
Tu cuerpo flecha que en el viento anida
un intento fugaz de ser hendido
por el ardiente vuelo de otra herida."
Federico Patán

Por Luis Miguel Urbina
México (Aunam). Federico Patán Lopéz llegó a la hora acordada para nuestra cita en un prestigioso café cercano a la avenida Miguel Ángel de Quevedo. Exiliado español y autor del libro de cuentos Encuentros, que mereció el premio “José Fuentes Mares” en el año 2006, es profesor emérito por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 2009, el escritor Hernán Lara Zavala lo describió, en un acto celebrado en la Facultad de Filosofía y Letras con motivo de la presentación de su entonces más reciente libro, Crónicas Literarias, como un hombre tímido, muy puntual, conservador y sin excesos, pero siempre muy agradable.

Y efectivamente, así fue como se mostró en nuestro encuentro concertado desde días antes. Patán, como si hubiera planificado su entrada, abrió la puerta del café en punto de la hora acordada. Vestía una camisa verde y un rompevientos color café. Nos saludamos de manera muy cordial y optamos por comprar una bebida para amenizar nuestra charla. A través de sus lentes buscó algo del mostrador y optó por un jugo de toronja. “Ya de por sí tomo mucho café por las mañanas”, dijo.

El poeta, novelista, ensayista, crítico literario, y traductor suspiró y sonrió de manera casi imperceptible. Luego de pagar tomamos asiento en una mesa cercana al rincón. “Vivo aquí cerca y vine caminando”, me dijo, como tratando de responder a la pregunta que me formulaba en mis pensamientos.

Destapó con premura su jugo y dio lentos sorbos, preparándose para la larga charla que tendríamos. Mientras bebía, pude percibir su mirada puesta en mí, seguramente analizando qué clase de preguntas podría yo realizar. Terminó sus sorbos para responder a la primera interrogante que habría de hacerle y que iniciaría la charla que aquí se presenta.

Llegada a México y niñez

Mis padres llegaron en 1939 como exiliados políticos. Yo tenía unos dos años cuando desembarcamos en el puerto de Veracruz. Para entonces la Secretaría de Relaciones Exteriores, encargada de los exiliados, nos mandó a Chihuahua porque allá había trabajo. Vivimos ahí un par de años y después nos mudamos a la capital del país. Una vez aquí, un amigo de mis padres, también exiliado, los invitó a Perote, Veracruz, a ayudarlo a dirigir un restaurante. Así terminé en Perote y comenzó mi vida en México.

De niño y adolescente era muy retraído. Tenía muy pocos amigos y casi todo el tiempo lo dedicaba a leer. Me gustaba ir al cine, pero más me gustaba leer. Trataba de conseguir novia, pero era muy difícil. Era un tipo tímido. No sabía que me iba a gustar ser profesor, ni siquiera pasaba por mi mente.

Ya de regreso en el Distrito Federal, vivía en la calle 5 de Febrero en el Centro Histórico, me cambié de casa hasta un año antes de casarme; también aquí comencé mi vida estudiantil, en la primaria iba al colegio Hispanomexicano. Después hice la secundaria y la preparatoria en colegios del gobierno; en la secundaria número siete y la preparatoria número tres. La carrera en la Universidad Nacional. Todo esto porque estábamos escasos de dinero.

Era buen estudiante de todo, menos de las matemáticas. Es una leyenda negra: elegí letras porque no hay números -Patán ríe para luego dar otro pequeño sorbo. Su cabello, blanco en su totalidad hace juego con su pequeña sonrisa. Hasta el momento había respondido a todas las preguntas casi impávido-.

Ya desde entonces leía a Julio Verne, Alejandro Dumas, y nada que fuera serio porque me aburría. Tenían que ser novelas de aventuras. Había películas en serie en las que cada semana uno sólo veía un capítulo de la serie, y para ver toda la película tenían que pasar 15 semanas. Yo era muy tímido y sabía que nunca iba a tener una aventura de ese tipo, por eso me encantaba leer sobre aventuras.

Las aventuras ¿había mujeres ahí?

