La distracción del diagnóstico


 “Tarde o temprano todo estará bien, como el huracán, cuando estás dentro del ojo, la calma es inexplicable, si acaso se escucha un silbido, pero cuando sales, lo has perdido todo… casas, autos, vecinos… y si te mantienes dentro. Todo estará bien.”: Karla Villanueva


Por Jorge Arturo Alvarado Flores

No puedo respirar…

México (Aunam). Un temblor se hizo presente en mis manos, lo sentía recorrer por los brazos, el pecho cosquilleaba, pero no daba risa; recorrió mi espalda, sentí alfileres desde la cabeza hasta los pies, escalofríos y temblor en el cuerpo se reflejaba hasta en mis cachetes. 
 
–¿Abuelito?

Escuchaba a la lejanía. El sonido comenzaba cerca de mi oído y terminaba demasiado lejos, casi imperceptible. Busqué con la mirada de dónde provenía la voz que me buscaba. El temblor del cuerpo semejaba a una posesión demoníaca, como si usara mi cuerpo y lo hiciera reaccionar a voluntad del ser que lo controlaba.

–¿Abuelito? ¿Se siente bien? ¿Le ayudo a levantarse?

–Sí. –Le dije.

 –¿No se puede mover? –Me preguntó.

Tosiendo y jalando el poco aire que podía, elevaba mi cabeza y la bajaba intentando hacer salir las palabras, pero el aire ni pa´ dentro ni pa´ fuera. 
¬
–Karlita, ayúdame, no puedo respirar. –Dije con mi último aliento y fuerzas mientras me incorporaba, pero mis piernas no quisieron hacerlo. Caí.

Una fuerza extraña me empujaba al otro lado, era Karla, mi nieta. Recostó mi cuerpo mientras mi conciencia tan espantada como paralizada escuchaba voces al fondo de la habitación.  “¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mi abuelito! ¡No puede respirar!”

Entre gritos enfurecidos y tensión por doquier, comprendí que el existir se paga de alguna forma. Intenté calmarme y hacer funcionar correctamente mis pulmones. ¿Habrá sido mi último cigarro de la noche de ayer? 

–¿Covid? ¿Y por qué no me dijo eso? –Gritó Karla al teléfono.

¿Qué? ¿Covid? Mi ansiedad regresó y ahora menos podía respirar. Le miraba hablando por teléfono moviéndose de un lado al otro buscando qué hacer apresuradamente.

–Dese la vuelta. –Me dijo Karla mientras se acercaba corriendo y me giró boca abajo. Luché, golpeé y aventé patadas para resistir. Sentí que mis golpes impactaron algo. Cerré los ojos y ella ya no estaba. Me mareaba, no podía más, intentaba gritar, pero salían alaridos pequeños, grandes, distorsionados, quería escupir un pulmón, pero nada salía. 

Miré a mi esposa, mi hijo, mi hija y mis nietas. Entre alucinaciones y gritos, escuchaba como se despedían y me decían palabras cálidas con las que pensé entregarme a la voluntad de Dios.

No tardó mucho para que el llanto de la sirena alertara nuestros oídos y entraran los paramédicos. Lograron estabilizarme, me sentía muy cansado, mareado, como si hubiera corrido tres maratones, estaba realmente agotado. Los paramédicos dialogaron con mi familia.

–62 de oxígeno. –Dijo uno de los paramédicos.

–Miren, si ustedes quieren que nos lo llevemos, lo intubemos y todo… muy difícilmente saldrá vivo. Esto es como enviar a un cerdo al matadero. –Dijo la paramédico del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM). 

Mi familia prefirió que me quedara en casa acompañado de su presencia para gozar la vida que los paramédicos juraban, me quedaba muy poca… la Disnea lo delataba.
 
¿Qué es el Covid-19?

La Secretaría de Salud (SSA) del Gobierno de México define al Sars-Cov2 o Covid-19 como parte de la familia de los coronavirus que causan enfermedades desde el resfriado común, hasta neumonía. El virus infecta tanto animales como humanos. Y se puede sospechar de su contagio cuando se presentan al menos dos de los siguientes síntomas: Tos o Estornudos, Fiebre y Dolor de cabeza. Debe estar acompañado de otros índices como dolor de garganta, ojos rojos, escurrimiento nasal, dolores musculares y dificultad para respirar o, mejor dicho, Disnea. Por lo que se le asignó la categoría de enfermedad respiratoria.

