EL INICIO DE LA PASIÓN

Por Itzel Abigail Rivera Suárez
México (Aunam). ¡Trrrrr! Ha sonado el silbato, sale disparado el balón hacia la portería de los blanqui-azules. Comienzan a oírse los gritos entre los jugadores “¡Pedrito, échamela cabrón!” “Tapita, córrele, córrele”. Así es como inicia un partido sobre una chinampa en Xochimilco. Jugadores entre los 12 y 14 años buscan entrar a la semifinal de la Escuela de Fútbol Pachuca-Coapa, misma que compite con otras Escuelas. Aquí es donde comienza la afición.

Los viernes son el día favorito de cualquier estudiante, se avecinan dos días de descanso y dos noches en las que se pretende dormir tarde. Con los chicos deportistas no es así, la cita para ver el resultado de las prácticas de la semana es en la mañana del sábado.


Ni cansados, fatigados o estresados, todo lo contrario. Entusiasmados por divertirse y al mismo tiempo demostrar sus habilidades físicas. No hay miedo de perder o ganar, sólo una incesante adrenalina que corre por sus cuerpos jóvenes, misma que les provoca no querer parar.

Son las 9 de la mañana y el partido de fútbol soccer empieza desde el encuentro de los jugadores. No son extraños en absoluto, son más amigos que compañeros de equipo. Los padres de cada uno están ahí, compartiendo quejas y alegrías de la semana con sus iguales.

Este sábado el lugar del encuentro fue en Xochimilco, el lugar cambia cada fin de semana, para poder llegar hay que transportarse en una lancha. La trajinera sostiene las caras y aventuras de la semana, otras reflejaban un atisbo de sueño y cansancio. Nada que no desaparezca con un buen partido de fútbol.

La chinampa alberga una cancha bien cuidada, es la humedad la que la mantiene tan verde. No tocó el primer horario de los partidos, están jugando otro par de equipos con niños aún más pequeños, entre los 4 a 10 años. Desde esa etapa la pasión es visible.

Palabras de los padres a sus hijos “juegas con todo” “eres el mejor, no lo olvides” y un honesto “te amo, hazme sentir muy orgullosa”. Sería pertinente preguntarse ¿cuál es la diferencia entre un entrenamiento de niños y otro de jugadores profesionales? Claro, desviándose de las técnicas y las ganancias que se obtienen, no ha de ser mucha la disimilitud.

Hay que calentar, un, dos, tres, un, dos, tres. Entre saltos, pequeñas distancias que se corren, sentadillas y estiramientos, el cuerpo comienza a contraerse y aflojar los músculos. La sangre va tomando una velocidad mayor y la concentración en los rostros de los jugadores comienza a ser visible, esto no es un juego, es su pasión.

El equipo contrario, no es tan diferente, también entrena y se dispone a conversar la estrategia que, esperan, los lleve a la victoria. Son apenas unos minutos antes de que suene el silbatazo que dará comienzo al partido. Se forman dos círculos, uno color blanquiazul, otro negro-verde, en ambos cada Director Técnico dicta las posiciones en las que jugarán sus alumnos y las jugadas que ya se han entrenado.

“¡¿Cuál es tu posición Raúl? ¿Cuál? No la olvides! Después de escuchar a lo lejos el regaño del D.T., GOOOOOOOOL, el equipo blanquiazul ha anotado. Las porras, sobre todo en voces de las madres, se escuchan así “Pachuca, Pachuca, ra ra ra”. ¿En qué momento deja de ser un juego? ¿La naturaleza humana incita a pequeños y grandes a la competitividad por igual?

Es ya el medio tiempo y el marcador da 1-0 favor Pachuca, los nervios están de punta. No fue nada sencillo lograr ese gol y los muchachos se notan preocupados al no tener contrincantes fáciles. De éste lado, hasta ahora con la delantera, los jugadores no reciben regaños, sino reafirmaciones al lugar dónde se deben quedar, “respeten sus posiciones, por favor”.

Inicia el segundo tiempo, los del equipo blanquiazul la mayoría de sus jugadores han participado. Los del américa algunos no se han levantado del pasto. La forma en que se dirigen los entrenadores a sus alumnos y cómo los mueven en el campo habla sobre la ideología tan distinta de cada uno. Un “guarden la calma, podemos ganar con los pies en la tierra” viene del D.T. del Pachuca.

Así fue, ganó la Escuela del Pachuca contra la del América con 4-2. Ganar no lo es todo, pero cómo hace feliz. Este, sin saberlo, es probablemente el inicio de algún gran jugador que veremos próximamente en la pantalla. El entrenador dice satisfecho “Nosotros como entrenadores debemos entender el impacto que tenemos sobre ellos, me gusta trabajar con niños porque no están corrompidos, porque juegan con amor”.

Ahora me dirijo a los niños: ¿Por qué el fútbol? –Desde chiquito me lo enseñaron en mi familia y la verdad me gusta mucho. ¿Qué sientes cuando te pega la pelota? -Nada, duele un poco cuando da en la cara pero ni modo, hay que seguir jugando. ¿Lo ves para un futuro en tu vida? –Por supuesto, yo me quiero dedicar a esto. Es difícil pero no me importa, es mi sueño y lo que más quiero. ¿Te gusta tu posición en la cancha? –Claro, es a donde pertenezco.

Así comentan cuatro de los jugadores, con su rostro pequeño lleno de sudor y cansancio pero felices, bien felices por su victoria. Están un poco apenados por las preguntas. Tal vez éste puede ser su primer acercamiento a la prensa, nadie sabe cuántos más tendrán. Mientras tanto, hay que esperar de nuevo a la trajinera que nos lleve de regreso a la tierra, donde los sueños se construyen para hacerse realidad en la cancha.








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