A SAN JUDAS SE LE LLEVA EN EL CORAZÓN

  • Fieles de toda la República se reúnen en la iglesia de San Hipólito
Por Guillermo Domínguez
México (Aunam). Reluce una fila que se termina solo al punto de cuatro horas, o más, de espera y los diversos olores que se mezclan y proporcionan sensaciones símiles a las del metro del Distrito Federal. Huele a personas, ¡a muchas! Para disipar la molestia un joven pide un cigarro del que se desprende un humo que apesta a todo menos a la particular marca del camello dibujada en la cajetilla.

Los reunidos se congregan para entrar a la iglesia de San Hipólito con las manos ocupadas en imágenes, pulseras, playeras, collares, rosarios, gorras y esculturas de San Judas Tadeo. Todos esperan bajo el incesante sol y permiten el paso a un vendedor que ofrece nieves de limón a medio derretir a un precio de diez pesos por vaso.

Algunos con estoicas miradas y otros con afables sonrisas vienen a cumplir su manda, a pedir un favor o simplemente a rendir culto a su apóstol favorito. El último de los doce, “el de las causas difíciles”.

Teresa, de 27 años recuerda haber tenido un sueño en el que una persona a la que aprecia mucho moría de forma súbita; cuando despertó. lo primero que hizo fue abrir la biblia en una página cualquiera y su sorpresa fue encontrarse con el Santo. Desde entonces se convirtió en su seguidora y guarda con cariño imágenes que lo representan.

Judas —no el Iscariote— (forma en la que era mencionado por Marco y Mateo para diferenciarlo con el traidor de Cristo) es una figura casi tan misteriosa y multifacética como Quetzalcóatl. Es nulo lo que se sabe de la forma en la que se integró al grupo de los doce y aún se debate la posible consanguineidad que pudo haber tenido con Jesús o con uno de sus discípulos: Santiago el menor.

Puede haber una excusa para no asistir a la misa de honor todos los días 28 de cada mes, pero es imperdonable no hacerlo a el de octubre, fecha en la que se lleva a cabo la fiesta patronal. “Vengo bien pedo y crudo”, afirma uno de los feligreses que aparenta no tener más de 20 de años; “¿quieres prenderte?”, dice mientras retira de su oreja derecha una sábana de marihuana que al poco tiempo de relucir con un color carmín en la punta se hace notar entre los feligreses.

Algunos fieles parecen confundidos cuando se les pregunta sobre la naturaleza del santo; opinan que efectivamente se trata de uno de los apóstoles de Jesús, pero no diferencian entre Tadeo e Iscariote. Algunos más doctos sobre el asunto afirman una de las cuatro teorías existentes.

La primera de esta lo sitúa como hermano de Santiago el menor debido a un pasaje de Lucas en el que lo llama “Judas de Santiago” para posteriormente mencionarlo de la siguiente manera "¿No es éste —se preguntan maravillados los habitantes de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús— el carpintero… el hermano de Santiago y de Judas?", situación que da a entender que estos dos últimos eran hermanos del hijo de Dios.

La segunda de las teorías afirma que el “Santo de las causas imposibles” era hijo de Cleofás, hermano de José quien fue el padre terrenal de Jesucristo. De esta manera se establece, aún en día, un perfil familiar común que los designaba como primos (junto con la primera representación es grabado con un bastón, debido a que se considera guía y pastor de la palabra del Señor).

Una tercera creencia lo confunde con San Tadeo, muerto en Beirut de Edessa después de predicar la religión católica con San Simón en Persia; razón por la que ambos fueron ejecutados. Al primero lo decapitaron con una sierra, al segundo con un hacha (razón por la que a veces es representado con este objeto).

La cuarta línea argumental está ligada a la imagen del santo como mito. Sitúa la creencia en Tadeo como una alternativa a los grupos católicos que no podían llevar a cabo las enseñanzas de las escrituras de manera formal debido a su estilo de vida.

