No importó salir del armario; sino a las calles, a dar la cara: Martínez Carmona


Por Edwin Paz
CDMX (Aunam). Desde la primera manifestación realizada en América Latina en 1979, las marchas en México a favor de los derechos sexuales han incrementado; a pesar de eso existe una deuda histórica con el movimiento desde el punto de vista académico, pues se difunde poco del tema, lamentó Carlos Arturo Martínez Carmona.

Para el profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, hay muy poca documentación de estudio y reflexión de la Marcha del Orgullo, sobre su origen, objetivos, formas, influencia y continuidad del movimiento.

En su ponencia “Marcha del Orgullo LGBTIQ+ en México. De la Liberación a los Derechos y más allá”, organizada por el Museo de Sitio y Archivo Histórico Casa Morelos, el especialista en derechos sexuales y reproductivos, se apoyó de documentos periodísticos como La Jornada, El Universal y Uno más Uno.

El investigador relató que el año pasado, debido a la crisis sanitaria, la marcha fue virtual, se conectaron a su propia plataforma 5 millones de personas. En otros años asistieron 350 mil aproximadamente. El punto de encuentro era el Ángel de la Independencia, iniciaba con un mitin político donde leían las demandas por el respeto y reconocimiento a la diferencia que se traduce en derechos, la no intromisión de la iglesia, la prevención, atención y detección del VIH.

Concluido el acto comenzaba el desfile de carros alegóricos de antros y bares, las marcas aprovechan la coyuntura para promocionarse. Caminaban por la Avenida Reforma, cristianos y judios, empresas trasnacionales, integrantes de partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, así como representaciones diplomáticas de países como Holanda, Estados Unidos, Francia y Canadá.

“Las calles se convierten en espacio de expresión, burla para las normas establecidas, de salir por un momento de la rutina. Los comerciantes venden dulces o chocolates en forma de pene y vaginas. Hay disfraces, colores, pelucas, maquillaje, olores, fiesta, música, cuerpos semidesnudos, tangas, amas de casa, heterosexuales y niños. Todos terminan en la plancha del zócalo donde los espera un concierto musical. La jornada se realizaba con horario de 10 de la mañana a siete de la noche”.

Pero, aclaró, no siempre fue “color de rosa, ya que en 1969 en Estados Unidos existían redadas contra comportamientos antisociales de este tipo. Entonces surgen frentes de liberación homosexual en Francia e Inglaterra”. 

Para México fue en 1971 que intelectuales como Carlos Monsivais y Nancy Cardenas crearon un frente que desapareció rápidamente debido al hostigamiento que sufría el país con la censura. El Halconazo llevó a la clandestinidad a las agrupaciones.

En 1978 surge en México el Frente de Homosexuales de Acción Revolucionaria FHAR, que pugnaba en las calles por sus derechos. Fue en 1979 que se da la primera marcha contra el estigma religioso, las persecuciones policiacas y la creencia de enfermedad psicológica a la homosexualidad, “luchaban por el derecho al trabajo, educación y salud, por las mujeres trans a desarrollarse en espacios sociales”.

Asistían de 2 mil a 5 mil personas, se sumaban colectivos como Mariposas Negras, feministas y grupos políticos de izquierda. No había carros alegóricos, no había disfraces. La puerta de los Leones en Chapultepec era un punto de salida de la marcha y la llegada a el Hemiciclo a Juárez. La ideafrase no era salir del closet, si no salir y dar la cara, relata el especialista.

Carlos Arturo Martínez Carmona contó que algunas de las consignas registradas por el diario Unomásuno el 26 de junio de 1983 son: “¡Estamos en todas partes, ni enfermos ni criminales simplemente homosexuales!”, “¡Alto a la violencia y hostigamiento sexual, por el pleno derecho al trabajo!”, “¡Dios nos ama. él también es nuestro!”, “¡Por un socialismo sin sexismo!” y “¡Nadie es libre hasta que todos seamos libres!”.

Frases como: “mientras no se metan con uno es su problema o “es lógica la homosexualidad es su vida”, se escuchaba decir de los vendedores ambulantes de la época. En 1985, en una Marcha del Orgullo queman una bandera gringa como crítica al imperialismo. La crisis del movimiento homosexual surge con la falta de acuerdos sobre la dirección del movimiento. El surgimiento del VIH-SIDA complicó la situación. La iglesia se refería al movimiento como “los mujercitos que esparcen la enfermedad; la plaga bíblica cae sobre los afeminados, dios sacude Sodoma”, concretó el investigador.

La gente no acudía a la marcha por temor a que le pusieran el San Benito del Sidoso, señaló entonces el activista Alonso Hernández. Surgió así una construcción social desinformada sobre el origen de esta pandemia. “Las marchas por el orgullo han evolucionado y la visibilización por los derechos sexuales también, a pesar de la aceptación a la diversidad el trabajo aún es largo. Dentro de los logros se encuentra la empatía, y que el condón se ha vuelto símbolo contra el VIH”, acotó Martínez Carmona.

En 1995 no había tanta expresión corporal en los asistentes, para 1996 las tangas ya hacen presencia. A partir de 1997 aparece el primer carro alegórico del bar, El Taller. Los padres de familia organizados marcharon en 1998. Y en 1999 se marcha al zócalo. por primera vez. El movimiento zapatista apoya la causa y se pronuncia a favor. Fue ese año que se denomina marcha del orgullo LGBT con las letras anexas
hasta hoy.

En su recuento histórico, señaló que el hallazgo de retrovirales y mayor información sobre la enfermedad, la organización de diferentes colectivos basados en la identidad (bares, antros, surge una generación de jóvenes que vitaliza el movimiento), y la llegada de la izquierda al gobierno trajo aliados en 1997.

“Ha costado tener una marcha del orgullo LGBTIQ+, lo que hoy parece celebración y fiesta antes eran demandas, existe una disputa por el sentido real de la marcha si debe tener un  carácter político con más de cuarenta años de visibilidad y orgullo crítico o simplemente comercial”, cuestionó el docente.

Y ofreció una respuesta: “El carácter festivo y carnavalesco debe amalgamar con los derechos civiles y las demandas. Deben mezclarse en los valores de la sociedad heteronormada y patrialcal, con una herramienta para influir en el Estado y confrontar a los adversarios”.

La Marcha por el Orgullo, dijo, se ha convertido en un espacio de disputa e inclusión, lo diverso de sus protagonistas lo hace llamativo para  intereses económicos y políticos.

Para concluir, el doctor en Ciencias Sociales leyó un fragmento de un viejo periódico: “Recuperemos el verdadero sentido de la marcha que es el respeto a la diversidad sexual en contraste con los carros alegóricos patrocinados por antros y bares. (La Jornada, 26 de junio de 2011)”.

Foto: Wikimedia Mexico


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