Analizan relaciones entre Iglesias y narcotráfico

Los politólogos Jorge Alberto Roa y María Laura Amaya son entrevistados por Elizabeth Villanueva sobre la relación entre la religión y la violencia en México. Foto: Alejandra Bueno

  • La relación entre estos actores parte del arraigo que ambos tienen dentro de comunidades marginadas
  • Los expertos coincidieron en que es un fenómeno que “merece y debe ser estudiado”, porque implica la ausencia del Estado
Por María Alejandra Bueno Hernández, Ana Sofia Miranda Fuentes y André́ Rojas Salgado
CDMX, . La relación entre iglesia y grupos criminales es algo que se debe de estudiar y se ha dejado de lado, debido a su establecimiento principalmente en lugares marginados y remotos, donde el Estado no logra tener una presencia clara, comentaron María Laura Amaya y Jorge Alberto Roa, durante un conversatorio realizado por el Seminario de Intersecciones de lo Religioso (SEMIR), transmitido vía online.
 
Los expositores con una licenciatura en políticas públicas, en un primer momento hicieron una distinción entre violencia y organizaciones delictivas, al rescatar que la relación entre la iglesia y estos grupos no tiene que ser necesariamente violenta, esto durante su participación en el Quinto ciclo de conversatorios Religión y Violencias.
 
El evento se transmitió en las redes sociodigitales Facebook, YouTube y Twitter y contó con la participación de Elizabeth Villanueva, integrante del SEMIR, quien buscó obtener información sobre el vínculo entre la iglesia, el Estado y el narcotráfico en México, al igual que las posturas e interpretaciones que las comunidades afectadas han tenido con respecto a estos tres actores.
 
Los politólogos explicaron que la iglesia católica ha tenido un gran peso en la sociedad mexicana desde hace mucho tiempo, por lo que se ha vuelto un instrumento poderoso para guiar el comportamiento de aquellas y aquellos que la siguen, observándose esta legitimidad en figuras como los obispos quienes llegan inclusive a expresar su aprobación hacia grupos criminales.
 
María Laura y Jorge Alberto coincidieron en que la aceptación sacerdotal hacia estas conductas delictivas puede deberse a tres cuestiones, la primera una aprobación subjetiva por parte de estos, la segunda por donaciones o inversiones de capital y la tercera por amenazas, pues México es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el sacerdocio católico.

Los ponentes resaltaron al simbolismo como una de las principales razones del por qué la religión cuenta con una gran validez, ya que este sirve como apoyo emocional para una gran cantidad de personas, quienes justifican sus actos delictivos y/o solicitan “que a mi enemigo le pase de todo, pero que a mí no me pase nada”.

Respecto al gran entramado que tienen la iglesia y el narcotráfico, los participantes plantearon que se ha generado una religiosidad popular, en la que las personas definen sus creencias y resignifican santos, tal es el caso Malverde quien en un principio estaba dirigido a personas marginadas y excluidas, para posteriormente pasar a ser popular entre narcotraficantes.

Finalmente, Jorge Roa y María Laura Amaya reflexionaron en torno a la importancia que tiene investigar acerca de estos temas e incluso proponer soluciones, ya que la relación entre la religión y la violencia en México importa, pues ambos actores tienen una influencia dentro de la sociedad mexicana.



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