4 de octubre de 2019

2 DE OCTUBRE: MARCHA RUMBO AL OLVIDO

Por Ixtlixochitl López
Ciudad de México (Aunam). Convocados por la memoria, miles de estudiantes, profesores, trabajadores y activistas salieron a las calles para honrar a los caídos el 2 de octubre de 1968, pero en el camino perdieron la alegre rebeldía y sucumbieron al olvido.


Como cada año, alrededor de las 15:00 horas la estación del metro Tlatelolco empezó a recibir a la ola de estudiantes que inundaba los andenes e invitaba a la gente a sumarse a la manifestación “¡El que se sube marcha!” o “¡El pueblo consciente se une al contingente!”.

Al salir del túnel para ver la luz del día, los asistentes se encontraban de cara con los vecinos que los miraban desde las ventanas y gustosos observaban las mantas y banderas que todos los años se renuevan.

Los goyas, huelums y el reclamo por la juventud asesinada "¿por qué… por qué… por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?" iba ahogando el murmullo de los pasillos de la unidad habitacional para volcarse en uno solo sobre la Plaza de las Tres Culturas.

Ahí, sobre las piedras emblemáticas del pasado, los vendedores colocaron las playeras, discos, documentales y boinas que regateaban con los jóvenes de pantalones rotos, mientras algunos repetían consignas para amenizar la espera y otros con miradas absortas trataban de arrebatar a las paredes la historia de la sangre derramada hace 51 años.

De a poco, los manifestantes se iban enfilando hacia el Eje Central, donde fueron recibidos por el cinturón de paz que la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum implementó para evitar los disturbios de los llamados “anarquistas”.

Enfilados a los costados del eje y con la frase “2 de octubre no se olvida” estampada en sus playeras blancas, los integrantes del cinturón cambiaban el semblante con el paso de los contingentes.

Algunos de los funcionarios apostados en las banquetas aprovechaban para saludar a los amigos que corrían a encontrar su contingente, mientras los más desconfiados se agarraban de los brazos de sus compañeros al ver a los encapuchados.

Los integrantes del comité 68 dieron los primeros pasos y la enorme serpiente amarilla, guinda y rojinegra empezó arrastrarse entre el cielo azul y el asfalto hirviendo.

A la par avanzaron los “anarquistas” enfundados en sus prendas negras y con el rostro cubierto, a cada tramo se detenían para hacer pintas con aerosol y sin esténcil “¡Amlo facho!”, “Muerte” y “68” fueron algunas de las palabras escritas.

“¡Si tú pasas por mi casa, si tú ves a mi mamá...!” y “¡No has muerto, no has muerto, camarada…!” se escuchaba resonar por las calles, los cantos de subversión y rebeldía quedaban espaciados por las indicaciones de los estudiantes veteranos que trataban de guardar distancia con los de negro y de evitar infiltrados en sus cuadros.

“¡No se separen, avancen!”, gritaban quienes iban al frente de las banderas y las mantas de cada escuela, el resto trataba de poner atención y de vez en vez alcanzaba a levantar los carteles en las manos con la imagen de ex presidente Gustavo Díaz Ordaz y la leyenda “¡Asesino!” y “¡Ni perdón ni olvido!”.

Al llegar al túnel frente a Garibaldi, el sonido de los cohetes simulado por las bocas de los estudiantes y las porras que retruenan en los oídos con el eco de las paredes quedó en silencio.

Y aunque algunos se resistieron a dejar morir la otra tradición no escrita de contar hasta ocho y echarse a correr, el acto fue interrumpido por un sujeto sin playera que desde arriba del puente mostraba su cuerpo torneado y les “cantaba un tiro”.


Esquivando los envases de vidrio que los aliados del provocador intercambiaban con los encapuchados, los manifestantes pasaron por el cuello de botella y luego de librarlo a salvo volvieron a las consignas.

El tono festivo de la conmemoración parecía volver a tomar fuerza con los tambores de las batucadas y los bailes de los integrantes del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); pero al llegar a la esquina con Cinco de Mayo, los cohetones le cortaron a todos la inspiración y la guardia volvió a levantarse.

