PRÉSTAME TU PIEL: EL ARTE DE APRENDER A TATUAR


Por Andrea Stephanie Espindola González
México (Aunam). El tatuaje se ha transformado a lo largo de la historia. Significados, diseños y colores han variado con el tiempo y con ello también las técnicas de su aplicación. Hoy en día, más del 16 por ciento de la población mundial tiene un tatuaje. De un rito tribal pasó a una explosión cultural. El legado y métodos antiguos que ahora los artistas llevan hacia el futuro, ha llegado hasta la profesionalización de esta labor. Aunque existe el riesgo de contraer infecciones, los materiales y condiciones de sanidad adecuados, pueden evitar estos riesgos.

Guillermo Leonel ha utilizado su piel como lienzo en tres ocasiones. La pluma que parece flotar sobre su hombro derecho reafirma la libertad que posee el ser humano. El nombre de su madre en el pecho es símbolo del amor y la fuente que le dio la vida. Su pantorrilla derecha tiene dibujadas cuatro calaveras, cada una representa a los miembros de su banda de hip hop.

La historia de Héctor Manuel es diferente. El deseo de conmemorar acontecimientos significativos lo llevó a dibujar permanentemente su piel. Su brazo izquierdo tiene plasmado un guerrero azteca que, además de ser “de nuestra raza”, le recuerda que los obstáculos se superan si se está en constante lucha.

Para ambos jóvenes de 20 años, tatuarse en casa no resultó un riesgo ni mucho menos la posibilidad de contraer una enfermedad, ver los trabajos de los tatuadores los llevó a considerar que el valor simbólico era lo más esencial en detrimento del lugar.

Un rito ancestral

Tatuar la piel es un rito antiguo practicado en todo el mundo, cada cultura poseía sus propias técnicas de elaboración; la mayoría, además de ser rudimentarias eran muy dolorosas. Aquí algunos ejemplos extraídos del documental “Los secretos del tatuaje”: el estilo tradicional polinesio era a base de utensilios de hueso animal y madera, un palo era utilizado a modo de martillo para golpear la piel una vez que estaba empapado de tinta.

La cultura japonesa se caracterizaban por usar una especie de aguja hecha a mano, llamada nifo, cada nifo tenía de 30 a 40 dientes finos que rasgaban la piel y la rellenaban con tintas.

Al igual que los japoneses, los hindúes realizaban sus tatuajes a través de una aguja e hilo que eran mojados con tinta, después la introducían en la piel simulando coserla, los restos de la tinta se dejaban en la capa secundaria de la piel, la dermis.

En las cárceles, esta labor artesanal rebasó los límites del riesgo, como sucedió en el Penal de Maricopa en Phoenix, Arizona, donde a partir de máquinas improvisadas se introducía a la piel un clip con tinta, propiciando que se propagara el Sida entre los presos, ante la falta de salubridad en el proceso.

Fue hasta 1891 que Samuel O´Reilly patentó la primera máquina eléctrica para grabar el cuerpo, al tiempo que abrió en Nueva York el primer local para realizar tatuajes.

Una práctica actual

Hoy en día, la práctica de marcar la piel con máquinas improvisadas continúa debido a su popularidad. En contraste, en México se han creado instituciones que capacitan a personas que quieran aprender el arte del tatuaje, dichas escuelas aportan los conocimientos necesarios en sanidad, material y diseño que forman a dermografistas artísticos profesionales.

Uno de ellos es el Instituto de Investigación y Capacitación en Micropigmentación (I.In.Ca.Mip), que abrió sus puertas en mayo de 1996, lo cual la convirtió en la primera sede de micropigmentación en México; además, está registrada ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

En entrevista, el director del mencionado instituto, Héctor Guisa de Alba, certificado en Estados Unidos por la Society of Permanent Cosmetic Porfessionals, declaró que en un principio su escuela causó disgusto entre los tatuadores, pues se sintieron agredidos al tratar de escolarizar una labor que ellos adquirieron de manera empírica.

