Día de lucha, revolución, resistencia y esperanza

Marcha en Córdoba, Veracruz. Foto: Jeniffer Lara 

Por Darren García Barrales
CDMX. De la mano de tantas luchadoras incansables, con el recuerdo permanente de las que ya no están, daba comienzo el día que las une a todas. Comenzaron las preparaciones. Las miradas en el guarda ropa se dirigían a determinadas prendas: moradas y verdes. 

Son colores en los que vivirán por siempre aquellas mujeres que, con gran valentía, alzaron la voz por primera vez para exigir igualdad en sus derechos respecto a los hombres. En todo momento se recordará a las trabajadoras fallecidas en Nueva York, el humo del incendio no solo se veía a kilómetros de la fábrica, ha llegado a estos días. Y, por su puesto, cada mujer que ha luchado, gritado, perdido la vida por mejorar la situación, estará presente en toda marcha, como la de este año.  

Marzo es un mes de lucha, cuenta Valeria Arévalo, estudiante de Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que las mujeres se sienten más cercanas y accesibles entre ellas por la fecha del “8M”, dicha unión se vio reflejada alrededor del territorio mexicano, de norte a sur, de este a oeste. Diversos lugares, un sentimiento. 

“No que no, sí que sí, volvimos a salir”, es la frase que enmarca lo ocurrido en México, y en todo el mundo, luego de que la pandemia evitara, alrededor de dos años, a un gran número de mujeres salir a las calles a alzar la voz en contra de la gran violencia e impunidad que se vive en el país.  

Sin embargo, este año era diferente, había que salir a marchar a como diera lugar, pues el año pasado fue el que más tuvo feminicidios desde 2015, año en que comenzaron a contarse, y de otra manera el gobierno no les haría caso. Por tal motivo este 8 de marzo, generó, en Giovanna Lara, estudiante en Querétaro, entusiasmo por “salir a la calle a gritar y luchar por (sus) derechos”, asimismo, es un día para la reflexión entre amigas y familiares. 

Sofía, por su parte, no siente entusiasmo por este día, ya que “no quisiera estar marchando por (sus) derechos básicos”. Le causa expectativa “porque alzar la voz acompañada de tantas morras (la) hace sentir menos impotente a cómo (se) siente la mayoría del tiempo.  

La lucha llevada a cabo por la voz y las pancartas, por los cánticos y las porras, requiere un esfuerzo admirable, sostenido por una gran preparación. Jeniffer Lara, quien estudia en el estado de Puebla, se informa del tema a través de la lectura, misma que comparte con sus amigas; reunida con un contingente, presta atención a lineamientos que debe seguir a lo largo de la marcha. 

Valeria transmite su sentir por redes sociales a través de frases que llevan al análisis de las personas más cercanas a ella, pues entiende que cada año, como si de arte se tratase, nacen nuevas formas de manifestarse. 

Inmersa en la masa, los sentimientos salen a relucir. Salir a levantar la voz por todas aquellas que no volvieron, por las familias que esperaron días, meses, incluso años para obtener por lo menos una noticia de aquella niña, estudiante, profesionista, madre que se fue junto con su ilusión de lo que pudo ser, genera una gran cantidad de sentimientos, sea tu primera, segunda o cuarta vez en una marcha. 

Con rabia y odio por dentro, con los ojos llorosos y la piel enchinada, las mujeres ahí sienten, con tranquilidad, que están en un lugar en el que pertenecen, rodeadas de sus iguales, sororas, a la vez que gritan y cantan. Ahí se sienten seguras con aquellas que luchan por el mismo fin. “Es como sentir un abrazo”.

Marcha en Querétaro, Querétaro. Foto: Giovanna Lara. 

“¡Mujer, escucha, esta es tu lucha!”. Sea en el norte, en el centro o en el sur del país, absolutamente todas tienen una razón para manifestarse. Poder salir sin miedo de que en la calle te digan piropos, te sigan o avienten besos; porque ninguna mujer cercana ha evitado ser acosada u hostigada, todas han sufrido algún tipo de violencia; exigir justicia por las desaparecidas, violadas, asesinadas; evitar que las futuras generaciones sufran lo mismo. 

Sin embargo, insertas en una sociedad machista, las familias muchas veces juegan un rol contrario, como condenar enérgicamente el movimiento o apoyarlo, pero sin creer en la revolución de las masas. Aunque otras suelen consensuarlo y permitir a sus hijas acudir, incluso acompañarlas y por fin decir todo aquello que callaron por las circunstancias del momento. 