El “círculo de paz y baile”, como renombraron algunos estudiantes al cinturón de paz, fue disuelto ante las agresiones de los infiltrados y encapuchados que ya eran uno solo.

Los de negro seguían avanzando por los costados, rompiendo vidrios, anuncios y perdiendo el zapato en patadas mal dadas a los objetos de su odio.

De pronto, algunos se arrojaban contra el grupo de granaderos para estamparles manos llenas de pintura roja en los escudos y después se alejaban para escuchar el explosivo que habían dejado en el sitio.

Los oficiales se hincaban y no respondían, no llevaban toletes ni gas lacrimógeno, tampoco tanquetas con químicos disueltos en agua que queman las espaldas, se limitaban a extinguir el fuego con la espuma blanca que salía de los contenedores rojos.

Al llegar al zócalo, los activistas contaron hasta 43 y lanzaron el último grito de batalla “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos…!”, en recuerdo a sus compañeros desaparecidos de Ayotzinapa.

Ante la imposibilidad de obtener atención, los encapuchados increparon a los periodistas que no se resistieron a tener la exclusiva y los siguieron hasta obtener la nota.

En el templete, el comité 68 condenó las agresiones y pidió a los medios dar cobertura a los discursos en conmemoración por la matanza estudiantil, pero era demasiado tarde porque habían vuelto a cubrir los desmanes.

Cansados de la parafernalia alrededor de los “anarcos” y sintiéndose burlados, los sobrevivientes de la noche de Tlatelolco sacaron fuerzas de flaqueza y obligaron a los radicales a quitarse las capuchas.

Con los rostros descubiertos, los más jóvenes increparon a los veteranos reclamando su derecho a las distintas formas de protesta y recibieron una lección: “nosotros marchamos pacíficamente para que ustedes no tuvieran que ser reprimidos”.

Los estudiantes del 68 que aguantaron toletazos, el asedio del ejército y tuvieron que correr para salvar sus vidas en un río de sangre, ocuparon su aliento y sus fuerzas tratando de explicar a los novatos el origen del movimiento estudiantil y, en contraparte, el de los grupos de choque.

Aunque los contingentes seguían llegando, la plancha se vaciaba. El mitin se había visto interrumpido y la batalla por la memoria y contra el olvido se había perdido.






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2 de octubre de 2019

MIGUEL LEÓN-PORTILLA: UNA VIDA FELIZ, GENEROSA Y EN PAZ

Por: Redacción
Ciudad de México (Aunam). Historiador e investigador de la multiculturalidad indígena mexicana, Miguel León-Portilla murió a los 93 años de edad, informó la Universidad Nacional Autónoma de México.


El autor de "La visión de los vencidos", basado en escritos indígenas sobre la Conquista, fue además filósofo, profesor, editor, traductor, escritor, antropólogo, arqueólogo y un gran defensor de los derechos de los pueblos originarios de México.

Nació el 22 de febrero de 1926 en la Ciudad de México, hizo estudios en Guadalajara, Jalisco; la Loyola University, de Los Ángeles y la UNAM, donde se doctoró con la tesis “La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes”. Este trabajo ha sido traducido al inglés, alemán, checo, ruso y francés, entre otros idiomas.

Entre sus maestros y personalidades a quienes él reconocía como seres importantes en su vida estaban el sacerdote e historiador Ángel María Garibay; a Agustino Fernández, quien lo introdujo al arte indígena; a Juan Hernández Luna, discípulo de Samuel Ramos; a Manuel Gamio, el iniciador de la moderna antropología mexicana; Eduardo Noguera, “el hombre que mejor conoció la cerámica arqueológica de México”.

En ocasión de su cumpleaños 90, en un homenaje realizado por la Máxima Casa de Estudios del país, León Portilla también agradeció a miembros del exilio español, como José Gaos, Eduardo Nicol, Juan Comas, Santiago Genovés, José Miranda, Germán Somolinos, entre muchos otros.

Y también en la Universidad conoció a la lingüista, filóloga, catedrática, investigadora y académica española radicada en México, Ascensión Hernández Triviño, su esposa. En el homenaje referido, refrendó su amor y le agradeció las “pruebas de un cariño enorme. Ahora que estuve a punto de entregar los tenis, porque tuve una pulmonía que me tuvo tres semanas en el hospital; ella, como un ángel, cuidaba de mí todo el tiempo. La pobre dejaba otras cosas y en la noche tenía que levantarse varias veces… ¡te lo agradezco mucho, Chonita!”.



