#NiUnRepartidorMenos, el verdadero costo de tu pedido


  • La industria de servicios de entregas absorbió a 6 de cada 10 desempleados
  • Desde la nueva forma de tributación, los repartidores pagan más del 30 por ciento del total de sus ingresos
  • Garantizar la protección y eliminar la precariedad laboral es lo que exigen los trabajadores
Por Brian Levi Cruz Cruz
México (CEIICH). El inicio de 2020 significó el miedo constante a una enfermedad desconocida, sin vacunas, sin medicamentos para combatirla y, además, la angustia por la falta de trabajo en el país, incrementada a causa de la crisis sanitaria. El confinamiento se convirtió en la medida para salvaguardar la salud, sin embargo, no todos podían permitirse el lujo de guardar cuarentena, pues sus ingresos “van al día” y, una jornada sin trabajar, significa quedarse sin comer. 

La situación orilló a que miles de personas desempleadas encontraran refugio momentáneo en las aplicaciones de reparto de comida y suministros, sin saber la explotación laboral que conllevan.

Los repartidores, en general, no sólo se someten a arduas jornadas en el afán de percibir más ingresos, sino que también son víctimas de la inseguridad, de accidentes viales y no disponen de ningún tipo de seguro médico o prestación. En el caso de las mujeres, se suma el acoso, la violencia sexual y de género.

Otro de los riesgos a los que se enfrentan, es el continuo acecho de contraer Covid-19, ya que por un lado quienes administran las aplicaciones de esta índole, no les brindan la seguridad o las condiciones necesarias para garantizar su salud, y por el otro, los usuarios que hacen uso de ellas no siempre cumplen con las medidas sanitarias básicas ¿Qué medidas han tomado las autoridades con respecto a todos los riesgos a los cuales se enfrentan? ¿Les han dado alguna respuesta? ¿Quiénes utilizan aplicaciones de esta índole piensan en las condiciones de los repartidores?

Aplicaciones de reparto de alimentos: un pseudo refugio para el desempleo

“La más seria crisis sanitaria del último siglo”, como la define la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha tenido un fuerte impacto negativo en la economía nacional e internacional. De acuerdo con datos publicados en el 2021 por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), 12 millones y medio de personas perdieron su empleo entre los meses de marzo y abril del 2020, siendo el sector informal el más afectado con poco más de 10 millones de trabajadores, sumando otros 2.1 millones que radican en la formalidad. Esta debacle se debió al paro abrupto de actividades económicas, sociales y educativas.

En el documento Impacto de la pandemia de covid-19 en el mercado laboral mexicano y en el SAR, publicado en el portal del Gobierno de México, afirma que el impacto del confinamiento tuvo mayor repercusión en el sector de los servicios; no obstante, también fue el que absorbió a seis de cada 10 personas desempleadas a causa del confinamiento, desde el primer trimestre del 2020 y hasta el mismo periodo del 2021. Es aquí donde entran al juego las apps de entrega de alimentos como Rappi, Uber Eats, Didi Food, etcétera.

Es cierto que diversas personas encontraron un refugio en estas aplicaciones móviles para trabajar y generar ingresos para subsistir; sin embargo, es importante conocer el por qué elegir ser parte de sus filas.

Las respuestas a esta interrogante se exploraron en el Seminario Ciudadanía, nuevas precariedades y acción colectiva realizado en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, coordinado por Joel Ortega Erreguerena, especialista en el tema.

En este encuentro virtual, se contó con la experiencia de Saúl Gómez, repartidor por aplicación y quien enfatizó que estas plataformas muestran a los socios un “método de trabajo amigable”, donde el horario para laborar es elegido por ellos mismo sin entregarle cuentas a un jefe; además, utilizan como “gancho” recompensas económicas dirigidas a los nuevos socios, con la finalidad de evitar que cancelen su registro.

En entrevista para el CEIICH, el especialista Ortega Erreguerena, coincide con lo expresado por Saúl Gómez respecto a este discurso persuasivo y engañoso de “conseguir la libertad laboral y financiera”; lo cual es “sumamente relativo” ya que, para él, los algoritmos de las apps de entregas imponen condiciones conforme al número de entregas realizadas, la cantidad de horas invertidas y las ganancias obtenidas, con lo que recompensarán o castigarán, según sea el caso.

