Pymes: historias y sueños en la perplejidad económica

Si solamente me dedicara a lo de la escuela,
 ahorita estaría barriendo calles.
Noe Tamayo

| Por: Aarón García | 
México. (Aunam). En el aciago de un efecto mariposa, surge algo tan complejo. Algo tan difícil de explicar en las vísperas de una esperanza tan cercana y lejana a la vez.  De la nada, la humanidad quedó supeditada en la perplejidad de una experiencia inicial. Es latente el miedo y sufrimiento de una nueva enfermedad. Un hecho aislado y fútil al otro lado del mundo, ahora nos deja a merced de cuatro paredes. De menú principal, confinamiento y cuarentena; de postre, la esperanza de una nueva normalidad. Palabras lejanas, pero tan usuales ahora en esta nueva realidad.
 

Como un efecto dominó comenzó el éxodo de los planes y sueños que cada uno tenía en este veinte veinte. La nostalgia por el pasado pone hospedaje en la memoria colectiva y la incertidumbre pone en tela de juicio lo establecido. 

El aumento de casos confirmados por esta nueva enfermedad aisló a las ciudades. De repente, escuelas, plazas, parques, oficinas y centros de entretenimiento quedaron deshabitados. Las cortinas de la mayoría de los comercios bajaron, algunos para nunca volver abrir. Este balde de agua fría puso en frente de nosotros lo esencial y lo efímero de la vida. Aunque estemos en la nueva normalidad, aun es continuo el aumento de casos confirmados, y desafortunadas muertes. La perplejidad por esta enfermedad aún sigue mientras escribo estas líneas. Todavía falta mucho camino por recorrer.

En México, más allá de la incredulidad latente que pueda haber alrededor de esto, y de que en algunas partes se no se han respetado las medidas sanitarias; estamos en presencia de un hecho sin precedentes que va más allá de una problemática de salud. Las actividades económicas se detuvieron, y con ello, se consolida una crisis dual en donde se entrelazan diversas historias cotidianas. Personas con ilusiones, sueños e historias que ahora se encuentran en la perplejidad por el futuro.

Noé


Dia a día, con una amplia sonrisa y actitud positiva, Noé Tamayo atiende, desde hace diez años, una pollería familiar en la Colonia Juárez Pantitlán, en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México.

En la mitad del local, relativamente pequeño, se transfigura con notoriedad el color blanco de las paredes y luces de las lámparas neón. En la mitad de este, se encuentra el mostrador. Justo pegados a las paredes dos taburetes largos de color café; uno en cada lado, los cuales separan el mostrador de la entrada. Es donde los clientes esperan su turno para ser atendidos. Al entrar; en la parte final del taburete derecho, pegado al mostrador, está un botellón de agua con dispensador, justamente para brindar la hospitalidad de una sala de espera a cada uno de los clientes que ingresa.  Aquí se cruzan un sin fin de historias cotidianas. 

-No ha habido, en el tiempo que llevo trabajando aquí, algo parecido; es algo inédito porque de hecho no recuerdo algo así desde mi infancia.  

Desde que comenzaron a replicarse los casos confirmados por la pandemia, las resonancias de lo que se aproximaba y lo que continuó en el confinamiento, llegaron de un día a otro. De la nada han tenido que ajustarse y tomar diferentes medidas. 

Noé recuerda que, inclusive la problemática desarrollada en 2009 con la Influenza AH1N1, no había tenido tanto impacto. -Sólo fueron como tres semanas, en la que nos vimos restringidos, con algunas medidas y hasta ahí pero afortunadamente en ambas situaciones nos mantuvimos y nos hemos mantenido activos. 

Por fortuna, Noé no ha encontrado algún cambio radical, a pesar de esta problemática. -Se ha mantenido activo este negocio familiar. Sé que han cerrado otros locales y comercios, pero en el caso nuestro como es de primera necesidad, no cerramos y la gente siguió viniendo.