El temario del curso que ofrece esta academia incluye la historia y desarrollo del tatuaje, legislación mexicana, sanidad en tatuaje corporal, pigmentología, alergias, la piel, mobiliario necesario, herramientas a utilizar, tipos de máquinas; calibrar y sujetar, diseños, esténcil, sitios anatómicos para tatuar, arte delineado, sombra, color, cover up, vendaje, cuidados y práctica.

El costo es de 5 mil 220 pesos con duración de una semana, y se otorga el diploma de Técnico profesional en tatuaje corporal, empero, Héctor Guisa explicó que la inversión es menor pues los precios de los tatuajes varían según el grado de complejidad y si son hechos con tinta de color o negra, en promedio, el mínimo del costo por un dibujo de este tipo va de los 400 pesos hasta los 1800 en una sesión de cuatro horas.

“En el I.In.Ca.Mip se desecha la idea del aprendiz que es utilizado como un “sirviente del tatuador” que aprende viendo el trabajo del mismo”, señaló el titular de la institución. Su método de enseñanza se basa en un curso de bioseguridad que les explica las medidas sanitarias que se deben de tomar para protegerse contra infecciones y enfermedades.

Al respecto, el doctor Gilberto Santa Rita Sánchez, especialista en Medicina Interna del Hospital Ángeles del Pedregal, aseguró que las infecciones propensas a partir de la realización de un tatuaje “dependen totalmente del cuidado higiénico de quien realiza el tatuaje, la esterilidad o contaminación de los instrumentos o materiales”.

Posteriormente, a los alumnos del I.In.Ca.Mip se les imparte el curso de primeros auxilios que les permite ver cómo reaccionar en caso de que existan complicaciones con los clientes, las cuales pueden ser desde irritaciones por sensibilidad en la piel hasta la alteración del sistema nervioso.

En este sentido, Oscar José Salinas, Químico Farmacéutico Biólogo por la UNAM, declaró que las tintas para tatuar elaboradas a base de metales como el cadmio o el cobalto, pueden causar envenenamiento, esto debido al alto grado de oxidación del metal.

El envenenamiento se produce cuando el material de la tinta sustituye un metal que el ser humano tiene, como el potasio, por ejemplo, “causando dificultades en la vías respiratorias o algunas veces se depositan en órganos vitales como el hígado y deja de funcionar, al tiempo que se afectan otras partes del cuerpo, esto también puede suceder en los riñones, pulmones, o la piel”, explicó.

Lo graves es que son problemas asintomáticos, no se presentan indicios de alerta, “uno se da cuenta hasta que está ya casi del otro lado”, por ello no es recomendable utilizar una tinta a base de estos dos metales, argumentó.

Sin embargo, existen algunos pigmentos hechos a base de magnesio, metal que se consume en diversos alimentos, “ahí no tendría tanto problema” pues el cuerpo los asimila de mejor manera, explicó el especialista. A diferencia de las tintas con base en metales, las vegetales son menos dañinas ya que se disuelven en el organismo, “lo que sucede con este tipo de sustancias es que el tatuaje requiere de constantes retoques”, aclaró.

La hipersensibilidad es otra de las posibles reacciones, es decir, el enrojecimiento de la piel, hinchazón e incluso comezón, por lo que el experto recomienda las tintas de henna, aunque se desechen rápidamente del cuerpo; así como el uso de tintas vegetales que el organismo asimile de mejor manera y evitar las infecciones que pueden derivar en la muerte.

Aprender a tatuar

Letras árabes en color negro adornan el oblicuo izquierdo de Yamil, joven estudiante de ingeniería mecánica en Ciudad Universitaria; él acudió al estudio “Kaustika”, ubicado en Miramontes para plasmarse su nombre. Los motivos por los que decidió acudir a este local fueron las reglas por la que se rige el mismo; entre ellas, concretar una cita antes del día de la aplicación. Una vez que el momento llega, debe llenar un formato en que se les cuestiona sobre padecimientos, alergias o enfermedades.