Miguel León Portilla impartió innumerables conferencias y cursos especializados entre los que destacan el Seminario de Cultura Náhuatl, en la UNAM.

De acuerdo con el diario La Jornada, el también poeta reflexionaba sobre la vida, la fragilidad humana y la muerte: “Los seres humanos somos muy frágiles. Me extraña haber llegado a cierta edad, porque los huesos con cualquier trancazo o choquecito se desarman; pero, decía Pascal, somos cañas pensantes; alguien añadió que más que cañas pensantes somos seres que alcanzamos con nuestros pensamientos las estrellas (…) Y yo agrego que aquí adentro, en la cajita de cal (en la cabeza), tenemos kilo y cuarto de carne, y allí está el universo; a mí me pasma eso. Eso es la base de las humanidades”.

Y sobre la muerte, en más de una vez se le escuchó decir que ya no le temía, que estaba en paz con la vida y con la muerte, porque era un hombre satisfecho y feliz. Aunque, también reconocía una inquietud y deuda con los pueblos originarios, por su presente y futuro:

“Sus tradiciones y sus lenguas están en peligro, pues siguen viviendo en regiones inhóspitas, no participan en la vida social y política de México y tienen que participar, pero sin perder su identidad”, comentó en aquella charla generosa con Aunam, en 2008.

Le preocupaba el reconocimiento legal de los derechos de los pueblos indígenas a nivel constitucional: “lejos de constituir un peligro de disolución y fragmentación de un estado nacional, puede contribuir a su florecimiento, en cambio, los casos de relación asimétrica con imposición cultural y lingüística de la sociedad dominante, llevan con frecuencia a tensiones y conflictos violentos”.

Su muerte ha cimbrado los ámbitos culturales, académicos y políticos de México. Por lo pronto, la secretaria federal de Cultura, Alejandra Frausto, infirmó que el jueves 3 de octubre se homenajeará al historiador Miguel Luis León-Portilla, en el Palacio de Bellas Artes, a partir de las 10:00 horas. El Instituto Nacional de Bellas Artes publicó que preparan diversas actividades para “agradecer su amor a México”.

El autor de libros como “Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares”, “Trece poetas del mundo azteca”, “Quince poetas del mundo náhuatl” y “Erótica náhuatl” [su último libro], fue subdirector y director del Instituto Nacional Indigenista Interamericano; director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y merecedor de la Medalla Belisario Domínguez en 1995.

Al maestro nahuatlato (que habla náhuatl) le sobreviven su esposa, su hija, y dos nietos; pero sus deudos también los millones de personas que lo recordarán como un defensor de las lenguas y pueblos indígenas, narrador de historias no contadas, amante de México y su multiculturalidad, pensador universal… y un humano que ha trascendido a la eternidad. Ahora es inmortal.

Recomendación de lectura:

El autor y su vida contada por él mismo en una Egohistoria:
Miguel León-Portilla In: Egohistorias: El amor a Clío [en línea]. Mexico: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1993 (generado el 02 octobre 2019). Disponible en Internet: . ISBN: 9782821855601. DOI: 10.4000/books.cemca.3373.



Reacciones al fallecimiento:























Foto y audio: Presidencia de la República

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AUTONOMÍA INDÍGENA Y SOBERANÍA, UN PROBLEMA DE CONFUSIÓN: LEÓN PORTILLA

  • Derecho a una forma propia de gobierno, administración y aprovechamientos de sus recursos
  • La identidad se destruye y se construye con el tiempo
  • Globalización cultural, producto de una tecnología cada vez mas sofisticado
Por Remedios Pastén Rosales
México (Aunam). La autonomía es una capacidad de autogobierno básicamente en asuntos de competencia del propio organismo o cuerpo autónomo (como en la UNAM). “Autonomía no quiere decir soberanía, ahí es donde viene la confusión”, comentó en exclusiva para Aunam el doctor Miguel León Portilla durante el II Simposio Los mexicanos que nos dio el mundo, celebrado en el Centro de Estudios de Historia de México Carso, a cargo del Programa Universitario, México Nación Multicultural.


