En cuarentena y sin tacos de mixiote


Por: Debiee Uribe
CDMX. (Aunam). Sentado en una silla de madera demasiado grande para su pequeño cuerpo, Daniel Mendoza, con el pelo largo hasta los hombros por la imposibilidad de acudir a una estética a causa de la cuarentena, mantiene una plática bastante amena y con una fluidez impresionante, señal de que se siente en confianza para hablar.

Para tener apenas ocho años, sabe dirigirse con mucha propiedad, exponer sus argumentos y explayarse en estos. Sorprende el tono inteligente y serio en el que responde los cuestionamientos acerca de la pandemia. “Una pandemia es cuando un virus nuevo llega y se extiende a nivel mundial”, explica como si de exponer un trabajo escolar se tratara. “El coronavirus es un virus parecido al SARS que provoca enfermedades respiratorias, pero es un poco más complejo”. Enumera entonces las medidas sanitarias: lavarse las manos por 20 segundos, usar gel antibacterial, usar cubrebocas por si tienes que salir, “porque si sales y no tienes cubrebocas, corres el riesgo de enfermarte”.

El pequeño valiente de ocho años dice no tener miedo a enfermarse de coronavirus “casi contra todos los virus estoy vacunado. Yo no estoy vacunado contra la varicela y en mi escuela hubo una varicela por dos semanas y yo no me contagié”. Más bien siente temor por sus padres que tienen la necesidad de salir a trabajar y sus abuelitos paternos con los que vive actualmente. “Si no es necesario, no salgo”.

Todos los días se conecta una hora y media desde una computadora portátil, a diferencia de las ocho horas que pasaba en la escuela primaria Aztahuacan. Ocupa las aplicaciones de: Google Meet y Classroom. A pesar de su corta edad sabe perfectamente como conectarse a las clases y enviar sus tareas por correo sin ayuda de sus abuelos, que son quienes lo cuidan mientras sus padres trabajan. Al ser un pequeño tan curioso, desde el momento en que su abuela y su madre comenzaron a trabajar desde casa, se acercó a ellas para aprender un poco de las plataformas, pues tenía la intuición de que esa sería su rutina en el futuro. 

“Les estuve preguntando cómo se llamaba la plataforma, cómo funcionaba y cuando entré a tercero [de primaria] y empecé mis clases en línea ya le estaba entendiendo mas o menos. Me sé los comandos”, dijo y para mi sorpresa, procedió a enseñarme como abrir y cerrar mi micrófono y mi cámara presionando unas cuantas teclas. Todo lo aprendido ha servido para que él sea el que apoye a su abuelita cuando ésta tenga alguna dificultad técnica en sus reuniones virtuales.

La escuela en línea no ha sido fácil para él, pues, aunque son menos las horas de clase, siente que las cuatro tareas que le dejan son excesivas, “me siento cansado porque los trabajos que me dejan en la escuela son pesados, porque ya voy en tercero [de primaria], ya no soy como los de segundo [de primaria]”.  Preocupado por su familia cuenta que hace unos meses, a raíz de la pandemia, el banco en donde su padre trabajaba realizó un recorte de personal en el que fue incluido, por lo que se quedó sin trabajo y a consecuencia de su estadía en casa es el que más le ayuda a realizar sus trabajos. 

Con desilusión en los ojos posa sus manos en sus mejillas, con semblante aburrido y triste responde que no disfruta para nada las clases “porque luego mi abuelita está trabajando, y esa computadora jala demasiado internet, jala todo el internet del modem, entonces a mí me causa mucha interferencia y a veces o me saca de la reunión o se pierde la conexión, o por accidente la reunión me saca y ya no me deja volver a entrar…pero eso solo me pasó una ocasión”. Confiesa que a pesar de que se siente muy triste, no habla con nadie y solo lo repite en su mente porque cuando habla con su papá “solo me gritan: ¡ya duérmete!”.

A pesar de tomar clases con sus amigos a través de las plataformas, los extraña mucho y explica que por ese medio no pueden platicar pues su maestra les exige mantener su micrófono apagado mientras pasa lista “no nos dan horas de recreo, nada más nos dan una hora y media de puro trabajo y se acaba la clase y me voy”. 

Extrañar a sus amigos Mateo, Santiago, Leonardo, Yahir y Aurora es un estado emocional constante para él, pues no han hecho una sola videollamada todos juntos para jugar. “La verdad es que sí me siento medio triste. Me gustaría regresar porque quiero ver a mis amigos. Aunque me tenga que levantar a las cinco de la madrugada”.

Daniel comenta que siente una mezcla de emociones, entre felicidad y tristeza. La primera porque durante la pandemia sus padres le regalaron una consola X-Box para jugar, y aprovechó las fechas para pedirle a Santa Claus un control de color negro para poder jugar con una cuenta propia, pero su felicidad no acabó ahí, puesto que Los Reyes Magos le regalaron la consola Nintendo Switch, un control de Sonic y el Super Mario Odissey y Pokemon Let´s Go Eevee. A carcajadas y fingiendo sufrir con lágrimas en los ojos me comenta su más terrible tragedia: gastar la totalidad de sus ahorros (500 pesos) en un juego en línea. La segunda, se debe a la imposibilidad de poder ver a sus amigos.

Para concluir me pareció indispensable preguntar sobre las recientes festividades y descubrir cuánta imaginación contenían sus pensamientos: ¿Crees que Los Reyes Magos usaron cubrebocas?: “No sé, yo digo que no porque como son seres mágicos no se pueden contagiar del coronabicho. Son magos. Hubiera pedido que me trajeran un millón de dólares y le doy un soborno al coronavirus para que se vaya y se extienda nada más en China, porque los chinos comenzaron todo en una pescadería. Aparte Santa Claus está volando y el coronabicho solo está cerca de la tierra, pero jamás arriba”. 

Le planteé la pregunta de si pensaba que habían ido a su casa o habían enviado sus regalos por Amazon, pero Daniel está convencido de que los Reyes Magos y Santa Claus al ser seres mágicos son inmunes al virus y por lo tanto las medidas sanitarias no aplican para ellos. “dijeron, hay coronabicho, no me importa, ¡a la antigua! y... ¡pum!”.

¿Qué es lo que más extrañas de salir a la calle?: 

“Cuando comíamos los tacos de mixiote abajo de mi casa. Pero esos estaban en la calle y ya puedo comerlos”.

¿Qué harías si en este momento te dijeran que puedes regresar a clases?: 

“Pues la verdad es que antes de regresar a clases le diría a mi papá: vamos rápido a los tacos de mixiote”.

Daniel seguirá con su rutina regular, levantarse a las siete de la mañana para tomar sus clases en línea en el canal televisivo “Aprende en Casa”, a pesar de sus quejas por ver las repeticiones de la tarde o de la noche, para poder despertarse más tarde, jugar X-box y extrañando los tacos de mixiote de la calle abajo su casa. 





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