Me dijeron que para escribir poesía tenía que estar enamorado. Entonces me enamoré de una muchacha llamada Concepción, que era hermana de un amigo mío, y le escribí varios poemas que afortunadamente desaparecieron. Fue su culpa haberme lanzado a la poesía. Cuando uno se enamora acaba haciendo versos, pero nunca fue mi novia.

Bueno, cuando iba yo en sexto de primaria tuve que escribir un poema escolar sobre el nacimiento de Benito Juárez. Escribí una cosa que sólo recuerdo era espantosa, pero me gustó la idea de escribir poesía. La poesía, como escritor, es lo que más me llama.

Licenciatura

La decisión de estudiar Letras Modernas fue muy sencilla, siempre me gustó la traducción. En el año de 1967 fui a Jalapa a hacer un examen para ver si me daban libros por traducir en la universidad Veracruzana. Me hicieron un examen y me dijeron: “Esto es una infamia, está llena de errores tu traducción.” Iba a agarrar mi saco y a irme todo moroso a México cuando me dijeron: "Pero hay talento." Pulimos las cosas malas y se quedaron las buenas. El libro nunca salió, pero cuando tuve que decidir qué estudiar me dije: ¿Quieres ser traductor? Estudia Letras Inglesas. Eso te da dominio sobre el idioma y te da amplio conocimiento sobre la literatura.

¿Ser exiliado modificó su decisión?

Bueno, tenía que decidir como exiliado qué estudiaba: literatura mexicana o española. Como no podía decidirme, agarré Letras Modernas como excusa, pero la única verdad es que yo quería dominar el inglés y dedicarme a traducir.

La afición por traducir surge cuando tenía como 10 años. Había una serie de novelas que leía cada semana. Un día quise leerlas en inglés y no pude. Entonces me dije a mí mismo que tenía que aprender inglés o en su defecto a traducir. Al traducir siempre tendría que leer literatura y estaría inmerso en lo que me gustaba.

Crítico literario de primera calidad, Federico participaba de manera semanal en el suplemento cultural Sábado (que dirigía Humberto Bátiz) del viejo Unomásuno, donde reseñaba con pulcritud un libro semanal.

También fui a Trillas porque escuché que necesitaba un traductor y me aceptaron. Traduje para Trillas cerca de 40 libros, todos de psicología y sociología. Años después, y quizá a modo de broma, me dijeron que mis traducciones eran malas porque los originales estaban mal escritos. Fue mi primer conflicto; yo como traductor no puedo mejorar ni editar ni hacer nada con las obras. Tuvimos un agarrón y como consecuencia de eso me fui al Fondo de Cultura Económica, donde traduje otros 40 libros. Ya para entonces era profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, y dejé de traducir como modo de ganarme la vida.

El oficio de escribir, un acto íntimo




Y en su propia obra ¿escribe para algún tipo de público?

Nadie escribe para todo público. Escribo para un público de cultura media que pueda entender los problemas que planteo en mis cuentos, pues me gusta encontrar tramas que no sólo mantengan intrigados al lector, sino que también digan algo, y el verdadero encanto radica en cómo lograrlo.

¿Llega a encontrarse con libros suyos en las librerías? ¿es cierto que los novelistas sufren con los ingresos?

No me topo con libros míos, y si llego a hacerlo me decepciono, pues sigue el mismo número de novelas ahí que en un principio. No soy autor famoso ni reconocido por los lectores, pero eso no quiere decir que los novelistas se mueran de hambre. De ejemplo tenemos a Fuentes, a Vargas Llosa y al ahora tan sonado Bryce Echenique. Ellos venden lo que quieren.

Yo le doy mis escritos a la editorial y ella se encarga de todo lo demás. Yo soy incapaz de promover mi libro. Es quizá parte de ese retraimiento del que hablaba. Creo que si son buenos se van a vender solitos, y si son malos, qué bueno que no se vendan.

Cuando se publica mi primera novela, el Último Exilio, era la quinta o sexta que había escrito, las otras cinco las destruí porque me parecían muy malas. Fue la quinta la que me publicaron, pero esto de eliminar cosas de las que no estoy convencido ocurre todo el tiempo. Un buen escritor elimina mucho de lo que escribe.