Tras concluir el llenado, Yamil escucha a Poncho, el tatuador quien le platicó lo que iba a sentir, “si en algún momento no aguantas el dolor, dime, pero que no te muevas”. El paso del rastrillo por el área a tatuar aumentaban el dolor y la satisfacción que estaba a punto de experimentar.

Después siguieron indicaciones de cuidados específicos como lavar una vez al día con jabón neutro y colocar una pomada especial para la cicatrización.

Yamil aseguró que antes de tomar una decisión se informó sobre las condiciones necesarias en que debía realizarse el tatuaje y por ello decidió acudir a este local que cumple con las medidas necesarias de protección, establecidas en el Distrito Federal por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), la cual se encarga de la regulación de los establecimientos que se dedican a este tipo de actividades.

En el artículo 224 bis 1, del Reglamento de Control Sanitario de Productos y Servicios señala que “los tatuadores, micropigmentadores y perforadores, para la prestación de sus servicios, deberán contar una tarjeta de control sanitarios, la cual tendrá vigencia de dos años, contados a partir de la fecha de su expedición”.

El trámite consiste en llenar la documentación que se proporciona en la página de la comisión y realizar el pago de 4 mil 84 pesos. Las oficinas de atención y recepción de papeles de la COFEPRIS se encuentran en la calle Oklahoma número 14 colonia Nápoles delegación Benito Juárez, frente al World Trade Center.

Tatuador street VS tatuador profesional

En el curso que ofrece el I.In.Ca.Mip también se retoman las enseñanzas en la parte técnica, en este ámbito, el encargado de impartirla es Miguel Ángel Rivera, quien se inició como tatuador profesional en 1991. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM las licenciaturas de Diseño Gráfico y Artes Visuales, pero decidió dedicarse al arte de pintar sobre la piel porque la satisfacción que recibe tras marcar a una persona no se compara con nada, aseguró.

Profesor desde hace ya siete años, Mika, conocido así en el ámbito del tatuaje, ha realizado trabajos a luchadores profesionales como el “Pirata Morgan”, “Mister Águila” y “Halloween”, además, trabaja actualmente en “Dolce Vita”, y se dedica al diseño de máscaras de lucha libre.

Miguel Ángel opinó que la preparación es esencial, “la tecnología y el estudio son la base de todo”, declaró. Cada vez hay mejores máquinas y tintas de calidad, junto con los conocimientos técnicos y artísticos se puede ser un profesional del tatuaje corporal en un año, comentó.

Abraham, llamado por los que lo conocen como “Verso”, inició en el arte de tatuar con la convicción de que eso era lo que quería hacer el resto de su vida. Fue en Tijuana y Sonora, donde acompañado por sus amigos, aprendió a tatuar de manera tradicional e informal. La profesionalización llegó cuando consideró que era importante adquirir los conocimientos de las normas de sanidad y para estar certificado como tatuador profesional.

En relación a las escuelas que se dedican a la preparación de tatuadores, opinó que “están bien tanto que potencializan las capacidades de las personas y no limitan el desarrollo de las mismas”. Además dijo que “en esta profesión todos los días se aprende”. Finalmente “Verso” declaró que “la expresión y el cuerpo son libres, cada quien es dueño de su piel”.

German Arturo, con 34 años de edad, se considera un artista street, comenzó por observar dos semanas a un amigo y primero se dedicó a realizar perforaciones; después, lo único que necesitaba era “que se prestara la piel” y “gente que lo apoyara”, declaró.

“Yo aprendí a tatuar en la calle”, de ahí que su opinión respecto a las escuelas que se dedican a la enseñanza de este arte, sea que “si tienen la oportunidad de hacer las cosas bien desde el principio que lo aprovechen”.

Tatuaje, riesgos y mitos

Uno a uno los dedos de la mano izquierda se introducen en el guante de látex color negro. Los frascos descansan sobre la mesa, contienen sustancias en color rojo, amarrillo, rosa y morado; también hay un par de recipientes con etiquetas que dicen “antibenzil” y “gilocaina”. Cubrebocas, máquina de bobina para tatuar, agujas, un tubo desechable, todo está listo para que Mike tatúe a “La Naye”.