De igual manera, al cuestionar al académico Ortega Erreguerena sobre el motivo por el cual más personas decidieron formar parte de las filas de estas empresas, su respuesta fue clara: 
“Muchos repartidores se incorporaron a estas plataformas durante la pandemia porque quedaron desempleados, los corrieron, es decir, hubo crisis económica y estaban desempleados, y la manera que tenían de acceder a un ingreso fue a través de estas aplicaciones”, aseguró.

Y es que para convertirse en socio-repartidor no es necesario acudir físicamente a ningún lado, basta con descargar una aplicación como socio de alguna de estas empresas, llenar la información requerida, digitalizar una identificación oficial y tomarse fotografías para que el sistema valide la identidad.
Ingresos que no son suficientes

Ante la aparente flexibilidad del esquema de autoempleo que ofrecen las aplicaciones de reparto, no extraña que más de una persona decidiera migrar a estas corporaciones después de perder su trabajo o no encontrar uno a causa de la pandemia; pero la realidad es diferente a lo que prometen.

Por un lado, el director de operaciones de Didi Food, Daniel Serra, junto con el director General de Rappi México, Alejandro Solís, declararon en 2021 para Grupo Reforma que sus modelos de trabajo están basados en generar recursos flexibles para los repartidores, así como un aumento adicional para los pequeños comercios y el dinamismo de zonas económicas donde antes no se contaba con estos servicios. Lo que ambos directores omiten comentar, son los ingresos que sus empresas obtienen de un sólo pedido, por lo que Ortega Erreguerena explica que hay tres momentos clave en los que dichas plataformas obtienen remuneración de la misma entrega:

El primero de estos cobros, dependiendo la aplicación, son a los restaurantes, pues les retienen entre el 20 y 25 por ciento del total; el segundo es a los usuarios, donde se estiman tarifas que rondan entre los 10 y 40 pesos, dependiendo de la distancia para realizar la entrega; finalmente, la última retención se efectúa a los repartidores, a quienes se les descuenta entre 25 y 35 por ciento de sus ganancias.

Si bien el diario Reforma estimó que las ganancias generadas por estas empresas en México ascendieron a un total de 13 millones de pesos (mdp) en 2019, cifra que se incrementó a poco más de 15 mdp durante 2020, aun así, los repartidores no tienen oportunidades de crecimiento, sino que se precarizan cada vez más sus condiciones.

Por ejemplo, en la consulta realizada al portal del empleo y reclutamiento Glassdoor, se muestra un ingreso mensual promedio de 12 mil pesos brutos, de los cuales deben solventar diariamente gastos para el desarrollo de sus actividades. 

En primer lugar, tienen que descontar la renta semanal del equipo de traslado, pues el costo por alquilar una motocicleta va desde los 2 mil ochocientos y hasta los 4 mil ochocientos pesos mensuales; además, no sólo se le cobra al repartidor la renta del equipo, sino que, si es la primera vez que alquilan un servicio de motorización, también deberán pagar la fianza del mismo para evitar posibles robos, y no sólo eso, pues también corren por cuenta del alquilador los gastos de reparación si es que se estropea el equipo.

“Cuando quieres rentar una moto para trabajar de repartidor, te hacen firmar un contrato. Ahí se estipulan los precios por la renta, la fianza de ésta y, con los alquiladores más estrictos, te obligan a tener un lugar dónde guardar la moto, o si no debes pagar una pensión que cuesta alrededor de 400 pesos al mes”, dijo el repartidor Edgar Lara en entrevista para el CEIICH.
En segundo lugar, y desde el comienzo de la pandemia, el diario El Financiero reportó la reducción de al menos 30 por ciento en las ganancias de los repartidores a causa de la nueva forma de fiscalización en el país, además del incremento en las comisiones retenidas por parte de las propias aplicaciones.

