Corrector de estilo: La parte más oculta del proceso editorial


Por Alan Mauricio Hernández Vázquez
México (Aunam). Dentro del mundo del periodismo, existe una rama que no se discute a menudo en estos tiempos digitales donde la inmediatez refleja una nueva necesidad para el consumo de noticias. Todos sabemos que existen distintas ramas que se encargan de una función en específico para la elaboración de un periódico y, sin embargo, no muchos saben del término: Corrector de estilo.

Pablo David Saldaña Amador, corrector de estilo, jefe de información de la Agencia Universitaria de Noticias (Aunam), y colaborador de revistas digitales como Fotogrammas, revista cultural, habló sobre la labor de un corrector, sus funciones, así como la relevancia que merece esta división dentro de una empresa periodística. 

¿Cuántos años lleva con esta profesión? 

-Como corrector, podríamos decir que por ahí del 2005-2007 en la revista “No Te Rajes” y posteriormente, del 2008-2011 en la agencia informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

¿Cómo definiría el trabajo de un corrector de estilo?

-El trabajo de un corrector de estilo es uno de los más importantes en el proceso editorial que termina por pulir, por dejar presentable el texto que finalmente llegará al lector. Incluso, se ha debatido sobre el nombre, en realidad se realiza una corrección morfosintáctica, es decir, ortografía, redacción, gramática, sintaxis, etcétera; va más allá del estilo. Somos los encargados de que un texto quede presentable ante la audiencia.

En su opinión, el también docente de periodismo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM cree que esta labor no tiene tanto reconocimiento porque es la parte que no se ve: “no somos los reporteros que andan correteando la nota, no somos los redactores que están recibiendo la información de los periodistas, no somos los directivos que muchos de ellos tienen una vida pública bastante interesante”.

“Somos la parte más oculta del proceso porque la gente no sabe que existe, por ejemplo, tienen la idea de que el escritor entrega su manuscrito y tal cual se publica, esa es una parte. Y como nos toca la parte oscura, estar detrás de bambalinas, hay que asegurarnos de que todo termine bien”. Por lo tanto, aseguró, su trabajo no es público, no es de reconocimiento y no cree que sea un problema en términos de la gran audiencia, pero sí a un nivel editorial. 

“A final de cuentas, nuestro trabajo es que el autor y el lector se conecten con una buena obra, sin que nosotros brillemos”.

Para él, hay una diferencia marcada entre el corrector y el editor. Por un lado, el editor es responsable de la visión completa, es decir, él tiene que ver que el diseñador, los que se encargan de la parte gráfica, estén bien trabajado; también el editor tiene que ver que los textos tengan la extensión deseada y quepan en los espacios designados; tiene que revisar cómo se va a ver el producto final antes de darlo a conocer.

Mientras que el corrector de estilo solamente se encarga de la revisión textual y no pasa por ninguna otra faceta explorada por el editor. Esto significa que el corrector es solo un engranaje dentro este camino de revisiones que funge en este proceso editorial donde una vez que el escritor llega con su manuscrito ya realizado y en este caso, ya debería de haber sido revisado, pasa por: corrección de estilo, diseño y editor.

El corrector ¿Puede alterar el estilo de un medio  o es el medio quién la define?

-El nombre del corrector de estilo está un poco mal entendido o usado. Considero más bien que somos correctores morfosintácticos porque el estilo es otra cosa. Hay un estilo editorial que se debe preservar, cada periódico tiene uno donde los periodistas deben apegarse a ese estilo para escribir sus textos, notas, entrevistas, crónicas, reportajes; a excepción de los columnistas y de los periodistas de opinión, que ya tienen un estilo propio.

En este caso, el académico de la UNAM no imagina a un corrector queriéndole cambiar el estilo a Jairo Calixto Albarrán del periódico Milenio por ejemplo, que tiene un estilo picaresco, muy sardónico y sarcástico. 

Sin embargo, en las notas cuando un periodista o reportero no encaja en el estilo editorial del medio, ahí sí es donde el corrector encuadra ese texto al estilo general de la empresa. “Aquí tenemos dos estilos diferentes: por un lado, el estilo de la empresa editorial que sí se va a seguir, y el otro estilo que ya es el de cada autor, cuando tienen ese derecho ganado de poder tener su propio estilo, hablando en términos periodísticos”. 

Saldaña Amador, quien también escribe poesía y ha participado en una par de antologías, proporciona un listado de lo que se requiere para ser un corrector de estilo:

Leer mucho. 

Y no me refiero a meterte a las redes sociales y leer blogs que están mal escritos, sino checar libros, periódicos, ya que te puede enriquecer tu vocabulario, no importa qué tipo de lectura sea, si es un buen texto, lo seguirás leyendo.

Escribir mucho. 

Escribe lo que gustes y mandes, desde cosas periodísticas hasta cuentos o poesía porque tenemos que saber comunicar ideas, historias. En ese sentido, no se trata de corregir sino de saber hacerlo.

Tomar cursos o talleres extracurriculares sobre lectura, redacción y/o escritura. 

Hay que acercarse a libros que nos ayudan a aprender a escribir como “Redacción sin dolor” de Sandro Cohen; “Curso de redacción para escritores y periodistas” de Beatriz Escalante; cualquiera de estos libros facilita la forma en cómo nos expresamos a través de los textos.

Acercarse a “El Libro y sus orillas: tipografía, originales, redacción, corrección de estilo y de pruebas” de Roberto Zavala Ruiz. 

Es un libro-biblia para los correctores de estilo, es muy bueno porque incluye hasta las grafías que había que precisar como correctores en una editorial; te va explicando cómo es un proceso editorial; el lugar que ocupa el corrector de estilo; recomendaciones y hasta cómo debe de ser las relaciones entre autor-corrector.