Toma un esténcil, un tipo de calca transparente, en él traza el diseño que su clienta quiere. Moja un algodón con alcohol y limpia el hombro izquierdo de Nayeli. La expresión de los ojos de la chica se prolonga cuando Mike pega el esténcil en su piel y le pregunta si el dibujo está bien.

La máquina comienza a accionar la aguja que va de arriba hacia abajo, la velocidad aumenta en cuanto toca la dermis. Pequeños destellos de color rojo se notan sobre la piel de Nayeli, es la sangre que resulta de la herida producida por los piquetes.

Atento y detallista en el tatuaje, la mirada de Mike es inamovible al diseño. Cada determinado momento limpia la punta de aguja para tomar más tinta. Sin perder la concentración comenta que la inquietud movió sus sentidos para iniciarse en el oficio de tatuar.

Mientras tanto, Nayeli, con sudor en la frente y las pupilas dilatadas, expresa el dolor provocado por los numerosos piquetes que introducen el color morado y negro, pigmentos que conforman las líneas mixtas y flores que serán su tatuaje.

Con sólo dos años de experiencia, Mike tatúa en su casa, su “estudio improvisado” como él lo llama. En él cuenta con un book de referencias y material desechable que le permiten realizar su trabajo.

“Desgraciando amigos” es como se perfecciona el arte de tatuar, ir a una escuela no te garantiza ser un buen tatuador asegura. Él no asistió a ninguna instancia capacitadora, la experiencia la adquirió en la práctica. La pasión y el deseo de hacer bien las cosas no son aspectos que una academia te enseñé, argumentó.

Fueron conocimientos esenciales en asepsia lo único que tuvo que estudiar para no perjudicar a los clientes. Finalmente un tatuaje es una cicatriz, y como tal requiere cuidados específicos. Un buen tatuaje es de dos: el tatuador y el buen cuidado por parte del tatuado.

Por eso Mike concluye que no hay otra forma de aprender más que tatuando, “Lo podrías saber en teoría pero si no lo aplicas nunca vas a perfeccionarlo”, comenta.

Son las 7:00 de la noche y ha terminado de tatuar a Nayeli. La limpieza de la máquina es lo primero que realiza Mike al terminar, seguido de la eliminación de los materiales desechables.

“La Naye”, quien ahora posee cinco tatuajes, más que preocuparse por la posibilidad de contraer una infección, se despide con una sonrisa y sudor en el rostro, quizá contenta por el resultado pero adolorida por el procedimiento.

El mito que existe entre los tatuajes y las infecciones o enfermedades se ha convertido en una generalización que queda poco esclarecida, comenta la doctora Maritza Martínez, encargada del Banco de Sangre del Hospital Ángeles del Pedregal, pues, aseguró, la infección o enfermedad sólo se contrae con el desaseo o contaminación del material.

Además, declaró, en entrevista exclusiva, que “los tatuajes no traen consigo ninguna complicación a menos que el material esté infectando y entre en contacto con el torrente sanguíneo”.

Del mismo modo, expresó que las tintas para elaborar tatuajes tampoco crean enfermedades, sino que depende de cada persona y las alergias que padezcan.

Además, dijo que los casos con que se ha encontrado derivan en no llevar a cabo la asepsia apropiada, es decir esterilización del material con equipos adecuados, que en casa no es posible tener, y no proporcionar las indicaciones pertinentes para el cuidado de la herida.

Aunque no ha recibido casos de Sida o hepatitis, aseguró que sí los hay, y que las estadísticas los demuestran. “A pesar de que los establecimientos ya están más controlados, y necesitan tener una licencia para asegurar que no le van a causar daño a la persona que se lo hacen sigue habiendo casos”, argumentó.

Las últimas cifras que arroja el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida, en su Resumen de la Vigilancia Epidemiológica del Registro Nacional de Casos Sida, actualización preliminar hasta la semana 52 del 2012, señalan que en este último año se presentaron cuatro mil 598 nuevos casos de este virus.

