Próxima estación: Contagio


Entre la falta de una estrategia adecuada y la  irresponsabilidad de varios pasajeros, el metro se ha convertido en un caldo de cultivo de Covid-19
Por: Jennifer Turrubiartes

CDMX (Aunam). Pese a que la Ciudad de México, al igual que gran parte de la República Mexicana, se encuentra en semáforo rojo* debido a la actual crisis sanitaria dada por Covid-19, millones de usuarios se aglomeran diariamente en uno de los mayores cultivos de bacterias de CDMX: El Sistema de Transporte Colectivo metro (STC).


Si bien, el  Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI ), registra que  en abril de 2020 el número de pasajeros transportados por el STC fue de 41.1 millones de personas, (cifra baja en comparación de 2019, donde cada mes viajaron alrededor de 133 millones de personas) la posibilidad de contraer Coronavirus aún es alta. No obstante, por su accesibilidad monetaria y geográfica, los pasajeros de este tren viajan a pesar del riesgo inminente. 


Ante la actual situación, la administración de la STC ha planteado diversas medidas para evitar un cúmulo de contagios. Estas han sido rebasadas, ya sea por la magnitud de personas que ocupan este medio de transporte; por la pésima estrategia aplicada o bien por la poca o nula importancia que poseen algunos usuarios ante una posible propagación del virus en multitud. 



De acuerdo con el gobierno de la Ciudad de México: el uso obligatorio de cubrebocas tanto por parte de los usuarios como del personal, la aplicación de gel antibacterial al ingresar a las instalaciones y una constante sanitización a los trenes, ayudaría a disminuir la posibilidad de contraer Covid en el transporte. Pese a ello, ninguna de las anteriores medidas están garantizadas en ninguna de las más de 150 estaciones con las que cuenta el metro.


Uno de los factores que ha ayudado a crear mayor inseguridad en el metro, es la propia irresponsabilidad con la que cuentan varios pasajeros al momento de transbordar. A pesar de la recomendación emitida sobre el uso de cubrebocas “obligatorio”, una gran cantidad de usuarios después de ingresar a las instalaciones se quita el cubrebocas por diversas razones: acaloramiento, nula utilidad, asfixia, necesidad de comer o hablar, forman parte de las excusas emitidas por las personas para el uso inadecuado de esta barrera preventiva.


Si bien, el gobierno de la Ciudad de México ha solicitado a los ciudadanos salir en la menor medida posible, diariamente se observa en las estaciones del metro, cientos de personas que transbordan como si no existiese un riesgo inmunológico. Entre pláticas de padres de familia con sus menores sobre dónde salir a pasear, parejas de novios demostrando el afecto que se tiene y comerciantes anunciando en voz alta y sin protección alguna  sus productos, aquellos usuarios que realmente viajan por cualquier tipo de necesidad, se encuentran mayormente expuestos a un contagio.

Desde agosto de 2020, el STC fijó una serie de calcomanías anaranjadas donde se supone que los pasajeros deberían hacer filas para guardar su “sana distancia”. No obstante, al igual que las otras estrategias aplicadas, esta presenta su deficiencia. Tras el arribo de un tren, es cuestión de minutos para que los usuarios se olviden de esta medida e incluso sobrepasan la línea amarilla del metro (la cual resguarda la seguridad de los pasajeros) con tal de lograr entrar al vagón donde ni un alma más cabe.


De acuerdo con un estudio publicado por la revista médica “BMJ”, el riesgo  de contagio de COVID-19 es más complejo que mantener una distancia  1.5 metros, ya que  también influye si se trata de un espacio abierto o cerrado, la ventilación, tiempo, uso de cubrebocas y si las personas hablan, gritan o se mantienen en silencio. Debido al comportamiento emitido por los pasajeros del tren de la ciudad, es muy probable contraer Covid dentro de este.


A pesar de ser el transporte más grande de la ciudad, la relación que poseen los usuarios con el tren de la ciudad es de “amor-odio” incluso antes de la pandemia. A causa de las constantes fallas que presenta. Entre la pésima ventilación de los vagones, la falta de mantenimiento y la mala planificación a la hora de mandar los trenes, provocan que este se volviera un espacio de caos y conflicto, ejemplo de ello es la estación “Pantitlan”, lugar donde la sana distancia no existe.

 

A pesar de ser el transporte más grande de la ciudad, la relación que poseen los usuarios con el tren de la ciudad es de “amor-odio” incluso antes de la pandemia. A causa de las constantes fallas que presenta. Entre la pésima ventilación de los vagones, la falta de mantenimiento y la mala planificación a la hora de mandar los trenes, provocan que este se volviera un espacio de caos y conflicto, ejemplo de ello es la estación “Pantitlan”, lugar donde la sana distancia no existe.

Aunque hasta el momento no se conocen estudios específicos sobre el contagio de COVID-19 para el Metro de la Ciudad de México, en 2019 una investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) señalaron que en los vagones viajan hasta 50,000 tipos distintos de bacterias.

Luis David Alcaraz, profesor investigador del departamento de biología celular, señala que las bacterias que se incuban en los trenes, en especial en los tubos que este contiene. Sin embargo, el foco de infección no es una novedad.


*Al momento de escribir el presente artículo


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