Además, creo yo que todo se escribe en la reedición. La primera edición de un texto es materia prima para trabajar. Después hago cambios profundos con las ideas que me caen de todas partes.

¿De dónde llega la inspiración?

Llega de muchas partes y a causa de miles de motivos. Hay cosas que escribo de las que no me doy cuenta. Muchos me dijeron que mi generación, por ser de exiliados políticos, escribimos mucho sobre el mar, y yo les dije que estaban locos. Al asomarme a mi obra me di cuenta que era cierto, hay mucho mar. En parte es porque se me quedó de niño ese cruce del atlántico que realicé en mi exilio.

Yo en las novelas, lo que me ponía a estudiar, era ver hasta dónde una persona es responsable de lo que le pasa. Entonces la pongo en situaciones donde tienen que tomar decisiones. Escribo sobre cómo esas decisiones afectan la vida. Eso es en las novelas. En los cuentos escribo con argumentos un tanto más fantásticos, ya no en el terreno de lo cotidiano como en las novelas.

Se puede sacar un argumento para un cuento de manera diaria. Abran el periódico y ahí hay material para hasta 20 cuentos. De ahí vienen mis argumentos para un cuento. Algunas otras veces vienen de charlas o de mi propia imaginación, pero de todo, lo más íntimo está en la poesía.

Eso se relfeja en la forma de trabajo: todo lo hago en computadora menos la poesía. La poesía aún la hago a mano porque toca fibras más íntimas y alcanzo mayor conexión con el texto. Los poemas llegan de los sitios más raros. Los poemas brotan, yo no sé de donde vienen. En cambio la narrativa la pienso, la medito, la edito y la enriquezco.

El oficio de escribir es un diálogo íntimo entre escritor y texto. Cuando empecé a escribir el Último Exilio llevaba unas 20 hojas cuando el texto me dijo que no era cuento, que era novela. Después de un largo tiempo opté por hacerla novela.

El andar de un profesor

En Marzo del 69 me recibí de Maestro en Lenguas. Una semana después me llamó la jefa del departamento de Letras Modernas. Yo le dije a mi esposa que quería vivir del periodismo, pero me ofrecieron la clase de literatura inglesa del 20, y a mí me encanta ese periodo. Una semana después estaba dando clases y ahí me quedé.

El ser maestro es una de las cosas que más me ha satisfecho en la vida. La primera clase estaba muerto de miedo, pero me encantó ver cómo descubren los alumnos la literatura y qué es lo que les entrega. Me encanta poder ayudar a que los jóvenes consigan esto. No he dejado de dar clases desde entonces.

La UNAM me permitió ser lo que soy. Soy profesor porque la Universidad me formó como profesor. Hoy cumplo con mi deber como universitario y le pago de vuelta. Y a través de la literatura y la enseñanza sigo sumergido en mi mundo.

Cuando me informaron sobre mi emeritazgo, lo primero que pensé fue en colgar el teléfono porque se me iba a caer. Yo no me lo creía. Me siento muy distinguido porque mi Universidad me concedió el título de profesor emérito. El Profesor Emérito es una distinción de la Universidad a los que han dedicado su vida a la enseñanza. Es decir, me crea como profesor y encima me premia por serlo, está a todo dar. Ahora que si eso significa profesor viejito que ya debe retirarse para dedicarse a otras cosas, pues entonces no.

¿Hay algo de lo que no haya escrito Federico Patán que aún lo inquiete?

Siempre hay razones que empujan a escribir algo. El día que no sienta inquietud por escribir estaré en un ataúd. Escribir es parte de mi cotidianidad, pero como profesor universitario tengo que hacer investigación, de ahí mis cuatro libros de ensayos. Ahora estoy trabajando sobre un libro de cuentistas mexicanos. Ya tengo muchos ensayos que están por conformar un libro. Sólo resta el prólogo, y ver en qué orden los coloco. Combino lo académico con lo periodístico.

Actualmente, además de un libro sobre cuentistas mexicanos, me documento para escribir un capítulo bajo petición sobre la vida de Angelina Muñiz-Huberman, quien también pertenece a la generación del exilio.

