Princesas Menstruantes: educación menstrual y autocuidado para niñas en AL


Por Mariana Cristina Chávez Pedroza 
México (Aunam). “Tener insumos para la gestión menstrual sin educación menstrual no sirve de absolutamente nada. Porque el asunto no es que las mujeres y las niñas tengan toallas, es que las mujeres y las niñas dejen de sentir vergüenza al menstruar, la vergüenza no se va teniendo toallas, entonces es importante que lo pongamos en las agendas y en las agendas feministas, sobre todo”. 

Psicóloga, educadora menstrual como acto de resistencia, especialista en cultura de paz, ganadora de la Antioqueña de Oro en la categoría social y política en 2019 por el proyecto Princesas Menstruantes, Carolina Ramírez, es una de las mujeres colombianas que comenzó a poner en las agendas del feminismo latinoamericano a la “innombrable”: la menstruación. 

Junto con su amiga y compañera Claudia Monsalve, trabajadora social e integrante, fundaron en 2015 el primer Proyecto Latinoamericano de Educación Menstrual Princesas Menstruantes, y a pesar de que no se planificó sobre una mesa, lo comenzaron involuntariamente cuando llegaron a una institución llamada Escuela Busca a la Mujer Adulta, dedicada a iniciar procesos de alfabetización en adultas, en la cual brindaban consultas psicoterapéuticas a las mujeres que estudiaban en sus aulas.  

Carolina Ramírez desde que salió de la universidad trabajó con mujeres y sus problemáticas, lo que la llevó adentrarse al feminismo y a cuestionar la violencia sobre los cuerpos de las mujeres. En la Escuela únicamente daba consultas los sábados y domingos, sin embargo, le era suficiente para estar indispuesta toda la semana, ya que encontró que más del 80 por ciento de sus pacientes eran victimas de abuso sexual o violación. 

Esta experiencia la llevo junto con Claudia a crear un Circulo de Mujeres en la periferia de la ciudad colombiana de Medellín. Durante los encuentros mensuales que sostuvieron durante 5 años, notaron como tema recurrente la menstruación, la ovulación y todo lo relacionado con el ciclo femenino. Particularmente, surge una exigencia por parte de madres integrantes del Circulo: poseer estrategias de acercamiento al tema de la menstruación para sus hijas infantes o adolescentes.

Estas primeras herramientas fueron posteriormente solicitadas por un colegio privado, después muchos otros colegios pedirían el acompañamiento de Carolina y Claudia. La experiencia en las escuelas generó en Carolina la necesidad de pensar cómo hacer más divertido, amoroso y alegre el tema de la menstruación para las niñas; estaba convencida, la educación menstrual tenia que ser otra cosa a la que enseñaban las escuelas.


Estas reflexiones la llevaron a crear el primer cuento para niñas sobre menstruación en Latinoamérica: El vestido de Blancanieves se manchó de rojo. Carolina realizó desde la historia hasta las ilustraciones que llevaba en cartulinas a las escuelas que seguían invitándola a dar los acompañamientos. Notó que gustaba mucho el cuento, por lo que se animó a buscar una editorial que financiara la edición de la historia en un libro:

“Era tan desesperanzador, recuerdo que visite como 5 editoriales, todo mundo me decía <<¿menstruación?>>, los más políticamente correctos <<¡ah, sí! Tienes que dejarlo y van a estudiarlo>>, yo sabía que era un no, su cara, la expresión corporal de la gente que te escucha te dice que no. Me quedaba con ganas de llorar y mandar a todo el mundo a volar”.

Sin embargo, su madre, hermana y la que en ese entonces era su suegra le propusieron financiar el libro con dinero de las tres, por lo que salió una edición independiente de mil ejemplares. Esto no solo le dio más seguridad a Carolina para ir a otras instituciones a dar las charlas y talleres, sino que el cuento ancla la idea del proyecto de educación menstrual:

“Estaba haciendo el registro de derechos de autor, había una pregunta que me hacían y era si el libro sería parte de una serie de otros libros. Pensé, ¿será que de proto, podría hacer otro después?, a mí, mi mamá me enseño que es mejor que sobre a que falte. Puse que sí. La siguiente pregunta era el nombre de la serie, dije <<¿y ahora qué pongo?>>, pues ya estaba ahí en el acto, y dije <<Princesas Menstruantes>>, porque después va ser otra princesa de quien escribiré su menstruación”.