Si se pertenece a un grupo de riesgo como personas mayores de 60 años, menores de cinco, personas con hipertensión, diabetes, mujeres embarazadas, personas con cáncer o VIH, el cuidado debe extremarse y se debe acudir a recibir atención médica prioritaria.  El coronavirus se transmite de persona a persona y lo logra a través de las gotículas o también llamadas, microgotas, que se expulsan al toser y estornudar o al tener contacto físico con una persona enferma, objeto o superficie contaminada y tocarse el rostro sin desinfectarse las manos posteriormente al contacto con el virus.

Por ahora, en septiembre de 2021, no existen medicamentos que curen los coronavirus, solo existen para aliviar los síntomas. Para la SSA la infección no es grave y el cuerpo es capaz de controlarlo en dos semanas, argumentando que la mayoría de las personas que se enfermen solo tendrán síntomas leves con una recuperación rápida. Datos recuperados del portal de internet del Gobierno de la República en el apartado de preguntas frecuentes. 

Algunas recomendaciones avaladas por Gobierno difundidas el 24 de marzo del 2020, durante la Jornada Nacional de Sana Distancia comunicada por el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell son:

Lavarse las manos con frecuencia usando agua y jabón, al menos 20 segundos.
Tapar nariz y boca al toser o estornudar
Saludar a la distancia evitando el uso de manos, besos o abrazos.
Mantener la sana distancia con quienes viven contigo y con quienes no.
No automedicarse.
Alimentarse sanamente.
Tomar agua simple y limpia.
Lavar los vasos y cubiertos con jabón, agua y cloro. 

La SSA recomienda la suspensión temporal de actividades no esenciales de los sectores públicos, sociales y privados. 

¿Qué es la Disnea?

Quienes han padecido y definen la Disnea lo logran de forma subjetiva. Es la sensación de dificultad, incomodidad o incapacidad de respirar. Hay personas con diferentes anomalías que incluso la padecen al realizar un poco de ejercicio, aunque no sea parte de una enfermedad en específico.  El síntoma puede tener muchas causas como la obstrucción de las vías respiratorias altas o bajas, o quizá se trate de alguna cardiopatía que no permita suministrar oxígeno al cuerpo. Otros factores pueden ser la ansiedad, que lleva a presentar dificultad para respirar. Y en este sentido, el tratamiento de la Disnea depende de la causa. 

Según el doctor Jacobo Sellares, Especialista en Neumología de Barcelona a través de la cuenta de YouTube barnaclínic Barcelona del Hospital Clínic de Barcelona menciona que en el caso de la Covid-19, los pacientes que ingresan con el padecimiento; junto con otros síntomas, son quienes tienen un peor pronóstico en el desarrollo de la enfermedad. La Disnea por Covid-19 se provoca por la afección de los bronquios, el virus llena de fluidos los pulmones imposibilitando el flujo de aire provocando trombos, coágulos sanguíneos y dejando lesiones en los pulmones afectados ocasionando cicatrices internas que pueden o no, incidir gravemente en el futuro desarrollo de quien lo padece.  

Este padecimiento se acompaña de una insuficiencia cardíaca, cuando el corazón es incapaz de bombear suficiente oxígeno a todo el cuerpo. Los pacientes con este problema pueden manifestar dificultad para respirar cuando están acostados, se experimenta cansancio, fatiga muscular, hinchazón en las piernas por la retención de agua y sal, hinchazón abdominal, mareos, síncopes, falta de apetito o incluso, anorexia. 

Para realizar un diagnóstico correcto se realizan exámenes físicos que evalúan los pulmones, el corazón y todo el complejo de las vías respiratorias. Se realizan pruebas de sangre, medición de la saturación de oxígeno y otras con más complejidad y dificultad para ejecutar en tiempos de crisis como lo es la crisis de salud, económica y social provocada por el SarsCov-2 o Covid-19. La ecocardiografía, por ejemplo, permite mirar las válvulas cardíacas y otras estructuras del corazón. La radiografía del tórax produce imágenes del corazón, de los pulmones, los vasos sanguíneos, las vías respiratorias y los huesos del tórax, también se puede ver la columna vertebral. Las pruebas de la función pulmonar indican si se inhala y exhala correctamente suministrando oxígeno al cuerpo. La prueba de esfuerzo permite ver cómo funciona el corazón durante la actividad física. Y la tomografía del tórax explora, por medio de imágenes, el funcionamiento interno del pulmón. 