Para terminar profesor, ¿cuál cree usted ha sido su más grande aventura?

La vida es una novela. Puede ser de acción, porno, de aventuras, pero la mía es muy aburrida. Si realmente quieren dialogar a profundidad conmigo, lo pueden hacer con mis libros. Es ahí donde están mis verdaderas aventuras.





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11 de febrero de 2013

EL CANTAUTOR QUE MIRABA UNIVERSITARIOS: TERTULIA CON LUIS EDUARDO AUTE

“Y daría lo vivido
por sentarme a su costado
para verme en su futuro
desde todo mi pasado...”
L.E. Aute
Por Nancy Rodríguez Medina
Fotos: Gabriela Galván
México (Aunam) Un intento de lluvia no hizo que nadie desistiera de la idea de marchar. Al pie del Flores Magón diversos estudiantes, no sólo de la UNAM, esperaban el acceso para escuchar la Tertulia, organizada por los alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, ¡Ven a charlar con Aute!

La espera se hacía cada vez más corta. La ansiedad aumentaba y los asientos disminuían. Por fin, la tercera llamada. El saludo y la gratitud por parte de la comunidad universitaria para con el cantautor filipino. Y ahí estaba, sentado; con un atuendo completamente negro, de pies a cabeza: Luis Eduardo Aute.


“El niño y el basilisco” fue el cortometraje, escrito, producido y dirigido por el también cineasta, presentado en esa sala repleta. Las luces se apagaron y sólo un proyector y pantalla se quedó ante la vista del público. 18 minutos de pura creación “autiana”. Los aplausos cimentaron el suelo.

El mediador entre el artista y los asistentes fue Napoleón Glockner. Quién rompió el hielo para dar comienzo a la tertulia universitaria. El niño y el basilisco es un trabajo inspirado en un fotomontaje realizado por sus hijos. Un retrato de “yo y yo mismo”, según Aute. De esta manera también da título a su nuevo trabajo discográfico: “El niño que miraba el mar”.

La primera parte de la tertulia consistió en la explicación de su trabajo. El concepto que maneja Aute con respeto al niño, por qué un basilisco, miradas, vida y muerte. Mismo trabajo que duro 6 meses de producción a lado de su hijo Miguel, quien fue el ayudante principal.

En cuanto a destacar su trayectoria como cantautor, Glockner asevero que el artista filipino ha generado todo un movimiento con respecto al grupo de cantautores. Aute precisó que no le agradaba la idea de saberse maestro, sino que era un aprendiz, que siempre descubre cosas nuevas. Lo importante para él es hacer lo que hace, lo mejor posible.

En cuanto a la imagen de México, Aute, al igual que André Betron, calificó a México como el país surrealista por excelencia. “El país más enloquecido…, donde ha ocurrido de todo, pirámides, películas de Iñarritu, Frida Kahalo, Zapata, La Revolución, la marihuana, el tequila, las canciones rancheras, Octavio Paz, Juan Rulfo.” Así fue como enumeró lo más icónico de nuestro país. Destacando que es aquí donde está hecho el mestizaje. Y con todo esto, el filipino ya encaja, según él.

En su opinión, con respecto a los movimientos que realiza la juventud en todo el mundo, el también pintor mostró simpatía. Para él, estos momentos son de “crack”, en todos los sentidos. El colapso y detenimiento que han tenido estos grupos, como lo son “Los indignados” en España o “#YoSoy132” en México, no son sinónimo de fin, sino de un tiempo para resurgir. No todo está perdido para el cantautor; ya que la juventud sabe qué es lo que no quiere; de esta mena el mundo se puede salvar.

Al momento de hacer la interacción con los asistentes, hubo quienes expresaron su admiración; los que declararon su desvelo a su lado; los que cuestionaron su trabajo. Respuestas largas, complejas, llenas de conceptos fueron parte esta tertulia. El traslado de sus letras en palabras, en creencias de él mismo; así esa tarde que concluyó minutos antes de las 20 horas. El cantautor miro esa sala llena de universitarios y se despidió.









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