Gracias a lo anterior, y siendo muy específicos en la parte económica, no ha tomado medidas rigurosas o drásticas. 

Noé forma parte de los 6.3 millones de establecimientos comerciales de México, dentro de los cuales el 94.9% son microempresas y el 4.9% son pequeñas negocios. Su aportación al Producto Interno Bruto (PIB) ronda 52 por ciento y generan 72 por ciento del empleo formal (INEGI, 2019). Asimismo, forma parte de 61 por ciento de las pymes que se mantuvieron operando hasta julio (OCDE, 2020). Sin embargo, como toda crisis, existen anomalías donde se han visto cambios en otro sentido.

-Han existido alzas de precios muy exagerados en el producto que se maneja, y en algunas ocasiones, se ha descontrolado. Apenas sufrimos un alza de precios muy fuerte, sentí que esa alza no correspondía a la situación que estamos viviendo porque fue un área esencial que no se detuvo en actividades. Te pongo un ejemplo, dábamos el kilo de pechuga en sesenta pesos y en dos semanas subió hasta cien pesos, y eso nos pegó muy fuerte.

Esto mismo puede verse en los datos del monitoreo de precios de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), la cual indica que los productos de mayor consumo de la canasta básica presentaron un alza generalizada en el primer bimestre después del inicio de la Jornada Nacional de Sana distancia. Asimismo, en este mismo informe, se indica que en promedio aumentó un 25.87 por ciento y se estabilizó hasta el 10.66 por ciento a mediados del mes de junio. Esto a pesar de que, en el mes de abril, se mantuvieron en actividades varios negocios de primera necesidad y actividades de productos esenciales. Esto mismo ocurrió a pesar de que en los informes de la Procuraduría Federal del Consumidor, Profeco, se advirtiera que se impondrían multas a establecimientos y proveedores que aplicaran una injustificada alza de precios en insumos. 

Sin duda, estos factores pudieron permear en las actividades económicas de las microempresas mexicanas, pero a pesar de ello, el negocio familiar de Noé contó con cierta fluidez. De tal manera que no hubo necesidad del apoyo de las instituciones gubernamentales. 

-En lo que tiene que ver con ayuda por parte de las autoridades, no me acerqué mucho y no presté mucha atención porque fue muy rápido todo. De un día para otro y aquí, en el negocio familiar, nos ajustamos y afortunadamente no lo necesitamos.

Aunque estos apoyos económicos se han implementado, México es uno de los países de América Latina que menos recursos y acciones ha destinado al apoyo en materia económica. 

De acuerdo con el Informe del Observatorio de Impacto económico en América Latina y el Caribe de la Enfermedad por coronavirus (COVID-19) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), México no rebasa el sector de 20 acciones en medidas económicas, y sólo ha destinado 3.8 por ciento del PIB en apoyos económicos. 

Esto en contraste con Colombia, que tiene el mayor número de acciones y medidas de recuperación económica, con un total de 75 acciones y a porta el 8 por ciento de su PIB en créditos para empresas y negocios. Le sigue Brasil con un total de 74 medidas y Chile que, ha implementado 46 medidas de recuperación económica y ha destinado 11.4 por ciento de su PIB en apoyos económicos.

Los cambios han hecho presencia en el local. Ahora se visualiza una galería tapizada de anuncios con medidas sanitarias de protección por la pandemia. Se solicita el uso de cubrebocas a todo aquel que entra. Se busca mantener la sana distancia con las medidas que han sugerido las autoridades, para seguir manteniendo las actividades y no cerrar el establecimiento.  

-Hemos tratado de seguir las recomendaciones y puede haber nuevas dinámicas, pero esto es más como para el cliente que tiene que seguir estas recomendaciones. Algunos se han molestado, pero debo decir que el 90 por ciento ha seguido las indicaciones […]. Han valido la pena estas medidas en el aspecto que lo hemos librado afortunadamente, porque he tenido conocimiento de otras personas, allegadas a mí, que se han contagiado y algunas desaforadamente ya no están.  