El maestro emérito de la UNAM agregó que la autonomía indígena implica “tener una propia forma de gobierno para asuntos internos, capacidad para administrar sus propios recursos, transmitir los conocimientos que consideren oportunos para sus hijos a través de una educación autónoma, y aprovechar los recursos a su alcance de sus territorios”.

Para el autor de Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, “los grupos indígenas tienen derecho a elegir a sus propios diputados que los representen ante las diferentes cámaras, como grupo indígena, por lo que al pertenecer a un municipio, también tienen derecho a elegir ellos, a sus autoridades”.

Al ser cuestionado por Aunam sobre la idea de autonomía contenida en el Artículo 2 Constitucional, el historiador y filósofo respondió que dicho numeral no establece una autonomía plena, pues sólo establece que la nación mexicana se sustenta en sus pueblos indígenas, por lo que uno de los objetivos de los acuerdos de San Andrés fue una ley de autonomía, pero se quedó en el aire, porque “las cámaras no quisieron votar en ese sentido, temieron que se fuera a fraccionar el país, lo cual no es cierto”.

Respecto a la identidad indígena que se consagra en el precepto antes citado, el estudioso de la lengua náhuatl agregó que en el caso de los pueblos originarios de México, ésta “tiene una influencia de cinco siglos de convivencia y muchas veces de imposiciones, de tal manera que hoy, no es la misma identidad que encontró Hernán Cortés, ha cambiado en varios aspectos, positivos y negativos. De ahí que en su conferencia expresara, “la identidad se destruye y se construye con el tiempo”.

En cuanto a esa positividad y negatividad de la identidad indígena, el ganador del premio español Bartolomé de la Casas, en su décima edición, dijo que es difícil hacer un catálogo de ello, pero en muchos casos se ha enriquecido su imaginario, por ejemplo, con la figura de Emiliano Zapata, héroe que reivindica a los indios y con la virgen de Guadalupe, vista como Tonantzin, la diosa madre.

Sobre este punto el también sobrino de Manuel Gutiérrez Nájera y Manuel Gamio, explicó en su conferencia que diversos pueblos originarios han hecho suyos distintos elementos de la civilización moderna, recreando y reconstruyendo su identidad de otra manera, pero siguen siendo tzotziles o tzeltales, etc., herederos de una cultura, expresada por sus descendientes, incluso, en la creación de nuevas formas de literatura.

Agregó que en este proceso, “sus tradiciones y sus lenguas están en peligro, pues siguen viviendo en regiones inhóspitas, no participan en la vida social y política de México y tiene que participar, pero sin perder su identidad”.

Asimismo, Miguel León Portilla expresó que México, al igual que otros países de América Latina, no escapa de la globalización tecnológica y por consecuencia de la globalización cultural, esta última caracterizada por “un acelerado proceso tendiente a homogenizar las formas de vida de los habitantes del planeta, producto de una tecnología cada vez mas sofisticada”. De ahí que la influencia en televisión desde el norte de México hasta Argentina, París y otra parte del mundo, sea de películas norteamericanas que enseñan cómo matar.

Criticó que esa tecnología “sólo busque un enriquecimiento material y que los medios de comunicación masiva presenten como ideales de la humanidad a los estados desarrollados y las empresas trasnacionales, quienes aparecen como portadores de modelos altamente operantes en una economía, a la vez consumista y de concentración de riqueza”.

De esta manera dijo, “surge una nueva forma de materialismo globalizante, acompañado de una escala de valores en los que el éxito económico ocupa un lugar principal, en tanto las formas de cultura tradicional, son tenidas como obsoletas e inoperantes, por quienes participan en una actitud de “lideres” (los que han hecho mucho dinero y que están en distintas áreas de la industria)”.

Al respecto comentó que las consecuencias trágicas de este sistema “han venido a desembocar en una crisis económica de alcance mundial”. Asimismo resaltó, que aún con ese proceso globalizante, “perduran las identidades de múltiples grupos de lenguas y culturas originarias en numerosos países de la tierra, que participan en beneficio propio en las modernas transformaciones ecológicas, tecnológicas y económicas, que logran aquellas que mantienen su identidad y su sentido de orientación”.