Debido a la rápida acción de la enfermedad y su letalidad, puede ser breve la entrada al túnel de la infección, pero muy larga la recuperación, haciendo al oscuro camino dentro, aún más oscuro y aún más largo, del cual muchas personas, no han salido y no podrán salir.

Dependiendo de los resultados y el estado de gravedad se determina el protocolo a seguir, en caso de no padecer gravemente se realiza un tratamiento desde casa. Pero, de serlo, el tratamiento puede incluir terapia de oxígeno, con manguera para la nariz o por la boca con mascarilla. Y de ser necesario, se realiza una traqueotomía de ventilación con presión positiva no invasiva. 

En casos extremos y como último recurso, se induce la respiración mecánica o la intubación endotraqueal del paciente, es decir, se induce al paciente en coma por medio de un fármaco sedante, y posteriormente, se induce el tubo endotraqueal por la boca ingresando a la laringe por la vía aérea, sin confundir con el esófago, que suministra oxígeno y permite su salida; de esta forma se consigue el funcionamiento de los pulmones de forma artificial. Este acto conlleva ciertos riesgos, según estudios de la red de cuidado de la salud Northwell Health de Nueva York, el 88% de los pacientes hospitalizados bajo ventilación mecánica pierden la vida debido a factores externos al virus, desde las complicaciones del uso del ventilador, como una infección o los efectos del sedante, como trastornos neuronales-cognitivos.  
 
El ojo del huracán

La familia Villanueva, conformada por Karla, su abuela Esther, su abuelo José, su madre Mireya, su hermana menor Katia y su tío Juan, se dedican al negocio comerciante. Sus abuelos lideran el negocio junto con su madre. Katia es docente, bailarina y estudiante. Su Tío Juan apoya a la economía del hogar con sus labores en la industria de las telecomunicaciones. Karla se dedica a la docencia de lengua inglesa, es bailarina e imparte talleres de Danza Urbana en el Instituto Politécnico Nacional, misma universidad en la que estudia. 

Marzo de 2020 

El gobierno de la república mexicana dictaminó el estado de cuarentena a la población mexicana, implicando la imposibilidad de laborar en su negocio por tres meses, con recursos limitados de 12 mil pesos para su administración durante el confinamiento. Mismos que juntaron a través de las dos tandas en las que entraron, el apoyo económico 60 y + y la pensión de su abuelo, que es mensual. 


Mayo, 2020

Recuerdo que fuimos temprano al programa social de Adultos Mayores en Abandono (AMA) aquí en la avenida de Ganaderos, porque justamente la pandemia nos ha afectado económicamente. Fuimos mi mamá, mi hermana y yo a la despensa y son filas largas, comienzan a las 4:00 a.m. y te despachan como a las 8:00. Ese día me quedé esperando afuera y una señora me encargó a su niña mientras esperaba, dije que sí. Sale la mamá de la niña y se van. Me dormí en el auto y me desperté a las 11, me tomé un café que había preparado, pero me supo a pura agua. Tenía hambre y náuseas, muy extraño. Me comí un sándwich y me dio mucho asco, solo tenía la textura, pero no tenía sabor alguno. Pensé que estaba pasado y no le di más importancia. Fue como hasta las 11:30 que pasamos y tenía muchos escalofríos, pensé en que en la mañana hacía frío y podría ser por eso. 

