Detrás de las pantallas: el sufrimiento de los niños durante la pandemia

“Les prestan más atención a mis errores escolares, entran a mi clase en pijama, eso es vergonzoso”, exclama Sofía Gómez tras cursar ocho meses de escuela en línea por pandemia

Por Luis Daniel Gómez Hernández
México (Aunam). La alcoba de cada persona es un espacio de relajación, donde se sitúa el necesario descanso del resto del mundo y un lugar extremadamente personal; sin embargo, para Sofía Edith Gómez Hernández, ha significado un “cuadrito”, en palabras de la pequeña niña, de estrés continúo dado el poco contacto que tiene con el exterior y sus amigos, el excesivo trabajo en clases en línea y un confinamiento que parecería no tener un final.

“Cómo esperan que los niños estemos tanto tiempo así, no he visto a ningún niño desde que he entrado a esta mugre cuarentena”, expresa Sofía con resentimiento y una voz fuerte. Casi gritándole a la pared de su cuarto que ella ya no quiere permanecer más sin volver afuera.

Ella es una niña de 11 años, cuenta con cabello negro abundante hasta la cintura, ojos cafés como la corteza de un árbol y es tan alta como para alcanzar la alacena de su casa. Amada hija y hermana que, actualmente se dedica al estudio online en sexto grado de primaria. Ha tenido que dejar las actividades que realizaba al aire libre como danza, natación, e incluso actividades recreativas como ir al parque, salir al cine con su familia o asistir a reuniones familiares por riesgo de contagio de Covid-19.

El desagrado de Sofía se concentra en la tortura que le proporciona la pandemia, no un dolor físico como haber sido afectada por el virus o la pérdida de algún familiar, sino, el devastador tormento psicológico que supone no convivir con amigos de la misma edad más allá de la pantalla de la computadora; darse cuenta de las desgracias familiares a temprana edad; guardarse los sentimientos en el interior y no expresarlos, y la falta de esperanza respecto a un futuro incierto.

Han pasado 11 meses desde que se registró el primer contagio en México por Covid-19 el 28 de febrero de 2020. Más de un millón y medio de contagios y 134 mil muertes causadas por el virus mortal actualmente según datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). 10 meses desde que inició la Jornada Nacional de Sana Distancia en la República Mexicana. Durante todo este tiempo miles de niños han tenido que adaptarse a la nueva normalidad, donde asisten a las clases en línea, algunos alumnos toman clases por medio del programa Aprende en Casa en televisión abierta o incluso han tenido que abandonar los estudios.

“El año pasado como hasta las seis de la tarde, pero este año ahora es como hasta las cuatro”, cuenta Sofía respecto a su horario de clases que inicia a las ocho de la mañana. Ella se encuentra sentada en su cama, con las piernas cruzadas y abrazando un peluche blanco. Como si de un pequeño ser se escondiera entre las hojas de los arbustos para salvaguardar su supervivencia.

“Creo que ya vieron las maestras que si nos mandan mucha tarea los niños no la van a hacer. Yo soy de esas que dicen: ‘Ay pues para qué lo hago, ni siquiera vale mucho mandar el dictado de hoy’ y no lo envío”, relata la niña pasando de una mano a otra su juguete. Ella parece inquieta ante las preguntas, pues comienza a recostar su cabeza sobre las almohadas, pero la retrae inmediatamente. Como si su cuerpo le pidiera moverse y salir del cuarto.

Sofía se ha sentido sofocada por la presión que le ejerce la escuela, sus calificaciones finales y lo que sus padres esperan de ella. “Creo que tengo mucha flojera. O sea, creo que tengo la capacidad, pero la flojera me gana”, comenta su preocupación por la tarea.


A pesar de guardarse en su hogar, ella continúa en contacto con algunos de sus amigos y amigas de la escuela, quienes han jugado con ella por medio de juegos móviles online como Among Us, juego que se hizo popular entre la juventud hace unos meses o tenido videollamadas. 

Sin embargo, estas actividades han sido distantes para varios de sus compañeros. “Pues sí hablamos, pero como que uso amigos creo que se hartaron mucho y se apartaron de los demás, ya no escriben ya no leen los mensajes. Siento que todos nos hartamos, porque cuando entramos a las clases nos vemos cada día”, comenta Sofía tras un rotundo silencio después de la pregunta.

Paralelamente, la convivencia con su familia ha sido un tema aparte, pues sus dos hermanos estudian la universidad y sus padres trabajan desde casa. Por lo tanto, ha tenido que adaptarse al ritmo de vida de sus familiares para realizar sus propias actividades. 

No obstante, aunque se ha acercado con ellos a un nivel personal, ella justifica que “…les prestan más atención a mis errores escolares, entran a mi clase en pijama, eso es vergonzoso”. Condena a sus familiares tras no haberles confrontado por un espacio más agradable para ella.

Sin embargo, no todo es tan malo. Ella ha podido aprender varias actividades que le ayudan a relajarse como la práctica de meditación; mirar películas y series, donde saca risas; cuidar a su perrita Teodora y encargarse de que coma, e incluso a apreciar a su familia.

Ella enumera las cosas que quiere realizar cuando su vida vuelva a ser normal. “Teatro, gimnasia, contemporáneo y rítmico. Tengo ansias de que todo esto se acabe porque… es estresante, muy estresante. Me siento en un cuadrito y siento que todos los días son los mismos”, reflexiona tras mirar al vacío entre sus ojos y la puerta de su recamara. 

Si bien, es cierto que la Secretaría de Educación Pública (SEP) acordó en su calendario escolar oficial del ciclo 2020-2021 que las clases terminarían hasta julio de este año; para Sofía y muchos alumnos de diversos grados escolares básicos les será un reto terminar sin que su salud psicológica se vea afectada por el encierro que ha provocado la pandemia.


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