Por ello advirtió, que en este proceso globalizante, no debemos quedarnos en Nepantla, es decir “en medio”, “perdido lo antiguo y no asimilado lo nuevo”. Esto debido a la realidad latinoamericana que hoy “se constituye con la presencia de cerca de cincuenta millones de descendientes de los pueblos de lenguas y culturas originarias, que han estado por siglos en permanente peligro de desaparecer y no pocas han desaparecido”.

Explicó que la historia universal y la experiencia contemporánea, evidencian las variadas situaciones y consecuencias que actualmente se producen cuando las sociedades mayoritarias, tercamente, se niegan a reconocer estas realidades y su afirmación legal, como resultado fáctico de la pluralidad de lenguas y culturas dentro de un país.

Por ello abundó en que el reconocimiento legal de los derechos de los pueblos indígenas en la legislación, incluso a nivel constitucional, “lejos de constituir un peligro de disolución y fragmentación de un estado nacional, puede contribuir a su florecimiento, en cambio, los casos de relación asimétrica con imposición cultural y lingüística de la sociedad dominante, llevan con frecuencia a tensiones y conflictos violentos”.

En consecuencia señaló, existe una continuidad con los pueblos originarios y al reconocer plenamente el contenido del artículo segundo constitucional, podremos lograr equidad, pues “nunca ninguna lengua es superior a otra, sino distinta”.

Entrevista publicada originalmente en agosto de 2008



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30 de septiembre de 2019

Leyes que tipifican el aborto, violan los DDHH de las mujeres: Karen Luna

Por Margarita Morett Chávez
Ciudad de México (Aunam). Karen Luna, investigadora del Grupo de Información de Reproducción Elegida (GIRE), mencionó que uno de los retos que enfrenta la legalización del aborto en México es la resolución del derecho a la vida.


Para la investigadora, el país debería seguir los estándares internacionales que planteó la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la resolución del caso de Artavia Murillo vs Costa Rica, en 2012. En este caso, se resolvió que en la interpretación y protección de la vida prenatal se deben proteger primero los derechos reproductivos de las mujeres.

En el conversatorio ‘La situación y retos del acceso al aborto legal en México’, Luna planteó que entre las problemáticas que genera la prohibición del aborto en el país están la violencia obstétrica, muerte materna, criminalización y violaciones a derechos humanos.

Los derechos reproductivos son parte de los Derechos Humanos (DDHH). Tienen una relación directa con el derecho a la salud, la igualdad, la no discriminación y vida libre de violencia. De acuerdo con la ONU, una persona a la que se le niegan estas atribuciones no puede desarrollarse de manera libre, digna y justa.
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Uno de los puntos que enfatizó Luna fue: “No hay que pensar sólo en violencia física, la violencia es sistémica, no tener leyes que tipifiquen el aborto es una violación a los derechos humanos de las mujeres”.

En México sólo dos estados de la República permiten la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) durante las primeras doce semanas de gestación, la Ciudad de México desde el 2007 y Oaxaca desde el 2019.

Debido a que la prohibición se encuentra en los Códigos Penales, no se regula la legislación de salud, por lo que no hay personal capacitado e infraestructura necesaria para dar atención a mujeres que quieran abortar, lo que ocasiona que sean víctimas de violencia obstétrica.

Según cifras del GIRE, entre 4.7% y 13.2% de la mortalidad materna anual, a nivel mundial, puede atribuirse a un aborto inseguro. De esta manera, no tener leyes que normalicen el aborto, ni condiciones e infraestructura, es una discriminación del sector público para otorgar servicios de salud.

En la librería U-tópicas, la investigadora señaló que desde enero del 2007 hasta diciembre del 2016 son 4246 las mujeres que fueron denunciadas por aborto y 228 sentenciadas, esto de acuerdo con el informe “Maternidad o Castigo”, realizado por GIRE. Esto se traduce en que una persona diaria es denunciada por aborto. Las entidades con más casos son Baja California, Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas y Yucatán.