Llegamos a casa y me di un baño, pensaba que así me sentiría mejor, pero me quedé dormida. Al despertar bajé a tomar un yogurt y solo tenía la sensación sin el sabor… decidí preguntarle a mi mamá y a mi hermana “¿A poco si está rico el yogurt?”, a lo que contestaron que sí, pero yo lo percibí echado a perder. Sentí demasiado frío y ardor de garganta. Supuse que me había dado gripa. Tomé un Ibuprofeno, pero no hubo efecto alguno. En la hora de la comida le dije a mis familiares “El día de hoy todo me sabe a nada” y como comentario, mencionaron el caso de un conductor de televisión que tuvo Covid-19 y perdió el olfato y el gusto. Pensé que quizá sí estaba enferma, pero el gastar en mis medicamentos nos dejaría sin comer una semana. Preferí no decir nada. Además de que no hay nada muy claro sobre que sea Covid… pueden ser otras cosas. 

Decidí aislarme, usar tapabocas y alerté a mis familiares, pero me tacharon de exagerada. Pasaron tres días y no me pude levantar, comencé a orinar demasiado, mucha fiebre, el color de mi piel se tornó grisáceo. Mi tío se ofreció a llevarme al médico, pero para todos ellos, cualquier síntoma era Covid y ameritaba hospitalización. Ya no lo soportaba, el dolor y el malestar era terrible. Me despedí de mi familia, les agradecí todo su cariño y subí a dormir. 

Desperté al día siguiente pero ahora hasta me faltaba el aire. Busqué en internet algún remedio casero y me la llevé con tecito de jengibre, canela, limón y miel, tres veces al día. La comida seguía sin saberme, me dolía la cabeza, la nuca, me faltaba el aire, pero se rehusaban a creerme. Pensando en dónde me pude haber infectado, llegué a una conclusión, el mercado de la colonia Escuadrón 201, en la alcaldía de Iztapalapa. Fui un domingo a hacer despensa para dos semanas con 500 pesos y ese día me estresé mucho porque entraban hasta cinco personas por familia, no había ningún control sanitario. 

Durante ese tiempo hasta dormía con tapabocas, lo que junto con la falta de aire era fatal, dormía sin descansar, vivía sin vivir por pensar en “¿Cuándo será el ataque que no me permita seguir aquí?” Fue muy cansado, seis días después, yo continúe con mis entrenamientos, intenté agarrar nuevamente el ritmo. En el mes de junio, mi hermana Katia se enfermó de una pequeña gripa y al ir al médico nos mandó retrovirales para mejorar el sistema inmune. Le comenté al doctor que me dio Covid el mes pasado y me explicó que tomar Ibuprofeno complica la enfermedad, me lo tomé cada ocho horas por una semana.  

Pese a la enfermedad, no pude descansar, ni por ella, ni por la situación económica. No podía detenerme, sin importar los escalofríos, el dolor o la falta de aire… si no, las cosas se caían por acá. Regresamos en septiembre al mercado, pasaron octubre, noviembre, diciembre… pero en enero salimos del ojo del huracán.

Enero de 2021

Mi abuelo se sintió mal. Mi abuelo es diabético, tiene 82 años y sufre de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), tuvo escalofríos y hasta pensamos que estaba convulsionando. Afortunadamente llegaron los paramédicos y lo estabilizaron, pero nos avisaron que toda la familia ya estaba contagiada. Fuimos a hacernos las pruebas. ¡Carísimas! 

De 800 pesos cada una y fueron 4 mil 800 pesos de seis personas. Mi tío las pagó y salieron positivos mi abuelito, mi abuelita y mi tío. Mi hermana, mi mamá y yo salimos negativas. Nos movimos en la casa y nos aislamos, pero a las tres horas mi madre tuvo dolor de cabeza y fiebre. Mi hermana y yo nos quedamos a vivir en la sala, organizamos la comida y todas las labores; hasta al día siguiente que Katia despertó con fiebre. Las palabras de la paramédico resonaron en mi cabeza y es así como quedé sola al cuidado de mi familia, no me enfermé porqué adquirí inmunidad debido a mi infección del año anterior. Le pido a Dios que esto termine. 

Desarrollo de la Disnea, diagnóstico y tratamiento

Al padecimiento pulmonar se le debe estudiar y evaluar con precisión para determinar su causa y lograr un tratamiento adecuado. Para conseguirlo, se necesita una evaluación que consta del historial clínico completo, una entrevista con la persona afectada o alguien cercano que pueda responder con honestidad datos como la edad, la profesión, los antecedentes personales y los síntomas que acompañan la Disnea, afirma la doctora Emiliana Naretto Larsen de la Universidad Finis Terrae de Santiago, Chile en las Guías Clínicas Respiratorio de la Facultad de Medicina. Así como un examen físico completo, presencia de fiebre, hipo o hipertensión, taquicardias, edemas, arritmia, presencia de soplos, entre otros padecimientos clave para el desarrollo de la enfermedad. El conjunto de esta información implica el 75% del diagnóstico.

