El patriarcado: intruso principal del espectáculo


Por Samantha Gómez y Gina Lerin 
CDMX. La industria del entretenimiento, al igual que la sociedad actual, se encuentra sometida a un sistema patriarcal en el cual las mujeres, en los distintos ámbitos del espectáculo, son juzgadas por su apariencia física y su comportamiento, no por su talento. Esto las ha llevado a caer en la cosificación, pues al tener que cumplir con los estándares establecidos para mantener su vigencia, tienen que estar en una renovación constante, tanto de imagen como estilísticamente. 

Los juicios al comportamiento o imagen de las artistas generan que estas se mantengan dentro de los parámetros socialmente aceptados, haciendo que, en la mayoría de los casos, caigan en la cosificación o en la hipersexualización. Lo anterior, es resultado de la ideología patriarcal que no solo es replicada por los fans, sino por las mismas artistas, quienes con el fin de ser aceptadas dentro de la industria se someten a regímenes de renovación sin importar que estos pongan en peligro su integridad física y mental. 

Ante esta situación, Mónica Amilpas, doctora en Ciencias Políticas y Sociales, con un enfoque en comunicación y género, con más de 15 años de experiencia profesional, mencionó en entrevista que la ideología patriarcal repercute en todas las dinámicas sociales, incluida la del espectáculo. Así, este entorno se posiciona en desventaja para las artistas, ya que al romper con los roles reproductivos que les son asignados socialmente, deben cumplir con un doble trabajo, “El primero de ellos es en el aspecto profesional en el que se desenvuelven y en segundo lugar, demostrar porqué merecen estar allí”, agregó la especialista.  
 
La doctora Amilpas puntualizó que, contrario a lo que podría pensarse, ninguna de las artistas en el medio del entretenimiento goza de total libertad para poder expresar mediante sus letras quiénes son, puesto que obedecen a un orden tan arraigado en el inconsciente de la sociedad que son las ideas de lo “bien visto” o aceptado para una mujer lo que dicta el camino hacia el que estas deben orientar su carrera musical. 

Dichas ideas van ligadas a lo que Angélica Mayorga, licenciada en Comunicación Organizacional, y conocedora en materia de género, llama “Estructuras de poder”. Durante la misma entrevista Mayorga aclaró: “En estas estructuras siempre existe alguien que lo ejerce y alguien que se apega a él, a un nivel más específico, dentro del mundo musical –y en el caso único de las artistas femeninas– son ellas quienes funcionan como barco de ejecución a las ideas de quienes van detrás de ellas, llámense equipo o fanáticos”. 


En este último caso, existen dos vertientes principales ligadas íntimamente al género y a las ideas bajo las que éste se ejecuta desde el nacimiento; las cuales, por cierto, son vendidas como dos lados del deseo. Concepto que se construye a partir de ver a las mujeres en el medio como un bien de consumo más, que como una persona; un objeto que puede adquirirse para satisfacer a quienes lo compran, en este caso, escuchan, aunque claro, este consumo varía en torno a quién es su comprador. 

Cuando se trata de las mujeres, “esta imagen es puesta en venta”, añadió Mayorga. Es la misma que obedece a los cánones de belleza hegemónica, aceptada por la sociedad como única y válida, en muchos casos suele ser o la figura americana o europea: tez clara, ojos claros, altura superior al promedio, complexión delgada y facciones delicadas y mal llamadas ‘refinadas’ como la nariz estrecha y respingada”. Imagen que, por sí sola, representa un modelo difícil de alcanzar aún más si se toma en cuenta que las características físicas dependen del lugar de proveniencia de cada individuo. 

“Se aceptan como una aspiración que nunca se va a poder alcanzar, un modelo a seguir, reforzando la idea de que las mujeres estamos en contra de las mujeres”
-Angélica Mayorga

Por otro lado, Mayorga enfatizó que, en el caso de los hombres, la mujer es una figura que satisface sus deseos visuales (e incluso carnales) y que a la par, está basada en la creencia de que si no están para servir en el bien doméstico entonces, en el ojo público deben “deleitar” con su imagen, misma que no debe contraponerse a la idea de quienes son ellas como personas públicas, es decir, su personalidad debe ajustarse a lo establecido como bueno dentro de estas estructuras de poder. 

“La mujer como objeto a desear tiene que permanecer joven y bella, como les gusta a las personas, desde el punto de vista de los hombres, la mujer que les gustaría tener”
-Angélica Mayorga

De acuerdo con Mónica Amilpas, este desbalance presente en la industria del entretenimiento vulnera a las artistas, que al estar bajo la crítica pública se mantienen en un estado de estrés constante, llevándolas al límite tanto física como psicológicamente. Sumado a ello, al ser consideradas como mercancías, los seguidores se atribuyen un derecho sobre ellas, restando los atributos de humanidad.
“Existen carreras musicales exitosas, lo que cambia son las pautas para lograrlas para hombres y mujeres”
-Mónica Amilpas

Las especialistas coincidieron en que la intrusión del sistema patriarcal dentro del entretenimiento es un fenómeno que se ha normalizado a lo largo de los años, sin embargo, es posible lidiar con él. Para ello entablaron, como punto de partida, el cuestionamiento al orden establecido y sus vínculos con el sistema capitalista, que ven en la figura de la mujer un medio monetizable. En segundo lugar, resaltaron la importancia de la visibilización del problema, por y para el público, lo que dará como resultado el desmantelamiento de éste. 

“Lo primero es visibilizar. En la medida en la que existan recursos para visibilizarlos estamos dando un paso importante, estamos haciendo conciencia”
-Mónica Amilpas



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