Dicho en otras palabras, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) autorizó que las personas que utilizan plataformas digitales para trabajar pagaran impuestos de entre 30 y 50 por ciento de sus ingresos, debido a que deben adscribirse al Régimen de Actividades Empresariales con Ingresos a través de Plataformas Tecnológicas pues no existe una relación laboral directa con las empresas.

“No hay una relación laboral, solo somos socios o usuarios asalariados, como lo definen algunas aplicaciones, pero no hay un vínculo laboral”, expresó Saúl Gómez al CEIICH.

En tercer lugar, los servicios médicos también corren a cuenta de los repartidores, puesto que no gozan de una afiliación al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Aun así, el IMSS firmó acuerdos en septiembre de 2021 para promover la incorporación voluntaria de personas que trabajen para estas empresas; no obstante, esta afiliación no es gratuita como se esperaría, pues asegurarse en esta dependencia médica tiene un costo de 44 pesos diarios, es decir, mil 320 al mes, mismos que también son deducidos de los ingresos del repartidor.

Cabe destacar que, a pesar de ser considerados como trabajadores esenciales durante el periodo de confinamiento, ninguna de las empresas ofreció algún tipo de apoyo a sus repartidores para evitar contagios entre ellos, en el mejor de los casos recibieron sólo gel antibacterial, relató el académico Ortega Erreguerena. 

En otras latitudes, las plataformas digitales de reparto se aprovecharon de la vacunación para promover jornadas más largas. En Colombia, la empresa Rappi tuvo acceso a las primeras vacunas contra el Covid-19. Ante este hecho, la compañía anunció la aplicación de la dosis a los socios repartidores que más entregas realizaran al día.

“Decían los repartidores en las redes sociales que eran como los Juegos del Hambre, que el que haga más entregas va a tener acceso a la vacuna y se va a salvar. Son condiciones muy precarias y sin ningún tipo de seguridad”, expresó Ortega Erreguerena.

En cuarto lugar, se añade la vulnerabilidad que sufren al transitar, pues desde marzo de 2020 y hasta el último trimestre de 2021, se han contabilizado 54 repartidores muertos a causa de algún accidente automovilístico; asimismo, el movimiento #NiUnRepartidorMenos declaró que nueve de cada 10 mujeres que están en el negocio han reportado haber sido víctimas de acoso, violencia sexual e, incluso, secuestros.

Por último, las aplicaciones sancionan a los socios si se niegan a realizar alguna entrega en zonas con alto índice delictivo, y “los castigos van desde disminuir el número de entregas hasta suspenderlos definitivamente de las plataformas”, declaró el movimiento. 

#NiUnRepartidorMenos

Ante la ola cada vez más grande de precariedad laboral, y la negativa de las empresas por reconocerlos como empleados en lugar de socios, se formó el movimiento #NiUnRepartidorMenos, liderado por el antes mencionado Saúl Gómez y Paola Ángel. Uno de los antecedentes que los motivó a hacerlo oficial, es el deceso de José Manuel Matías, compañero repartidor que murió al ser arrollado por un camión de basura en su primer día de trabajo.

#NiUnRepartidorMenos ha recibido el acompañamiento del colectivo organizado Nosotrxs, quienes también han formado lazos de unión con la agrupación internacional Precarius Riders of the World y que en colaboración llevaron a múltiples manifestaciones a favor de la exigencia de sus derechos laborales, personales y de seguridad.

El movimiento #NiUnRepartidorMenos propone soluciones para reducir y, posteriormente, acabar con este panorama de precariedad laboral, por lo que hace un llamado a la ciudadanía para exigir, de manera respetuosa y responsable, el reconocimiento y cumplimiento de sus derechos; además piden a la sociedad tomar conciencia sobre el entorno político, social y económico en medio de una crisis sanitaria, mismo que dejó en claro la importancia de los repartidores.

A manera de conclusión, el especialista Ortega Erreguerena mencionó que la solución a estas problemáticas no consiste en dejar estas plataformas para conseguir otro trabajo, sino en exigir a las autoridades las garantías para laborar de manera sólida, contando con seguridad social pagada por las empresas repartidoras y no por los socios, tener un seguro contra accidentes y contar con un sistema de ahorro para el retiro.





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