La existencia de múltiples causantes de la falla respiratoria añade complejidad y quita tiempo ante una emergencia, sin embargo, se puede simplificar en dos campos, Disnea respiratoria o Disnea cardiaca. Para la primera, el departamento de investigación médica del Reino Unido, British Medical Research Council (BMRC) clasifica en una escala del Grado 0 hasta el Grado 4 la gravedad de la afección. La falta de oxígeno únicamente al realizar ejercicio posiciona al paciente en el Grado 0. Si se presenta al andar deprisa, utilizar escaleras largas o subidas pronunciadas se posiciona en el Grado 1. A la incapacidad de mantener un paso constante al caminar se posiciona en el 2. Al penúltimo, el Grado 3, la institución británica coloca el tener que detenerse cada 100 metros por la falta de aire. Y como último, si le impide a la víctima el salir de casa y realizar actividades de la vida diaria obtiene el Grado 4. 

Del otro lado, el organismo estadounidense de cardiología, New York Heart Association (NYHA) enmarca sus registros en cuatro clases a la Disnea cardiaca. La primera clase es la ausencia de síntomas con la actividad habitual, la segunda clase es realizar actividades moderadas con las limitantes del padecimiento, en la tercera clase, el instituto posiciona a la presencia de los síntomas durante la actividad escasa. Y, por último, la más grave, la clase cuatro, al presentar síntomas en reposo.

Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó a la Disnea provocada por Covid-19 como una afección con cuadros respiratorios, permitiendo su clasificación a nivel internacional como enfermedad respiratoria. 

La SSA realizó un flujograma para informar las medidas en caso de Disnea por Covid-19, comenzando con el primer nivel de atención, el cual consta de la atención primaria, es decir, de acudir a consultorios cercanos al hogar o entorno de los pacientes, hasta la visita a laboratorios. El segundo nivel es la agrupación de hospitales generales. El flujograma llega hasta el tercer nivel, o la red hospitalaria de alta especialidad, en esta área se necesita tecnología específica, conocimiento sobre enfermedades y tratamientos más complejos y de alto riesgo. 

De acuerdo con el flujograma de atención médica para Covid-19 del Gobierno de México en el primer nivel de atención, si la Disnea o dolor torácico se encuentran en los síntomas es el principal dato de alarma y se necesita atención inmediata por lo que escala al nivel tres. Amerita la incapacidad de estar en sala de espera, algo que durante las olas de contagio de la enfermedad no fue posible por las personas contagiadas en busca de ayuda inmediata en la Ciudad de México. Posteriormente, se realiza una evaluación arterial, cardíaca y respiratoria, se revisa la temperatura y saturación de oxígeno para ser referencia urgente a cualquier hospital Covid-19.  

Un ojo de la cara... 

El miedo, la incertidumbre, las largas filas para las pruebas de detección, los falsos negativos -o positivos- falta y confusión del uso de medicamentos, sin salario que alcance, ingresos insuficientes, sin servicio médico y largas filas para la salud pública, la sociedad mexicana se ve condicionada a los servicios de salud privada, donde les, las y los mexicanos han gastado más de lo que tienen.

Si bien, existen pruebas de Covid-19 gratis por parte del estado mexicano a sus habitantes, muchas personas deciden, por alguna u otra razón, asistir a pruebas de detección privadas. 

Las pruebas de antígenos van desde los 250 en laboratorios certificados como Salud Digna hasta los 999 pesos en laboratorios Jenner.

Las pruebas PCR Tr van, en laboratorios certificados como Salud Digna, desde los 950  hasta los 3 mil 500 pesos en Laboratorios LAPI. 

