CARPA BLANCA EN CIUDAD UNIVERSITARIA

Por Anabel Lugo Cruz
México (Aunam).Poca difusión y mucho que ofrecer. Sí, esa es una de las mayores contradicciones que presenta la carpa de libros, ubicada frente a la entrada trasera de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La difusión consta de simples “mensajes hormigas”, es decir, mensajes a viva voz, enviados de estudiante a estudiante, de profesor a profesora, de lector a lectora y de cada persona que se interesa por mantener el hábito de la lectura vivo y se esfuerza por no pertenecer al cúmulo de mexicanos que leen sólo libro y medio al año.

Desde luego, su estancia no pasa desapercibida, el blanco de la carpa contrasta con el color verde del pasto. Desde lejos se percibe el andar de las personas que disponen de su tiempo para detenerse a observar detenidamente qué maravilla pueden encontrar entre este cúmulo de libros dispuestos para el lector.

Para comenzar el recorrido no existe una dirección determinada, cada quien establece su andar. Es por ello que mientras los individuos caminan, vigilan el camino, ceden el paso y hacen movimientos veloces para no chocar con las personas que parecen no se detendrán.

Entre el cúmulo de libros

Entre los stands existe una combinación inmensa de títulos, por lo que la vista no se da abasto para mirar cada uno; la formación y compactación de los libros, dificultan la búsqueda inmediata de alguna obra en especial, pero para ello se encuentran los libreros, hombres y mujeres dispuestos a ayudar la consumidor.

Aquí se encuentra de todo un poco, novela, historia, libros científicos, especializados, de autoayuda, algunos para niños, de marxismo y uno que otro de anarquismo, ese vocablo que en la actualidad se le ha cargado de diversas connotaciones, pero principalmente el acto de la violencia como su única finalidad.

Cabe destacar que en este espacio no todas las obras son nuevas, existen algunas muy añejas, manchadas por el moho de la humedad, de la vejez, no obstante, sus pastas y hojas aún muestran que les quedan muchos años de vida, para permitir al lector leerlos sin ningún problema.

Por otro lado, existen espacios donde los libros son amontonados, disponibles para que las personas busquen, desentierren y encuentren aquello que posiblemente venían dispuestos a encontrar. Sobre la torre de las obras se encuentran los grandes letreros formados por una cartulina fluorescente que dice: Todo de a 20 pesos.

Indiscutiblemente, esta combinación de libros viejos y nuevos activa el sentido del olfato, es una rica mezcla de olores combinados con los espacios de aperitivos; se expande por los dos pasillos y envuelve a los andantes que camina dentro de la carpa de libros.

Diversidad lectora

Parecería que este lugar es el punto de encuentro entre la diversidad estudiantil, jóvenes tan distintos en su forma de vestir, pero unidos por un mismo atrayente: la lectura. Aquí no importante que religión profesan o bajo qué ideología encaminan su vida, todos llegan al encuentro con las obras que amenizan su vida, que les generan risas, los hacen reflexionar e incluso imaginar.

Sí, aquí ningún asistente llama la atención del que está a su lado, aquí todos están para disfrutar de innumerables textos, para encontrar lo que tanto buscaban, lo más anunciado y lo más barato que puedan hallar.

No dejemos fuera al profesor que llega con todos los ánimos recargados para comprar o, las personas ajenas a la universidad que han asistido para que su presupuesto les permita comprar más de un sólo libro, porque desde luego esa es la finalidad de los libreros, ofrecer al menor costo sus adquisiciones.

Finalmente, los interesados no dejan de llegar a pesar de la brizna que ha comenzado a caer sobre las Islas de Ciudad Universitaria. A los libreros, este clima los comienza a asustar, expresan que el clima puede ahuyentar a los asistentes y próximos en llegar.

Asimismo, el sonido de las gotas que caen en la carpa, se unifica con el grito de los jóvenes que se encuentran en Rectoría, quienes consignan en coro frases que datan de las luchas estudiantiles en décadas pasadas: ¡Alerta, alerta, Alerta a quien camina, la lucha estudiantil por América Latina!

Entonces los asistentes de la carpa, reaccionan, se desconectan del espacio donde están, levantan las cabezas clavadas en los títulos, escuchan, pero deciden continuar su andar por el espacio de los libros que los atraen y les gritan inconscientemente que se los deben llevar.




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