Muchas no solo se ven obstaculizadas por sus propios consanguíneos, su día a día les imposibilita darse un tiempo para ir, pues de ellas dependen numerosas bocas que alimentar. “Nosotras luchamos también por las que no pueden salir por el motivo que sea”, “cada una protesta desde su trinchera y posibilidades”, señalan Jennifer y Sofía. 

La importancia de las marchas se encuentra en cada mujer. Sin miedo, enfrentan las circunstancias que sea para hacer llegar el mensaje de hartazgo, mensaje que cada vez abre más y más ojos de las que, por miedo u otro motivo, no se han atrevido a poner un alto a tal situación.  

“Señor, señora, no sea indiferente, se matan a mujeres en la cara de la gente”. Los medios de comunicación se han encargado de distorsionar la realidad de las marchas feministas, Sofía opina que “infunden miedo para que las mujeres no salgan”, Giovanna piensa que las noticias se distorsionan cuando presentan una noticia sin el contexto completo.  

Los y las policías, supuestos protectores de la paz y orden, son en gran parte los protagonistas de la problemática anterior. A la sociedad se le muestra una cara parcializada, con regularidad exponen, los medios, enfrentamientos entre feministas y los encargados de la seguridad, muy violentos, en los cuales se dan cifras de elementos policiales heridos, y la opinión pública se va contra ellas. 

Este año la manifestación se llevó a cabo sin problemas de gran magnitud, porque nunca hay un saldo blanco. En Córdoba, relata ‘Jeni’, “fueron respetuosos con nuestro espacio y tiempo”. ‘Gio’, en Querétaro, sintió que en esta marcha “la intervención policíaca (fue) bastante tranquila. No vi ni una patrulla durante el recorrido”, y supuso que, al no haber muchos agentes, no se generaría “una discusión, comparado con la seguridad en el evento ocurrido en el estadio Corregidora hace unos días”. 

Pero fue este mismo grupo quienes dejaron una imborrable imagen en la Ciudad de México. Mujeres policías dejaron de lado los escudos, la guardia y la alerta, para unirse a la marcha, así como hacer carteles y recibir flores. A Valeria le pareció “increíble porque se rompe esa lucha entre mujeres y genera un ambiente más tranquilo para todas”. 

Sincrónicamente, en las distintas marchas a lo largo y ancho de México, hubo sucesos que marcaron el día. Para Sofía, “el recorrido, mientras gritamos consignas y sostenemos en alto nuestros carteles” fue lo mejor. A Jeniffer la marcó “ir con (sus) primas, amigas y hermana gritando en la calle”. A su vez, Valeria recuerda el momento en que llegó una colectiva con tambores y desarrollaron una coreografía. 

El conjunto de acontecimientos realizados el pasado ocho de marzo, seguido del paro nacional de mujeres el nueve, tienen la intención de cambiar realmente a la sociedad. La historia muestra que las marchas producen cambios. Sacar “de su zona de confort a los machitos” es un avance; “Ser tomadas en cuenta en la política”, pues mujeres ayudan desde ahí dentro, tal es el caso de la aprobación de la Ley Olimpia o la legalización del aborto.  

Para Sofía, difundir información ayudará a cambiar la mentalidad de las personas a largo plazo, pues nadie querría permanecer en un problema así, “el patriarcado nos afecta a todxs”. Según Jeniffer, las marchas harán pensar dos veces a las personas antes de violentar mujeres. Por su parte, Giovanna y Valeria consideran que esta generación, y las futuras, serán las que cambien la situación, es bueno inculcar “desde pequeñas una postura feminista clara”.  

Por tanto, surgen mensajes hacia las mujeres con el fin de que todas se sientan apoyadas, así como a la sociedad en general. “Vamos niñas, sí podemos lograr nuestro sueño. Felices el día que no falte ninguna”, “abran sus mentes a nuevas perspectivas, sigan informándose sobre el feminismo y nunca duden en pedir ayuda, siempre habrá alguien dispuesta. Sean tolerantes y empáticas, el patriarcado ya nos lastima suficiente”, “la lucha sigue y tenemos que ser constantes con la defensa de nuestros ideales”, “No están solas”. 

Asimismo, la reflexión no se detiene, como no puede ser de otra manera cuando existe un movimiento tan grande en el mundo, incluso con opositores. Los pensamientos son muy diversos. Desde aquellas que se enorgullecen de ser mujeres, pero que les gustaría poder vivir plenamente; las que aconsejan que, a raíz del movimiento, todas sean más cercanas y se dispongan a ayudar, ser confiables, consideradas y empáticas; hasta quienes, crudamente, hacen un análisis de la realidad que viven: “estar de suerte ahora es estar viva”. 




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