Los medicamentos como el Paracetamol se encuentran desde 25 hasta los 80 pesos y de Indometacina desde los 50 hasta los 310 pesos, sin contar lo necesario para el chequeo de la víctima como el oxímetro, desde los 220 hasta los 850 pesos. El termómetro está entre los 60 y los 600 pesos. Y aún hacen falta los utensilios necesarios para el protocolo de desinfección en el hogar, como el cloro, jabón, desinfectante en aerosol, desinfectante en gel, toallitas desinfectantes, mascarillas o tapabocas y caretas.  En ocasión de padecer Disnea y si el paciente lo necesitase, la terapia de oxígeno se mantiene entre los 5 mil 600 y los 30 mil 000 pesos desde casa, si se interna en hospital, el costo promedio por internamiento hospitalario, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) es de 372 mil 992 pesos el costo promedio por intubación es de 947 mil 709 pesos y el ingreso a la unidad de cuidados intensivos tiene un costo promedio de 895 mil 814 pesos.

La familia Villanueva fue medicada con Azitromicina y Paracetamol, al igual que muchas familias mexicanas, la Covid no fue el único problema de salud, otras enfermedades como la diabetes y el EPOC se agudizan. Entre los seis integrantes de la familia, el costo diario aproximado de medicamentos fue de 600 pesos por día. El concentrador de oxígeno que utilizaron fue un préstamo por parte de sus familiares, así que, por fortuna, no tuvieron que conseguir tanques de oxígeno con costos desde los 5 mil 190  el tanque hasta los 14 mil 600 pesos, con recargas desde los 125 hasta los 220 pesos según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

La distracción del diagnóstico… (Aciertos o fallos en la investigación)

Para el 14 de agosto de 2021 las estadísticas del Gobierno de la República mexicana a través de datos del Tablero Covid-19 elaborado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) reportan 248 mil 167 fallecimientos, 3 millones 091 mil 971 de contagios e infinidades de angustias por las ciudades, pueblos, campos, desiertos, junglas y playas. Un encierro claustrofóbico con sirenas de ambulancias y toses como banda sonora. Destruyendo hogares, machacando corazones y rompiendo la esperanza de algún día, tan solo un día, poder abrazar a quien más queremos.

Es así como el 7 de mayo de 2021, a más de un año de la aparición del virus, se descubre que el estudio de la Covid-19 como enfermedad respiratoria no logra explicar la diversidad de complicaciones que se padecen, que van desde diarrea, erupciones cutáneas o disminución del pigmento en las manos y pies, pérdida de los sentidos del gusto y olfato y la incapacidad de hablar o moverse. Síntomas no relacionados con alguna enfermedad en las vías respiratorias. Por lo que el Instituto Salk de Estados Unidos demuestra que la Covid-19 es en realidad una enfermedad vascular que daña a nivel celular, publicado en el artículo titulado Covid-19 y afección cardiovascular el 30 de abril de 2021 en la revista médica académica Circulation Research.

El descubrimiento del instituto estadounidense permite un acercamiento a la estructura y comprensión del virus. Se espera lograr acabar con el mal del Sars-Cov-2 por este hallazgo. Aunque más que acabar, solo conocemos con mayor dimensión de lo que el virus es capaz y sus estragos, como el daño multisistémico y neuronal. 

La confusión del diagnóstico y los maratones en círculos por conocer al Covid-19 fueron el resultado de mirar al toro por los cuernos y no a los ojos reflectantes de su objetivo. Como síntoma principal y determinante, la Disnea. 
 
Concédeme serenidad…  

Mi abuela, mi abuelo, mi madre, mi hermana y mi tío dijeron que posterior a la infección se les caía el cabello y les dolían las piernas, pero no les pasó lo que a mí. Además del dolor que tuve por días en el vientre debido a un golpe que me dio mi abuelo mientras deliraba… Fue tanto su delirio que él pensaba que yo lo lastimaba, y me pateó tan fuerte que llegué a pensar que no sería capaz de tener hijos en el futuro… ¿De dónde sacó tanta fuerza si no se podía mover? Yo no sé… pero cuando uno quiere vivir, el cuerpo reacciona.  Fuera de eso, las secuelas se manifiestan en ocasiones, se me iba el oxígeno, pero con una gran bocanada de aire podía solucionarlo, bajé 15 kilos en una semana y no podía parar de adelgazar. En una ocasión, de noche, yo tenía mucho, pero mucho frío, la nariz y los pies… ¡Helados! 

