ESTUDIAR CON OJOS CERRADOS

“No todos los que ven,
han abierto los ojos.
No todos los que miran ven”.

Anónimo
Por Israel González Castilla
México (Aunam). “Como probablemente ha hecho todo el mundo, había jugado en algunas ocasiones, en la adolescencia, al juego de Y si fuese ciego, y al cabo de cinco minutos con los ojos cerrados había llegado a la conclusión de que la ceguera, sin duda una terrible desgracia, podría ser relativamente soportable si la víctima conservara un recuerdo suficiente, no sólo de los colores, sino también de las formas y de los planos, de las superficies y de los contornos, suponiendo claro está, que aquella ceguera no fuese de nacimiento.”

Este fragmento forma parte de la novela Ensayo sobre la ceguera del Premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, refiriéndose a uno de los personajes de la historia, el cual inesperadamente quedó ciego después de una epidemia en la ciudad.

Sin duda, perder la vista no es cosa de juego. La ceguera es una enfermedad terrible para cualquier persona. Trátese de un padecimiento congénito o de un mal que se va desarrollando con el paso de los años, de los meses o quizá de las semanas, es una enfermedad que cambia la vida de cualquier ser humano.

La población mundial en el año 2011 para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) era de 7, 000 millones de habitantes. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mismo año, había en el mundo aproximadamente 285 millones de personas con discapacidad visual (4.07% de la población mundial), de las cuales 246 millones presentaban baja visión (3.51%) y 39 millones eran ciegas (0.5%).

La misma OMS indica que aproximadamente un 90% de la carga mundial de discapacidad visual se concentra en los países en desarrollo. En términos mundiales, los errores de refracción no corregidos (miopía, hipermetropía o astigmatismo) son la causa más importante de discapacidad visual, pero en los países de ingresos medios y bajos las cataratas siguen siendo la principal causa de ceguera. El número de personas con discapacidades visuales atribuibles a enfermedades infecciosas ha disminuido en forma considerable en los últimos 20 años. El 80% del total mundial de casos de discapacidad visual se pueden evitar o curar.

De acuerdo con la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10, actualización y revisión de 2006), la función visual se subdivide en cuatro niveles: visión normal, discapacidad visual moderada, discapacidad visual grave y ceguera.

La discapacidad visual moderada y la discapacidad visual grave se reagrupan comúnmente bajo el término “baja visión”; la baja visión y la ceguera representan conjuntamente el total de casos de discapacidad visual.

Las principales causas de la discapacidad visual son los errores de refracción no corregidos (43%), seguidos de las cataratas (33%) y luego el glaucoma (2%). Cerca del 65% de las personas con esta deficiencia son mayores de 50 años, aunque este grupo de edad representa sólo el 20% de la población mundial. Alrededor de 19 millones de niños menores de 15 años tienen este padecimiento, de los cuales 12 millones son consecuencia de errores de refracción que pudieron haber sido diagnosticados y reversibles. Sólo 1,4 millones de los casos en niños no son corregibles. Tal es el caso de Luis Felipe.

Un caso ejemplar

Luis es estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), de la Universidad Nacional Autónoma de México. Él tiene síndrome de Stargardt, el cual ataca el nervio óptico, acelerando el envejecimiento de las células oculares. Quienes sufren esta enfermedad no tienen la vista de frente, sino que está bloqueada, pero la visión periférica no está dañada, es decir, los reflejos. Aún así los reflejos son muy débiles. El nombre de este síndrome se debe a que quienes la padecen sólo pueden ver luces pequeñas que parecen estrellas.

El síndrome de Stargardt es una enfermedad progresiva que por lo regular aparece antes de los 20 años, particularmente entre los 13 y los 16 años. Luis es un caso especial debido a que empezó a perder la visión desde los seis años. Este síndrome no ha sido muy estudiado y se desconocen con certeza las causas concretas de su desarrollo, por lo que los doctores de Luis no saben si él desarrolló la enfermedad debido a la contaminación o algún golpe fuerte en la cabeza. Después del último estudio que le realizaron, sus doctores le argumentaron que aunque todas las personas nacen con este síndrome, no siempre se manifiesta y, en quienes así sucede, ocurre durante un periodo de tiempo.

Luis cursa la carrera de Ciencia Política y Administración Pública en el sistema escolarizado de la UNAM. Él ingresó al nivel licenciatura mediante pase reglamentado después de haber cursado el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), Plantel Vallejo. Al CCH, Luis ingresó como la mayoría de los estudiantes lo hacen, mediante el examen de selección que realiza cada año el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL). El examen de Luis fue oral, una persona se encargó de leerle las preguntas y otra de anotar las respuestas que él le daba.

