CIUDAD JUÁREZ: EL SUEÑO DE UN ASESINO

Por Gustavo Alfonso Ramiro Juárez
México (Aunam). Ciudad Juárez, frontera con Estados Unidos en el estado de Chihuahua, es el escenario de una de las caras más oscuras de toda la historia de México; su nombre evoca crimen, prostitución, migración, drogas, corrupción, secuestros, pero sobre todo, evoca a “las muertas de Juárez”, jóvenes mujeres que viven vulnerables, primero, por su condición de mujer en una cultura misógina; y segundo, por la precaria condición económica que las fuerza a buscar trabajo en lugares con alto índice de criminalidad, en donde no les es garantizada su seguridad.

Sergio González Rodríguez (Ciudad de México, 1950), es un ensayista, articulista y periodista de oficio, egresado de la carrera de Letras Modernas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre sus más destacadas obras están El Centauro en el paisaje(1992), El triángulo imperfecto (2003), El plan Schreber (2004) y La pandilla cósmica (2005).

Huesos en el desierto (2002), es el producto de más de 10 años de colaboración en el periódico Reforma, a finales de la década de los ochenta hasta principios del nuevo milenio; este trabajo profundiza en el problema de inseguridad que sufren las mujeres jóvenes en Ciudad Juárez, en los asesinatos, las violaciones, la corrupción, la negligencia, la incompetencia y la impunidad; en el manejo que los medios le han dado, en la falta de interés de las autoridades, la negación para recibir ayuda externa, el proceso de investigación y el descaro por su parte al minimizar el problema a pesar de ser evidente y resaltar a todas luces.

González Rodríguez, hace una recopilación de su trabajo periodístico; cada uno de los 18 incisos del libro, es un reportaje a profundidad en sí, reflejan con gran detalle el seguimiento de varios casos; reconstruye la vida de las víctimas antes de morir, en una ciudad que siempre ha sido pobre desde su nacimiento, bares y centros nocturnos de mala nota; música desde la norteña hasta el nuevo género nortec; gente acostumbrada al crimen y a callar la boca cuando lo ven.

En la mayoría de los capítulos se repiten los actores, las autoridades, los presuntos culpables, las víctimas y sus familiares, la escena del crimen, los sospechosos, el proceso indulgente de la investigación judicial; en cada uno se agrega un dato distinto que el lector puede juzgar como evidencia o casualidad, sin embargo, deja en claro la incompetencia de las autoridades, notorios actos de corrupción y una posible colusión entre éstas y los autores de los crímenes.

A casi 20 años de haberse reconocido este problema de seguridad, sabemos más o menos el perfil de las jóvenes víctimas y sobre el modus operandi de los delincuentes, pero en 1993, las investigaciones civiles y periodísticas –como la que nos ocupa- fueron de gran importancia para denunciar el problema, y que las autoridades dejaran de negarlo, también proporcionaron la mayor información a cerca de los crímenes, mientras las investigaciones oficiales, concluían con decir que se trataba de casos aislados, por ello, resalta el valor del trabajo de Sergio González.

Los resultados de las investigaciones periodísticas y civiles, denunciaban crímenes dirigidos hacia las mujeres, se trataba de feminicidios; las víctimas: mujeres jóvenes, la mayoría entre los 15 y 20 años de edad, obreras de las maquiladoras, en situación económica precaria; rasgos físicos similares: complexión delgada, tez morena, pelo largo; la similitud de los patrones continuaba hasta el hallazgo de los cuerpos: la mayoría desnudos de la cintura hacia abajo, con las manos y/o los pies amarrados con los cordones de sus tenis, el resto de su ropa a un lado del cuerpo, con marcas de tortura, mutilación y violación.

Huesos en el Desierto presenta de manera directa y con crudeza varias de las escenas, e incluso, reconstruye con testimonios de quienes las vieron por última vez, los últimos momentos de vida, y gracias a investigación forense, el momento en que las jóvenes fueron victimizadas; si bien tales reconstrucciones llegan a ser muy detalladas, son descritas con un lenguaje austero, casi como un reporte forense, nunca las convierte en escenas de literatura. Quizás lo hace con el afán de que el público tienda a sensibilizarse sobre el sufrimiento de víctimas, amigos y familiares.