Carolina Ramírez y el cuento El vestido de Blancanieves de manchó de rojo

Carolina admite que hay un asunto de “amores y odios hacia las princesas clásicas como manifestación de lo que es la relación de las mujeres, pero las figuras de las princesas clásicas no fueron creadas por mujeres, fueron creadas por hombres (…) nosotras le damos lugar a eso que escribieron los hombres y cuestionamos esa narrativa, le damos voz a las princesas, ellas nos van a contar otras historias”.

Afirma también que la educación sexual ha omitido a la educación menstrual. Cuando buscaba en la web “pedagogías menstruales” no encontraba resultados. Por ello generaron desde los cimientos materiales y metodologías en este ramo; las basaron en las pedagogías feministas al ser la menstruación un elemento ocupado desde tiempos primitivos para excluir a las mujeres de espacios de poder, de convivencia y someterla bajo la tutela del hombre, se necesita del feminismo para visualizar todas las violencias impuestas en torno a la menstruación. 

Actualmente Princesas Menstruantes tiene 5 materiales pedagógicos: El vestido de Blancanieves se manchó de rojo, Jardines mágicos, el juego La aventura del ovulo, la historia El Aquelarre de las princesas y El oráculo empoderadas. Igualmente poseen 5 líneas de acción: diseño y comercialización de materiales para la educación menstrual; acciones político-sociales en los territorios que son los talleres y platicas que llevan a diversas comunidades, es la más importante y el eje del proyecto; el activismo menstrual y la formación de educadoras menstruales, sitio del cual obtienen más fondos económicos.


“La autogestión fue muy difícil en los inicios porque los colegios nos llamaban, pero no tenían como pagarnos, entonces yo solamente vivía de vender los libros que casi nadie conocía. No romantizo que todo tenga que ser tan sacrificado, siento que hay temáticas importantes que los Estados deberían hacerse cargo y pagarle a esa gente que está haciendo el trabajo. Pero entendía que no iba a pasar, y más que una propuesta empresarial era una propuesta política, una convicción, insistimos e insistimos hasta llegar a la autogestión”.

Princesas Menstruantes no posee alianzas con instituciones privadas o públicas por las restricciones que condicionaban los apoyos, Carolina menciona al respecto que “siempre nos quieren modular el discurso, que hablemos en los términos de la institucionalidad (…) que usemos la palabra higiene, pero no vamos a hablar de higiene porque el termino habla del blanqueamiento de los cuerpos en América Latina desde la colonia, ¿cómo vamos a seguir repitiendo esas terminologías? Además, ¿por qué no se higienizan de la misma forma los cuerpos de los hombres como se higienizan los cuerpos de las mujeres?”. 

La voz de las niñas: alianzas, desmitificación y virtualidad

Claudia Monsalve en uno de los talleres de educación menstrual a niñas

Las pedagogías menstruantes de estas mujeres colombianas no solo han alcanzado zonas urbanas, sino que las extendieron en pueblos afrocolombianos e indígenas. Carolina relata al respecto que: 

“Siempre partimos de un proceso de reconocimiento del territorio y de las narrativas menstruales del territorio, las participantes son las que comienzan a hacer un proceso de desmitificación para que de esa forma no lleguemos a irrumpir, a imponer un discurso desde los privilegios (…) pero tampoco dejamos de visibilizar las violencias que se están viviendo, con todo el respeto a las comunidades, pero hay asuntos de los derechos humanos de las mujeres que no se pueden dejar pasar”.

A través de mapeos de la región, las mujeres van escribiendo palabras con las que nombran la menstruación, cuales son los alimentos que les dicen que no pueden comer, las cosas que no pueden hacer, los lugares a los que no pueden ir: “encontramos, por ejemplo, en una comunidad indígena que no había en su lengua ninguna palabra para decir menstruación (…) encontrar una comunidad que no tiene ni siquiera una palabra para nombrarla, pensábamos que era más fuerte la forma de invisibilizarla”.

Princesas Menstruantes, además de tener como coordinadora general a Carolina Ramírez, lo componen: Claudia Monsalve que trabaja más con las madres y familias de las niñas, Marilyn Gómez (psicóloga) que ingreso al proyecto en 2018, trabaja el tema de las adolescentes y Paola López(pedagoga), que se anexa en 2019, se dedica a las infancias, ella gestó la Escuela de Niñas Poderosas, curso que constan de 10 clases donde niñas y adolescentes politiza a la menstruación en 3 módulos: Educación menstrual. Referentes femeninos y Autocuidado.