Las cifras de la Organización de las Naciones Unidas muestran que las personas invidentes representan una minoría mundial, pero significativa. En ese sentido, la historia de Luis es un ejemplo de cómo la ceguera no es una enfermedad que imposibilite llevar una vida más o menos normal y de realizar ciertas actividades. Desafortunadamente no todos los invidentes y débiles visuales cuentan con las mismas oportunidades que las personas sin discapacidad visual ni con el apoyo de las autoridades competentes para continuar sus estudios y, desde luego, tampoco tienen el mismo carácter y fortaleza para estudiar.

Estudiantes invidentes en la FCPyS

En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM ha habido un ingreso considerable de alumnos con baja visión y ceguera. Esta facultad junto con la de Filosofía, Derecho y Psicología tienen jóvenes invidentes y débiles visuales. Actualmente en la FCPyS hay 14 alumnos con discapacidad visual; dos de ellos ya concluyeron con el 100% de sus créditos y están en proceso de elaboración de su tesis (Rodrigo, de Ciencias de la Comunicación y Elvis, de Ciencia Política) y uno más (Jorge Soloache) está concluyendo sus créditos; los demás alumnos son de diferentes licenciaturas y semestres.

En cada una de las cuatro carreras que se imparten en la FCPyS (Ciencias de la Comunicación, Relaciones Internacionales, Sociología, Ciencia Política y Administración Pública) hay al menos un estudiante con discapacidad visual, excepto en Sociología. Entre una población de 10, 400 estudiantes en la FCPyS, uno de esos 14 alumnos pertenece al Sistema de Universidad Abierta (SUA) y otro del Sistema de Universidad Abierta a Distancia (SUAD). Los otros 12 son del sistema escolarizado.

Todos los alumnos invidentes y débiles visuales que estudian en este plantel ingresaron mediante el pase reglamentado de la UNAM procedentes del los distintos Colegios de Ciencias y Humanidades y Escuelas Nacionales Preparatorias. En el año 2007 ingresaron a la Facultad los primeros tres jóvenes invidentes; al respecto, Carlos Bravo, secretario de Asuntos Estudiantiles, comenta que la FCPyS no estaba preparada para recibir a este tipo de alumnos, no se imaginaban que discapacitados visuales ingresaran a la licenciatura y, por lo tanto, no se tenían medidas, planes y programas específicos para apoyar esos jóvenes.

Oportunidades para invidentes y débiles visuales en la FCPyS

Actualmente la FCPyS tiene un programa denominado “Accesibilidad visual”, que también se encuentra en la Biblioteca Central de la UNAM. Este programa se inició en septiembre de 2010 cuando alumnos que ahora ya son egresados o están en proceso de titulación ―como es el caso de Elvis, Rodrigo y Jorge― cursaban el cuarto semestre de sus licenciaturas. La UNAM buscó la manera de incluirlos a los servicios que ofrece en la educación superior y establecer un programa semejante al de la Biblioteca Central.

El programa consiste en un conjunto de equipos de cómputo con diferentes software, como Open Book yYos para el reconocimiento de textos y un sistema parlante para la creación de audiolibros. En la Secretaría de Asuntos Estudiantiles (SAE) de la FCPyS, dentro de los proyectos para la comunidad universitaria, está el de apoyo para los jóvenes invidentes y con debilidad visual.

A la Secretaría acuden jóvenes como Luis para dejar su texto impreso y ahí estudiantes, del realizan su servicio social, lo traspasen a formato digital mediante un escáner y el software para la detección de texto y, posteriormente, convertirlo en audiolibro para que lo puedan escuchar. De esa forma los alumnos con discapacidad visual realizan la lectura auditiva de los textos que sus profesores les asignan.

Luis es uno de los utiliza con mayor frecuencia los servicios de la Sala de Accesibilidad Visual de la SAE. El pasado semestre acudió todos los días por la mañana. Ahí pidió apoyo de los jóvenes de servicio social para escanear y transformar sus textos, revisar su correo, auxiliarle a encontrar textos en internet, buscar los libros en la base de datos de la biblioteca, hallar cierto tipo archivos, dar mantenimiento a su computadora personal, entre otros. “Eso ha sido una gran ayuda para mí, una gran ventaja, porque de esa forma yo ya puedo ponerme al corriente”, dice Luis. Cuenta que muchas veces en su grupo él es el único que cumple con las lecturas completas, mientras que sus compañeros sólo leen algunos capítulos o parte de la información.