Prostitutas, ladrones y grupos vulnerables se vieron en la necesidad de seguir una fe que fue creada por párrocos al tomar una imagen de Jesús y modificarla (en cuanto al nombre, vestimenta y colocándole una imagen de Cristo colgada al cuello) para recaudar diezmos que se perdían por la falta de identificación de estos gremios con la iglesia primitiva.

Esta construcción simbólica del santo afirma la consanguineidad directa por parte de la Virgen María entre el santo y el Mesías. Para darle mayor peso con el paso de los años, se fue formando la idea de que podía cumplir lo incumplible.

Hoy en día se presenta una fusión entre estas cuatro conjeturas; de tal forma, los devotos al templo siguen una figura difusa que reúne lo mejor de cada una de las partes de la cuaternidad que resulta el beato al que se le atribuyen milagros laborales, médicos, mobiliarios y familiares.

Sus imágenes tienen un costo que va ascendiendo desde un peso hasta 150, dependiendo del tamaño de la representación. Se le puede encontrar como una estampa diminuta o como estatua de diversos materiales, “las que salen más caras son las de yeso, pero son bien duraderas” menciona una de las comerciantes.

A pesar de que un grupo considerable de personas entra en el templo, la fila solo avanza unos dos metros cada treinta minutos; por momentos algunos, hastiados por el mar de gente, salen de ella con dificultad y permiten a los que resisten ganar unos cuantos pasos más.

Una mujer que parece ser de metal reclama más espacio para el que están configuradas sus curvas conforme aumenta el calor. De forma despreocupada apoya sus sentaderas en la pierna derecha de un joven que está a su lado para recoger una paleta tirada por su hija. La cara de malestar del muchacho es visible a varias filas de distancia.

Después de una larga espera, muchos se conforman con escuchar la misa directamente de las bocinas colocadas por fuera de la iglesia. En el momento de la bendición se elevan simétricamente los brazos, las caras; los niños disfrazados con túnicas blancas con verde y las efigies del santo. Ninguno es tocado por el agua bendita, pero todos lucen conformes con las palabras del párroco.

El mes pasado la entrada era más fácil y no hubo necesidad de filas. “Uno podía entrar hasta el centro a escuchar la ceremonia sin problemas”; afirma Jesús González quien esperó tres horas y media para entrar y se muestra agradecido a su santo: “Ya de regreso después de pagar mi manda. Estuvo duro el sol, pero no importó. No hay nada que venza a la fe. Felicidades, a mi San Juditas, siempre le seré fiel. Gracias por protegernos y llenarnos de sus bendiciones”.

Generalmente tildados como superfluos, "calientes" e ignorantes los reguetoneros también están presentes a pesar de la censura a la que son sometidos por prejuicios en cuanto a su grupo, actividades y manera de vestir.

La mayor parte de la información que se obtiene sobre ellos no es clara y se contradice. En la fiesta este grupo de moda suele dar respuestas similares cuando se les pregunta sobre su devoción “es que es bien milagroso”, “me cumple lo que le pido”, “nunca me falla”.

Ninguno causa destrozos. A pesar de ser estruendosos en cuanto a la forma de hablar y de que algunos (pocos de los concurrentes) llevan en la mano una estopa o la típica “michelada dominguera” se muestran respetuosos cargando figuras repletas de pulseras y collares que representan promesas y ofrendas realizadas al patrono.

Un grupo cobijado con playeras provistas de oraciones en la parte trasera entona con fuerza estridente una de las melodías de José Alfredo Jiménez que califica al Santo como “el Rey”. Posteriormente se oyen las mañanitas a través de voces aguardentosas, melódicas entre todas ellas; unidas en coro, dispersas por la diferencia de su métrica y dirigidas a dos estatuas de aproximadamente un metro cincuenta centímetros rodeadas por los improvisados intérpretes.

Seis hombres cargan una efigie de tamaño natural sobre sus cabezas mientras van pidiendo permiso por medio de chiflidos y el clásico “¡ahí va el golpe!”; casi corriendo se arremolinan sobre la masa reunida que va creciendo más y más; dejando claro que a la imagen se lleva al hombro, pero a San Judas se le lleva en el corazón.







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