19 de junio de 2022

Parque Cuitláhuac y la inversión pública: del descuido a la remodelación


Por: Sebastián Faed Rosales Montes, Rafael García Solchaga y Ulises Miranda Santamaría
CDMX. La remodelación del Parque Cuitláhuac se ha orientado, de momento, a la primera sección ubicada entre el Eje 6 y la Avenida Santa Cruz Meyehualco, aquel que se convirtió en el tiradero de basura de Iztapalapa. No obstante, el segundo sector ubicado sobre Guelatao y Circunvalación continúa a la espera de recibir su turno.

Desde la entrada, además de la estación de policías, la segunda sección del Parque Cuitláhuac muestra prácticamente la mayoría de sus armas: palapas en las que un par de familias disfrutan de sus alimentos, y una zona acuática, vacía por tratarse de un jueves por la tarde pero que los fines de semana suele ser una de las atracciones favoritas de los más chicos y hasta de sus padres.

El descuido inicia en esta sección del parque: numerosas zonas diseñadas para ingerir alimentos se encuentran en desuso por la lejanía con la entrada principal y por la falta de mantenimiento que las hace estar llenas de ramas, despintadas; es decir, nada cómodas para pasar una tarde en familia.

A un costado, la pista tanto para corredores como para ciclistas comienza el recorrido y lleva al visitante a la parte sur del parque, hay más avistamiento de zonas muertas: una explanada solitaria con una casilla resguardada con candado y pedazos de cartón; palapas abandonadas y botes oxidados; metros de pasto descuidado, quemado y sin cortar, que no permite que las personas puedan hacer actividades. En contraposición a ello, la primera sección tiene más vida. 

En febrero de 2019 la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció la remodelación del Parque Cuitláhuac, pero las construcciones comenzaron en la parte del recinto cercana a Meyehualco, dejando a la segunda sección para después.

La primera etapa de la reconstrucción se inauguró el 13 de septiembre de 2020, con la presencia de Sheimbaum; del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; del secretario de Obras y Servicios, Jesús Antonio Esteva Medina, y de medios de comunicación. Esa tarde se presentó el nuevo skatepark de 7 mil 300 metros cuadrados, el anuncio de la plantación de 8 mil árboles de especies nativas y 178 mil plantas, un área canina, plaza nodal y 17 módulos de juego.

Mientras tanto, en el otro lado del Eje 6, la parte de Circunvalación estaba en espera. Y sigue así, aunque aún tiene algunos visitantes que solo lo ocupan para correr, o llevar a sus pequeños a la única zona de juegos .

Al hacer un recorrido por estos espacios pasa por la mente que podrían ocuparse, por ejemplo, para hacer un pequeño estadio multiusos que apenas ocuparía una parte del parque. Actualmente la única actividad en funcionamiento, además de la zona acuática, es el gotcha, que únicamente abre los fines de semana.

El descuido no es menor en la Parcela Experimental de la UNAM (FES Zaragoza), ubicada cerca de la entrada sur (cabe mencionar que solamente se puede ingresar por la principal) que da hacia la transitada avenida Guelatao, perpendicular al Eje 6. Esta zona se muestra como un conjunto de plantas sin regar que alcanzan fácilmente más de un metro con setenta.

Llama la atención un pequeño cartel con un silbato que dice “Señal de auxilio”, aunque en dicho lugar no se encuentra este objeto, sin embargo, la administradora del parque Blanca González revela que la comunidad de corredores suele llevar sus propios silbatos para pedir ayuda en situaciones de riesgo en cualquier lugar, no solamente en este recinto.

Aunque los guardias de seguridad suelen dar una vuelta en cuatrimoto cada 10 minutos para vigilar las zonas más alejadas de la entrada.

La pista continúa hacia la parte este, la cual está en paralelo a Circunvalación. En esta sección, además de las oficinas de la administración, basura regada a lo largo de la frontera entre la avenida y los barrotes del parque; de hecho, un pepenador se acerca a explorar entre los mares de bolsas para encontrar algún tesoro escondido entre los desperdicios.



