POR UNA VIDA AZUL, ORO... Y REBEL

Por Eduardo Prado Pérez
México (Aunam). Desde temprana hora del día la vida del “Chino” está ligada con el equipo de sus amores, los Pumas, pero sobre todo con la barra de animación del propio equipo a la que pertenece; la “Rebel”.

Apenas tiene 24 años; sin embargo, su mirada se ve cansada. Vender playeras de Pumas afuera del metro Coyoacan durante 5 años se ha vuelto una rutina agobiante, en la cual no se vislumbra un futuro muy exitoso.

“Vengo acá desde Nezahualcoyotl, tengo que salir a las 5:00 am, y cargar gran parte de la mercancía, es complicado pero pues sino de dónde sacamos para apoyar a los Pumas”.

El Chino comenzó vendiendo playeras del equipo azul y oro desde que estos fueron bicampeones del futbol mexicano, en 2004, y tiene más de ocho años en la Rebel. A su parecer, el ser parte de esta barra es un privilegio.

“Por nada del mundo cambiaría el haber ingresado a la “Rebel, he conocido buenos amigos, he tenido la fortuna de conocer ciudades como Monterrey y Cancún sin pagar ni un sólo centavo, conozco personas más burguesas que nunca han ido ahí”.

“El Chino” siempre está sentado en su pequeño banco detrás de las coloridas playeras de la Rebel que adornan su pequeño puesto comercial, él es el propio modelo de sus playeras, siempre tiene una de la porra, acompañado de sus bermudas cortadas a mano y su capucha de ¿Qué más? Si, de los Pumas.

En la Rebel, ha sido testigo de la verdadera vida, la vida cruel y la vida loca, sin límites ni reglas, pasársela bien y estar siempre alentando a su equipo de futbol, una vida paradójica, una vida que trabaja para vivir propiamente en ella, la vida de la porra.

“Mi vida es Rebel, vendo playeras y accesorios de la barra, consigo boletos con la banda de ahí y los revendo para sacar mi dinerito, y la mayoría de este lo ocupo en la propia barra, ya sean viajes, fiestas, algunos partidos de futbol y reuniones que tenemos, hasta para pagar cuando alguien ha estado en el tambo.”

No son nuevos para los integrantes de la barra los problemas de violencia que existen contra otras y con la policía; pero las dudas se despejan al observar, en las pantorrillas y brazos del Chino, cicatrices que muestra con mucho orgullo y a las que, con rostro relajado, denomina como la fórmula para obtener prestigio dentro de la propia Rebel.

Se levanta la playera unos segundos después y muestra con toda calma una gran cicatriz de navaja que corre desde la parte inferior de la axila hasta las costillas; fija la mirada y menciona que es más aparatosa de lo que parece, “si hubiera sido más profunda, quien sabe dónde estaría en estos momentos”.

La Barra es muy misteriosa y engañosa, el Chino cuenta que en su interior se maneja tráfico de drogas, asaltos y la complicidad de las autoridades con los cabecillas, ellos son intocables, sólo se les ve en las gradas de los estadios.

“La policía agarra a 50 cabrones de la barra y los mete presos, pero es pura pantalla, lo hacen para que en lo medios se vea que hay mano dura contra el vandalismo, pero a las 12 horas los dejan libres o piden una pequeña mordida para sacarlos; a mí me han agarrado dos veces, la primera estuve 11 horas y la segunda como 2 nada más.”

A una hora de plática, nadie se ha acercado al puesto a preguntar o ver algún artículo de su mercancía, él se encuentra tranquilo, al parecer su fuerte adicción al cigarro lo tranquiliza, ya va por el quinto tabaco, y hasta parece disfrutar que alguien le pregunte de un tema en el cual es un experto.

Empiezan a caer algunas gotas de lluvia, por lo que cambia de lugar algunas playeras hacia su lado en el pequeño puesto, resguardado por una vieja y descuidada lona negra.

“En la Rebel la banda es muy solidaria, siempre tratamos de ayudarnos unos con otros. En las broncas, si vemos que varios se están madreando a uno de los nuestros lo ayudamos aunque nosotros seamos menos, si alguien va al tambo y necesitamos juntar varo nos ponemos a pedir dinero o a veces agandallamos a vendedores ambulantes.”

Al parecer las experiencias vividas por él lo han hecho más fuerte sentimentalmente, no se inmuta ni cambia sus tonos de voz; cruzado de brazos, se rasca la barba y a veces bosteza, mostrando cierta flojera, en esos momentos un joven uniformado se acerca al puesto y su actitud cambia repentinamente “la que más te guste amigo, si quieres te la puedo mostrar, llévate dos por 100 pesos”.

Al tocar el tema de si sólo ha vendido palayeras y boletos estando en la Rebel, el Chino sonríe cínicamente; girando la cabeza cuenta que mientras más experiencia y jerarquía tienes dentro de la Rebel, puedes hacer otro tipo de cosas y ganar dinero extra.

“La Rebel ya a fondo puede considerarse una mafia, donde hay muchos tipos de negocios, sólo te puedo decir que a veces se sufre y a veces se está bien. Para mí no es una opción de vida, es mi forma de vida”.

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