Comenta que realizar la lectura auditiva no es fácil pues hay términos cuyo significado no comprende y debe regresar el audio para “agarrarle” el hilo a los textos. Además de eso tiene complicación para realizar sus controles de lectura pues tiene que argumentar sus análisis y “batalla” mucho con los términos que no logra comprender.

Los controles de lectura los realiza con su computadora y su radio reportera. Al mismo tiempo que la computadora le va leyendo los textos, con la radio los va grabando para interpretar los textos y con sus propias palabras hacer su análisis. Una vez que termina de hacer eso, regresa la cinta y comienza a escribir en la computadora. En ocasiones él le da a su mamá la cinta para que le haga el favor de elaborar sus controles en la computadora mientras él realiza otra lectura u otras tareas.

En el desarrollo de la enseñanza y el aprendizaje Luis cuenta con la ayuda de sus profesores o sus compañeros, por ejemplo si el curso requiere materiales visuales para exponer (como diapositivas, proyección de videos, cartulinas) los amigos del joven le describen y comentan las imágenes. Para él la evaluación, el semestre pasado, no fue distinta a la del resto del grupo (participación oral, exposición en equipo, tareas), salvo el examen oral en lugar de escrito.

La profesora Patricia Ríos tuvo un alumno con una discapacidad visual progresiva. Ella imparte la asignatura de Géneros Periodísticos y su trato hacia su alumno y la forma de evaluación no fue diferente a la del resto del grupo. Sólo una ocasión en que el equipo del joven tenía que exponer les concedió una prórroga porque él lo solicitó para poder escanear los textos correspondientes. Para que él pudiera realizar apuntes, la profesora repetía todo lo que iba escribiendo en el pizarrón, lo cual no hace en otras clases por no ser necesario. Incluso la profesora le ofreció la posibilidad de presentar un reportaje sonoro en lugar de uno escrito y también le facilitó todas las lecturas escaneadas al inicio del semestre.

De acuerdo con Carlos Bravo, secretario de Asuntos Estudiantiles de la FCPyS, alumnos o profesores han manifestado mayor complicación o molestia para trabajar. Ningún alumno invidente o débil visual se ha presentado a exponer alguna queja sobre sus profesores.

Proyectos por crear

Sin duda el ingreso de los alumnos discapacitados de la vista representó un paradigma para la UNAM en general, y para la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en particular. La Universidad se percató de que las necesidades de los discapacitados constituían una problemática social interna que era menester atender y crear posibles soluciones para cada caso. En octubre del año 2000 la Dirección General de Servicios Generales de la UNAM (DGSG) puso en marcha un servicio de transporte especial para transportar en Ciudad Universitaria a la comunidad universitaria con capacidades diferentes. Al inicio el padrón de usuarios total era de 22 personas, y ahora se ha incrementado a 92, según informa el sitio en Internet del Pumabus.

El servicio de transporte es sólo un ejemplo del esfuerzo de la universidad para ofrecer a su comunidad las mayores facilidades para continuar con sus estudios, pero aún falta mucho por hacer aunque parezca cliché esta frase. La UNAM en conjunto con las autoridades competentes de México y en interacción con instituciones y organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, deben buscar planes a largo plazo para ofrecer mejores oportunidades para aquellos jóvenes que, por sus discapacidades y por la falta de apoyo, se sienten limitados y desmotivados para realizar estudios superiores.

Como menciona Gabriela Castro, encargada del proyecto de “Accesibilidad visual”, sólo seis alumnos se acercan con frecuencia a los servicios de la sala. Ha sido difícil iniciar el proyecto y, principalmente, contactar a la población total de invidentes y débiles visuales de la FCPyS para invitarlos a hacer uso del equipo de la sala. Esto se debe a que la facultad no tiene un registro sistemático de estos alumnos y por eso es difícil ubicarlos. Las medidas se han tomado, las herramientas se han conseguido y se han puesto a disposición de los usuarios y la Secretaría de Asuntos Estudiantiles ha colaborado en la atención a alumnos discapacitados.

El secretario de la SUA, Carlos Bravo, considera que estos estudiantes han buscado solucionar sus problemas con el material didáctico, pero con quienes hay que trabajar es con los estudiantes convencionales para que integren a sus compañeros. “El problema de no adoptar actitudes solidarias y de integración no es con los profesores, es con los alumnos”.

Por lo pronto, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales hace falta la formalización, sistematización y difusión de planes, proyectos, campañas y programas con toda la comunidad universitaria para ampliar los servicios y ponerlos al alcance de todos los estudiantes. Hay que prestar mayor atención en los discapacitados visuales y en otros problemas que tiene la comunidad en general. Escribió Saramago: “Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.” “La peor ceguera es siempre la mental.”

Fotos: Archivo Aunam



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