En este lugar dependen seis personas, aparte de Noé y su hermano, cuatro trabajan con él y dos con su hermano. -Tengo el privilegio de tener cuatro asistentes que, a su vez, nos hemos ayudado mutuamente para poder mantener a nuestras familias-. Para él, ha sido algo muy importante tener esta gran oportunidad de seguir trabajando. -Gracias a esto; hay seis familias que tienen su sustento diario, ya que no han perdido su trabajo y hay que subrayar que, por esto, ha valido la pena todo.

Anteriormente, Noé tenía un taller donde daba clases de inglés, pero a raíz de esta problemática, tuvo que cerrar como lo hicieran las demás escuelas.




-Realmente yo soy profesor de profesión, esta no es, o más bien no era la única fuente de ingresos. Yo soy independiente, mi área es inglés. - y refiriéndose a la pollería menciona – A Dios gracias doy de que conozco esta área porque me pude recargar o apoyarme con el ingreso que tengo en la pollería[...]. Si solamente me dedicara a lo de la escuela, en este momento estaría barriendo calles o pidiendo cooperación. Agradezco que haya podido tener otro ingreso porque por el lado de mi área, quedé muy golpeado. 

Por ahora la escuelita donde impartía las clases de inglés, permanecerá cerrada hasta que esté la vacuna, el reto que ahora tiene es poder continuar dando clases en línea. Ya llevo dando dos clases a dos hijos de mis amigos y es muy complicado, parte de los retos que me deja el Covid, es éste. Hay que adaptarse o morir, soy de la idea de que podemos adaptarnos, porque no hay otra opción por ahora.

Carmen y Jesús

Si no trabajamos no comemos, creo que ha valido la pena, por nuestra familia y 
porque brindamos cierto apoyo a la gente con este programa social.
Jesús García

En punto de las cuatro de la mañana, de lunes a sábado, Carmen Martinez y Jesús García, un matrimonio de concesionarios de Liconsa de la Secretaría de Seguridad Alimentaria, Segalmex, se alistan para ir a sus respectivos lugares de trabajo. Entran al carro y se colocan el cubrebocas. 


Jesús deja a Carmen en su tienda en la Alcaldía Iztacalco y con una despedida a distancia, arranca y se dirige a su lechería en la Alcaldía Venustiano Carranza. Al llegar ahí el concesionario abre la puerta, observa que todo esté en orden y comienza a sanitizar la tienda. En punto de las seis de la mañana se abren las cortinas para comenzar las labores del día. Por una de las cortinas entra Doña Chelo, una señora que forma parte del comité de beneficiarios y ayuda a ordenar y repartir la leche a los consumidores. Con un simpático buenos días, saluda a Don Chuchito, como lo llaman todas las personas que van a la lechería de Jesús. Más adelante comienzan a llegar más personas con cubeta y tarjeta en mano, listos para recibir la dotación del día.

-Nuestro trabajo consiste en vender leche social Liconsa y productos básicos, para beneficio de la gente que tiene este programa social-. Jesús lleva 36 años trabajando en este negocio y Carmen 25. Ambos se encuentran en la zona Oriente de la Ciudad de México, en una de las zonas con mayor número de casos confirmados de contagios por este nuevo padecimiento, ya que se comparten límites con la Alcaldía Iztapalapa y el Estado de México. Esto hace que el peligro sea latente, pero no ha sido impedimento para dejar de laborar.

Liconsa está constituida como una empresa de participación estatal, su propósito es mejorar los niveles de nutrición de millones de mexicanos con el apoyo alimenticio de familias en condiciones de pobreza. Por ello, las actividades que desempeña son de un programa esencial y de primera necesidad.  