Usualmente el cuerpo tiene 36º y yo tenía 34º. Tuve tres episodios después del Covid, y en temporada de frío me da pánico porque subir mi temperatura y calmar mi respiración es todo un reto. La situación del oxígeno ocurrió unas quince veces más, es como un ataque de asma, tarda algunos minutos, pero el pánico lo incrementa. Eso fue antes de vacunarme, y después de la vacuna he sentido cosas muy raras. 

Me vacuné el 11 de mayo y todavía siento algo en el brazo, siento algo que pesa y duele. Yo no sé, no quiero entrar en discusiones polémicas sobre el chip 5G dentro de las vacunas, pero realmente me duele. Fue gracias a la escuela en la que trabajo, me preguntaron “¿Te quieres vacunar?” y dije que sí, tengo una rutina y estilo de vida que necesita la vacuna para continuar. Tengo fobia a las jeringas, pero por sorpresa no hubo problema alguno, no sentí nada. Pero pasado un minuto, comenzaron los mareos, la respiración algo agitada y veía doble. Otros minutos después sentí un peso y dolor en la nuca. –¿Es normal que me pese la cabeza? –Pregunté. Y me pasaron al área de observación, pero solo por quince minutos. 

Al salir del lugar, me sentía cansada, pálida, no podía sostenerme y me dirigí con mi hermana a comer y beber algo, la sed me estaba quemando. Llegando a casa tenía la corazonada de que me iba a sentir mal, dicho y hecho. Tuve clase y le expliqué al profesor Felipe que no me sentía bien por motivo de la vacuna. Me dio fiebre de 39º y no podía ni levantar un lápiz, no podía comer y respirar era demasiado pesado. Tuve náuseas, dolor de cabeza y mareos. 

Hasta sospeché de un embarazo, pero no era posible de ninguna forma. Fui al baño, devolví el estómago y no pude ni sostenerme. Mi hermana me cubrió en el trabajo y me fui a dormir, la tonalidad gris regresó a mi piel. Yo quería llorar y pedir que esto se termine, pero al enfrentarme a la enfermedad de mi familia generé un endurecimiento emocional frente a las crisis. 

Acudí al doctor porqué ya no lo soportaba y tras una prueba de sangre en una tira reactiva me dijo el médico “Hija, parece ser que tienes Covid…”  No creo que eso sea posible. Me hice una prueba en laboratorio de antígenos, me dieron los resultados en la tarde y salió positiva pero negativa en Covid-19. Mandé mis documentos a mi trabajo por mi ausencia debido a mi malestar y no los quisieron hacer válidos. 

El profesor Felipe terminó en terapia intensiva tras la vacuna. 

La Covid y la vacuna me han afectado en diversas áreas que yo no sabía. Yo bailo y mis pies ya no reaccionan de la misma forma. Mi respiración es cansada y la enfermedad cada vez parece mostrar la peor cara de sí misma. 

El futuro temeroso. Epílogo de una enfermedad llamada Covid-19


El presente incierto, quienes resisten, quienes se fueron y quienes no pudieron.

Una salida, una caminata por la calle, la ida a la panadería, saludar a ese viejo amigo, un abrazo, un segundo, un momento… quince días. En un abrir y cerrar de ojos se presenta la entrada al túnel. Nadie quiere mirar dentro, solo buscar salidas. Ni el toro o el huracán aterran tanto como el oscuro vacío del túnel. Quizá es porque el toro puede o no darte una cornada y el huracán puede o no, mantenerte dentro del ojo. Pero el túnel… Una vez dentro solo queda atravesarlo para poder salir. 

Y para sorpresa, ni siquiera la salida ofrece esperanza. Que alegría haber burlado los cuernos y las ráfagas de aire, pero que tristeza que las cornadas que reciben mis órganos y las partes que me dan vida no pueden conocerse con exactitud. Que ansiedad que los vientos helados que congelan mi respiración puedan dañarme tanto aún sin las coronas de espinas clavadas en mis células. 

Por favor, para ya con este delirio. Termina ya con esta pesadilla. Ya salí del túnel.
  
“Serenidad, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia.”
-Anónimo






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