Ciudad Juárez es el caso más infame de México, con 4.8 feminicidios por cada 100 mil habitantes, para quienes nos encontramos hacia el sur del país, nos parece un territorio muy lejano, pero en los últimos años, distintas fuentes, organismos e instituciones han colocado a varios municipios del Estado de México –una de las entidades con mayor número de habitantes y contigua a la capital del país- por encima de Juárez; Toluca por ejemplo, con 12.2 feminicidios por cada 100 habitantes, y Naucalpan con 7.3 por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con datos del Instituto Ciudadano de Estudios sobre Seguridad.

A pesar de que se ha hablado bastante de los medios de comunicación y su complicidad para favorecer la imagen del gobierno ante los conflictos sociales, la crítica de Sergio González hacia estos es pertinente; representaron un obstáculo más que una ayuda.

Artículos amarillistas, de nota roja y programas sensacionalistas que hablaban de las ánimas en pena de las muertas de Juárezatrajeron la atención de la sociedad, pero no la atención en la justicia social, en cambio atrajo la atención en el espectáculo, sin mencionar a los medios locales que, en su mayoría actuaban como voceros del estado, sea por miedo o por corrupción. Los medios de la capital, gozaban de mayor libertad para hablar del tema, aunque, como el reportero lo comprobaría, no estaban del todo seguros.

Entre las mayores investigadoras e impulsoras del caso –aún en la actualidad- está la periodista Diana Washington, del Paso Times, constantemente denunciaba la colusión de las autoridades con las organizaciones delictivas; Diana es un caso excepcional y se permitía ese tipo de artículos al vivir del “otro lado”, sin embargo, las amenazas de muerte también llegaron a ella, tal como le sucedería al propio autor, así no los contará en uno de los capítulos.

Uno de los casos más ampliamente documentados en Huesos en el Desierto, es el deAbdel Latif Sharif Sharif, químico de 49 años de edad, de nacionalidad egipcia, contaba con un historial criminal en Estados Unidos relacionado con ataques sexuales hacia mujeres. Para las autoridades, cumplía con todos los requisitos para ser el culpable: extranjero, no sabía español, y con un historial delictivo que embonaba a la perfección; González argumenta, que tanto Latif Sharif, como la banda conocida como “Los Rebeldes”, servirían como chivos expiatorios.

Otros nombres de sospechosos aparecerán constantemente y serán repetidos hasta el cansancio, tales son los casos de los primos Alejandro y Melchor Maynes , quienes eran miembro de una de las familias más ricas del estado y amigos de Antonio Navarrete, jefe de Homicidio de la Procuraduría del Estado, Francisco Minjares, Jefe del Grupo especial Antisecuestros.

La osadía del periodista produce un trabajo de investigación a la par de otros documentos como Fuego Cruzado (2011) de Marcela Turati, que trata sobre los “daños colaterales” de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón; Miss Narco (2009) de Javier Valdez Cárdenas, sobre las mujeres que han rodeado y servido, desde simples sicarios hasta poderosos narcotraficantes.

Es preciso destacar una diferencia entre Huesos en el Desierto y otros similares: maneja un lenguaje más sobrio, más neutral, dicho sea de otra forma, más “idealmente periodístico”. Fuego Cruzado, por ejemplo, también reconstruye escenas del momento delos crímenes, pero Turati tiende a usar un lenguaje más novelesco, tal vez una de las razones, es que ahora (10 años después) contamos con una jerga más extensa y especializada en cuanto a cuestiones del tema del narco, que permite una narrativa “más impactante”.

Además de retratar el contexto social y político de quienes viven en Juárez, maneja una gran cantidad de datos: fechas, nombres, estadísticas y lugares, la mayoría de éstos se repiten constantemente en varios de los capítulos, y si bien permiten la credibilidad en el texto, al mismo tiempo pueden hacer que a algunos lectores le resulte una lectura un tanto pesada.

Tengamos en cuenta que, Huesos en el Desierto es uno de los primeros trabajos de investigación presentado a principios del siglo XXI, ampliamente documentados y relacionados al problema del crimen organizado que se agudizaría en México durante los siguientes 10 años, por ello, es un texto indispensable para entender uno de los malestares sociales que más a impactado al público en nuestro país en los últimos 30 años, el de Las Muertas de Juárez. Una ciudad urgente de propuestas, acciones y soluciones. Una ciudad resumida por el autor, en un epitafio con centenares de nombres... y los que faltan.

Sergio González Rodríguez, Huesos en el desierto, Anagrama, Crónicas, España, 2002.




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