“De las sentencias que pudimos recabar nos dimos cuenta que en ocasiones el personal de salud tiene desconocimiento sobre las leyes de aborto y se niegan a dar atención médica por desinformación. Por ejemplo, el aborto por violación está permitido en todo el país, pero en ocasiones los médicos no lo saben porque el departamento jurídico de la clínica no se los informa”, afirmó Karen Luna.

Para ella, el trasfondo de la prohibición del aborto es castigar la sexualidad, criminalizar a las mujeres e impedir decisiones sobre la autonomía del cuerpo. Este punto lo enfatizó con la lectura de una sentencia:“Baja California, mujer de 19 años con dos hijos pequeños y una situación económica precaria, declaró que dejó de tomar anticonceptivos por los efectos adversos que le producían. Acudió a un hospital con un aborto en evolución y fue detenida ahí mismo cuando la pasaron al área de observación”, declaró la investigadora del GIRE.

Puntualizó que en casos como el de Baja California, es necesario repensar que las mujeres no pueden viajar a la Ciudad de México a realizarse interrupciones legales, debido a condiciones económicas, vidas precarias y tiempo de gestación, por lo que muchas de ellas recurren a servicios ilegales en los que se ponen en riesgo de muerte.

El conversatorio finalizó con la reflexión colectiva de que la despenalización del aborto no implica abortar, pero la penalización del aborto eleva los riesgos de muerte, discriminación, violaciones a derechos humanos, sexuales y reproductivos.

Finalmente, Luna recalcó que el tema del aborto no es un asunto fijo “es necesario tratarlo desde nuestras propias trincheras, informar y conectar con las historias de vida que hay detrás”.



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CIERRA CON PASARELA ANTI-MODA, COLOQUIO DE MODA, HISTORIA Y ARTE

  • Alejado del formato tradicional de la pasarela, el diseñador Erick Molina presentó ‘La última cena’
  • Fue un desfile de modas que marcó la clausura de la primera edición del coloquio
Por José Luis Ruperto
Ciudad de México (Aunam). El desfile de modas ‘La última cena’, que el diseñador mexicano Erick Molina presentó en el auditorio Javier Romero Molina de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) enmarcó laclausura del Primer Coloquio de Moda, Historia y Arte, realizado y organizado por Nayma Flores, directora de la revista de moda Melodrama.


Más que una pasarela, el desfile apuntó hacia una presentación performativa. La propuesta de Erick Molina siguió la corriente de la anti-moda, que engloba diversos estilos de vestir, contrarios a las tendencias que usualmente se muestran en las grandes pasarelas. La anti-moda busca reflejar indiferencia o un posicionamiento político.

En el caso de esta colección, la inspiración fue la opresión que en algún momento el diseñador sufrió por el catolicismo. Cabe señalar que los modelos fueron mujeres y personas “queer”, pues desde la visión del diseñador se trata de cuerpos que la religión siempre ha oprimido.



Previo al desfile, Erick Molina dio una breve introducción en la que comentó: “El ideal no es hacer anti-estética, es hacer anti-moda. Anti-moda es romper lo efímero de la prenda”. La mayoría de los looks poseían alguna referencia religiosa, en algunos casos crucifijos, en otros, imágenes de Cristo impresas en las prendas. Las cadenas fueron un elemento muy presente en la colección. En su conjunto, el estilismo del desfile apelo a la belleza de lo grotesco.


Al término del desfile, Erick compartió sus impresiones con AUNAM: “Las primeras veces son las que impactan, pero está padre porque creo que hay recepción de la gente”, comentó. Además detalló que se acercaron personas de la misma ENAH, lo que le pareció trascendente porque él no solo busca llegar a la gente familiarizada con el mundo de las pasarelas, quiere acercarse a otro tipo de público para romper la burbuja en la que muchas veces se encuentra inmersa la moda.

Erick Molina

La importancia de esta propuesta radicó en su honestidad, pues en nuestro país la religión aún tiene peso y rara vez se cuestiona, por lo que ‘La última cena’ llevó al ámbito de la moda esa temática y se manifestó contra ella. No será la única vez que se haga el desfile, pues está pesado para repetirse y romper con la fugacidad de las pasarelas convencionales.

Un modelo vestido a sudadera blanca que recorrió el auditorio retorciéndose y con un semblante de dolor cerró el desfile. 





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