La Escuela de Niñas Poderosas, a pesar de tener un costo total de 50 dólares, posee sistema de becas para aquellas niñas que no puedan pagar. A partir de la pandemia por el virus SARS-Cov2, se volvió virtual y han llegado a sus aulas niñas de toda América Latina, España, Estados Unidos, inclusive Inglaterra. Carolina menciona que este espacio se transformó en un lugar seguro para niñas migrantes: en cada curso que desarrollaron nunca faltaron las mexicanas residentes en los Estados Unidos o las colombianas residentes en España. 

El confinamiento por Covid-19 también permitió que dieran eventos virtuales gratuitos sobre educación sexual y menstrual a escuelas y niñas en general, como el vulvatron, el uteratron y dos Encuentros de Brujas Poderosas con la ayuda de una aliada mexicana que planificó las actividades. El aforo a los dos Encuentros fue tal que en cuestión de 4 horas se llenaron los 100 cupos. Este año realizaran un Menstruatón virtual-gratuito y esperan reanudar el aplazado Primer Encuentro Latinoamericano de Prácticas de Educación Menstrual que se tenía previsto para mayo del 2020 y que por el virus se recorrió. 


Carolina sostiene que se siente muy afortunada de poder escuchar la voz de las niñas latinoamericanas, subraya lo importante que es darles espacio: “esta sociedad quiere pasar de una <<o>> a una <<e>> sin pasar por la <<a>>, no sé a escuchado la voz de las niñas, siguen sin existir (…) por eso nombramos a mujeres, niñas y otras personas que menstrúan”.

Actualmente planifica realizar podcast en Princesas Menstruantes, donde sean las niñas quienes cuenten y señalen sus referentes femeninos, e incluso hablen sobre sus primeros acosos; cree firmemente que la apropiación de la voz es una de las potencialidades más grandes en estos tiempos. Sin embargo, admite que las niñas viven en contextos machistas, muchas de ellas en espacios llenos de violencia, por lo que:

“Se requiere de un acto de resistencia, de niñas más acompañadas, de familias que no le tengan miedo a la rebeldía, a la palabra de las niñas, de familias que cuestionen frases como <<calladitas se ven más bonitas>>, <<estese usted en silencio>>, <<no meta la cucharada>>, <<cuando los mayores hablan usted no>>. Una sociedad que además de cuestionar el machismo cuestione el adultocentrismo”.


Confiesa que su primera menstruación fue acogida con respeto y acompañamiento por parte de la rectora de su colegio, su mejor amiga y la mamá de su mejor amiga; considera que el trabajo de acompañar a quien menstrua por primera vez lo puede hacer cualquier mujer que posea la información necesaria, por lo que hay un fortalecimiento de las niñas y mujeres a partir de sus cuerpos. Carolina recuerda a carcajadas y con gran soltura, como quien se quita un peso de encima, una de las experiencias más significativas:

“Hay un ejercicio en la escuela que al principio yo pensaba si era muy brusco para ellas, fue tomar las narrativas de Freud, Lacan y Platón. Primero les contamos quien eran esos señores, posterior a ello les contamos que decían ellos acerca de nuestro órgano sexual, todas se quedaban como << ¡qué!>>, y se iban de la reunión hacer subgrupos para escribir una respuesta a esos señores de la ciencia. Las respuestas eran una cosa increíble. Una niña de Yucatán comento sobre Freud <<es que se le quemó el cerebro de tanta pipa>>”.

Princesas Menstruantes es ya un referente en América Latina, acompaña otros proyectos de menstruación e incluso los ha inspirado, como es el Proyecto Rojo en México de Ana Karenina o Somos Menstruantes en Perú. Carolina se dice dichosa de ver como se pueden impulsar mutuamente entre ellas, pues de los nueve territorios que han visitado, todos han sido por invitación a generar alianzas y contactar con otros proyectos para hacer un acompañamiento más prolongado:

“Para nosotras es muy bonito, nos da mucho gusto, que bueno que fuimos tan insistentes, que bueno no haber desfallecido en los momentos difíciles porque han empezado a nacer retoños, retoñitos, para nosotras es muy importante que eso suceda porque sentimos que por ahí debe ser, que por ahí es el camino”.



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