El camino continúa hacia la parte norte, donde hay más de lo mismo: metros y metros de terreno baldío que podría ser utilizado, al igual que su contraparte, para plazas multiusos, zonas comerciales, un kartódromo, sembrar más flora, u otro estadio de beisbol.

La inauguración del campo de beisbol vino de la mano con la presentación de la segunda etapa de las remodelaciones en la primera sección, la cual contó con una inversión total de 434.2 millones de pesos. En aquella tarde del 16 de octubre de 2021, la jefa de gobierno de la CDMX lanzó la primera bola en compañía de Clara Burgada, alcaldesa de Iztapalapa y el secretario de Obras y Servicios. 

No obstante, en esta ocasión el presidente de México no se presentó a la cita de forma física, pero sí sus gustos a través de la exhibición del nuevo recinto. 

Ambas secciones del parque demuestran un claro contraste de la inversión pública. Sin embargo, la segunda sección también será remodelada y, según la administradora González, en enero de 2022 se tomaron fotografías y medidas para comenzar con la primera etapa y contribuir a la asistencia de un mayor número de personas que, de momento, están distribuidas en el renovado recinto.

El oficial de policía da su última vuelta al Parque Cuitláhuac. Se asegura que no haya ningún visitante; y los que sobran, los apresuran para sacarlos. Son las 4:55 de la tarde, el recinto está a punto de cerrar para al día siguiente darles la bienvenida a sus futuros visitantes. Pero también esperan a que el gobierno federal inicie las construcciones para su renovación.



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Voces de la tierra y el Lago de Xochimilco


  • Un recorrido desde las resistencias
Por Elisa Domínguez Álvarez Icaza y María Isabel García Vázquez
CDMX.  Sábado al mediodía y la viveza del sol comienza a alcanzarnos en el “campo de flores”, mejor conocido como Xochimilco; tanto que la piel se siente atravesada por cada rayo como nuestra capa de ozono. Estar en primera fila observando el deterioro ambiental y viviendo las consecuencias ha despertado la lucha de miles de personas por preservar los espacios naturales y se han creado iniciativas que trascienden al ámbito social, como lo es “El Semillero”.

En un parque abandonado, cada fin de semana se reúnen algunos habitantes del área lacustre de Xochimilco. Juntos tratan de recuperar espacios verdes abandonados por las autoridades y transformarlos en sitios comunitarios. El embarcadero de Nativitas se encuentra a escasos minutos, su importancia radica en “resguardar la memoria colectiva de un pueblo por su territorio”, de acuerdo con la Coordinación de Pueblos de Xochimilco.

Como parte del recibimiento, está una lona con letras negras pintadas a mano, rodeadas de dibujos de árboles, donde puede leerse: “Aquí inicia la resistencia del SEMILLERO ZACAPAN”. Mujeres, hombres, niños y adultos mayores cogen sus palas, cavan y siembran plantas de sábila pequeñas. La faena comienza con la tierra caliente. En la reja despintada cuelgan cartulinas para convocar a asambleas comunitarias; es un llamamiento desde las Autoridades Tradicionales de Zacapan.

Un grupo de jóvenes amantes de andar en bicicleta se integra a la actividad. Son amigos entre sí: ríen, platican y ayudan a sostener sus transportes cuando el otro saca agua de sus mochilas. No sólo se unen a la faena, sino que son los donadores de las plantas que se van a colocar. Ellos tienen su propio proyecto “Huero Lodo”, y son el motivo por el que llegamos hasta aquí.


Un artista, un ingeniero agrícola, un agrónomo y un planificador territorial, recién salidos de la universidad, decidieron crear un proyecto que recuperara el conocimiento tradicional chinampero. Sin una herencia campesina, aceptaron que su intrusión pudiera no ser bien recibida; de ahí la primera parte de su nombre, “hueros” o güeros, es decir, externos a la población originaria. Desde el principio, bajo esa preocupación, buscaron vincularse con la comunidad, aprender de ella y brindar su limitada experiencia.

La segunda parte de su nombre “lodo” hace alusión a la importancia de la tierra al interior del Lago de Xochimilco, como parte del proceso productivo. Hace un par de años, recibieron a modo de préstamo una parcela chinampera. Empezaron a producir plantas aromáticas y luego alimentos como el maíz. Se regían bajo el esquema de tequios, es decir, comunitariamente. Antes de la pandemia, su primer propósito era generar ingresos a través de la distribución de las cosechas. “Ahora es sobrevivir”, comentan entre risas.