Al igual que Noe, Carmen y Jesús no han dejado de trabajar; sin embargo, Jesús menciona que los ingresos económicos han bajado gradualmente después del confinamiento. -Cuando inició la pandemia no hubo grandes cambios, pero conforme avanzó el confinamiento los ingresos de la gente disminuyeron y por eso las ventas bajaron. La gente ahora sólo lleva lo justo, toman del mostrador únicamente lo que necesitan y ya.


Asimismo, parte de los problemas que se han visto es el aumento de los precios en los productos de la canasta de hasta un 35 por ciento, de acuerdo con el monitoreo de precios de la Anpec hasta finales de julio. De la misma forma, algunos productos que no subieron sus precios, no se estabilizaron y se fueron a la baja. Por ejemplo,  la caída de precios de productos lácteos en un 3,6%; donde también sus derivados bajaron en 5,2 por ciento.

Los cambios no sólo se han hecho presentes en lo económico. Las nuevas medidas de higiene en cada lechería han hecho que se volvieran más estrictos, a tal punto que la interacción entre concesionario y consumidor es con más cautela y con algunas reservas. Carmen coloca todos los días un envase de gel antibacterial y una jerga con cloro para desinfectar su área de trabajo. De la misma forma lo hace Jesús. 

Él, al igual que Carmen, les pide a todos los clientes que mantengan la sana distancia, el uso gel antibacterial y cubrebocas para que, de esa forma, se puedan evitar contagios.

-Las medidas han sido usar careta y el cubrebocas para nosotros, y para los consumidores solamente el cubrebocas. Tenemos que cobrar con guantes por el manejo de dinero, sobre todo porque se maneja más cambio, monedas, en lugar de billetes.

Sin duda, la sensación de duda y miedo se ha impregnado en las paredes de cada una de las tiendas. Jesús menciona que, el padrón de beneficiarios de leche Liconsa ha disminuido al igual que los consumidores de productos básicos. – A nivel social, la gente comenzó a tener un poco de temor, algunas personas se alejaron un poco y dejaron de venir por temor a los contagios, y, por otro lado, porque estaba confinada y no venían con regularidad. 

El problema es que esto no solamente repercute en los ingresos de este matrimonio, los cuales señalan que han disminuido en un 50 por ciento hasta el mes de julio. Carmen dice que, sumado a la ausencia mencionada de consumidores y de beneficiarios, existe sobrante de leche: 

-A veces nos quedamos mucho tiempo después de nuestro horario establecido para poder terminar de venderla, porque igual las indicaciones de las oficinas centrales son de terminar la venta y no se puede regresar el producto. Esto igual representa peligro para nosotros porque estamos aún más expuestos a contagios. 


El factor de riesgo aumenta para ellos. Carmen y Jesús, atienden diariamente un promedio de 700 a mil personas, en un horario de 6 de la mañana a 10:30 AM. Esto varía dependiendo del padrón de beneficiarios y el litraje de leche.

Dentro de la problemática están inmersos varios factores. Por ejemplo, al igual que muchas personas independientes, Carmen y Jesús no cuentan con prestaciones de seguridad social y salud.

Carmen afirma: “No somos trabajadores directamente de Liconsa, somos ajenos a ella. No formamos parte de Liconsa, por eso no tenemos servicios de salud, seguro laboral, vacaciones, y otras prestaciones. Tenemos la concesión sólo para vender la leche y recibimos una mínima comisión por la venta. De lo que nos podemos ayudar más es de la venta de productos básicos, que sale de nuestra inversión, porque Liconsa no nos da esos productos [...] En esta parte es como si fuera una tiendita normal”.

Para ellos su trabajo es arduo ya que, por un lado, pueden tener como competencia, en el aspecto de venta, a otras misceláneas, pero sin duda, la que más permea es la que se da con otros negocios que han tenido la apertura al mercado en línea y, sobre todo; la que se da con grandes empresas de supermercados quienes, en comparación con las microempresas, tienen más facilidad satisfacer la demanda de productos y contrarrestar los efectos de la crisis. Esto se vio en las primeras semanas del inicio del confinamiento en México, donde los supermercados se vieron desbordados por las compras de pánico. 


