EXPLICA AUGUSTO HERNÁNDEZ IMPORTANCIA DEL AUDIO EN LA PRODUCCIÓN EDITORIAL


Por Carlos Sigfredo Vargas Sepúlveda
México (Aunam). Sonriente. Bailarín y entusiasta. Amable y sincero. Con mirada discreta y boca parlanchina. Acompañado de un bigote grisáceo y de piel morena. Así fue que se presentó el licenciado, productor, director, editor y compositor musical para empresas editoriales, Augusto Hernández Sáenz, en la Máxima Casa de Estudios.

Hernández Sáenz compartió a alumnos de Ciencias de la Comunicación sus experiencias en el mundo de la producción editorial audiovisual y explicó la forma en que se embonan los materiales en esa área, en la conferencia Producción de audio en la creación de un libro.

El productor de Audio Horizonte expuso, entre otros temas, los proyectos editoriales en los que ha trabajado, el audio y la música, el equipo de sonido, el proceso de grabación y producción, los aspectos legales en dichas producciones y el ensamblaje de un proyecto.

¿Cómo inició su carrera en producción editorial audiovisual?

“1969. Me levanto esperando que sea el día. ‘Sí, es el gran día’, me repito. La música, que fue siempre mi pasión, me dará al fin algo a cambio de todo el trabajo. Me contratan para grabar mi primer track en una grabadora de carrete y la emoción no cabe en el cuerpo”.

Desde ese momento, ha trabajado con figuras de la farándula como Manuel Mijares y colaborado con producciones como la caricatura Los defensores de la tierra.

El primer libro en el que participó se tituló Escucha y elabora, en 1991, para la editorial Trillas. Era un proyecto infantil para niños con problemas de audición. Las grabaciones se hicieron, como se dice en el verbo de la grabación, del campo.

“El equipo se dedicó durante cinco meses a grabar en las calles. Juntamos sonidos de policías de tránsito, ambulancias, guitarras, violines, serruchos, perros, del ropavejero y hasta camiones de bomberos en Cuemanco, con una grabadora portátil”. La intención era que los pequeños aprendieran del audio real y no de construcciones. El texto fue un éxito, “el mismísimo licenciado Fernando Trillas me llamó para felicitarme”.

Llegó la segunda gran prueba: le encargaron grabar las voces de un libro en inglés. “Necesitábamos gente que hablara como nativos angloparlantes. Buscamos en escuelas de idiomas: todos hablaban mal. Rascamos y rascamos hasta encontrar a 5 voces. Fue una misión casi imposible, no solo debían hablar el idioma, tenían que cantarlo afinados”; tras esta prueba, el productor audiovisual prendió que ‘‘se tienen que sacar los ingredientes de donde sea’’.

Más tarde trabajó en el libro Método de comunicación asertiva, junto con el locutor, Estaban Silva. Grabaron voces incidentales como los testimonios de jóvenes que leyeron el texto. “Conseguimos otro hit. Vendrían nuevos proyectos”.

Augusto Hernández Sáenz, además, aportó a la cultura mexicana el primer disco de Rap en la historia. Innovador, revolucionario y original, el productor adaptó canciones como El rey de José Alfredo Jiménez a ese género y éxitos como Doña Blanca a salsa.

Asegura que los factores para que un proyecto sea exitoso son cuatro: “Dependemos de un texto que es comunicación visual; del audio que es comunicación auditiva; del equipo de audio; pero sobre todo, de un presupuesto y hay que respetarlo para que la obra llegue a los estantes”.

Es necesario que el libro y el audio estén en armonía, si no es así, el producto se puede vender, pero no es lo mejor. La tecnología con la se cuenta en 2013 ayuda para que los errores que se cometan durante la realización puedan ser corregidos en la última revisión del proyecto.

Los sonidos son intangibles, por ello, hay que tratar con pinzas la edición. Repasar una, dos, varias veces el producto final.

“El audio es un idioma universal y esa es una ventaja, pero debemos ser selectivos en el trabajo. Cuidar todas las partes del equipo. Tener en buenas condiciones el amplificador, el micrófono, la consola de grabación, las bocinas, la computadora y acondicionado el estudio, es básico”.

Augusto Hernández Sáenz afirma que en la producción editorial audiovisual es necesario cumplir las reglas no escritas a “raja tabla”: No salirse del presupuesto, trabajar con el proyecto aprobado y firmado, poner atención en la calidad de audio, cuidar saturación de sonido al grabar y colocar los efectos especiales al final.


Al contratar un locutor, se debe valorar su afinación, la cual es natural y no se puede aprender, el volumen y color de la voz, la dicción y la interpretación. “Además, tener en claro que tipo de voz buscamos, ¿gorditas, medianitas o aguditas?”.

“Si no hay en librerías que tengan el sonido que necesitamos, no nos esperamos a que salga, nos vamos a la calle a grabarlo”.

Al terminar el proyecto, es necesario escucharlo en varias bocinas, no usar audífonos para oír el resultado, descansar cada dos horas durante la edición y nunca pedir opinión de amigos o familiares, ellos siempre dirán “está increíble tu trabajo”.

También resaltó la existencia de aspectos legales que deben cumplirse. Respetar los derechos de autor es esencial si no se quiere terminar en la cárcel. “Siempre pregunto en los exámenes profesionales: ‘me piden hacer un libro con música de Beethoven, compro los discos en Mixup y los uso, ¿está bien porque sus sinfonías son de dominio público?’ (Espera un momento para la respuesta), evidentemente no. Es ilegal. Debe comprarse a la disquera o productora los derechos”.

El último recuerdo

Augusto Hernández Sáenz habló de un proyecto basado en un libro, El genio que nadie llamaba. “Era una obra con ilustraciones extraordinarias que motivaban. Me pidieron que grabara las voces; sin embargo, esto no era suficiente para mí”.
Inquieto, propuso componer los temas musicales y aceptaron. “Al terminar los temas, el libro cambió por completo. Es decir, el audio puede nacer de la obra escrita o viceversa, la obra escrita puede nacer a partir del audio”.

La producción editorial audiovisual le ha permitido estar cerca de su gran pasión: la música. Es un campo de trabajo extenso y tiene mucho futuro para el que se prepara en el ámbito.

“Se necesita un poco de imaginación, jugar a ser niños otra vez, disfrutar las ‘horas de nalga’ al editar y siempre buscar nuevos retos. Llevo décadas trabajando en esto y el ‘adiós’ aún está lejos”.





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