Del grupo original, persisten tres integrantes de cuatro: Chano, Juan y Samuel. Algunas personas se han unido e ido del proyecto según sus aspiraciones de vida y disponibilidad de tiempo. En el parque, también los acompañan amigos cercanos, que no se atreven a decir que son parte del colectivo. Hay un estadounidense, Joshua, “para darle un poco  de folclor al grupo”, comentan sus compañeros. También está Omar, un colaborador ocasional que escucha al resto en silencio.


Los pájaros se refugian y cantan en este pedazo de tierra que recupera sus cualidades fértiles. Los jóvenes se unen a la iniciativa de El Semillero ahora que tienen más tiempo libre. Hace pocos meses perdieron su espacio productivo.

Huero Lodo está en pausa, comentan, pero siguen existiendo voces en resistencia. Las preocupaciones similares se encuentran. Hoy plantan sábilas junto a los vecinos; ayer cartografiaban partes del canal inadvertidas; pronto buscaran nuevas rutas de financiamiento para retomar la siembra.

Hacia el embarcadero

A unas cuantas cuadras, se vislumbra el agua. El paisaje incluso es surreal dentro de la urbanización. Elegantes garzas entre semáforos y llantas abandonadas. El embarcadero no vive su apogeo; la recuperación post pandémica ha avanzado lentamente. Por lo mismo, se ofertan los precios del paseo. “500 pesos por dos horas”, “Bueno, 300 pesos por una hora ”, “¿Cuántas personas van, amiguita?”, “¿Dos nada más?...”.

Entre las trajineras coloridas, los remeros esperan. Las transacciones son gestionadas por los dueños. A ellos les toca un porcentaje mucho menor, “principalmente obtenemos dinero de las propinas”, señala Josué, quien, con una habilidad maestra, saca del complicado estacionamiento a “Lupita”. Todas las trajineras tienen nombre de mujer, pueden rentarse para festejos por días completos o para recorridos espontáneos.


Josué tiene trece años. Aprendió a remar hace dos años, como parte de la herencia familiar. Su padre y su tío también trabajan en el embarcadero. Tiene que administrar sus energías para que el recorrido dure el tiempo pactado. No elige la ruta más popular, sino un camino secundario entre las casas habitadas y las salidas de agua. Desde sus ventanas, los vecinos ven el paso de trajineras ruidosas y festivas; mientras los turistas observan las actividades domésticas desde sus puertas y ventanas.

En canoas más pequeñas viajan los negocios flotantes: un vendedor de textiles; otro de flores; un puesto de elotes; y dos más de micheladas, un negocio popular en tiempos de calor. Los mariachis amenizan el festejo de unos niños gemelos. En las orillas, entre campos agrícolas e invernaderos, hay un ajolotario; especie símbolo de la zona en constante peligro de extinción.



Josué utiliza una cubeta para mostrarnos la claridad del agua. Se aprecian pequeños restos de hojas y ramas. Sin embargo, en las orillas del canal, se reúne la basura, fruto de la contaminación. De hecho, hay una trajinera que funciona como camión de basura para las casas aledañas y los visitantes. Los patos nadan recelosos de los remos en las zonas más profundas. “El canal ha perdido mucha profundidad”, explica Josué. Según él, la reducción en el nivel del agua se debe a una grieta que se formó en el suelo y no fue reparada, y al sobreconsumo de este recurso.

“Lupita” vuelve a su punto de origen. Las preguntas sobre el futuro del lago, lejos de quedar saciadas, aumentan. Es difícil hacer planes a largo plazo. Los chicos de Huero Lodo no se atreven a soñar con la recuperación completa del ecosistema; el colectivo de “El Semillero” resiste desde las zonas verdes colindantes a sus hogares; Josué cree en la posibilidad de que desaparezca el lago irremediablemente. Sin embargo, en un día hubo pruebas del poder del trabajo comunitario. Por más destrucción y negligencia, hay gente a la que le importa reparar y conservar los espacios indisociables de su identidad.





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