EL MUNDO QUE NOS ALEJA DE LA REALIDAD

Por Anabel Lugo Cruz
México (Aunam). El maravilloso mundo del libro es una vía que permite a cada autor entrar en contacto con su público lector, y cede a éste último, la posibilidad de sumergirse entre cientos de hojas llenas de pensamientos, descubrimientos, saberes, pero sobre todo, es la llave que hace volar su imaginación.

Desde luego, las posibilidades de mantener contacto con este cosmos lleno de letras son muchas, pero una de ellas se encuentra en la XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM), organizada por la UNAM, en el corazón de la ciudad.

Sólo basta con atravesar la entrada principal de este palacio para inmediatamente ser envueltos por un ambiente colmado de libros nuevos, editores, conferencistas, escritores, entre otros más.

Para poder sumergirse entre un gran número de títulos, las puertas de la feria se encuentran abiertas hasta el 5 de marzo, a partir de las 11:00 am. hasta las 21:00 hrs. Un horario más que adecuado para perderse entre el vaivén de millones de hojas marcadas con tinta y color.

Cuando se está adentro, cada persona comienza su propio andar. Nayeli Valencia, joven universitaria, es una de ellas; camina lentamente, se detiene en el stand de la revista Proceso, observa, pero al parecer nada la convence y continúa su recorrido.

Otros sujetos se detienen a observar con gran asombro, al parecer se ponen a pensar por dónde dar pie a este gran viaje y cómo hundirse entre estos laberintos tapizados por una amplia gama de títulos. Algunos se detienen en los módulos de información para resolver sus dudas y los jóvenes guías orientan con gentileza; en cambio, otros se dejan llevar por su intuición y la intención de encontrarse frente a una nueva aventura.

Parece que algunos individuos tienen un objetivo claro, un blanco sobre el cual fijar su mirada y disparar, no se andan con rodeos. Otros continúan con su andar y es posible que enganchen el primer objeto fijado en su mirar, el cual les ha llamado la atención.

En este momento se puede observar cómo la diversidad humana se entrelaza, distintos rostros, diferente color en la piel; altos, bajos o súper bajos, mujeres y hombres, jóvenes, abuelos y niños, es decir, de todo un poco.

Entre todos ellos es posible ver cómo en algún momento llegan a rozar sus manos u hombros sin intención alguna, otros entrecruzan miradas y las vuelven a desviar, pero no falta aquel despistado que llega a chocar con otra persona por no mirar con atención hacia dónde va.

Editoriales y algo más

Hablemos de los stands de las casas editoriales. Algunos son más grandes que los demás, pero más allá de eso, cada uno cuenta con su propio material listo para satisfacer diversos gustos. No obstante, el complemento esencial de cada uno de éstos son los vendedores, personajes clave que con tan sólo hacer uso de sus estrategias pueden atrapar a todo visitante.

Desde luego, el reconocimiento y el prestigio de las editoriales se puede determinar a partir del número de clientes que acapara, tal es el caso de la máxima casa de estudios UNAM, que en esta ocasión deleitó a los visitantes con más de 40 mil títulos en sólo 39 metros cuadrados.

Según Sergio Vargas, quien desde hace ocho años es integrante del comité organizador de esta institución, la labor de ordenar un gran número de títulos en tan pocos metros cuadrados es una misión muy difícil, pero no imposible, y la muestra ahí está.

Por supuesto, la situación no queda ahí, porque más allá de los libros, también se ofrecen conferencias y mesas redondas, lecturas en voz alta, recitales de poemas, presentaciones de libros, revistas y más, todas listas para el interés de todo lector.

Tal es el caso de la presentación Novedades de la colección de narrativa joven mexicana “Agave”, en donde cuatro jóvenes entre ellos Diana Ramírez Luna, estudiante de la UNAM, mostraron con nerviosismo y emoción, algunas de sus colaboraciones narrativas.

El público consentido

Aunque dentro de la feria se pueden encontrar gustos para cada sector, llama mucho la atención ver que existen un gran interés en el público infantil, al cual se le atrae con libros emplastados de colores, figuras que sobresalen de las portadas, y títulos divertidos donde sólo se debe agregar un toque imaginativo.

A este parte poblacional se le trata de consentir con dinámicas en las que puedan entretenerse a todo motor, de esta forma es posible ver sonrisas de felicidad al saber que se llevarán entre sus manos manuscritos didácticos, divertidos y fantasiosos, con los cuales podrán encontrase en sus tiempos libres.

La emoción que irradian los rostros de los pequeños es contagiosa y permite inferir que cada vez más niños se interesan por estar en contacto con la lectura que en algún momento los trasladará a ese paraíso ideal.

Cuando el tiempo se agota

Al estar inmersos en la feria, pocos son los que se percatan de la hora marcada en el reloj. El tiempo pasa rápidamente y llega el momento en que se ha agotado, los sujetos llevan en sus manos diferentes libros, videos, revistas, separadores o, en su defecto, ideas a punto de plasmar.

El final se aproxima, el cansancio se percibe en los rostros y el lento andar de los visitantes; las puertas están a punto de cerrar, la gente se apresura o detiene sus compras de novedad, la multitud disminuye y poco a poco este lugar se queda sin su esencia principal: los lectores.

Ese mundo dentro del palacio ubicado en Tacuba No. 5 en el Centro Histórico está a punto de culminar y esa satisfacción que se obtiene por sólo 20.00 pesos se desvanece con tal sólo atravesar el portal que nos lleva de nuevo a las andanzas de la gran ciudad.





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