¿Y cómo funciona esta relación entre corrector y autor?

-Este tipo de relación es algo que no se habla más a fondo; por la inmediatez, ya no hay esa relación y debería de volverse a aplicar en las empresas editoriales. La relación corrector-autor era estrecha porque tu trabajabas con el autor en la vieja guardia donde ambos se sentaban a argumentar y el autor tenía la posibilidad de defender su texto ante su corrector, mientras que éste último señalaba qué cosas estaban mal o no.

Esta relación estrecha, comenta, se ha perdido y ayudaba a ambos lados donde el corrector hacía un mejor trabajo por la presencia del autor ahí cerca para corregir con el que sabía la información y obviamente, le favorecía al periodista, que iba aprendiendo a escribir cada vez mejor.

Por cierto, usted que ha trabajado en distintos medios y plataformas ¿Ha notado una gran diferencia entre este nuevo periodismo digital? A comparación con el formato impreso, o ¿Lo ve como una nueva transición?

- A veces, se pretexta que, por las necesidades de la inmediatez, no se tiene tiempo para asear un buen texto. La verdad es que es un descuido y un desaseo por parte de las editoriales, de las empresas periodísticas, digitales en este caso, donde vemos por ejemplo la edición web de El Universal: es un caso triste con un sinfín de errores que se han hecho virales, que tienen que ver con el desaseo. Creo que esa es una de las diferencias.

¿Es una transición?

-Claro que es una transición, un camino que nos lleva a otro destino, pero ojo, sin dejar de ver que el estilo de la parte impresa seguirá estando ahí, con muchos años más. 

Hay profetas que han hablado de la muerte del periodismo impreso, pero eso no ha ocurrido y lo veo difícil que ocurra, ya que es un trabajo mucho más pulcro, precisamente por el tiempo para revisarlo y diseñarlo bien; algo a lo que debería de apuntar el periodismo digital.

¿Hasta dónde se va a llegar a perder la calidad una historia?

-Hay que considerar un aspecto relevante. Yo lo que le digo a mis alumnos es: “La mejor nota, no es la que se da primero, es la que se da mejor”. Eso es lo que debería de marcar a los medios digitales, pero esta carrera por la inmediatez los lleva a este camino torcido de los errores que, además le juega en contra del periodismo y cuando te topas con un medio con muchos errores de ortografía, gramática o sintaxis, pues también empiezas a dudar de su credibilidad, su profesionalismo, su calidad y finalmente, ya dudas de todo.

Cuando existe una historia en común donde todos los periódicos lo van a publicar, existe una gran disparidad entre sus artículos, es decir, uno te da la historia a medias y otras te dan todo un desglose de lo sucedido y hasta con datos adicionales que te ayudan a contextualizar la nota como tal. ¿A qué se debe éste fenómeno?

-Repito, la inmediatez tiene un cierto grado de culpabilidad, pero a la vez no, es un fenómeno al que tenemos de obedecer como periodistas, es una de las nuevas reglas del juego. 

Para el autor del poemario “Tras de la puerta. Sonetos pandémicos”,hay una falta de compromiso de los periodistas por investigar. Uno de los grandes pecados del periodismo en general, pero en particular del mexicano, es algo llamado (coloquialmente entre periodistas): la “declaracionítis”, que le da mucho peso a las declaraciones de funcionarios, del presidente, empresarios. “Y no investigamos, no hay contextualización, no hay antecedentes, no podemos preguntar los ‘porqué’ o los ‘para qué’ de un fenómeno”.

“Hay dos faltas: la primera, la del periodista porque uno tiene que ser responsable, comprometido con uno mismo y con el público; en segundo lugar, las empresas editoriales que permiten en el afán de la inmediatez, que ese tipo de cosas se publiquen y se hagan”.

¿El periodismo se está muriendo o se trata de una llamada de atención para que mejore?

-El periodismo no se está muriendo, lo estamos matando. Se les culpa a las nuevas tecnologías, señalados principalmente por los medios tradicionales y apuntan con el dedo a los demás ¿De quién es la culpa? De los medios.

A final de cuentas, puntualiza, los periodistas son responsables de esta baja calidad con la que han venido trabajando por una serie de defectos que se han acumulado a lo largo de la historia. Por otro lado, hay un proceso de transición por parte de las audiencias. Y además está el “clickbait”. Esta modalidad sucede cuando las empresas sólo buscan que la gente haga click en el enlace y con esto, los publicistas lo registran. 

“No importa si la gente realmente leyó o no leyó el artículo, al final, lo importante es que hicieron ‘click’. Lamentablemente, esta modalidad ha generado otros vicios que el periodismo no tenía, le hacen daño”.

Entonces ¿Ve una luz al final del túnel para el periodismo?

-Todavía creo que la audiencia sigue cayendo en este vicio, pero a mi parecer, cada vez es menos, como audiencias hemos empezado a madurar y dejar esto (clickbait, fake news, sensacionalismo) de lado. Es un proceso gradual que está yendo mejor con estas nuevas audiencias. Y es aquí donde los periodistas, los correctores de estilo, deberían empoderarse dentro de los medios de comunicación, para que los trabajos finales sean de calidad, la calidad que el público necesita y merece. Recordemos que, como periodistas, trabajamos no para el medio ni el gobierno, sino para la gente.

“Lo que se requiere ahí es volverse a entender para quién trabajamos y ayudar a la audiencia, a seguir madurando; de tal manera que las fake news y el clickbait se vayan eliminando poco a poco”.


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