Desde 1983 hasta 2012; dos mil 896, de los 160 mil 864 casos, fueron infectados por la vía sanguínea.

En cuestión de donar sangre, la encargada del Banco de Sangre explicó que las personas que cuentan con algún tatuaje deben ser canalizadas durante todo un año, después de que se lo efectuaron, para comprobar que no se contaminaron durante la realización del mismo.

Incluso, si es que la persona tuviera una infección, no es sino hasta la quinta o sexta semana que el virus se gestó cuando es plausible detectarlo en un estudio.

La gravedad de algunas enfermedades como la hepatitis recae en que “son infecciones que pasan desapercibidas, ya que no presentan un cuadro agudo”, comentó.

Finalmente, la doctora Martínez explicó que las limitantes presentadas por las personas infectadas, son donar sangre, llevar una vida sexual controlada, y la prohibición de diversos alimentos que derivan en una dieta balanceada.

A su vez, la dermatóloga Angélica Berrón Ruíz, dijo que los pigmentos que utilizan los tatuadores crean reacciones alérgicas principalmente, “la reacción es individual, depende de cada persona y qué tan sensible es a lo que le aplican”, apuntó.

Declaró que pueden adquirirse infecciones locales como piodermis, un tipo de infección en la piel que se propicia por una bacteria; o virales como verrugas o molusco, e incluso infecciones sistémicas como hepatitis B o C y Sida.

Asimismo, la dermatóloga del Hospital Médica Sur, manifestó que la vía por la que se contraen las infecciones es la ruptura de la piel a través de numerosos piquetes de aguja que atraviesan la capa de la piel llamada epidermis hasta la dermis, invadiendo los vasos linfáticos y venosos.

La importancia de los lineamientos de salubridad son esenciales para proteger la salud de quienes se realizan un tatuaje, para ello, el Código Penal Federal en su capítulo primero “Delitos contra la vida y la integridad corporal”, señala en el artículo 130, que se impondrán sanciones de 30 a 90 días de multa si las lesiones tardan en sanar menos de quince días; de seis meses a dos años de prisión cuando tarden en sanar más de 15 días y menos de 60; de dos a tres años seis meses de prisión si tardan en sanar más de 70 días, entre otras.

Consecuencias irreversibles

Héctor Guisa de Alba, además de ser director y profesor del I.In.Ca.Mip, se dedica a la eliminación de tatuajes.

Entre las causales que orillan a las personas tatuadas a recurrir a este método, comentó el especialista, está el estigma que aún existe entre la sociedad sobre las personas que cumplen con esta característica y son asociadas a prácticas vandálicas como robar, secuestrar, o asesinar, entre otras.

Sin embargo, también “hay gente que viene dentro de una lógica consciente, las primeras son mujeres que ahora son madres y deciden quitárselos para no dar una mala imagen a sus hijos. Y otros que son los que ya no lo quieren, que se aburrieron o simplemente ya no les gusta”, expresó.

El resto, acude desesperado, “no encuentro trabajo, quíteme el tatuaje a como dé lugar”, son las principales justificaciones que Héctor Guisa recibe.

La mala elaboración de los tatuajes también conlleva a esta práctica, explicó el director del I.In.Ca.Mip, “algo que ellos querían, que tenía un significado personal, debe ser removido. Claro que tenemos métodos, pero siempre van a dejar una secuela y la secuela más elemental es una cicatriz”.

El método es doloroso y costoso. El número de sesiones varía dependiendo del tipo de marca; someterse a este procedimiento trae consigo “una marca, fea, deforme, y el tatuaje nunca se va a poder quitar al 100 por ciento y mucho menos va a regresar tu piel al estado natural, entonces de igual modo vas a quedar con una marca para siempre”, concluyó.

La regulación y conocimiento actuales permiten que todo aquél que tenga el deseo de pintar su piel para siempre, puede hacerlo con los procedimientos correctos. Conmemorar momentos específicos también significa cuidar la salud.



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