22 de octubre de 2022

Un emisor de estímulos



Por Salvador Soria Alfaro
México. Temblores. Trepidaciones. Movimientos. Grados Richter. Pinotepa nacional. Puebla. Veracruz. Todos estos conceptos, ideas, escalas, lugares, son de uso común para los mexicanos, en especial los residentes de zonas con alta actividad telúrica, o que, en su defecto, se encuentren asentados en lagos convertidos, mucho tiempo atrás, es cierto, en ciudades, como es el caso de nosotros los capitalinos.  

Los temblores nunca me han quitado el sueño. Quizás sí. En mi defensa argumentaría un miedo irracional a la alerta sísmica, mas no a los temblores, porque he corrido con suerte, concepto ambiguo que nos gusta mentar cuando nos va bien, pero que no queremos ni oír cuando las cosas no marchan sobre ruedas, y me asusta más lo tangible, la alerta sísmica, que lo “intangible”, los terremotos. 

Defiendo mi derecho a estar más asustado de la alerta sísmica que de otra cosa: se infiltra en tus huesos, recorriendo toda tu espina, alertándote, actúa como un emisor de estímulos ante el cual nadie se puede resistir, es escandalosa, ruidosa, pero no lo suficiente, y nunca la escuchas sino cuando es demasiado tarde,  te despierta, te agarra desprevenido. En conclusión, me asusta más la vacuna que la enfermedad. 

Soy una persona curiosa, y las cosas que no conozco, incluso las negativas, que preferiría no conocer, me intrigan; los sismos no son la excepción. Hasta la fecha, me pregunto cómo reaccionaría, y como debería reaccionar ante un sismo. A pesar de la reiteratibilidad del fenómeno, y de haber experimentado algunos, baladís en su mayoría, viví el sismo del 2017, que nadie se atrevería a tachar de insignificante, aunque no recuerdo mucho sobre lo que hice o no ese día.

La cosa sucedió así. Estaba, como de costumbre, jugando con mis piernas, que a veces me resulta el paroxismo de la incomodidad y de la energía: nunca están a gusto y siempre tienen que estar cambiando de posición. Bueno, como les decía, estaba jugando con mis piernas: cambiándolas de lado, moviéndolas, subiendo y bajándolas, tocándolas, subiéndolas al asiento de mi compañera de adelante. Mientras realizaba este último acto, sonó la alerta sísmica. 

Cómo es que “desatoré” mis piernas del asiento de adelante sigue siendo un misterio para mí. Al día siguiente, mi compañera de enfrente, al compartir nuestras experiencias sobre el sismo, habría de declarar, para mi mala fama, que, acostumbrada como estaba a que yo jugara con su banca, en un primer momento pensó que yo era el que estaba moviendo la banca, aunque esta vez, menos recatadamente, y con más fuerza, hasta que se percató de que estaba temblando. Salimos como pudimos a los pasillos, dirigiéndonos al patio, mientras los ventanales de los salones se estremecían de atrás para adelante, coordinándose para realizar una pieza musical, cuantimás tétrica, digna de película de terror. 

No obstante, y aunque no pensábamos que fuera realidad, o que fuera de utilidad, la escuela nos había informado tiempo atrás que durante las vacaciones habían mandado poner marcos de plástico o algo del estilo, a manera de película protectora para evitar que los fragmentos de las ventanas cayeran sobre nuestras cabezas. En su momento, cuando nos revelaron este gasto, creímos que era un intento por desviar recursos o justificarlos: inocentes niños, acostumbrados a condiciones negligentes, nunca creímos hacer uso de esta novedosa y aparentemente costosa película. Afortunadamente para ambas partes, autoridades y alumnos, resultó ser de bastante utilidad la tecnología. 

Una vez en el patio, todos nos reunimos alrededor del punto en caso de sismo. Nadie tenía señal y todos querían contactarse con sus padres, hermanos, novias, novios, o simplemente con el exterior para saber qué estaba pasando. Los sollozos, algunos incluso llegando a los berridos no se hicieron esperar. Yo estaba bastante tranquilo: pecando de introspección, mi mecanismo de defensa, quizá de represión, a diferencia del grueso de la población, que es la negación, es su contraparte, la aceptación inmediata: lo que tenga que pasar va a pasar o va a pasar y no puedo hacer nada para evitarlo. 

Me senté a esperar a mi papá, que no hizo excepciones, y llegó, como de costumbre, tarde por mí, alegando, igual que en las ocasiones en que se rebajaba a darme explicaciones, tránsito, lo cual no deja de ser verdadero, pero viniendo de él, no podía sino ser muy dudoso. 

Como la ciudad estaba paralizada, caminamos por la zona circundante buscando qué comer. Llegamos a una plaza en donde algunos de los restaurantes regalaban la comida, que muy probablemente no venderían en mucho tiempo, la cual era más bien pasable, sin demeritar su labor altruista. Hicimos tiempo para que la ciudad se desazolvara del tránsito, y nos dirigimos a mi casa, donde encontramos a mi mamá. 

En conclusión, y en concordancia con la intención de esta narración, espero que haya logrado transmitir que este día fue uno más para mí, afortunadamente. No perdí a nadie, ni perdí la vida; llegaron tarde por mí, comí, y regresé a mi casa, sin mayores afectaciones. Sin embargo, resulta significativa la experiencia porque aprendí cómo me desenvolvería en un sismo de magnitudes similares. 