Por otro lado, ante la pandemia, el riesgo de que Jesús se contagie es cada vez más alto: 

-Muchas de las lecherías han tenido que cerrar por el aumento de contagios y me mandan a las personas de otras lecherías de las colonias aledañas como Arenal, Caracol y Ampliación Caracol para que no se queden sin leche [...] Si esto continúa va a ser muy difícil la situación, vemos que la gente tiene menos dinero. Lo poco que tenían ya se lo terminaron y para nosotros como comerciantes igual va a ser difícil.

A pesar de ello, ninguno de los dos baja la guardia y continúa con el mismo entusiasmo de atender a las personas -Si no trabajamos no comemos y creo que ha valido la pena, en primera por nuestra familia y porque les brindamos cierto apoyo o ayuda a la gente con este programa social. [...], -Asimismo, Jesús menciona -Me gusta mi trabajo porque me gusta convivir con la gente, y atender a los consumidores, porque mucha gente depende de esto y si se llegara a cerrar mucha gente que vive al día al igual que nosotros, se vería afectada.


Karen
 
He llegado a desesperarme y protestar contra el gobierno, 
contra lo establecido porque perdí un gran proyecto donde puse 
todas mis esperanzas hacia futuro y mi mayor fuente de ingresos.   
Karen Lizama

Luego de tres años de arduo trabajo, el 21 de marzo del 2020 fue la última vez que Karen Lizama y su familia atendieron a los comensales y parroquianos de aquel local de baile, luces y diversión. Fue el último sábado en el que los coros de la batucada y los bailes al son de ‘’La Rebelión (No le pegue a la negra)” fueron interrumpidos. Fue el último día en el que se escuchó el tintineo de las copas y vasos para decir salud, y que las luces estrelladas de la pista de baile se apagaran. Fue ‘’la última y nos vamos’’ para muchos clientes, pero nunca se imaginó la familia Lizama que, para ellos, sería la última y no regresamos.


Hasta hace un par de meses, Karen Lizama tenía “La fregada”, un bar familiar conocido por la gente de Azcapotzalco por sus bebidas exóticas, música en vivo y un gran ambiente. Ahí trabajaba toda la familia de Karen (su esposo y sus dos hijos). Contaba con una plantilla aproximada de veinticinco trabajadores; entre meseros, seguridad, bartenders y personal de limpieza. A través de una videollamada, ella menciona que era su fuente de ingreso económico más importante.  

-El bar no tenía mucho tiempo, pero era un negocio que iba creciendo ya que, mantenía a muchas personas no solamente a mi familia. Iba adquiriendo popularidad. No sé con exactitud cuántos clientes venían, pero, cada día que pasaba, la entrada era creciente […]. Creo que lo que más le gustaba a la gente, a diferencia de otros lugares, era el servicio, porque nosotros ofrecíamos cosas diferentes: la música en vivo, el karaoke, las bebidas eran recetas especiales del lugar; demás de que se vivía un ambiente tranquilo. Era como ir a una fiesta de XV años o una boda; era muy familiar. 

Luego de seis meses de confinamiento por la pandemia la economía mexicana se encuentra sumida en la peor crisis económica desde la Revolución Mexicana. Varios expertos e instituciones financieras anticipan una caída de al menos 9.2 por ciento en el crecimiento del PIB en este año. 

Asimismo, de acuerdo con datos del reporte mensual de Puestos de trabajo del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, en el bimestre de abril y mayo, habían desaparecido 9 mil 984 negocios registrados. Aunque en el bimestre siguiente de junio y julio esto disminuyó, si comparamos las cifras mensuales, hasta el mes de agosto se han perdido en total un millón 117 mil 584 empleos. 

Esto sin duda trae fuertes consecuencias donde los más afectados son las pequeñas y medianas empresas como el caso de Karen y de muchos mexicanos mas que tuvieron que cerrar sus negocios.

Karen esperaba que en este año las cosas fueran mejor. Había contratado más empleados, e invirtió en más insumos para tener más variedad de bebidas y alimentos. Había comenzado hace unos meses, a aumentar sus clientes haciendo publicidad de su local a través de las plataformas digitales. 

No sólo quería depender de los clientes habituales o alguno que otro que se aproximaba en esa colonia al norte de la Ciudad de México. -El bar se perfilaba para ser un referente de la zona de Azcapotzalco-. Menciona que era un negocio complicado, sobre todo porque tenía que competir con otros locales de mayor tamaño. 




Después de cerrar, todavía continuaba con el pago de algunos salarios y tenía que pagar altos precios por la renta del local; pero en ninguno de sus panoramas más amargos, tenía imaginado bajar las cortinas de su local para siempre.

-En el bar había alimentos perecederos, lo único perdurable eran las bebidas: el vino, los refrescos, cerveza, etc. Entonces para que no se echaran a perder tuve que rematar algunos productos y regalar algunas cosas a los trabajadores y algunos familiares, pero no recuperé ningún centavo de lo que había invertido.

De la misma forma afirma:

-¡En el local donde estábamos era un pagadero de renta!, el dueño del local no quiso perdonar ni un mes de renta atrasado en el tiempo que cerramos. Sí queríamos abrir otra vez, después de esto, teníamos que pagarle al dueño todos los meses atrasados que no teníamos abierto. Todos los locales de esa zona son un poco más caros debido a la venta de alcohol, y que son más grandes y pudieron sobrellevar esto. Yo lo vi demasiado caro porque no podía abrir, no ganaba nada y tenía que pagar de más. Aparte tenía que pagar los salarios de los trabajadores. Vi demasiadas pérdidas económicas en ese negocio, por eso tuve que cerrar de manera definitiva.


Así es como el negocio de Karen, al igual que muchos otros, formaron parte de la estadística. La decisión la tomó junto con su esposo, fue conseguir otro empleo, pero no le ha funcionado como el bar.

-Tuve que buscar otro trabajo. Ahorita estoy trabajando en Walmart, pero debo admitir que no es igual porque de este trabajo dependemos siete personas: nosotros cuatro, una bebé y mis papás. Con lo que gano ahora, no se cubren nuestras necesidades familiares, no es lo mismo ganar en un local propio que te está dando para vivir bien, a tener que depender de un salario.  También tengo dos carros de UBER, pero no estoy ganando lo mismo que antes porque tengo que pagar la gasolina y si no la pago no los puedo trabajar. Tuve que dejarlos.

Esto no sólo ha afectado en la estabilidad económica de la familia Lizama, Karen mencionó, entre lágrimas, que la estabilidad emocional ha llegado a una fuerte crisis.

-He llegado a desesperarme y protestar contra el gobierno, contra lo establecido porque perdí un gran proyecto donde puse todas mis esperanzas a futuro y mi mayor fuente de ingresos. A veces me preguntaba ¿Por qué otros locales de comida podían seguir abiertos y yo tuve que cerrar? Porque también yo ofrecía comida. No sabía qué hacer, sólo pensaba cosas negativas, hasta llegar al punto de pensar en el suicidio. He llegado a pensar que muchos de mis conocidos pueden llegar incluso a robar o delinquir por la desesperación. Pero no considero eso correcto y me da mucho miedo que alguien lo llegara hacer.

Este es uno de los sectores más afectados ante la nueva problemática en comparación con empresas major business o con mejores recursos para sobrellevar la crisis. De acuerdo con una encuesta de la Bain & Company (2020) sólo una cuarta parte de las empresas mexicanas tiene los recursos para sobrellevar la crisis. 

Así, el resto se encuentra en un dilema y, de acuerdo con la ONU, se hace latente que el número de pobres puede aumentar hasta en 35 millones en América Latina. 



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