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20 de octubre de 2022

Filtraciones periodísticas, un tema polémico


Por Adriana Heinen Cortés
México. En la última década, el periodismo se ha ido conformando por diversas actividades y métodos de recopilación de la información que han sido útiles para la redacción de noticias de diversas índoles. Sin embargo, esto ha traído consigo el hecho de la utilización de fuentes (anónimas o no) que pueden ser fundamentales para la revelación de datos que afectan —directa o indirectamente— a las personas partícipes en el caso. A ello, se le agrega la seguridad de los personajes involucrados o su imagen social. 

Las filtraciones periodísticas han sido un tema polémico debido a la complejidad de varios ámbitos (desde el político y social, hasta el moral o ético), a pesar de que es imposible posicionarse ante alguna si no se cuenta con el contexto indicado. Pero, aún conociendo las circunstancias en las que el periodista ha redactado la noticia y el por qué ha elegido determinadas fuentes, ¿realmente este tipo de datos son necesarios en el periodismo?

La importancia del tema va más allá de la consistencia moral entre periodistas, periódicos y fuentes o testimonios de los hechos; es parte de la cultura en el periodismo que se ha ejercido desde sus inicios, y el comprender este hecho puede ayudar a determinar qué tan necesario o no es al momento de redactar una nota informativa, si estas fuentes son o no de fiar y algunos otros puntos adyacentes.

Para comenzar, las filtraciones periodísticas, son aquellas que se conforman por información relevante que es revelada de manera anónima o no por el medio hacia el público (Hernández, 2015). En sí, en palabras de Rogelio Hernández López (ya citado), las filtraciones pueden tienen bastante recurrencia en el periodismo de investigación (pues claramente, las fuentes o testimonios son una parte indispensable al momento de recopilar datos de los hechos). Realmente, no se puede determinar si las filtraciones son sumamente necesarias al momento de redacción, pero como lo menciona el autor, tienen una alta recurrencia. Además, estas revelaciones son, en muchas ocasiones, causa de la evocación a temas olvidados o poco estudiados: “todos los periodistas habitualmente trabajan con filtraciones y mucho más los que se dedican a la investigación” (Hernández, 2015).

Por otro lado, para Carlos Marín (2021), las filtraciones normalmente incomodan a los involucrados. Dice que solamente los “auténticos reporteros quienes hurgan, consultan, investigan, preguntan y documentan en lugar de prestarse a ser usados como coladeras.” De hecho, respecto al caso del colapso de la línea 12 del metro en la CDMX el 3 de mayo de 2021, el presidente Manuel López Obrador hizo algunas declaraciones al respecto. Lo que el periodista comenta respecto a ello es lo siguiente: 

“Mal hacen los machuchones en confundir auténticos reporteros con los cortesanos de Palacio, esos lambiscones-coladera que son usados en las mañaneras como dizque ‘periodistas’ para darles a leer elogios y hacer preguntas anodinas” (Marín, 2021). 

Lo anterior, hace referencia a que, en el discurso diario del presidente, los periodistas presentes no eran aptos o capaces para averiguar lo que en verdad había sucedido, o para elaborar preguntas coherentes e importantes respecto a la caída del metro. En sí, el fragmento se puede interpretar como que Marín reclama que había periodistas “pagados”, lo que claramente se puede relacionar con la poca filtración de información. Ahora bien, ¿en verdad es necesaria la filtración de información?

Con el ejemplo anterior y lo expuesto acerca de las filtraciones periodísticas en el texto de Hernández, queda bastante claro que estas son un recurso significativo en la redacción e investigación dentro del periodismo. Si bien para algunos puede ser considerado una actividad poco moralista, el recolectar información de diversas fuentes es importante para el desarrollo en la profesión: puede abrir paso a más indagaciones (lo cual, igualmente es relevante) dependiendo del contexto. 

Claramente, esto no significa que no se deba revisar la confiabilidad de las mismas, pero esto va relacionado con el proceso de recolección de datos de cada periodista o reportero (lo que, por razones obvias, es un elemento que debe ser rectificado casi por obligación). 

De igual forma, las filtraciones ayudan a corroborar la existencia de más datos ocultos que pueden ser cruciales para algunos objetivos. A veces puede no parecer “necesaria”, pero en el fondo, es parte del proceso que siguen todas las noticias: sin relevaciones importantes, únicamente se “recicla” lo ya dicho o señalado por otros, y el análisis o exposición de los autores pueden llegar a un límite que ya no pueda ser rebasado. 

En resumen, es posible identificar que las filtraciones periodísticas son parte de un proceso de investigación y redacción dentro del periodismo (al igual que sus actividades derivadas). Por ello, es importante reconocer el papel que juegan las diferentes fuentes o testimonios (sean o no anónimos) para la construcción del hecho periodístico. 

La revelación de datos o información puede ser útil al momento de analizar, reformular o reconstruir (como se mencionó) algunas situaciones que no solamente afecten a unos poco. La moralidad en este aspecto se debe dejar un poco de lado y retomarla cuando la integridad física o psicológica de un individuo o víctima está siendo afectada por alguna filtración periodística, siempre tomando en cuenta las circunstancias en las que se desarrolla esta violación a los derechos humanos. De igual manera, se invita a reflexionar acerca de las censuras en los medios de comunicación, pues ambos temas están íntimamente relacionados. 


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